Imposible reactivar con un sistema financiero dañado

EDITORIAL DE LAMPADIA

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

No puede haber discusión sobre la tremenda caída de nuestra economía a raíz de la lucha contra el covid. Esta caída impacta, más allá de cualquier otro indicador, en la situación social de la nación, el empleo, la pobreza y la misma salud.

Igualmente, es evidente que es urgente y prioritario recuperar la economía de la manera más rápida posible.

Dadas estas premisas es importante preguntarse qué necesitamos para reactivar nuestro aparato productivo. Por el lado del sector externo, las cosas están avanzando en la dirección correcta. La demanda de minerales y sus precios son satisfactorios, así como la demanda y precios de nuestras agroexportaciones. La debilidad del sector externo está en el turismo, que está colapsado.

Pero veamos que necesitamos que se dé en el frente interno:

  • Primero que nada, necesitamos recobrar la confianza en el futuro.
  • También necesitamos un ambiente de armonía entre los poderes del Estado, entre el gobierno y el sector privado, y en general, la unión de los peruanos par enfrentar la peor crisis de nuestra historia desde la guerra del Pacífico.
  • Igualmente, se necesita un ambiente favorable a la inversión, con señales positivas del gobierno, disposición de ánimo de la burocracia, y actitudes proactivas del sector empresarial.
  • Necesitamos multiplicar la inversión, la pública y la privada. Pero no nos olvidemos que la inversión privada supera el 80% del total. Por ello hay que activar los grandes proyectos de infraestructuras y, principalmente, por su impacto, la inversión minera.
  • Para viabilizar todo esto es indispensable fortalecer el sistema financiero. Requerimos un sistema líquido y propenso a dinamizar el crédito desde las empresas grandes hasta las más pequeñas.

Lamentablemente, las cosas no están yendo en esta dirección.

  • La confianza en el futuro está muy deteriorada.
  • Los poderes del Estado están desarticulados.
  • Hay una manifiesta desconfianza del gobierno en el sector privado y las señales del gobierno son cada día peores. Como, por ejemplo, con la amenaza de estatización de las clínicas privadas.
  • La burocracia estatal está en medio de una vorágine estatista y de creación de procedimientos y protocolos absurdos e incumplibles, que parecen hechos adrede para evitar la reactivación de la economía.
  • Con todo esto, el sector privado está básicamente a la defensiva.
  • El sistema financiero está a la espera de la ejecución de Reactiva Perú II, trabado por requisitos, cada día más antojadizos. Pero lo que es peor, el sistema financiero está amenazado por los proyectos del Congreso, como el límite a las tasas de interés y la condonación de intereses.

En estas condiciones es muy difícil salir adelante y recuperar la salud de la economía. Sin embargo, se puede ir avanzando y corrigiendo el tema de confianza, coordinaciones y burocracia. Pero lo que no se podría manejar, es el impacto negativo de la condonación de intereses propuesto por la Comisión de Economía del Congreso.

De darse esta norma, tendríamos un sistema financiero dañado y víctima de una suerte de Exocet en la línea de flotación.

La primera obligación de una institución financiera es cuidar su liquidez, para cautelar a sus ahorristas. Con la eventual condonación de intereses, cada una de las instituciones financieras se vería obligada a suprimir, o por lo menos a recortar drásticamente sus colocaciones, el crédito, como una medida preventiva ineludible.

Además, se propiciaría una importante salida de fondos del sistema, y se debilitarían los patrimonios de los bancos y financieras, cuando más se necesita su fortalecimiento.

Esta medida sería un suicidio, que haría imposible recuperar la economía del Perú, condenando a todos los peruanos, especialmente a los más pobres, a una larga y profunda crisis de vida.

La recuperación de nuestra economía se presenta como algo muy difícil de lograr, pero no porque seamos débiles, sino, como hemos apreciado líneas arriba, porque nosotros mismos estamos saboteando nuestras posibilidades de recuperación. Si tomamos conciencia de esta situación, debemos corregir urgentemente nuestras actitudes. Y esperamos que el Congreso de la República logre evitar un daño tan grande. Lampadia




Socialistas y el IMC*

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Acabo de tropezarme con un artículo que habla de la “esquizofrenia neoliberal”. Debo reconocer y compartir que la miopía es un serio problema, pero cuando esta es mental, es mucho más grave.

El autor indica que los “neoliberales” tienen como modelo un Estado débil, corrupto, clientelar e ineficiente y que no debiera sorprendernos el estilo de crecimiento con el 75% de informalidad. Y para redondear su mensaje, se queja de que se culpe de las ineficiencias y mal manejo de esta crisis del COVID-19 al presidente y su entorno.

Lo primero que debemos precisar es que, el neoliberalismo no busca un Estado débil, sino uno de tamaño adecuado, con músculo y consecuentemente eficiente. Este gracioso “sociólogo” me ha recordado a un amigo que, en el gimnasio, se preciaba de tener el mismo Índice de Masa Corporal (IMC) que un “muchachón” atlético, pero reconocía que, teniendo las mismas medidas que éste, las tenía en distinto lugar (la medida del pecho de ese muchacho, coincidía con la medida de cintura de mi amigo). Esa diferencia de Estado pequeño o grande, para los que no entiendan, es la diferencia de la que hablamos, un gordo mofletudo versus un atleta.

Cuenta el General Francisco Morales Bermúdez en su último libro, que en el primer gobierno de Belaunde, el Perú tenía 17 empresas públicas y cuando terminó el gobierno militar habían 170 y puntualiza que, la recaudación fiscal y el endeudamiento no era para solventar Educación, Salud y Justicia, sino el tremendo déficit y pérdidas de las 170 empresas del Estado. Está claro que él, en su condición de ministro de economía y finanzas durante casi siete años, lo sabía perfectamente. Entiendo que los socialistas añoran ser altos ejecutivos de esas empresas e instituciones que no les cuesta a ellos, ni les exige resultados, pero ¿a costa de los sufridos contribuyentes? ¿Quieren autos con chofer y viajes internacionales con pasajes en primera y hoteles cinco estrellas a costa del pueblo?

En lo que coincido con este “sociólogo” es que, tenemos una falla sistémica; pues en el primer gobierno de Belaunde teníamos 12 ministerios, durante el gobierno militar se incrementó a 17 y con la “ayuda” del gobierno nacionalista de OH, llegamos a 19 ministerios. A esto debemos agregar la carga de 25 gobiernos regionales burocráticos e ineficientes y 1870 (está leyendo bien) gobiernos municipales. Todos quieren decir algo respecto a una inversión, un proyecto, una operación, todos quieren “fiscalizar” y nadie crea valor en ninguna de sus actividades. Todo lo mencionado anteriormente, plagado de corrupción por donde se le mire. Esa fue la razón por la que se privatizó muchas de las empresas (lamentablemente faltaron Petroperú y SEDAPAL) a comienzos de los 90 y se dispuso la simplificación administrativa y de procesos en los ministerios, permitiendo el rápido y envidiado crecimiento económico de las últimas décadas.

Lamentablemente, la simplificación administrativa que redujo dramáticamente la corrupción pre-existente, en el tiempo, desde hace 20 años, se ha venido reconstruyendo. Debemos tener claro que la burocracia tiene “vida propia” y su propia dinámica, si no hay una autoridad política que se ocupe de que tal burocracia no crezca innecesariamente, esta se reproduce. Sí pues, es por eso que hemos llegado a esta maraña de instituciones y procesos burocráticos. No necesitas gobiernos de izquierda para generar un problema sistémico en el Estado, es suficiente que el gobierno “juegue al muertito”, para que los parásitos se reproduzcan y, como la hiedra, empiecen a trabar la máquina más eficiente, dilatando procesos, creando regulaciones, impuestos, tasas e innumerables cargas y multas que disparan en fuego cruzado, desde ministerios, organismos reguladores, supervisores, gobiernos regionales y municipales.

La burocracia y regulaciones han crecido de tal manera que está ahogando al aparato productivo y asfixiando a las empresas, impidiendo o postergando indefinidamente el desarrollo de proyectos y, por sí fuera poco, ahora esas entidades se enorgullecen de haber paralizado algunos proyectos.

Gracioso este “sociólogo” que se queja de las AFP con el argumento que más ganan ellas que los futuros pensionistas. No sabe este señor que, para quienes han sido constantes en sus aportaciones, el fondo acumulado al tiempo de jubilarse proviene; un tercio de sus aportes y dos tercios de las ganancias acumuladas por la administración del fondo previsional. Igualmente se queja de las medidas temporales en el agro que, se han convertido en eternas, sin reconocer que esa agricultura moderna ha florecido sin préstamos del banco agrario, ni de subsidios estatales. Quisiera que me muestren los casos del resto del agro peruano y demuestren si les ha sido posible, con estrictamente las mismas condiciones de las que goza el agro moderno, sustentarse y florecer.

Para completar la tarea, es necesario que un Estado pequeño, pero fuerte y eficiente, maneje adecuadamente el sistema de educación, debidamente regulado, potenciado académicamente y apoyado económicamente para manejar un nivel de excelencia, lejos de la influencia negativa del SUTEP y de otro lado, un transporte público manejado por privados, con metas de servicio y eficiencia, pero con el apoyo económico estatal para brindar servicio de excelencia con tarifas de alcance popular.

Lo antes descrito no es más que una Asociación Público Privada (APP), algo a lo que la izquierda le hace ascos, pero el problema no es la APP, el problema como todo en la vida es la calidad de gente que conduce y gestiona. Al igual que aquí, la condición básica o “eje central” para que un gobierno, burocracia o una empresa funcionen es tener gente capaz, con valores y vocación de servicio al país. ¡Debemos entenderlo!

Finalmente, debo compartir que, por observación de la realidad, cuando un socialista se queda sin argumentos, suelta que; “crecimiento no es lo mismo que desarrollo”. Suenan a chiste, pues cuando uno revisa la evolución de los índices de desarrollo humano (IDH), evaluados por organismos internacionales, aprecia un cambio muy positivo en el Perú y especialmente en zonas donde se ha desarrollado los proyectos que dieron lugar al criticado crecimiento.

Como dijimos, la gente es lo fundamental para que el país progrese, pero lamentablemente, en el Perú, hemos elegido mal todo el tiempo y hemos acumulado récord de autoridades y proyectos plagados de corrupción. A pesar de ellos y de los más de US$25,000’000,000 (lo escribo con todos sus números para que hagamos consciencia de su magnitud) gastados en proyectos innecesarios, pero promovidos por la izquierda, y que han postergado la inversión en infraestructura de salud y educación hoy reclamados, llegamos a acumular un Fondo de Estabilización Fiscal de más de US$9 mil millones y RIN de más de US$70 mil millones que ahora nos está permitiendo enfrentar esta crisis. Lampadia

*IMC (índice de masa corporal) = Peso en Kg/Estatura al cuadrado en mt.




La verdad sobre el Puerto de Pisco

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 19 de junio de 2020
Para Lampadia

El Puerto General San Martín de Pisco tiene detractores. ¡Qué duda cabe! Además, qué – o quién – no tiene detractores en esta vida. Sin embargo, lo que algunos no quieren reconocer es que hay gente que está a favor de la modernización y ampliación del puerto. En realidad, somos más los peruanos que respaldamos el Puerto de Pisco, que aquellos que se oponen a él.

La razón es muy sencilla. Desde el punto de vista logístico – aparte de ahorrar costos, tiempo, y riesgos de accidentes – el Puerto de Pisco descongestiona el Puerto del Callao. Descongestiona el tráfico infernal de Lima y El Callao. Y descongestiona la Carretera Panamericana… en el tramo Pisco – Lima. ¿Cuántos accidentes – y cuántas horas perdidas – se evitan? ¿Y la huella de carbono que ello conlleva? ¡Cómo que el Puerto de Pisco no tiene impacto vial y ambiental positivos!

Hace poco el tema en debate fue el dragado del puerto. Los mismos detractores de hoy, anunciaron – entonces – el apocalipsis de la Bahía de Paracas. Pues bien. El dragado se hizo correctamente. Y el tiempo le dio la razón al concesionario. Ahora el puerto es más profundo y puede atender a barcos de mayor calado que antes. Y – lo más importante – no ha habido ninguna afectación al ambiente, ni a la fauna y flora marina y costera.

Ahora, el tema en debate es el almacén de concentrados de minerales que el concesionario pretende construir para ampliar las operaciones del puerto. A ese respecto – al igual que en el tema del dragado – la prensa viene siendo utilizada para propalar un cúmulo de falsedades que – en aras de la verdad – merecen ser aclaradas.

Dicen – estos detractores del puerto – que los concentrados van a estar expuestos al viento de Paracas. Falso. El almacén será un recinto cerrado, con presión interior negativa. Es decir, las partículas de minerales no podrán salir del almacén a la intemperie. Más aún. Los camiones que transportarán los concentrados – aparte de estar dotados de tolvas herméticamente cerradas – serán aspirados y lavados dentro del almacén. El circuito del agua para el lavado de camiones será cerrado. O sea, cero vertimientos.

Para el embarque de concentrados se utilizarán contenedores – también cerrados – que descargarán el material dentro de las bodegas de los barcos, las cuales contarán con un sistema de nebulización para que ninguna partícula de mineral salga al medio ambiente.

Sigamos el ejemplo de muchos puertos impecables que hay en el mundo. Me vienen a la memoria dos que conozco personalmente: el de San Francisco en Estados Unidos, y el de Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Puertos que además de terminales logísticos – limpios y seguros – son destinos turísticos y recreacionales. Puertos donde conviven en perfecta armonía barcos, astilleros, grúas y contenedores, restaurantes y hoteles, parques, teatros, campos deportivos, y tiendas de todo tipo.

Puertos donde la gente va a pasear y a recrearse… sobre todo niños. Puertos donde – por encima de todo – se respecta la naturaleza: aves, animales, peces, y plantas. ¡Impecables!

Vamos. El Puerto de Pisco va a generar mucho progreso y bienestar a la población de Paracas, San Andrés y Pisco. El fondo social comprometido redundará en la mejora significativa de la salud y educación de los pisqueños. Incluso, en la mejora de los servicios de limpieza pública y agua potable que hoy por hoy está en estado ruinoso. En realidad, medio Perú se beneficiará con el Puerto de Pisco. Lampadia




No podemos mejorar haciendo lo mismo y con las mismas personas

Web Seminar de Andina Consultando
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

«No se puede mejorar haciendo lo mismo y con las mismas personas. Lamentablemente, lo que se ha hecho ha estado mal, y quienes lo han hecho han estado mal».

Hay que cambiar al equipo. En cualquier otro momento o en cualquier otro lugar, ya se hubieran hecho cambios mayores. En ningún otro país hubiera subsistido un gabinete como el que tenemos, con resultados como los que tenemos.

Es urgente cambiar, por lo menos, a los ministros de Salud, Producción y Trabajo, y por supuesto al primer ministro, que es el que socapa a estos sectores en ese afán estaliniano, estatista, de un manejo de la economía en el que ellos ahora deciden quién puede trabajar, cuándo puede trabajar, qué puede hacer, cuánto puede hacer, si va a ser al 50%, si va a ser al 30%.

O sea, hemos caído en una dominación estatista absolutamente desastrosa. Es por lo tanto indispensable hacer un cambio en el equipo. No podemos mejorar haciendo lo mismo y con las mismas personas. No podemos jugar con la salud del país, esto, en ningún momento fue una crisis económica, es una crisis social.

Hay que convocar las mejores mentes que tenemos en el Perú, tanto para los ministerios como para equipos técnicos.

Además, es urgente hacer pedagogía entre los ciudadanos para contrarrestar esta prédica populista que viene desde el Congreso y que está agravando todo.

Veamos:

Lampadia




El éxito de Medellín en contra del covid 19

En pleno crecimiento de las tasas de contagio por covid 19 en nuestro país, urge indagar en buenas prácticas de la gestión pública en el manejo de la presente crisis que hayan sido acometidas por países similares al Perú, pero que sobretodo no hayan acarreado un alto costo económico y social, como vemos que está sucediendo con la cuarentena total recientemente extendida por el estado.

Al respecto resalta la experiencia que ha tenido la gestión de la alcaldía de Medellín, considerada la segunda ciudad más grande de Colombia, pero cuyas muertes por el mencionado virus no llegan ni a la decena de personas.

Como presenta un reciente artículo publicado por The Economist, la combinación del registro en tiempo real de las condiciones de vida de los hogares, y  la colaboración estrecha con las entidades privadas prestadoras de servicios de salud (EPS), no solo le habrían permitido evitar un colapso en su sistema hospitalario sino también propender los recursos necesarios a las familias más necesitadas, evitando a la vez un desacato de la cuarentena.

Sin duda una experiencia que debería ser replicada en las principales ciudades de nuestro país, sobretodo en la relacionado al análisis y explotación de datos de los casos de contagio sospechosos. No es posible por ejemplo que, teniendo el desagregado de contagios y muertes a nivel distrital en nuestro país, el gobierno central siga  decretando cuarentenas totales y no focalizadas. Esto conduce, entre otras cosas, a un desmedro de recursos humanos (policías y personal de salud), puesto que no se está siguiendo un criterio tan fino en la asignación de este personal hacia las zonas más críticas, más allá del simple análisis regional que esconde las tan heterogéneas dinámicas distritales.

Esperemos pues que estas reflexiones puedan ser tomadas en cuenta por nuestras autoridades en las siguientes semanas e intenten exhibir políticas parecidas que permitan paliar su fracaso en el control de la pandemia. Medellín, sin ser una ciudad de un país de primer mundo, ha probado que no es imposible. Lampadia

La maravilla médica de Medellín 
Cómo la segunda ciudad más grande de Colombia está controlando la pandemia

Al actuar temprano y reunir muchos datos

The Economist
4 de junio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Daniel Quintero, el alcalde de Medellín, ha tenido una carrera inusual. Vendió bonsáis y postres caseros en las calles para pagar las tasas universitarias, se convirtió en ingeniero y fue viceministro de información y tecnología en un gobierno colombiano anterior. Esa biografía puede ayudar a explicar su enfoque poco convencional del covid-19. Comenzó a preparar la segunda ciudad más grande de Colombia a fines de enero. Muchos colombianos lo llamaron paranoico. A medida que transcurría febrero sin casos en el país, se preguntó si podrían tener razón. Cuando el virus llegó en marzo, la provincia de Antioquia, de la cual Medellín es capital, fue cerrada, cinco días antes que la mayor parte del país. Quintero actuó más rápido que cualquier otro alcalde.

El mayor desafío, como en muchas ciudades latinoamericanas, es mantener a las personas en casa cuando muchas no obtienen ingresos si no trabajan. El programa de Quintero, llamado “Medellín Me Cuida”, se basa en la recopilación de datos. Al igual que otras grandes ciudades, Medellín asignó dinero para ayudar a los trabajadores que perdieron sus ingresos. Bogotá y Cali lucharon por encontrarlos. Medellín pidió a los residentes que se registren para recibir ayuda en línea. Para inscribirse, las personas deben proporcionar mucha información, incluido el tamaño de su hogar y los detalles de sus facturas de electricidad. (La información de facturación impide que las familias reciban más de un paquete de ayuda). Más de 3 millones de personas, casi el 90% de la población del área metropolitana, se han inscrito. Los necesitados han recibido alimentos o, más comúnmente, dos pagos de 100,000 pesos (US$ 28), suficientes para que una familia sobreviva durante algunas semanas, cuando muchos han suspendido el pago del alquiler y las facturas de servicios públicos. La gente en Medellín ha respetado el encierro más que otros colombianos.

Cuando se registran, se les pregunta a las personas si tienen síntomas de covid-19 o afecciones que dificulten el tratamiento. Pueden actualizar la información en una línea directa. La ciudad asigna los datos para identificar brotes y predecirlos. Las Unidades de Promoción de la Salud (EPS) —principalmente empresas privadas que brindan seguro de salud a la mayoría de los colombianos— envían equipos para evaluar a los vecinos de pacientes de covid-19. Los funcionarios se aseguran de que los pacientes y las personas expuestas a ellos se queden en casa. Los pacientes de covid-19 reciben kits con oxímetros, que evalúan su oxígeno en la sangre. Si cae a niveles peligrosos, una EPS envía un equipo con oxígeno. El metro utiliza los datos de Medellín Me Cuida para bloquear las tarjetas de los pacientes y sus familias.

Colombia ha controlado mejor el covid-19 que muchos de sus vecinos. Ha tenido 33,466 casos confirmados y 1,099 muertes. En Brasil, Chile, Ecuador y Perú, la tasa de mortalidad es al menos tres veces mayor. Incluso para los estándares de Colombia, Medellín, una vez hogar del narcotraficante Pablo Escobar, sobresale. Solo tres personas en la ciudad han muerto de la enfermedad y ocho están en el hospital; 304 personas se han recuperado, más de las que están enfermas. En Cartagena, una ciudad turística en la costa atlántica de Colombia, los hospitales no pueden hacer frente a la carga de casos. El éxito de Medellín continúa con un récord de innovación por parte de alcaldes anteriores, como la reducción de la pobreza al mejorar los enlaces de transporte de los barrios pobres con el resto de la ciudad.

No todos están contentos con la recopilación de datos de Quintero. Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, que aboga por los derechos digitales, dice que no está claro qué hará la ciudad con su base de datos después de la pandemia o cómo se protege. Colombia tiene una historia de espionaje patrocinado por el estado contra periodistas, políticos y extranjeros. El mes pasado, los informes de noticias revelaron espías ilegales por parte del ejército.

Quintero responde que solo los funcionarios de salud tienen acceso a la información y promete dejar que la gente decida qué datos puede conservar la ciudad cuando termine la pandemia. Los datos le dieron a la ciudad, que establece algunas reglas de cierre, la confianza para comenzar a reabrir centros comerciales y pequeñas tiendas esta semana, dice. Quintero espera que aumente el número de casos de covid-19, pero cree que Medellín podrá identificar a las personas más vulnerables a tiempo. Los colombianos en otras ciudades miran con envidia, ya que permanecen bajo cierres que son cada vez más difíciles de hacer cumplir. Pocos aún dudan de la cordura de Quintero. Lampadia




El coronavirus social

Víctor Caballero
19 de mayo, 2020
Para Lampadia

1. Ha pasado más de 60 días del inicio de la declaratoria de emergencia sanitaria por el corona virus COVID 19. Estábamos alertados respecto de la suma peligrosidad del virus, de su mortalidad, de su increíble capacidad de transmitirse de un humano a otro, de la manera cómo se expandía hasta convertirse en pandemia. Por tal razón el 11 de marzo el gobierno puso en alerta todo el sistema sanitario peruano: se dictaron las primeras medidas de aislamiento social para controlar su expansión, reducir el contagio y mortalidad. La campaña mediática en tal sentido fue intensa, masiva, lo suficientemente dramática y didáctica como para generar temor en el ciudadano y obligarlo a tomar todas las precauciones del caso: lavado de manos, protección con mascarillas y guantes; así como instalar un Comando COVID que dirija toda la estrategia sanitaria del gobierno.

2. El 19 de marzo el gobierno anunció que la primera víctima se había producido en el país. A partir de la fecha, y a pesar de todas las alarmas dadas, de los tremendos esfuerzos para que el sistema de salud funcione y atienda a las poblaciones infectadas, los resultados no han sido satisfactorios. Al 14 de mayo el número de infectados supera los 80 600 y el número de fallecidos es de 2,267. Aunque las autoridades señalan que estamos llegando a la meseta y que pronto estaremos en la pendiente de descenso, lo más probable es que el número de infectados y fallecidos crezca, lamentablemente.

3. No obstante, tan lamentable es el poco afecto de la población en cumplir las recomendaciones para evitar contraer y/o contagiar el corona virus (en algunas regiones más que en otras) como el aparente descontrol social en las organizaciones que están en el sistema de salud, y los recurrentes casos de corrupción en los procesos de compra y distribución de equipos y materiales. Siendo la corrupción una conducta endémica, el problema más serio se ha presentado en la grave desestructuración existente en el sistema de salud, y en el infinito número conflictos en todos los niveles ya sea del sistema hospitalario como en las autoridades de salud.

4. Los conflictos en los diferentes niveles de salud existían antes desde el inicio de la pandemia: disputas con los innumerables gremios de médicos, obstetras, enfermeras, técnicos de salud, servidores eventuales, personal de limpieza, y otros tipos de organizaciones por especialidades, regiones y hasta en el nivel de posta médica. Solo para poner un ejemplo, en EsSalud se tiene registrados más de 160 sindicatos, de los cuales más de 17 son federaciones nacionales. En el 2015 se tenía registrado a más de 140 dirigentes sindicales con licencia sindical, algunos de ellos de carácter permanente. Y así.

5. A ese complejo panorama de conflictos gremiales se tiene que sumar la inestabilidad existente en todos los niveles de la gestión hospitalaria. Quizá el caso más grave se presente en los gobiernos regionales donde los consejos regionales presionan por la renuncia de los directores regionales, directores de hospitales, y los gobernadores despiden en cualquier momento a directores que no les son afines, por fallas o faltas reales o imaginarias.

6. En la mayor parte de conflictos sindicales, el centro de la disputa no necesariamente es la búsqueda de mejoras salariales o en las condiciones de trabajo de los agremiados, sino el control del sistema hospitalario y de las instituciones de salud.

7. Es sobre este terreno, minado por innumerables conflictos, donde ha actuado el corona virus y donde se mueve el comando de emergencia que el gobierno constituyó bajo el mando de la doctora Pilar Mazzeti. El corona virus lo que ha hecho es simplemente agravar esta situación de desgobierno y descontrol que ya existía en los hospitales, sobre todo de las regiones. Ahora los frentes de conflicto se han abierto en varios niveles, como veremos.

8. Son cuatro los frentes abiertos que, dada su importancia, pueden tornar inviable el éxito de la estrategia del gobierno para combatir el corona virus.

  1. Colegio Médico contra el Ministro de Salud;
  2. Los sindicatos médicos contra las autoridades de EsSalud;
  3. La disputa entre gremios médicos, y de ellos contra los otros gremios de trabajadores de la salud;
  4. La disputa en los gobiernos regionales por el control de las direcciones regionales y el cambio de gerentes.

9. El conflicto abierto entre los directivos del Colegio Médico contra el Ministro de Salud, si bien puede tener como pretexto declaraciones supuestamente ofensivas o desatinadas del ministro, obedece a que desde hace buen tiempo el objetivo de algunos dirigentes del Colegio Médico era cambiar al Ministro de Salud. Puede haber razones políticas para ese cambio, pero es evidente también que algunas fuerzas políticas buscan que el gobierno fracase en esta lucha contra el coronavirus. Y tumbarse un ministro constituye, en cierta medida, un triunfo en la medida que con ello se incrementa su capacidad de presión al gobierno y a cualquier otro ministro que ocupe ese cargo. Es probable que al final del coronavirus, lo que quedará es el distanciamiento entre el gobierno y el Colegio Médico, y al interior de él, los grupos que pugnaban por tumbarse al ministro, y con ello al Comando COVID 19, lo que, de paso, mellará muy fuertemente las relaciones al interior de los colegios médicos.

10. Ese mismo interés tienen algunos gremios en EsSalud. Hace poco el sindicato médico SINAMSSOP, difundió un comunicado en la que felicitaban a su actual secretario general por haber sido designado como presidente ejecutivo de EsSalud, en reemplazo de Fiorella Molinelli. Este anuncio – falso, por cierto – venía acompañado de una serie de acciones de protesta: plantones en los hospitales, denuncias en los medios, paros escalonados, exigiendo instrumental, equipo, nombramientos y, por supuesto, nombramientos de miembros del sindicato en puestos claves dentro del sistema de hospitales y de servicios de esta institución

11. Este clima de enfrentamientos se viene dando no solo en Lima sino en las regiones, sobre todo ahí donde el impacto del coronavirus – y el desgobierno hospitalario – ha generado ya centenas de muertos. En algunas regiones es evidente que ya las autoridades de salud han perdido el control de los centros hospitalarios. No solo protestan médicos, también trabajadores de otros servicios, cada quién con su propia demanda, con su propia medida de fuerza; peor aún, el enfrentamiento interno entre los diferentes gremios llega al extremo de plantones para evitar que otros ingresen a trabajar, o para evitar que la población ingrese a los hospitales. Algo que poco se conoce es que los gremios sindicales en el sector salud son numerosos, sin dirigencias reconocidas con los cuales dialogar. Algunos de los grupos son solo eso: grupos sin representación, surgidos al momento de cualquier problema. Todo eso hace que, en verdad, una política laboral y una negociación sindical ante tan diversos gremios torna inútil todo intento de llegar a acuerdos sindicales en estas circunstancias de emergencia.

12. Tanto como las disputas al interior de los gremios del sector salud, preocupan también las disputas en los Consejos Regionales para vacar o cesar a directores regionales de salud, o las disputas entre las autoridades regionales contra los equipos y profesionales del MINSA que llegan a las regiones a aplicar una sola estrategia y con equipos propios. En algunas regiones se ha removido directores de salud y directores de hospitales. En general los directores regionales duran muy poco, son cesados por causas reales o aparentes, pero en todos los casos – o en su mayoría – la razón de fondo es colocar en puestos claves a allegados a los grupos que controlan el gobierno regional.

13. Este es el principal problema en el combate al coronavirus. Las incontables contradicciones entre grupos y la feroz disputa por el control del Ministerio, direcciones regionales y hospitales, se ocultan muchas veces con la crítica a la estrategia del gobierno para combatir el coronavirus.

14. Es obvio que en esas condiciones la población tampoco colabora para el éxito de la política del control de la pandemia. Pero en la base está lo que ven: médicos, trabajadores de salud, consejeros regionales, presidentes regionales, colegios médicos y sindicatos, enfrentados en una brutal disputa por el poder de un sistema de salud que ya está en crisis.

15. No hay lecciones que sacar de esta trágica situación. Tampoco recomendaciones que permitan superar esta crisis. Si bien el panorama peruano no es bueno; tampoco lo es en otros países con problemas mucho mayores que los nuestros. El coronavirus no solo está generando una enorme mortandad en el mundo. También está destruyendo elementales reglas de convivencia y de cooperación en el sistema de salud.

Lampadia




Del “embudo aleatorio” a la “radiación controlada”

David Belaunde Matossian
Para Lampadia

Desarrollar las capacidades de reparto a domicilio a gran escala es clave, y no haberlo hecho antes nos ha costado caro

A medida que aumenta el número de infectados oficiales en el Perú, es cada vez más plausible que el avance del COVID-19 sea difícil de detener, y que este solo llegue a su fin mediante inmunidad de manada, o a través de mutaciones que lo vuelvan menos letal, o una vacuna. No obstante, sigue siendo pertinente el objetivo de disminuir la velocidad de propagación, con el fin de impedir un desborde de servicios de salud aun peor del que vemos hoy en varios puntos del país.

 

En ese sentido, hay que seguir tratando de evitar aglomeraciones. La principal de estas se genera, desde hace varias semanas, en la actividad de realizar compras en mercados y supermercados. Son millones de personas que convergen aleatoriamente en un “embudo” y salen contagiadas. La solución lógica – aparte de “ampliar el embudo” mediante horarios extendidos que permiten menor concentración, lo opuesto de lo que el gobierno logró – es mayor reparto a domicilio (lógica de radiación controlada). ¿Qué recursos logísticos se necesita y qué impacto puede tener sobre la velocidad de propagación del virus?

El canal moderno

Tomemos el ejemplo de un supermercado, que es más fácil de analizar. Un supermercado promedio en Lima atiende a unas ~5000 – 6000 personas, y mide 1500m2 (promediando formatos muy variados). Unas 100 personas pueden entrar simultáneamente respetando buenas prácticas de distanciamiento. Cada persona va 2 veces por semana en este contexto. Digamos también que de las 6,000 personas “target” el 1%, o 60, está infectado con el coronavirus (nota: los casos que se registran hoy representan el 0.3% de la población, pero la realidad es probablemente un múltiplo de eso). Digamos finalmente que cada vez que uno va al supermercado, tiene contacto riesgoso con 2 personas (se acercan mucho, no usan bien la máscara, etc.).

Pongamos ahora, en vez de clientes, a 100 preparadores de pedidos en el súper, durante dos horas sin acceso al público, preparando – conservadoramente – 5 pedidos por hora. Con eso, y agregando a 8 camiones con 25m3 de capacidad y 16 personas de reparto – chofer y ayudante – calculamos que se cubren todas las necesidades de la clientela de ese establecimiento (6000 pedidos semanales, puesto que se puede manejar pedidos más grandes). Digamos que los preparadores tengan 2 contactos riesgosos cada hora, y que un individuo en el grupo esté infectado al comienzo – misma ratio que en el caso de los clientes.

¿Qué resultados obtenemos en cada caso? Si el cliente va a comprar, la probabilidad en un viaje de ser contagiado es baja. Sin embargo, a cabo de un mes, ya es de ~15% para cada cliente. En el caso de los preparadores, la probabilidad a cabo de un mes supera el 60%. Sin embargo, en números, estamos hablando de casi ~900 clientes infectados versus ~60 preparadores. Esto, claro, suponiendo que los protocolos de reparto sean muy estrictos, y que no se generen contactos entre repartidores y clientes. Si estas condiciones se cumplen, la fórmula de reparto a domicilio es mucho más segura en números absolutos (si no se cumplen la “radiación” se vuelve tóxica).

Otra ventaja importante: los infectados en el caso del equipo de preparadores son más fácilmente detectables, “traceables” que los clientes, y tienen un perfil de edad que los hace menos vulnerables que la población promedio de clientes. Al recuperarse, devienen en un “pool” inmune y la operación se vuelve cada vez más segura.

¿Se puede realizar esto a gran escala? Para cubrir los ~2.5 millones de clientes del canal moderno en Lima, necesitaríamos a 50,000 preparadores (tal vez el doble al comienzo puesto que al detectarse infecciones se pondría en cuarentena a los primeros equipos), 4,000 camiones medianos y 800 repartidores. No son cifras imposibles. Lo complejo es que: a) los supermercados no tienen los sistemas o protocolos o entrenamiento del personal necesarios para atender semejante volumen de pedidos y b) están acostumbrados a lidiar con transportistas en modalidad de “owner-operator” con tarifas bajísimas, en vez de empresas logísticas bien organizadas. Sin embargo, todo esto podría cambiar.

El canal tradicional

El canal “tradicional” (mercados, bodegas), ampliamente informal, es más complejo de abordar puesto que: a) los mercados son más difíciles de “navegar” y organizar, b) es un número aún mayor de personas a las que se abastece y c) tanto los comerciantes como los consumidores de este canal tienen menos acceso a los aplicativos digitales para formular y procesar pedidos. No obstante, no es absurdo pensar que se podría segmentar entre clientes que sí tienen acceso al canal digital y aquellos que no. Los que sí podrían realizar pedidos y ser atendidos a partir del canal moderno (ampliando aún más la capacidad de reparto) utilizando vouchers y los que no podrían recibir canastas familiares algo más discrecionales – tanto los vouchers como las canastas reemplazando en parte el bono de subsistencia.

El canal informal también podría prestarse por ejemplo a que se genere un sistema de “hubs and spokes” (redes radiales) en el cual cantidades suficientes de alimentos son direccionadas desde centros de abasto hacia mercados callejeros ad-hoc siguiendo normas de distanciamiento social, con mucho menor distancia, y mucho menor aglomeración.

Esto haría eco a los esfuerzos realizados por las autoridades de Wuhan para alimentar a la población durante la pandemia. El principio es simple: el comprador es ineficiente en sus desplazamientos – desordenado, realizando miles de viajes para cargas leves en cada ocasión. El delivery centralizado es eficiente, limitando el número de desplazamientos para todos. Además, la concentración del contacto en unos pocos permite mucho mayor trazabilidad, y con el tiempo se puede emplear casi exclusivamente personal inmunizado.

Corresponde a los sectores de retail y logística generar estas capacidades, puesto que hoy estamos lejos del nivel que necesitamos. Corresponde al Gobierno a) dar las facilidades a las iniciativas del sector privado en este campo y no entrampar a las mismas en regulaciones excesivamente meticulosas; b) generar soluciones en el caso del canal informal ya sea apoyándose en empresas privadas o temporalmente con medios propios (ej. utilizando a las fuerzas armadas). Otros puntos de apoyo posible: las ONG, la Iglesia católica y otras. La falta de colaboración con instituciones fuera del Estado ha sido una de las grandes debilidades en la reacción gubernamental esta pandemia.

Hubiera sido bueno hacerlo antes, pero no es demasiado tarde

Se dirá tal vez que la solución viene muy tarde, puesto que ya el problema se está trasladando a Gamarra, o al transporte público. Sin embargo, los mercados y supermercados seguirán siendo fuente de contagios. Además, las largas colas que los clientes deben realizar por la limitación del aforo generan serias pérdidas de productividad laboral e innecesarios niveles de estrés. En general, el reparto es más eficiente, ecológico, y sano. En esta fase crítica de la pandemia deberíamos tratar de probar esta solución a gran escala, ayudando a reducir la velocidad de propagación del virus. Para la “nueva normalidad” la solución debería subsistir. Y, para la próxima pandemia, estaremos mejor preparados. Lampadia




Hacer rastreo de contactos no costaría más de 10 millones al mes

Es uno de los pilares para derrotar a la pandemia

En todo el mundo el combate a la pandemia se basa en dos pilares: aplicación de pruebas y rastreo de contactos. Para el rastreo de contactos, cada país está contratando miles de personas. En el Perú habría contratar 1500 personas, lo que no costaría más de 10 millones de soles al mes contando todo. Los equipos de respuesta rápida de salud no hacen rastreo. El sector privado puede hacer distribución de alimentos, rastreo y analítica.

Lampadia




Los costos encubiertos de las cuarentenas masivas

A continuación compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se detalla muy bien cuáles son los grandes costos colaterales que están provocando las cuarentenas en todo el mundo, los cuales pasan muchas veces desapercibidos por aquellos opinológos y hacedores de política que comparten la falsa dicotomía entre economía y salud (ver Lampadia: Plata por Vida o Vidas por Vida).

Estos no solo se ven reflejados en cuantiosas pérdidas en términos de empleos y quiebras de empresas, llevando al desempleo y la pobreza a mucha gente. También hay efectos contraproducentes en el mismo ámbito de la salud puesto que posterga el tratamiento de otras graves enfermedades como la tuberculosis, el cáncer, la malaria y el sida, relegándolas a segundo plano por atender a pacientes con covid 19.

Por otra parte, en el ámbito de la educación (ver Lampadia: El perjudicial cierre de las escuelas, Se generan importantes daños y desigualdad), el cierre de colegios  inducido por los bloqueos supone no solo el retraso en el acortamiento de brechas de capital humano en los primeros años de escolaridad, un impacto que exacerba la desigualdad en países en vías de desarrollo como el Perú, sino también la pérdida de productividad misma de los padres o apoderados.

En suma, no se está diciendo que no pueda volverse a aplicar la cuarentena en los próximos meses en tanto los rebrotes son inevitables como se ha estado viendo en varias partes del mundo. Pero la idea debe ser retomarlas de manera inteligente, es decir, de forma focalizada en los distritos con más casos y realizando más pruebas de manera que se enriquezca este análisis. No como se ha estado haciendo con cuarentenas totales y sin tomar en cuenta todos estos efectos colaterales que se han mencionado. Es un balance de costos y beneficios que el gobierno sopesar cuidadosamente en la implementación de esta política, que como hemos visto, resulta ser insostenible en el mediano y largo plazo.  Lampadia

La próxima etapa del covid -19
Levantando bloqueos: el cuándo, por qué y cómo

Son instrumentos contundentes que pueden causar un daño inmenso. Es hora de ser más exigente

The Economist
23 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Desde que China cerró la ciudad de Wuhan el 23 de enero, más de un tercio de la población mundial ha estado encerrada en su hogar en un momento u otro. Es difícil pensar que alguna política se haya impuesto tan ampliamente con tan poca preparación o debate. Pero cerrar la sociedad no fue una respuesta pensada, sino una medida desesperada por un tiempo desesperado. Ha frenado la pandemia, pero a un precio terrible. A medida que buscan dejar atrás los bloqueos, los gobiernos no están pensando lo suficiente sobre los costos y beneficios de lo que viene después.

Aunque el distanciamiento social puede tener que mantenerse durante meses o años, los bloqueos solo pueden ser temporales. Esto se debe a que está quedando claro lo costosos que son, especialmente en los países pobres. Parte del precio es económico. Goldman Sachs pronosticó esta semana que el PBI de India caería en el segundo trimestre a una tasa trimestral anualizada del 45%, y se recuperaría en un 20% en el tercer trimestre si se levantaran los bloqueos. Absa, un banco, calcula que la economía de Sudáfrica podría reducirse a una tasa anualizada del 23,5% en el segundo trimestre.

Los más pobres son muy golpeados porque no tienen nada a lo que recurrir. En África subsahariana, un individuo en el quintil de ingresos más bajos tiene solo un 4% de posibilidades de recibir asistencia social del gobierno en tiempos normales. La combinación de covid-19 y encierros podría llevar a 420 millones de personas a la pobreza absoluta, definida como tener que vivir con menos de US$ 1.90 por día. Eso aumentaría el total en dos tercios y retrasaría el progreso contra la penuria en una década.

Las consecuencias serán de largo alcance. El hambre atrofia permanentemente a los niños. Los bloqueos que bloquean los servicios normales cuestan vidas. La Organización Mundial de la Salud advirtió que el covid-19 amenaza los programas de vacunación. Si se detienen en África, 140 niños podrían morir por cada muerte ávida evitada. Un bloqueo de tres meses, seguido de una interrupción de diez meses del tratamiento de la tuberculosis, podría causar 1.4 millones de muertes en 2020-25. Es lo mismo para la malaria y el sida. Cuanto más tiempo continúen los bloqueos, más probable es que cuesten más vidas de las que salvan.

La imagen en los países ricos es menos dramática, pero aún preocupante. La tasa de desempleo de EEUU aumentó de 3.5% en febrero a 14.7% en abril. En Gran Bretaña, un tercio de los recién graduados tenían una oferta de trabajo retirada o retrasada. Los mercados de bonos en EEUU están señalando una ola de impagos, especialmente en hotelería, materias primas, fabricación de automóviles y servicios públicos. La cicatrización en el mercado laboral podría durar años. Los servicios del mundo rico también son vulnerables. Un estudio concluyó que retrasar las consultas sobre el cáncer en Inglaterra en seis meses compensaría el 40% de los años de vida obtenidos del tratamiento de un número equivalente de pacientes con covid-19. Las tasas de vacunación han disminuido, con el riesgo de brotes de enfermedades como el sarampión.

Levantar los bloqueos se arriesga a una segunda ola. Irán reabrió en abril para salvar la economía, pero la semana pasada designó a la capital, Teherán, y ocho provincias como «zonas rojas», porque el virus se está propagando allí nuevamente. Algunos estados estadounidenses, como Georgia, que nunca suprimieron el brote inicial pronto descubrirán si levantaron los bloqueos demasiado apresuradamente. Algunos países africanos siguen adelante a pesar de que sus casos aumentan.

Para limitar el riesgo se requiere un enfoque epidemiológico que se centre en los lugares y las personas con mayor probabilidad de propagar la enfermedad. Un ejemplo son los hogares de cuidado, que en Canadá han visto el 80% de todas las muertes del país a pesar de que solo albergan al 1% de la población. En Suecia, los refugiados resultan ser de alto riesgo, tal vez porque varias generaciones pueden estar agrupados en un hogar. También lo son los guardias de seguridad, que a menudo son ancianos y están expuestos a muchas personas en su trabajo.

Para que este enfoque tenga éxito a escala, se necesita datos de las pruebas para proporcionar una imagen detallada de cómo se propaga la enfermedad. Las pruebas permitieron que Alemania descubriera rápidamente que tenía un problema en sus mataderos, donde el virus persiste más de lo esperado en superficies frías. Del mismo modo, Corea del Sur identificó un súper propagador en los bares gay de Seúl. Sin pruebas, un país es ciego.

Armados con datos, los gobiernos pueden refinar continuamente sus políticas. Algunas son universales. Alguna vez se pensó que las máscaras eran ineficaces, pero de hecho ayudan a detener la propagación de la enfermedad. Al igual que el lavado de manos, son baratas y no imponen costos ocultos. Sin embargo, cerrar las escuelas perjudica a los niños y evita que los padres trabajen. Resulta que, a diferencia de la gripe, los beneficios para la salud no son especialmente buenos. Las escuelas deberían reabrir, en condiciones que reduzcan el riesgo para los maestros y los alumnos vulnerables.

Como regla general, el equilibrio de costos y beneficios favorece políticas locales estrechas sobre las nacionales generales. En Gran Bretaña, los trabajadores de las agencias transportan el virus entre hogares de cuidado: deberían trabajar en uno solo. Gibraltar tiene una Hora Dorada, cuando los espacios abiertos se reservan para que los mayores de 70 años hagan ejercicio mientras todos los demás se quedan en casa. Estocolmo está trasladando a las personas vulnerables a sus propios pisos. La Universidad Liberty, dirigida por Jerry Falwell, partidario del presidente Donald Trump, fue condenada por mantener abierto su campus. Pero gracias al distanciamiento social, no ha registrado ningún caso de covid-19.

Los países pobres no podrán permitirse todos estos enfoques. Sin embargo, Vietnam y el estado indio de Kerala han demostrado que los buenos sistemas de salud primaria pueden idear y difundir adaptaciones sensatas. Los países pobres tienen más experiencia en enfermedades infecciosas que los ricos. Los epidemiólogos hablan de «contención inteligente» que todos pueden practicar. Ruanda ha puesto estaciones de lavado de manos que funcionan con los pies en lugares concurridos, como depósitos de autobuses. Los barrios marginales necesitan agua limpia para lavarse las manos y cortar las colas. Los líderes locales pueden difundir mensajes de salud y designar áreas donde se puedan aislar casos sospechosos. Los mercados deben permanecer abiertos, pero limitando el contacto social. Si las personas pueden ganar algo de dinero, millones que de otra manera pasarían hambre podrían alimentarse.

La fase de emergencia de la pandemia está llegando a su fin. Demasiados gobiernos no pudieron detectar lo que venía, pero luego hicieron lo que pudieron. En la segunda fase, mucho más larga, no tendrán tal excusa. Deben identificar grupos en riesgo; idear y promulgar políticas para ellos; explique esto para que las personas vulnerables cambien su comportamiento sin convertirse en chivos expiatorios; proporcionar infraestructura vital; y estar listo para adaptarse a medida que entren nuevos datos. Esto clasificará los países donde trabaja el gobierno de aquellos donde no lo hace. Los riesgos no podrían ser mayores. Lampadia




Habrá reforma del sistema de salud

Úrsula Letona Pereyra
Abogada, Ex congresista
Para 
Lampadia

Observamos y así lo hemos señalado, que las principales reformas que beneficiaron a nuestro país y que se han dado en el mundo, fueron motivadas por situaciones de crisis extremas. Esta regla parece aplicarse en esta terrible situación de pandemia, hace unos días el Congreso de la República, siempre tan criticado, ha declarado en emergencia el sistema de salud pública, sustentando tal declaración en las carencias crónicas evidenciadas con ocasión del Covid-19, para emprender y concretar esta reforma se ha contemplado cuatro meses de plazo. En el mismo sentido, el otro actor relevante, el Poder Ejecutivo, ha enviado mensajes sobre la misma necesidad, ojalá este sea el punto de encuentro entre nuestras autoridades, para beneficio de todos los peruanos.

Las reformas demandan un marco de legitimidad, esa exigencia parece tomarse por descontada, la pandemia ha evidenciado ante la colectividad la absoluta ineficiencia de nuestro sistema de salud, (los últimos gobiernos han pretendido solucionar las carencias con incrementos presupuestales, pero este esfuerzo ha sido insuficiente, requerimos de una reforma disruptiva. Sin dejar de considerar muchos otros aspectos sobre los cuales se ha dicho y escrito, la reforma debería sustentarse en tres ejes fundamentales: i) La necesaria recentralización de la gestión integral, ii) La Segregación de las Funciones: financiamiento y prestaciones y, iii) El énfasis en la atención primaria.

Sobre la necesaria recentralización de funciones, existen ya muchas experiencias exitosas con muy buenos resultados en el exterior, básicamente en los sectores como Educación y Salud. El fundamento obedece a la necesidad de que las políticas públicas tengan una misma velocidad, transversalidad y criterios unificados, características que no concuerdan con nuestro desfasado y lento proceso de descentralización. En efecto, sólo cuando se evidencia un responsable único, es que se puede señalar con certeza, la autoridad encargada de conducir hacía el éxito la reforma, de igual manera, cuando existe una mala gestión o el fracaso de una medida, es fácil identificar al responsable.

Una política pública en salud genera resultados en el mediano y largo plazo, por ello la gestión de la salud no ha sido prioridad para las autoridades políticas. Este es uno de los graves problemas que surgen como producto de una descentralización de presupuesto o bienes, pero no de capacidades y menos de eficiencia en la gestión de recursos, la evidencia es el sistema caótico en la prestación de servicios de salud pública en nuestras regiones. Ha habido sin duda, autoridades regionales que han prestado atención al tema de la salud, pero en un número reducido y aunque haciéndolo, sus mejoras no son parte de una política pública a largo plazo, sino son coyunturales, subordinadas siempre a la voluntad política de la autoridad de turno, poniendo de manifiesto que la rectoría a cargo del Ministerio de Salud no se ha cumplido.

Respecto a la segregación de funciones, es importante señalar que hace un par de años –diciembre de 2017-, la Comisión de Protección Social – CPS, evidenció que la reforma de mayor trascendencia consistía en ejecutar una división del componente de las prestaciones de salud respecto del financiamiento de la salud pública. Justamente sobre el financiamiento, la CPS manifiesta que éste constituye el eje central de la reforma, recomendando la conformación del Fondo Único, que permita centralizar todos los esfuerzos vinculados al financiamiento de la salud permitiendo el acceso universal en el largo plazo. Esta segregación de funciones permitirá, además, un debido control de sus componentes, pasando por las mediciones y correcciones en su ejecución de forma transparente, garantizando una evaluación por resultados.

Aquí es necesaria una precisión, no sólo existe el Informe de la CPS, sino diversa experiencia de reformas emprendidas en el mundo bajo el esquema de segregación de funciones, gran parte del éxito radica en evitar la segmentación de los servicios de salud y sus consecuentes ineficiencias. En nuestro país, existe una severa segmentación: Minsa, Essalud, Gobiernos Regionales, Sistemas de salud de FFAA y Policía, entre otros), por lo que se requiere, como punto de partida, la integración en la provisión de los servicios, evidenciándose que solución no pasa por lo presupuestal –se ha incrementado sostenidamente, casi al nivel óptimo del 6%-, pero los resultados en la eficiencia del servicio no han seguido la misma trayectoria.

Donde radica la conveniencia de la segregación, si vemos el presupuesto del sector salud -integral- para el año 2020, el gasto corriente representa aproximadamente 77%, tan sólo el 23% es gasto de capital. Del primero, el 30% representa gastos de personal y obligaciones sociales, el otro 47% se destina para la adquisición de bienes y servicios. Centralizar el financiamiento genera eficiencias significativas en la administración y la gestión de ingentes recursos, podríamos centralizar hasta el 70% del Presupuesto General, además de fortalecer el monopsonio en la contratación de infraestructura, equipamiento, medicamentos y otros, por parte del Estado.

Finalmente, sobre la tención primaria– que tiene relación con la segmentación en el componente prestacional, es importante señalar que existen diferentes formas de organizar los sistemas de salud, todas deben lidiar con dificultades que emergen de las necesidades variables y complejas de sus poblaciones. Sin embargo, se sabe que un componente fundamental para tener un sistema de salud exitoso y sólido es orientarlo firmemente a la atención primaria de salud. Este aspecto es de vital importancia, ya que implica tener una adecuada priorización en el lado prestacional.

Destacamos la reorganización de los servicios de salud bajo un esquema de redes integradas organizadas territorialmente, propuesta que también es compartida por la CPS, permitiéndose maximizar la disponibilidad de recursos sobre la base de la priorización de los servicios cubiertos por una atención primaria fortalecida, en el objetivo final, de cubrir 50% de las prestaciones en salud. En la actualidad enfrentamos un problema crónico en la parte prestacional, el enfoque de atención hospitalaria concentra el 80% de las prestaciones y sólo el 20% en atención primaria.

Una mejora en la atención primaria permite descongestionar hospitales de mayor envergadura para que se puedan dedicar a las labores que exigen mayor especialización. Cuando eso ocurre, dejamos de gastar ingentes recursos que se destinan para paliar enfermedades crónicas que no se han prevenido, que es uno de los fines de la atención primaria, justamente ser el mecanismo de prevención de enfermedades y lograr una sociedad más productiva.  The Economist -2017- describió la atención primaria de salud como el “sistema nervioso central dentro del sistema de salud de cualquier país”. Concentrarnos en la atención primaria constituye una inversión que a largo plazo dará mayor bienestar a los peruanos.

Sin duda, esta reforma pública será ardua, pero confiamos en que la convergencia de esta necesidad unirá al Ejecutivo, al Legislativo y al país en general, para que juntos podamos mejorar cualitativamente la salud de todos los peruanos. Lampadia




Vamos hacia un sector privado mendicante

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Para la furia y frustración de las izquierdas retrógradas del Perú, instaurada la Constitución de 1993 que trajo de regreso la inversión privada, y superada la recesión de finales de la década de los 90; el país entró en una fase de crecimiento y desarrollo que generó la reducción de la pobreza de 60 a 20%, la caída de la desigualdad, la eliminación de la inflación, el crecimiento de una clase media emergente, la multiplicación de empleos e inversiones en las regiones, la disminución de la mortalidad infantil, y la mejora de la confianza de los ciudadanos en el futuro.

Así llegamos al año 2011, con todos los indicadores económicos y sociales mostrando una mejora sustancial del bienestar general.

Pero entonces empezaron a tomar cuerpo los relatos anti sistema que negaban y cuestionaban nuestros logros, apoyados por tres fenómenos perversos:

  • la complicidad de tontos útiles, que desde plataformas del mercado, validaban los reclamos de los radicales enfatizando el lado vacío del vaso;
  • la inacción de buena parte de la clase dirigente, especialmente la del ámbito empresarial, que no entendió la necesidad de predicar el bienestar y educar a los ciudadanos en nuestra nueva realidad de una incipiente economía de mercado;
  • el grave deterioro de los medios de comunicación que se enrolaron en enfoques políticos, cortoplacismo y difusión del dolor y el escándalo.

Desde entonces, desde el 2011, llegó a la administración pública una profunda casta de funcionarios anti mercado y anti inversión privada, que impregnaron la acción del Estado de normas y regulaciones que fueron ahogando y paralizando la efectiva primacía de nuestra Constitución. Así bajó la inversión privada, se paralizaron importantes proyectos de inversión, pública y privada, y fue bajando el ritmo de crecimiento y reducción de la pobreza.

Este nuevo ambiente tomó cuerpo con el gobierno de Humala; se mantuvo, traicionando el voto popular, con el gobierno de Kuczynski; y se entronizó con el gobierno de Vizcarra, al punto de que ahora tenemos ministros abiertamente estatistas.

Ahora, con las normas anti pandemia y las regulaciones que supuestamente buscan el reinicio de las actividades empresariales, los benditos protocolos con su reforzado burocratismo, se está terminando de condenar al sector privado a lesiones que impiden el funcionamiento de esa economía briosa que permitió la recuperación de la primera década del siglo.

Se está llevando al sector privado a la condición de mendicante, en la que el futuro de las empresas pasa por pedir y suplicar al gobierno, determinadas condiciones regulatorias y ayudas financieras y económicas. Se ha debilitado gravemente al sector empresarial, desde las empresas más pequeñas hasta las más grandes.

Con la crisis, no solo vamos a perder muchas vidas, también vamos a perder un 20% del PBI, vamos a malograr buena parte de nuestra clase media, vamos a instalar un alto desempleo y retrocederemos más de una década, en la lucha contra la pobreza, aumentándola seguramente en un 10%.

Durante esta crisis el gobierno ha desconfiado del sector privado como agente positivo para la gesta de contención y recuperación, se ha rechazado la ayuda de las empresas, y no se ha destacado y agradecido las múltiples donaciones recibidas a lo largo y ancho del país.

Esta crisis debe ser resuelta sin distorsiones regulatorias que crean congestiones populares y estrangulamientos productivos. Debe ser enfrentada por los ciudadanos y empresas, con sus propios protocolos y compromisos de acción individual. La responsabilidad viene con la sensatez normativa y la libertad. No queremos ser una sociedad lisiada e incapaz de manejar su futuro.

No podemos permitir que cadres de políticos de las izquierdas caducas medren de la crisis implantando una economía de Estado de orientación socialista. Lampadia




De la concentración a la desconcentración

Juan Infante Alosilla
Para Lampadia

Pensemos en los próximos 24 meses.

Con el virus rondando por todas las ciudades. ¿Creen ustedes que los mercados de abastos tienen condiciones para garantizar los requerimientos de bioseguridad necesarios para evitar el contagio?

Yo no.

La infraestructura de la mayoría de los mercados de abastos no permite implementar las medidas básicas sugeridas por las autoridades de salud. Pretender hacer pequeños cambios en los mercados, es jugar con la salud de comerciantes y vecinos de las ciudades y, sobre todo, condenar al país a avances y retrocesos en el control del contagio.

En este artículo señalo por qué.

Para garantizar las medidas de seguridad hay que desconcentrar el comercio. Hay que pasar del conglomerado comercial a la desconcentración. No tenemos opción. Vienen 24 meses distintos. Las necesidades de consumo no han cambiado, son las mismas de siempre, siendo así, debemos desarrollar una logística e infraestructura que se adecúe a los requerimientos de bioseguridad para el comercio mayorista y minorista de productos.

Las actividades esenciales

El gobierno autorizó -desde el inicio de la cuarentena- unas cuantas actividades económicas, considerándolas esenciales, lo que permitió que funcionen algunos centros de salud, todas las agencias bancarias, los mercados de abastos, supermercados, bodegas y farmacias.

Al pasar de los días, parte de los espacios donde se desarrollaban estas actividades esenciales fueron considerados centros de contaminación y contagio de la Covid-19. La frase del presidente Vizcarra: “uno va al mercado a comprar y de paso se lleva el virus”, grafica esta situación.

En esa línea, pudo decir también: “uno va al hospital y de paso se lleva el virus”, “uno va a las agencias bancarias en ciudades y distritos donde hay muy pocas y de paso se lleva el virus”. Pero no sucede lo mismo con las bodegas y farmacias. Uno no se contagia ahí, aunque quizás, el bodeguero y el farmacéutico puedan haber cogido el virus.

El contagio tampoco ocurre en las agencias de los bancos si vives en una zona donde hay muchas y, además, tienes cajeros distribuidos en los grifos y buena conectividad de internet, es decir, en unos cuantos distritos de Lima.

¿Cuál es la lección? La desconcentración evita el contagio, miles de farmacias y bodegas no son centros de transmisión del virus porque permiten el respeto de la distancia entre una y otra persona. Pero ahí donde hay aglomeración de personas eso se torna imposible.

Las medidas de bioseguridad

Las medidas de bioseguridad no son muchas, ni complicadas de respetar, si uno tiene las condiciones para hacerlo. Nos piden a todos:

  • Guardar más de un metro de distancia entre una y otra persona.
  • Lavarnos las manos con frecuencia.
  • Usar mascarillas.
  • No agruparnos con otras personas.

Si cumplimos con estas simples medidas, difícilmente nos contagiaremos.

Los mercados mayoristas

La actividad y la infraestructura de los mercados mayoristas, tal como están planteadas, no permiten cumplir con las simples medidas de bioseguridad que detienen el contagio. Hay que aceptar esta realidad.

Todas las regiones del país, dependen de sus mercados mayoristas para abastecer no solo a la población de la ciudad donde están instalados, sino a sus provincias y distritos. Además, en Lima, los mercados mayoristas se convierten en centros de redistribución con alcance nacional y en algunas otras ciudades del país hay mercados con influencia macro-regional.

En los mayoristas el flujo de comercio es muy intenso y se da, principalmente de madrugada.

Centenares de choferes de los camiones que ingresan la mercadería que abastece a los mayoristas se reúnen, miles de trabajadores entre estibadores (las personas que descargan la mercadería de los camiones), cargadores manuales (las personas que trasladan la mercadería en las carretillas) y ayudantes en los puestos laboran chocándose unos con otros, apretujados entre los camiones y en los pasadizos de los mercados mayoristas de fruta y lo mismo ocurre en el más espacioso mercado de Santa Anita. La realidad en los terminales pesqueros, con sus variantes, es parecida.

El tamaño de los puestos no permite el distanciamiento entre quienes están trabajando en ellos. Entre cajas y sacos, queda muy poco espacio para las tres o cuatro personas que trabajan en cada puesto. Además, hay nula distancia entre puesto y puesto. Y no hay manera de que los clientes hagan una cola ordenada, respetando la distancia requerida.

Súmenle la muchedumbre de comerciantes minoristas que van a comprar. Sus transportes de ida y de vuelta. La congestión en los estacionamientos. Los negocios colaterales que aprovechan la concentración de gente para vender alimentos preparados a la multitud laboriosa.

Esta es la realidad que tenemos que aceptar:

  • No hay manera de tener distancia social. La muchedumbre es un río caudaloso. Los comerciantes minoristas presionan y demandan velocidad. Tienen que llevar la mercadería a sus respectivas tiendas. Todos se aglomeran y topan unos con otros.
  • No hay caños para lavarse las manos en los puestos. Los baños son muy pocos y están lejos de los comerciantes y trabajadores. Además, cobran por el ingreso a los servicios higiénicos. Todo está hecho para que no vayas al baño y no te puedas lavar las manos.
  • En la prisa, no hay –lamentablemente- disciplina para llevar la mascarilla y no tocarse la cara.
  • Todo es en efectivo. El intercambio de dinero es constante. Fluye de una mano a otra. Con guantes o sin guantes, te vas a agarrar la cara, la nariz, los anteojos, los ojos.

La solución es desconcentrar esos mercados. Dividirlos en unidades más pequeñas que se muevan a otros espacios con estructura apropiada para cobijarlos en los próximos 24 meses. Pasar del gran conglomerado al mini conglomerado de venta al por mayor.

Esto permitirá repartir el flujo de camiones con mercadería que llegan de las provincias, estibadores, cargadores, comerciantes mayoristas, ayudantes, comerciantes minoristas, camionetas, combis y station wagons de carga, en muchos más puntos.

Repartiendo el comercio mayorista, se reduce el aforo que hoy se ve en cada uno de los actuales conglomerados mayoristas, y, por tanto, se baja la velocidad requerida para las transacciones, lo que permite respetar las normas de distanciamiento e higiene básicas.

¿Qué se requiere para desconcentrar los mercados mayoristas en Lima?

Veinte terrenos amplios ubicados en lugares donde no se forme un embudo de entrada ni de salida de camiones y vehículos menores. Tienen que ser espacios donde se puedan instalar entre 100 y 150 comerciantes mayoristas, con puestos dos o tres veces más grandes que los que tienen ahora, cada uno con un sistema de agua y desagüe (es fácil y rápido hacer una infraestructura temporal que lo permita).

Esto no es difícil y en menos de una semana podemos montar este esquema si aceptamos la tarea.

Los mercados de abastos (minoristas)

La gran mayoría de los mercados de abastos tampoco pueden cumplir con las medidas de bioseguridad exigidas. Además, buena parte de los puestos de cada mercado minorista está cerrada porque su actividad no es la venta de alimentos. Esos comerciantes están desesperados y presionando porque también los dejen funcionar.

Los pasadizos en la mayoría de estos mercados son estrechos, es difícil que los clientes hagan cola dentro del mercado, delante de cada puesto y respetando el distanciamiento social. Los puestos son pequeños, generalmente tienen la mercadería amontonada y por lo menos dos personas los atienden, siendo imposible que guarden la distancia adecuada. No hay caños para lavarse las manos. Los comerciantes y sus ayudantes están usando un par de guantes para toda la jornada laboral y las transacciones son solamente con dinero en efectivo.

Un mercado es hoy un espacio cerrado con una sola puerta de acceso, para entrar hay que hacer cola y esto desespera, lo que puede llevar a un descuido y un relajamiento en el cumplimiento de las pautas de bioseguridad que cada persona está llamada a respetar.

Mi conclusión es que la gran mayoría de mercados minoristas, no están ni estarán en condiciones de cumplir con las normas de bioseguridad y si pensamos que los riesgos de contagio se extenderán por los 24 siguientes meses, conviene de una buena vez plantearse un sistema de comercio minorista barrial distinto.

¿Qué se puede hacer con los mercados minoristas?

En el caso de los mercados minoristas hay dos salidas complementarias que pueden funcionar en paralelo. Las dos estrategias implican “dividir” el mercado en unidades más pequeñas, repartidas en el distrito y que permitan a los vecinos caminar menos para abastecerse.

La primera estrategia es habilitar espacios temporales (no itinerantes) con infraestructura apropiada proyectada para resistir 24 meses. Infraestructura de calidad. Donde cada puesto tenga mayor espacio y cuente con un caño con agua y desagüe donde el comerciante y sus ayudantes se puedan lavar las manos (repito, esta infraestructura es fácil de montar).

La segunda, permitir a los vecinos habilitar pronto espacios para alquilar (garajes o espacios con puerta a la calle) a los comerciantes de los mercados minoristas. A todos los rubros, no solo los de comida. Espacios que cuenten con caño y lavatorio para lavarse las manos, ventilación y de tamaño apropiado para un aforo de cuatro personas con el distanciamiento apropiado entre una y otra.

A estas alturas necesitamos todos los productos y servicios que se vendían en los mercados antes de la cuarentena.

UNA OPORTUNIDAD PARA MODERNIZAR LA INFRAESTRUCTURA DE LOS MERCADOS DE ABASTOS A NIVEL NACIONAL

Esta podría ser una oportunidad de oro para modernizar los mercados de abastos en todo el Perú.

Si comprendemos que la inmensa mayoría de ellos no está en condiciones de operar con las medidas de bioseguridad requeridas para no ser focos de contagio, si se integra a la solución a los comerciantes de todos los rubros presentes en cada mercado, si se montan espacios adecuados para que ellos puedan desarrollar su actividad por los próximos 24 meses, se puede dar paso a un programa de renovación de la infraestructura de estos centros de comercio.

Lo merecen los barrios y lo merecen los comerciantes. El Perú puede iniciar un gran programa de renovación de su infraestructura comercial barrial. Veinticuatro meses son suficientes para que emerja en el espacio físico de cada uno de esos mercados, un espacio comercial que se convierta en eje de desarrollo económico local.

Decidido este programa, dotado de fondos para que los comerciantes accedan a un financiamiento con intereses y plazos razonables, será el momento de los arquitectos y luego de las empresas, los ingenieros y los obreros de construcción.

Qué oportunidad hermosa para hacer mercados adecuados, con puestos de tamaño suficiente, con agua para el lavado de las manos, con tanques cisternas, con mejor infraestructura de baños, con pasadizos amplios y buena ventilación, con dos pisos de comercio y espacios para almacenes, talleres y oficinas en el tercer y cuarto piso, con escaleras y ascensores de tamaño apropiado.

Vamos a necesitar reactivar la economía, pongamos en paralelo fondos de crédito por 20 mil millones de soles en manos de los comerciantes propietarios de los mercados. Démosles la oportunidad que crezcan, que inviertan en su desarrollo, que, con su esfuerzo, ayuden a la reactivación económica de sus barrios. Pero que haya una institución que fije los parámetros y que estos no dependan de la discrecionalidad de cada municipio local.

Imaginemos los mercados del Bicentenario. Lampadia