Argentina: La dura salida del abismo populista

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se ha movido a un ritmo acelerado para recuperar al país de los doce años de políticas económicas y sociales equivocadas que implantaron los gobiernos de los Kirchner.  Sin embargo, está siendo más difícil salir del agujero que dejó el populismo.

La grave situación económica que atraviesa Argentina actualmente tiene múltiples causas, como explica The Economist líneas abajo, y llevaron a Mauricio Macri a declarar una emergencia y a anunciar un plan de ajuste para evitar una mayor caída del peso. Déficit, desequilibrios en el frente externo, recesión, desconfianza de los mercados, volatilidad y dificultades para contener la inflación son algunas de las claves de esta crisis.

 

Información reciente muestra que el 27.3 % de los argentinos está por debajo de la línea de la pobreza, mostrando una realidad que los Kirchen habían intentado esconder y que ahora, tras desvelar todos los problemas del país, se están mostrando las consecuencias.

«Es un número que esperábamos, que refleja las turbulencias de los últimos meses y las dificultades que atravesamos. Qué más quisiera yo que seguir viniendo acá y confirmarles que vamos avanzando en la reducción de la pobreza», afirmó Mauricio Macri después de que el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina) diera a conocer las cifras.

Crisis de confianza y volatilidad

El impuesto que comenzó a regir a fines de abril para los tenedores extranjeros de Lebac (letras del Tesoro) desató una salida masiva de capitales financieros especulativos atraídos por las altas tasas de interés y la flexibilización absoluta de los flujos financieros. A esto se sumó que, según The Economist, la desconfianza cada vez mayor en la política económica gradualista de Macri llevó a los inversionistas a cambiar sus posiciones en pesos por el dólar, lo que generó mayor presión sobre la divisa argentina.

Las tan ansiadas inversiones extranjeras no llegaron, debido a que una fuerte sequía golpeó a la producción agrícola, con pérdidas de hasta 8,000 millones de dólares, ingresaron menos divisas que las esperadas y la demanda se hizo sentir acelerando la devaluación. El multimillonario rescate financiero otorgado por el Fondo Monetario Internacional no alcanzó para recuperar la confianza de los mercados y ahora el país le pidió al organismo que adelante el envío de fondos.

A esto se le suman los factores externos. La decisión del presidente Donald Trump de subir las tasas de interés en Estados Unidos, que fortaleció al dólar en todo el mundo, repercutió en los mercados emergentes y particularmente en Argentina. Luego, el peso argentino se vio golpeado por las devaluaciones de la lira turca y del real en Brasil (el principal socio comercial de Argentina), y la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Un legado difícil de cambiar

Luego de más de una década de dominio de los Kirchner, la agenda de reforma de Macri es muy necesaria para la economía argentina que desperdició los mejores años del súper ciclo de precios de los commodities al punto que, en vez de haberse enriquecido, terminó empobrecido, endeudado y con la imperiosa necesidad de llevar a cabo dolorosos ajustes.

A finales de 2015, las políticas imprudentes de los Kirchner ya habían afectado gravemente el crecimiento económico del país. Las cifras oficiales del PBI no se publicaban, pero el FMI indicó que su economía se estaba contrayendo.

Si Mauricio Macri promueve el crecimiento económico a largo plazo, desmantela las políticas populistas de los Kirchner, fomenta la estabilidad, la inversión extranjera y la competencia, podrá aspirar a cambiar la suerte de Argentina y los problemas que causó el populismo. Esperemos que siga así y que logre corregir el curso de una de las economías más grandes de Latinoamérica. Lampadia

Fallando convencionalmente
Por qué la ortodoxia argentina no ha funcionado mejor que la iconoclasia turca

Las monedas de ambos países se han desplomado. Solo uno está tomando la medicina que se le recomendó

The Economist
6 de setiembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando un mercado emergente pierde el apoyo de sus acreedores, ¿cómo debería responder su gobierno? Las medidas de política recomendadas generalmente no incluyen intimidar al banco central, criticar al «lobby de tasas de interés», evitar la ayuda del FMI, despreciar el dólar o nombrar al yerno del presidente como ministro de finanzas. Turquía ha hecho todo esto y su moneda ha perdido el 40% de su valor este año.

Argentina, por el contrario, se ha acercado mucho más al estilo convencional. Su ministro de finanzas tiene dos títulos en carreras relacionadas con economía. Su banco central ha elevado las tasas de interés (a 60%, el pasado 30 de agosto) y su gobierno ha garantizado la pronta y generosa asistencia del FMI, que aceptó desembolsar un préstamo de 50,000 millones de dólares en junio, el más grande de su historia. Y, sin embargo, la moneda argentina ha perdido más del 50% de su valor este año (ver cuadro).

¿Por qué es que la ortodoxia argentina ha dado tan malos resultados? La pregunta es cada vez más importante y relevante. El ajuste monetario de Estados Unidos y las preocupaciones sobre las guerras comerciales del presidente Donald Trump han hecho que muchos mercados emergentes sufran. El pasado 3 de septiembre, el gobierno de Argentina dijo que reforzaría aún más su economía, recortando el número de ministerios de 19 a 10, elevando los impuestos a la exportación y recortando los subsidios al transporte y los servicios públicos. Ahora pretende equilibrar el presupuesto en 2019, un año electoral. También planea reunir un superávit presupuestario del 1% del PBI en 2020. ¿Se equivoca Argentina al persistir con medidas tan duras? ¿Debería Mauricio Macri, su presidente, nombrar a uno de sus hijos como ministro de finanzas?

La respuesta, por supuesto, es no. El bajo rendimiento del peso no es, en su mayor parte, culpa de la economía convencional. En realidad, lo que refleja son otros tres factores: desgracias idiosincrásicas; diferencias estructurales entre la economía argentina y el modelo de crecimiento más intensivo en comercio y crédito de Turquía; y la espantosa posición inicial que Macri heredó de sus predecesoras, Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo, Néstor Kirchner, quienes se permitieron años de mala administración que podrían horrorizar incluso al gobierno iconoclasta de Turquía.

Comencemos con las idiosincrasias. La peor sequía de Argentina en 50 años ha dañado la producción agrícola y ha afectado una importante fuente de divisas. Esa mala suerte ha sido acompañada por varios errores eminentemente evitables. En un breve video publicado en YouTube el 29 de agosto, Macri intentó sofocar cualquier duda sobre la solvencia de Argentina al anunciar que el FMI había acordado apresurar el desembolso de su préstamo, de los cuales solo US$ 15 mil millones se pagaron por adelantado. Pero este reclamo no fue seguido por una aclaración del ministerio de finanzas ni por una confirmación del FMI, lo cual trajo pánico y confusión. Al día siguiente, luego bautizado como «Jueves Negro» por los argentinos, el peso cayó casi en casi un quinto de su valor.

Muchos todavía creen que Nicolás Dujovne, el ministro de finanzas, debería tener un mandato más fuerte para establecer la política económica. «Si tu país está en guerra, no envías una división cuando toca luchar», dice Marcos Buscaglia de Alberdi Partners, una consultora económica. «Debe enviarlos a todos de una vez». Considera que el gobierno necesita asegurar un acuerdo conjunto con los gobernadores provinciales para recortar gastos juntos.

La caída del peso también refleja diferencias más profundas entre la estructura económica de Argentina y la de Turquía. El comercio internacional, por ejemplo, desempeña un rol mucho más importante en el país de Eurasia, que pertenece a una unión aduanera con la Unión Europea. El comercio equivale al 54% del PBI del país, en comparación con solo el 25% del de Argentina (ver cuadro). Una ciudad como Estambul genera divisas tanto por su antigüedad como por su novedad. La arquitectura bizantina y otomana en su centro de la ciudad atrae a una gran cantidad de turistas, y las empresas de textiles en sus alrededores sirven al sector retail de moda en las calles más importantes de Europa.

Por lo tanto, Turquía no necesita una devaluación tan grande para obtener la misma mejora en su balanza comercial. Según las estimaciones del IIF, la combinación de la desaceleración económica y la caída de la lira ya es suficiente para convertir su déficit en cuenta corriente del 6% del PBI en un superávit a su debido tiempo. La mayor caída en la moneda argentina simplemente ha reducido su déficit subyacente de cuenta corriente, de alrededor del 5% del PBI al 3%, según los cálculos del IIF.

Las deudas de Argentina, especialmente sus pasivos en dólares, recaen principalmente en el gobierno; en el caso de Turquía recae con las empresas. Y aunque el banco central de Turquía ha tardado en aumentar el costo oficial de endeudamiento para los bancos, esos prestamistas comerciales han aumentado rápidamente las tasas de interés para sus prestatarios, que son cada vez menos solventes. Los bancos ahora incluso les cobran a las grandes compañías alrededor del 35%, según un economista local.

Cuando se ajusta el crédito, las empresas deben hacer recortes. A diferencia de los gobiernos, no pueden (y no necesitan) esperar la aprobación política para hacerlo. Como consecuencia, la austeridad del sector privado de Turquía ha sido más rápida y salvaje que la versión del sector público de Argentina. La economía ya se está desacelerando bruscamente.  

Macri, que ganó el cargo a fines de 2015, heredó una economía con muchos problemas, en mayor estado de deterioro que la de Turquía incluso. Una disputa con los tenedores de su deuda incumplida había dejado al gobierno argentino aislado de los mercados crediticios internacionales. Los controles cambiarios hicieron que el peso sea artificialmente caro y los impuestos a la exportación llevaron a los productores a acumular grano.

Si la deuda pública de Argentina seguía siendo modesta, era solo porque el gobierno se financiaba con dinero recién creado del banco central. Si la inflación parecía manejable, era solo porque el gobierno manipulaba las cifras y ponía topes a los precios. Y si la balanza comercial parecía favorable, era solo porque el gobierno prohibió muchas importaciones y racionó el acceso a divisas.

A medida que se eliminaron estas distorsiones, los problemas de Argentina se hicieron evidentes. El país se enfrentó a una alta y persistente inflación, perpetuada por muchos acuerdos salariales estrechamente vinculados a los anteriores aumentos en el costo de vida. Su economía heredaba un subyacente desequilibrio fiscal que, si no fuera financiado por el banco central, tendría que ser financiado por un aumento de la deuda. Y a esto se le suma una moneda muy sobrevaluada. Según Renaissance Capital, incluso después de su reciente caída, el peso argentino está solo un 25% por debajo del «valor razonable» (basado en promedios ajustados a la inflación a largo plazo). La lira turca, por el contrario, ya está infravalorada en un 44%.

Gran parte de la culpa de la difícil situación de Argentina radica, entonces, no en la respuesta convencional del gobierno a la crisis, sino en su predecesor ‘no convencional’. La aplicación de la ortodoxia de Macri, sin embargo, ha demostrado ser contraproducente de tres maneras indirectas.

Primero, su imagen reformista ayudó a atraer copiosos flujos de capital desde el exterior, culminando en la venta de un bono de 100 años en junio de 2017. Ese entusiasmo inicial por su deuda hacia que el gobierno sea más complaciente, convenciéndolo de que redujera el déficit fiscal más gradualmente que lo planeado originalmente. El 3 de septiembre, Macri confesó que el gradualismo del gobierno había nacido del «excesivo optimismo».

En segundo lugar, al ‘reparar’ la economía, el gobierno también, en ocasiones, adoptó la ortodoxia microeconómica a expensas de la estabilidad macroeconómica. Levantó los impuestos a las exportaciones, lo que eliminó una distorsión, pero también la privó de ingresos muy necesarios. Redujo los subsidios al combustible, lo que hizo que los precios se alinearan más estrechamente con los costos, pero también contribuyó a la inflación, especialmente porque las reducciones de los subsidios se combinaron con recortes tributarios.

Los Increíbles

Por último, los legisladores argentinos hicieron varios compromisos muy ortodoxos que no pudieron cumplir. El banco central adoptó ambiciosos objetivos de inflación que luego tuvo que repensar. Después del acuerdo con el FMI, prometió dejar el peso a las fuerzas del mercado, entrando en los mercados de divisas solo ‘in extremis’. A pesar de esta promesa, ha intervenido repetidamente, presumiblemente porque Argentina rara vez ha estado fuera de peligro desde entonces.

La decisión del banco central de elevar las tasas de interés en 15 % después del jueves negro también parece una reacción excesiva. En lugar de parecer seguro en su decisión, el banco central parecía desconcertado. Ningún banco central puede prometer (de manera creíble) destruir la economía para salvar la moneda.

El enfoque de Turquía tampoco ha ayudado a su economía. Su ministro de finanzas, Berat Albayrak, ahora también está predicando la necesidad de una política fiscal más estricta. Después de que la inflación subió a casi el 18% el mes pasado, su banco central insinuó fuertemente que elevará las tasas de interés en su reunión del 13 de septiembre.

Mientras tanto, Argentina, después de haber probado el tipo de populismo de los Kirchner y la anterior forma de gradualismo de Macri, tiene pocas alternativas más que persistir con su enfoque ortodoxo. Sus errores de comunicación, sin embargo, son una lección objetiva sobre los peligros de prometer demasiado. Como un mercado emergente vulnerable, debe esforzarse por ser lo más económicamente viable posible. Lampadia




TACTICS: Mejor que los BRICS en educación

Aparece un nuevo acrónimo para economías emergentes, TACTICSTailandia, Argentina, Chile, Turquía, Irán, Colombia y Serbia. Ellos superan a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en educación superior. Son países considerados como las potencias emergentes en la educación superior.

Curiosamente, a pesar de que todos tienen un PBI per cápita inferior a US $ 15,000, la producción de documentos de investigación de los países de TACTICS está creciendo fuertemente. Cada país tiene por lo menos una universidad en el ranking mundial y la participación en educación terciaria está creciendo fuertemente, explica el Foro Económico Mundial en su publicación sobre TACTICS (traducida por Lampadia líneas abajo).

Según el estudio del Instituto The Higher Education del London School of Economics, de cerca de 15,000 universidades en 78 países, ha encontrado que duplicar el número de universidades en una región resulta en un aumento del 4.7% en el PBI per cápita en la misma área, en cinco años. Por supuesto, hay que tener en cuenta que la educación es sólo una parte, aunque importante, de la solución. Otros factores como el entorno empresarial, el imperio de la ley, los parámetros macroeconómicos y la cultura del espíritu empresarial desempeñan un papel fundamental.

The Higher Education afirma que hay una serie de canales a través de los cuales las universidades y la educación superior pueden tener un impacto positivo en el crecimiento, incluyendo el aumento en capital humano capacitado, la innovación, la democracia y la demanda. En primer lugar, las universidades son productoras de capital humano; y los trabajadores cualificados tienden a ser más productivos que los trabajadores no cualificados. Un segundo gran tema a través del cual las universidades pueden afectar el crecimiento es la innovación. Este efecto puede ser directo, ya que los propios investigadores universitarios producen innovaciones o, a través del rol de las universidades como productoras de capital humano, en el cual los graduados ingresan a la fuerza laboral e innovan.

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El Foro también hace hincapié en los problemas más latentes en los países TACTICS, con temas como la corrupción y transparencia, la desigualdad de acceso y oportunidades de los estudiantes, las dificultades para la investigación y la incertidumbre política.

Lo que es muy importante es que 3 de los 7 países son Latinoamericanos: Argentina, Chile y Colombia. Una lamentable ausencia del Perú, que en vez de volcarse al exterior para inspirarse en las mejores estrategias educativas y empoderarse para diseñar los lineamientos de una revolución educativa que nos lleve con ventaja al siglo XXI.

El reto ahora es buscar la estrategia que lleve al Perú a una mejora acelerada y extraordinaria de la educación. Debemos aprovechar el desenvolvimiento de lo que ahora se llama: ’La Cuarta Revolución Industrial’, ya que nos presenta amenazas y oportunidades disruptivas para el empleo y la educación en el mundo.

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Los países más preocupados con mantener la mejor educación y en aprovechar los cambios tecnológicos que transformarán nuestra realidad global entienden que en el futuro las habilidades cognitivas estarán al alcance de una tecla, que hay que promover la capacitación en habilidades sociales, culturales, valores, trabajo en equipo, pensamiento crítico, deportivas, etc. También entienden que la filosofía que debe regir la educación tendrá que ser la de la libertad y la innovación que busquen una educación a la medida de cada estudiante, con maestros facilitadores. Ver en Lampadia: Educación para los nuevos tiempos.

Lamentablemente en el Perú seguimos inspirados por las ideas del siglo XX, por el control central, la regimentación y la uniformización. Peor aún, en un país pobre como el nuestro, se sigue ninguneando el rol del sector privado en la educación. Así sucedió con la controvertida nueva ley universitaria que promovió el congresista Mora a punta de descalificaciones, insultos, autoritarismo y desenfoque, con el apoyo pleno del cuestionado ministro Saavedra. Ver en Lampadia: La educación está en crisis y nosotros estamos de fiesta, Más propuestas disruptivas para la educación y Necesitamos un sistema educativo para el siglo XXI.

La conclusión a la que llega el estudio es: «Construye una comunidad universitaria grande y fuerte y tu economía también crecerá», pronosticando que las economías del grupo TACTICS crecerán más que las de BRICS. Sigamos este consejo y apoyemos el desarrollo académico y económico de nuestros ciudadanos. Lampadia

Estos países podrían ser las nuevas superestrellas de la educación en el mundo

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Siete países son sorprendentes en el ranking global de universidades. Imagen: Baim Hanif

Chris Parr, Editor digital y de comunidades
Times Higher Education
Foro Económico Mundial
16 de diciembre de 2016
Traducido y glosado por
Lampadia

Construye un sistema de educación superior grande, fuerte y respetado en tu país, y  crecerá tu economía.

No sólo lo digo yo. Un análisis del London School of Economics de cerca de 15,000 universidades en 78 países ha encontrado que duplicar el número de universidades en una región resulta en un aumento del 4.7% en el PBI per cápita en esa área dentro de cinco años.

Entonces, ¿cuáles son los países que debemos vigilar? ¿Qué regiones están mejor situadas para explotar este vínculo entre la expansión de la educación superior y el crecimiento económico?

No es una pregunta fácil de responder. Sin embargo, en colaboración con el Centro de Educación Global Superior del Instituto de Educación de la UCL, Times Higher Education ha estudiado una serie de indicadores académicos y económicos como las tasas de publicación de investigaciones, las tasas de participación en la educación superior y el PBI per cápita, y ha identificado a 7 países que están en una posición privilegiada para tener éxito.

Los llamamos TÁCTICS (por las siglas de los países).

TACTICS: Los poderes de la nueva educación global

Desde el punto de vista de la educación superior, Tailandia, Argentina, Chile, Turquía, Irán, Colombia y Serbia tienen el potencial de superar a los países BRICS de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

En todos estos países, el PBI es inferior a US $ 15,000 per cápita, pero al menos la mitad de la población juvenil está matriculada en instituciones de educación superior. La participación creció un 5% o más entre 2010 y 2014; su producción en investigación está creciendo a por lo menos 30,000 papers al año; y tienen al menos una universidad en el Times Higher Education World University Rankings. La metodología completa para el análisis está disponible aquí.

Como explica el editor John Gill, aunque estos países cuentan con las condiciones fértiles necesarias para dar fruto, están lejos de ser homogéneos: cada país tiene «un cóctel diferente de fortalezas y debilidades».

Señala a Irán y Turquía – ambos países ricos en intelecto, que se desempeñan bien en matrícula bruta de educación superior y cuentan con un crecimiento sostenido. «Sin embargo, cada uno enfrenta enormes desafíos políticos. Irán está clasificado como el sector público más corrupto de nuestro grupo por el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International, y las citas académicas se consideran vinculadas tanto a la ideología como al mérito”.

Esto es importante. Un análisis de los datos de TACTICS muestra, simplemente, que los niveles más altos de corrupción se correlacionan con la investigación de menor calidad.

Turquía tiene sus propios problemas. Una represión del gobierno después del intento de golpe a principios de este año obligó a que más de 1,500 decanos académicos sean forzados a renunciar. Las universidades dependen del talento que pueden atraer, y el daño que esta purga ha tenido en la reputación de Turquía podría dañar gravemente su capacidad de atraer a los mejores investigadores.

De hecho, cada una de las naciones de TACTICS tiene problemas que podrían, si no se abordan, poner en peligro el progreso que tan fácilmente podría ser suyo.

Sin embargo, si analizamos atentamente el desempeño de estos países desde una perspectiva de educación superior, como lo hacemos en este análisis, entonces su crecimiento realmente podría ser una característica definitoria de la próxima década.

En su producción de investigación, la participación de la universidad y el desempeño en los rankings mundiales, estos «países en la mira» frecuentemente sobrepasan los resultados de los BRICS. Y cuando los países tienen un buen desempeño en estas áreas, casi siempre también cosechan recompensas económicas. Lampadia

 




Una nueva migración que está cambiando el mundo

La migración de ciudadanos sirios y del norte de África hacia Europa encierra cuatro dimensiones de una crisis humanitaria de proporciones colosales.

En primer lugar se tiene la crisis de los países de donde se origina la migración masiva que hoy altera todos los balances de la humanidad. Esta surge por las divisiones sociales y políticas, como la de Siria, donde su propio gobierno desarrolla acciones genocidas contra partes importantes de su población. Esto ha generado niveles de violencia y de acciones de guerra internas y externas que la población ha tenido que rehuir.

En segundo lugar está el sufrimiento de las poblaciones desplazadas que deben aventurarse a un proceso migratorio lleno de riesgos y penurias.

Además, las poblaciones de los países que están recibiendo los flujos de migrantes, también ven alterada su vida, con consecuencias graves para su bienestar.

Finalmente está la emergencia de la violencia asesina en los países de destino de la migración, como acaba de suceder en París y amenaza al resto de Europa y al propio EEUU.

Como sindica The Economist en el artículo que compartimos líneas abajo, Putin tienen una cuota singular de responsabilidad en estos acontecimientos y, por supuesto, como hemos indicado anteriormente en Lampadia, por omisión, Obama también comparte una buena cuota de responsabilidad.

Como dice The Economist, lamentablemente, este fenómeno seguirá profundizándose y alterando el futuro del planeta. Lampadia

 

Ola tras ola

Por qué los inmigrantes seguirán llegando

Escrito por Avon La Guardia, publicado por The Economist.

Traducido por Lampadia

 

Nunca en la era de la posguerra se ha visto en el mundo a tantas personas obligadas a abandonar sus hogares por motivos de conflictos y opresión. Hace diez años, la agencia de refugiados de la ONU calculó una cifra de 38 millones de personas desplazadas; Ahora hay cerca de 60 millones. El principal culpable de este sombrío récord es, sobre todo, las guerras del Medio Oriente. El número seguirá aumentando en 2016; y las olas de personas seguirán fluyendo hacia Europa desde el Medio Oriente, África y más allá.

Esta migración masiva es el resultado de factores muy complejos: empujes, jaloneos y todos los obstáculos en el medio. Empecemos con el mayor factor de empuje. La intervención militar de Rusia en Siria convertirá una desagradable guerra en una aún más desagradable. Vladimir Putin, presidente de Rusia, dice que quiere derrotar a los yihadistas del Estado Islámico (IS), que han establecido un «califato» en gran parte de Siria e Irak. Pero su prioridad ha sido salvar a su aliado sirio, Bashar al-Assad; la mayoría de los ataques rusos han sido dirigidos no al IS, sino a otros grupos rebeldes sunitas (algunos con el apoyo de los Estados Unidos) que le han hecho frente al ejército sirio.

El apoyo de Rusia (e Irán) debería ayudar a Assad a recuperar parte o la totalidad del territorio que perdió en 2015. Pero las agotadas tropas de Assad no están en condiciones de recuperar el control de todo el país. Rusia no comprometerá fuerzas terrestres ni, a pesar de hablar de un acuerdo político, dejará atrás a Assad mientras éste tenga oportunidad de sobrevivir. Así que la guerra se prolongará miserablemente. Aproximadamente la mitad de la población siria ya ha sido desplazada y huirán aún más: para evitar los combates, para escapar de la conscripción o porque han perdido la esperanza de que la guerra termine.

Una fila interminable de migrantes cruza Slovenia en busqca de un mejor futuro el domingo 25 de octubre, 2015. 
(Fuente: CNN)

Alrededor de 4 millones de refugiados sirios registrados (y quizás 1m más de no registrados) se encuentran en los países vecinos de Siria. Ninguno de sus vecinos les ha concedido el derecho a trabajar y la ONU ha reducido la cantidad de ayuda alimentaria que se les distribuye por falta de fondos. Algunas promesas de más dinero y de recibir a más refugiados en Estados Unidos, Gran Bretaña y en otros lugares sólo lograrán una diferencia marginal, dada la magnitud de la crisis. Y la mayoría de los refugiados que llegan a Europa son solteros; muchos tratarán de traer a sus familias lo antes posible. 

También están migrando de otros lados. La guerra en Irak no muestra signos de disminuir. Los combates entre Turquía y los militantes kurdos se han reiniciado. Existe una gran incertidumbre alrededor de Afganistán a pesar de que Estados Unidos ha renunciado a su promesa de retirar casi todas sus fuerzas a finales de 2016. La guerra en Yemen, el país más pobre del mundo árabe, ha desplazado a un millón de personas.

En África, por su parte, los conflictos en la región del Sahel, Somalia y los Grandes Lagos siguen aumentando. Y el final del auge de los commodities aumentará la presión para que los migrantes económicos prueben su suerte cruzando el Mediterráneo.

¿Y los factores de atracción? El ‘Willkommenskultur’ se ha desvanecido, ya que Alemania se enfrenta a la absorción de cientos de miles de personas. Se fortalecerán los partidos anti-inmigrantes. Los controles fronterizos temporales dentro de la zona de recorrido libre de Schengen pueden llegar a ser semi-permanentes. Los líderes europeos planean construir nuevas instalaciones de recepción para ordenar a los solicitantes de asilo, dividirlos de manera más equitativa, acelerar la repatriación de los que son rechazados y luchar contra los traficantes de personas.

Aun así, los países europeos tendrán que continuar procesando los pedidos de asilo en un lugar u otro: no hacerlo sería una violación de la Convención de Refugiados de 1951 y de la legislación europea. La convención casi incentiva una migración ilegal: se otorga protección a los que tienen un «temor bien fundado de persecución», pero sólo si han salido de su país. Así que los ricos, atrevidos o afortunados tienen la mejor oportunidad de llegar a Europa. Pedidos de revisión a la convención han sido ignorados por ahora.

Por lo tanto, el flujo será determinado en parte por los caprichos del mar, el desierto, los traficantes de personas y por las condiciones políticas en los países de tránsito. El número de inmigrantes que llegan a Italia caerá durante los meses de invierno. Pero a menos que se restaure aunque sea un semblante de gobierno en Libia (un prospecto poco probable) habrá otra ola humana en la primavera. Por otra parte, la ruta principal se ha desplazado a Grecia, en particular en los tramos más estrechos de mar entre sus islas periféricas y Turquía. La Unión Europea está negociando un ambicioso «plan de acción» para ayudar a Turquía a retener a más migrantes. Para esto se prevén nuevos campos de refugiados, más dinero, el derecho de los sirios de trabajar allí y un acuerdo en el cual Turquía tomaría a los solicitantes de asilo que ya hayan sido rechazados. Pero Turquía no va a actuar como guardián de Europa sin concesiones: como mínimo, querrá la promesa de una exención de visado para los turcos a la UE.

Los detalles de este acuerdo necesitarán muchas negociaciones. Y la posibilidad de un acuerdo podría provocar que una nueva oleada de refugiados traten de llegar a Europa antes de que la puerta de entrada de Turquía se angoste. L