La respuesta de Suecia al covid 19

Compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se desmitifican varios rumores sobre la estrategia sanitaria de Suecia para enfrentar el coronavirus, en particular aquellos que enarbolan la supuesta exposición hacia el virus que acometió con su población para generar una suerte de “inmunidad de rebaño”, sin emprender acciones concretas como cuarentenas estrictas o la promoción del uso de mascarillas y/o artículos de prevención.

Como se desprende del análisis de The Economist, en contra de esta creencia, la base de la estrategia sueca se centró más bien en desarrollar “la convivencia con el virus”, sopesando cuidadosamente los costos y beneficios económicos y sanitarios, pero además psicológicos de las cuarentenas generales y focalizadas, algo que muy pocos países han considerado al respecto. Cabe destacar por ejemplo cómo el gobierno ha sido muy enfático con el tema de las escuelas, las cuales nunca cerraron pues entendieron no sólo la baja incidencia del covid en los menores de edad, sino también las pérdidas irremediables de largo plazo que se generan en los niños el cortar la educación presencial, algo que se exacerba en países de bajo nivel de desarrollo como el nuestro (ver Lampadia: El cierre de escuelas puede ser devastador, El perjudicial cierre de las escuelas). Otro tema a destacar es el correspondiente al aislamiento de contagiados, acometidos en tiempos cortos pero suficientes para una recuperación certera sin vulnerar la salud mental de las personas. Ello por supuesto acompañado del seguimiento de contactos, algo que en nuestro país nunca se incorporó y que le ha permitido a Suecia, entre otras cosas, amortiguar la aparición de una segunda ola a diferencia de lo que sucede en buena parte de Europa.

Si bien consideramos que la estrategia de Suecia no ha sido del todo exitosa – a diferencia de Corea del Sur, China o Taiwán por ejemplo que han prácticamente parado en seco el contagio y las muertes sin resentir tanto sus economías – sí rescatamos su idea de no persistir en medidas de corte salomónica ya sea a través de encierros totales o de medidas absurdas como la prohibición expresa de no dejar salir a los ancianos a algún espacio recreativo o hacer deporte (ver Lampadia: Cuarentena abusiva), algo que se ha probado que es insostenible para la salud mental de las personas dada la duración que parece tendrá todavía la pandemia. Y muestra además la absurda dicotomía de salud vs economía que mantuvo el gobierno hasta casi el tercer mes de iniciado el brote, lo cual significó la quiebra de miles de empresas y de desempleados en nuestro país. Grave error que no debemos volver a cometer jamás. Lampadia

Tierra de los sin máscara
Las verdaderas lecciones del enfoque sueco del covid-19

Suecia es considerada campeona de la libertad. De hecho, es el hogar del pragmatismo.

The Economist
10 de octubre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Lo mejor de usar un país pequeño para respaldar su argumento es que es poco probable que sus oponentes sepan lo que realmente está sucediendo allí. Quizás por eso Suecia, con 10.3 millones de habitantes, se ha convertido en un ejemplo muy citado en el debate sobre cómo lidiar con el covid-19. Los suecos amantes de la libertad supuestamente están siguiendo una estrategia de bloqueo liviana sin máscaras que creará inmunidad colectiva sin quebrar la economía. El éxito de Suecia, se dice, es una reprimenda permanente a los aguafiestas de izquierda que aman mandar a la gente y cerrar todo.

Suecia, de hecho, contiene lecciones, pero se trata menos de libertad que de utilizar compensaciones para generar una cohesión social duradera. El país es un modelo extraño para los fanáticos del gobierno pequeño. La última vez que persiguió el individualismo con uñas y dientes rojos, la política social estaba en manos peludas de hombres que iban a trabajar en lanchas. En la actualidad, Suecia es un faro progresista y ocupa el séptimo lugar en la clasificación de gasto social de la OCDE, incluso por delante de Alemania.

Los fanáticos de Suecia tienen razón al señalar que, en la primera fase de la enfermedad, el gobierno tuvo un toque ligero. Aunque prohibió los grupos grandes y emitió muchos consejos de salud, rechazó las cuarentenas generales. Pero ese no fue un enfoque particularmente exitoso. Suecia tiene una tasa de mortalidad de alrededor de 60 por 100,000, diez veces la de Finlandia y Noruega, que sí se encerraron. La libertad de los suecos no perdonó la economía, a pesar de que muchas muertes se produjeron entre personas mayores que ya no trabajaban. La producción solo en el segundo trimestre se contrajo un 8.3%, también peor que en los demás países nórdicos. Una gran cantidad de casos es perjudicial para la economía.

Una réplica es que, a diferencia de Gran Bretaña, Francia y España, Suecia no ha visto una segunda ola. Sin embargo, incluso si se deja de lado el hecho de que los casos en el condado de Estocolmo se cuadriplicaron aproximadamente en septiembre (en términos absolutos, siguen siendo bajos), la nueva estrategia de Suecia para la segunda fase converge con la de Alemania. Contrariamente a algunas afirmaciones, esto no depende de la inmunidad colectiva: Suecia todavía tiene una gran población de personas susceptibles. Más bien, implica pruebas a gran escala y rastreo de contactos para identificar y suprimir los brotes de manera temprana. Esto va acompañado de un mensaje claro y coherente que es sostenible porque da autonomía a las personas. Esos son los componentes básicos de estrategias exitosas contra el covid-19 en todas partes.

La lección de la nueva política sueca no es que sea libertaria, sino que el gobierno sopesa las compensaciones de cada restricción. Por ejemplo, cuando alguien da positivo, toda su familia debe entrar en cuarentena, pero los escolares están exentos porque, según reconoce el gobierno, los beneficios de encerrarlos se ven abrumados por el daño duradero a su educación. Asimismo, la cuarentena dura de cinco a siete días, en comparación con dos semanas en otros lugares. El riesgo de propagar el covid-19 en esa segunda semana es pequeño y se está reduciendo, pero el daño a la salud mental del aislamiento prolongado está aumentando.

Suecia es una sociedad de alta confianza, donde la gente sigue las reglas. Y, sin embargo, su enfoque se basa en la idea de que, como el covid-19 estará aquí durante mucho tiempo, pedir demasiado a la gente reducirá el cumplimiento y, por lo tanto, propagará la enfermedad. Las sociedades de baja confianza pueden necesitar un equilibrio diferente entre coerción y autocontrol, pero también necesitan reglas sostenibles.

¿Y las máscaras? Los fanáticos de Suecia aprovechan las multitudes sin máscaras en Estocolmo como prueba de su libertad. Pero esa no es la base de su política. Los expertos gubernamentales argumentan que la evidencia de que las máscaras ayudan es débil y que sus otras medidas funcionan bien. En esto, Suecia está fuera de sintonía con otros países. Si la enfermedad vuelve allí, es probable que eso cambie. Después de todo, su política se basa en evidencia y pragmatismo, no en principios ciegos. Lampadia




La política clientelista y antisocial

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

En los últimos años se ha ido afirmando un comportamiento perverso en la política peruana, se han confundido las prioridades y hoy prevalece la búsqueda del bienestar de los servidores públicos sobre los ciudadanos, de los agentes intermediarios sobre los usuarios finales.

Esto se ve con claridad en el caso de los maestros (agremiados) versus los alumnos, o en el caso de los transportistas (agremiados) versus los pasajeros, o en el caso de los trabajadores de Sedapal y de las EPSs versus los usuarios del agua.

La diferencia entre unos y otros, entre los servidores públicos y los ciudadanos, es que unos, los primeros, están de alguna manera agrupados o agremiados, el político puede dirigirse a ellos y otorgarles prebendas; en cambio, los ciudadanos y usuarios de los servicios, son una entelequia, son una abstracción de individuos desconectados entre sí.

La consecuencia de esta terrible trampa, que no permite la mejora de los servicios públicos en la educación, la salud, el transporte, etc., es que las normas producidas por las autoridades tienen focos gremiales que muchas veces son absolutamente contrarios a los intereses del ciudadano común.

El caso de la educación

Los maestros de la educación pública están forzosamente afiliados a un sindicato único, cuyo estatuto habla de la lucha de clases, de una opción ideológica y no de un compromiso educativo.

Todos los intentos por mejorar la calidad de la educación pública fracasan por la incapacidad del gobierno de privilegiar a los alumnos sobre las dirigencias magisteriales. No se puede implantar la meritocracia y los sustanciales aumentos de remuneraciones que se vienen haciendo no conllevan compromisos de mejora de la calidad educativa.

Por esta situación es que gran parte de los ciudadanos retiraron a sus hijos de las escuelas públicas y los llevaros a colegios privados, que según las últimas pruebas Pisa tienen mucho mejor calidad. Ver la evidencia en Lampadia: Públicos y privados aliados por la educación.

Lamentablemente la pandemia ha desorganizado dramáticamente la educación en el país, y el Estado ha aprovechado para debilitar la educación privada.

El caso de la salud

Hoy día, todos tenemos muy claro el pobrísimo nivel de servicio de la salud brindada por el Estado, ya sea en los hospitales del Minsa como en Essalud, indebidamente manejada por el Estado, puesto que se sustenta en los aportes de los trabajadores y sus empleadores.

En salud, la excepción confirma la regla, hay dos hospitales de Essalud que están manejados por asociaciones público privadas en la modalidad de bata blanca. O sea, el concesionario: diseña, invierte, construye, equipa, contrata a los médicos, enfermeras, técnicos y administradores y presta el servicio. Todo ello con compromisos minuciosos de estándares de servicio, ya sean costos debidamente acotados, días para la atención o para intervenciones quirúrgicas, etc.

Este es el caso de los hospitales Alberto Leopoldo Barton Thompson en el Callao y del hospital Guillermo Kaelin de la Fuente en Villa María del Triunfo. Ver información al respecto en Lampadia: Las APP han generado servicios de salud de alta calidad.

Pero este modelo de gestión que ha probado ser muy eficiente desde hace seis años, no ha podido ser replicado por el Estado o Essalud, por la oposición de los sindicatos y gremios de los servidores públicos y de los políticos que se prestan para defender los intereses gremiales.

El caso del agua potable

El caso de Sedapal en Lima y de las EPSs en las regiones es clamoroso. Se desperdicia entre el 40 y 50% del recurso, no se factura todo lo producido, abunda la corrupción y se proteje a los servidores públicos que hasta heredan sus puestos a sus hijos, como en Sedapal.

La cobertura del servicio es insuficiente, el servicio no siempre se da las 24 horas, con los riesgos que ello conlleva. Y muchos ciudadanos tienen que subir los cerros cargando baldes de agua por los que tienen que pagar diez veces más que los ciudadanos de los mejores barrios de Lima y provincias.

La evidencia del desastre de gestión es clarísima, los diagnósticos son claros, pero está prohibido políticamente hablar de servicios privados, de asociaciones público privadas, o de otras formas de intervención del sector privado.

Un episodio oprobioso relativamente reciente, fue el que protagonizó el presidente PPK, cuyo lema era agua para todos, que claudicó ante un sindicato de Sedapal y condenó a Lima a mantener un servicio público clamoroso.

Conclusión

Como vemos pues, esta trampa de privilegiar a los intermediarios de los servicios públicos a costa de condenar a servicios paupérrimos a los ciudadanos, debe terminar.

Esperamos que en el proceso electoral en ciernes, algunos candidatos valientes y sensatos, pongan el tema encima de la mesa; y que los medios de comunicación hagan un esfuerzo de buena prensa, dejando de servir de caja de resonancia de la mala política.

Condenar a los ciudadanos a malos servicios, pudiendo tenerlos mejor, es absolutamente inmoral. Es hora de que los ciudadanos (no agremiados), elijamos con nuestro voto la defensa de nuestra calidad de vida. Lampadia




Los estudiantes deben estar aprendiendo

Jorge Ferradas
Subdirector de Trener y consultor en temas educativos
Para Lampadia

A pesar de que a los esfuerzos del MINEDU por armar el programa “Aprendo en Casa” como una plataforma multicanal, dotarla de contenido y ponerla rápidamente a disposición, se sumó la dedicación de muchísimos maestros y el trabajo de muchos estudiantes, la deserción escolar en la escuela pública se ha incrementado a lo largo del año. La calidad de los aprendizajes se ha deteriorado aún más y estamos ante una tragedia educativa que se suma a la de salud y a la económica.

Lo que fue una buena solución de emergencia se convirtió en permanente y, como era previsible, los canales unidireccionales (TV y radio) implicaban una dedicación que, en medio de angustias sanitarias y económicas, iba a ser muy difícil de mantener durante todo el año escolar. El canal bidireccional necesita organización, conectividad y dispositivos adecuados. Los planes de datos de un celular y el WhatsApp no lo son y una sola estrategia central no es una propuesta suficiente. Así, las primeras señales de “éxito” ya eran muy preocupantes. Si el 94% de la población escolar de los colegios públicos estaba conectada de alguna de las maneras, aproximadamente 360,000 estudiantes habían quedado fuera.

Frente a esta situación, también han existido propuestas educativas que han evitado la deserción y han logrado el desarrollo de los aprendizajes esperados. Si bien la solución perfecta no existe, numerosas instituciones educativas privadas están dando un servicio de calidad que, además de un horario estructurado de clases virtuales sincrónicas y de un permanente apoyo y capacitación de sus profesores, incluye diversas actividades dedicadas al aspecto más difícil de abordar: el de la cercanía con las alumnas y alumnos, es decir la atención a las necesidades denominadas “socioemocionales”. Obviamente nada reemplaza a la presencialidad, al contacto cercano y a la mirada, sin pantalla de por medio; pero dadas las circunstancias, es mucho lo que se puede hacer y lo que se ha hecho.

Ante el gravísimo problema de deserción de la escuela pública, originado por la imposibilidad de sus alumnas y alumnos de recibir esa educación a distancia, apareció la solución mágica: regresar a las clases presenciales en marzo del 2021. Es decir, pensar que el problema de salud se puede enfrentar con “protocolos estrictos”, música celestial para la burocracia y que, dicho sea de paso, ya se intentaron probar. Se crearon para abrir escuelas rurales y fracasaron por incumplibles: las condiciones para abrir garantizaron el cierre. Adicionalmente, es claro que poner a cientos de miles de escolares y profesores en el transporte público, después pretender que cumplan en aulas y patios normas estrictas de higiene y distanciamiento social y que, al regresar a sus casas, muchísimas viviendas multifamiliares donde conviven con padres, tíos y abuelos, cumplan nuevos protocolos de desinfección, es un despropósito. Como si esto fuera poco, ¿qué pasaría si una nueva ola obligara a volver a cerrar los locales escolares?

No se trata, pues, de encontrar la solución simple, fácil, económica y… equivocada. Más bien, es momento de pensar qué es lo que realmente ha faltado. No es la inexistencia de actividades de aprendizaje retadoras, ni de software educativo gratuito y disponible, ni la vocación de los profesores, ni el esfuerzo de las y los alumnos. Todo esto ha languidecido ante una única propuesta central y la soledad que implica la radio o la TV o la dificultad de interacción a través de la pequeña pantalla del celular. Resulta indispensable que cada institución educativa pública, o una red debidamente articulada, desarrolle su propuesta de educación virtual y que cada profesor y estudiante cuente con conectividad y dispositivo apropiado.

De hecho, el MINEDU comprendió la importancia de contar con dispositivos adecuados. Después de un primer fracaso, anuncia ahora que a partir de este mes serán repartidas “de manera progresiva”. Sin embargo, se ha refugiado en “Aprendo en Casa” y no ha generado la movilización de sus escuelas ni dice nada respecto a la universalización de la conectividad: ¿Cada escuela pública tiene un horario de clases sincrónicas? ¿Todo director sabe cómo están desarrollando sus clases sus profesores? ¿Cada profesor sabe cómo están sus estudiantes y qué están aprendiendo? ¿Existe un esfuerzo multisectorial para dotar de Internet de calidad a todas y todos? ¿Qué fue de la red dorsal de fibra óptica?

Si se quiere evitar la deserción escolar y volver a niveles de aprendizaje similares, no hay que abrir los locales, hay que poner en funcionamiento cada escuela pública. Para esto es indispensable que cada uno de sus profesores y alumnos tengan acceso a internet, a un dispositivo pertinente conectado a la red y, sobre todo, que el MINEDU deje de pretender resolver todo centralizadamente, dé autonomía a las escuelas públicas y empodere a cada director para que pueda garantizar el hecho educativo. Vale decir, que cada niña, niño o adolescente esté atendido y aprendiendo; y que cada profesor y profesora esté pensando y haciendo lo mejor para el bienestar de cada uno de sus estudiantes. ¿Quién está trabajando en la solución real del problema? Lampadia




¿No se puede… o no nos conviene?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 20 de septiembre de 2020
Para Lampadi
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Decir que hay peruanos – informales – que no pagan impuestos, no es cierto. Todos los peruanos contribuimos tributariamente al erario nacional. No importa la edad, profesión, condición económica, o lugar de nacimiento. Todo peruano que compra un paquete de galletas o un balón de gas; todo peruano que echa gasolina – o petróleo – a su moto, carro, o camión; todo peruano que usa un celular, enciende un foco de luz en su casa, o se toma una cerveza, paga impuestos.

Claro que hay informalidad – y evasión tributaria – pero no al 100%. Es imposible que un peruano pueda sobrevivir sin adquirir un bien o un servicio que haya evadido todos los mecanismos recaudadores del Impuesto General a las Ventas (IGV) de la SUNAT. No hay forma.

Entonces, como contribuyentes que somos, y en contraprestación por los impuestos que le pagamos al Estado, los peruanos tenemos el derecho – y el deber – de exigirle buenos servicios de agua, limpieza pública, salud, educación, seguridad, justicia… en fin, todo lo que el Estado – supuestamente – debe brindarnos. Incluso, infraestructura como carreteras, hospitales, escuelas, etc. Si no ¿para qué están los municipios, los gobiernos regionales, los ministerios, la policía, y el poder judicial… entre otros?

Aclarado el punto de que el Estado está para servirnos – porque de nosotros sale el cuero para las correas – debemos ser mucho más exigentes en cuanto a la eficiencia y moralidad en el Estado. No puede ser que – con nuestros impuestos, y en plena pandemia – el Estado haya contratado a Richard Swing… “para motivar a funcionarios del Ministerio de Cultura”. Por sólo mencionar un caso emblemático del pésimo uso de nuestros impuestos por parte del Estado.

Porque – como sabemos – el Estado está atiborrado de amigos, cuñados, familiares, y recomendados de miles de autoridades que utilizan al Estado para favorecer a personajes que no sirven para nada; y – peor aún – que no tienen ningún mérito académico, profesional, laboral… más allá de ser amigo – o allegado – de la autoridad que los contrata. ¡Habiendo tanta gente capaz y honesta!

El hecho es que más o menos desde el 2005 – y está documentado en las cuentas del Ministerio de Economía y Finanzas – el gasto del Estado en contrataciones administrativas, consultorías, y todo lo demás – fuera de los ámbitos de Salud, Educación, Seguridad, y Justicia – ha subido de S/. 5,000 millones anuales, a cerca de S/. 35,000 millones por año. O sea ¡7 veces! Incluso, el 2020 – el año en curso… el año de la pandemia – el presupuesto público en esas partidas es el más elevado de toda la serie. ¡No hay derecho que malgasten así nuestros impuestos!

Pero ahí no acaba la cosa. ¿Qué proponen algunos políticos para cubrir el déficit fiscal que – obviamente – se ha disparado ante la brutal caída de la recaudación tributaria, producto de la cuarentena? ¡Aumentad los impuestos!

La pregunta es ¿acaso no hay espacio para reducir algunos gastos en el Estado… tipo Richard Swing? ¿Porqué nadie habla de ello? Incluso – ¡qué desconcertante! – muchos economistas y académicos plantean lo mismo: “hay que subir los impuestos… no queda otra”.

Pues a mi me parece una falta de respeto hacia los contribuyentes – que como expliqué al comienzo de esta nota – somos todos. Me parece una gran irresponsabilidad no tocar el tema de la súper burocratización del Estado durante los últimos 15 años. Me parece pésimo que el presupuesto público del próximo año – 2021 – no contemple ningún ajuste burocrático en dependencias estatales que están por las puras… y que nos cuestan un montón de plata.

“No se puede” dicen algunos políticos cuando se le toca el tema. ¡Falso! La respuesta que no se atreven a decir es “no nos conviene”. Lampadia




Aquelarre

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Después de tanto tocar temas de salud y desmanejo en este gobierno, tenia previsto abordar el asunto que verdaderamente nos debe convocar, el tema de la educación.

A la luz de la historia del Perú de los últimos 50 años, estoy persuadido y desde hace algún tiempo repito, que las generaciones que ahora tienen más de 40 años de edad, ya son lamentablemente “no rescatables” desde el punto de vista de visión, valores y conocimientos. Que los que están en los treintas, probablemente puedan enmendar rumbos y que sólo los de la generación de los veintes para abajo, hasta los por nacer, son aquellos peruanos en los que debemos de iniciar un trabajo educativo diferente al actual.

Efectivamente, debemos desarrollar un nuevo peruano, capaz de ser ciudadano del mundo y con valores universales. A medida que pasan los años, la calidad ciudadana en el Perú ha declinado, pues salvo muy honrosas excepciones, el sistema educativo forma ciudadanos mediocres, moral, académica e intelectualmente, el sistema de salud ya demostró su incapacidad en medio de la pandemia, el sistema judicial (jueces y fiscales) viene demostrando su incapacidad para investigar, estructurar y presentar una buena y oportuna acusación, para lograr una justa y oportuna sentencia, y no pasarse los años en procesos mal manejados, que al término de décadas y tras sentencias en corte suprema, se reabren, para empezar de nuevo. Los sistemas de seguridad PNP y FFAA, cada vez más decadentes, con jefes acusados y sentenciados por inconductas y robos, oficiales y personal subalterno cada vez más desmoralizado y todos mal remunerados. Estructura del Estado diseñada para la improductividad y el robo, tanto en gobierno central, regionales y locales. Congresistas impresentables, sin valores, preparación, ni visión de largo plazo.

Cuando las cosas estaban “de mírame y no me toques”, aparece en el congreso, las grabaciones del presidente Vizcarra, en una “coordinación de la estrategia” con su grupo de colaboradoras, que al mejor estilo de “la banda del choclito”, se preparaban para sostener una más de las mentiras que el ejecutivo ha venido manejando durante estos últimos años. En esencia, se armó el “aquelarre”, donde ya nadie se salva y quien sostenía ser “el abanderado de la lucha contra la corrupción”, termina siendo el Satanás, rodeado de brujas y brujos para este episodio.

¿Qué le ha pasado a nuestro país para que tenga que caer tan bajo? ¿Por qué tiene el Perú que soportar esa mediocridad y delincuencia, copando todos los poderes del Estado? ¿Por qué se ha perdido la dignidad y el concepto del honor? Nuestro país del día de hoy y camino al bicentenario, tiene más de 32 millones de ciudadanos que no merecemos estar en manos de esta gente. No es posible que se haya destruido la institucionalidad, que la delincuencia se haya entronizado y que el tango “cambalache” parezca un himno compuesto para esta efeméride.

La disyuntiva en este momento es; ¿debe Vizcarra ser vacado por su evidente incapacidad moral, confirmada por las grabaciones? ¿Debemos sostenerlo, a pesar de todo, ante las crisis sanitaria y económica que enfrentamos, para que concluya los meses que le faltan? ¿Nos podemos imaginar la catástrofe fiscal, teniendo al Sr. Merino de presidente y dando curso a la hemorragia legislativa populista, promovida por un congreso desbocado? Evidentemente, en ninguno de los casos, Vizcarra tendrá autoridad alguna para conducir los destinos del país y por lo tanto, sería necesario generar un “pacto de gobernabilidad”, que permita convocar a un Primer Ministro, con peso propio y capacidades personales y políticas, capaz de constituir un gabinete, para conducir el proceso electoral con neutralidad, concluir el mandato y entregar la casa ordenada a quien resulte elegido.

En este “aquelarre”, la figura del Presidente de la República debería pasar, claramente, a un segundo plano, pues a toda la incapacidad demostrada durante su mandato, acaba de agregar la incapacidad moral y el deshonor. Lampadia




Continuidad y meritocracia en la carrera pública

La Cuadratura del Círculo es un espacio producido por IIG – Infraestructura institucionalidad y Gestión, con la colaboración de Lampadia como media partner.

Presentamos el siguiente video sobre continuidad y meritocracia en la carrera pública.

Participan Juan Carlos Cortez, ex presidente de SERVIR, como invitado, Jaime de Althaus y Fernando Cilloniz.

Las opiniones vertidas en este programa no necesariamente representan la opinión institucional de IIG sobre los temas tratados.




Pandemia acabaría a fines del 2021

Recientemente Bill Gates ha vuelto a ofrecer sus apreciaciones de los avances en el combate mundial a la pandemia, lanzando como pronóstico un posible término hacia fines del 2021, período en el que él cree que un porcentaje apreciable y suficiente de la población mundial (entre 30-60%) se encontrará vacunada para contener la enfermedad (ver artículo de The Economist líneas debajo).

Este pronóstico debe llamarnos la atención a reforzar los mecanismos de prevención y atención hospitalaria no solo de covid 19 sino también de otras enfermedades graves porque, como bien señala Gates, hasta que aflore la producción masiva de vacunas, se van a seguir desatando millones de muertes por otras enfermedades más o igual de graves producto de la misma emergencia sanitaria. En ese sentido, si se va a sesgar la atención hacia enfermos por covid 19, ello debe tener en cuenta el grado de mortalidad de otras enfermedades letales como el VIH, el dengue, la tuberculosis, entre otras, y no dejarlas de lado.

Por otra parte, el redoblar los esfuerzos a diversificar la compra de vacunas  en todas las etapas de prueba clínica (no solo de las últimas) debe ser un imperativo nacional (ver Lampadia: Gastemos mucho más en vacunas) puesto que, en palabras de Gates, las disputas políticas en EEUU están inhibiendo el crecimiento de los fondos para la producción de vacunas hacia los países pobres.

Si bien las iniciativas del gobierno de coordinar con 5 laboratorios extranjeros la adquisición de 30 milllones vacunas que ya están en la última fase clínica son positivas, se debe también iniciar conversaciones con otros cuyas vacunas no se encuentren necesariamente en fase final, pues eventualmente podrían llegar a ellas.

En conclusión, si bien las advertencias de Gates no son del todo positivas, sí nos dan visos de qué políticas hacer en el mediano plazo para lidiar con la crisis hasta que acabe. Pero sobretodo nos dan esperanzas de que habrá luz al final del tunel, pero que para llegar a ella sin una calamidad social, se deben implementar acciones inmediatas desde la politica pública. Lampadia

Un pronóstico mixto
La pandemia de covid-19 terminará a fines de 2021, dice Bill Gates

Pero millones de muertes aún están por llegar en los países pobres

The Economist
18 de agosto, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Millones más van a morir antes de que termine la pandemia del covid-19. Ese es el duro mensaje de Bill Gates, cofundador de Microsoft y uno de los filántropos más grandes del mundo a través de la Fundación Bill y Melinda Gates, en una entrevista con Zanny Minton Beddoes, editor en jefe de The Economist, a principios de agosto. La mayoría de estas muertes, dijo, no serían causadas por la enfermedad en sí, sino por la mayor presión sobre los sistemas de atención médica y las economías que ya estaban luchando. También lamentó la politización de la respuesta al virus en EEUU y la propagación de teorías de conspiración, algunas de las cuales lo implican, las cuales han frenado los esfuerzos para contener la propagación de la enfermedad. Pero ofreció razones para la esperanza a mediano plazo, prediciendo que para fines de 2021 se produciría en masa una vacuna razonablemente eficaz, y una parte lo suficientemente grande de la población mundial estaría inmunizada para detener la pandemia en su camino.

Gates había pasado gran parte de su tiempo pensando en virus y vacunas, mucho antes de que el nuevo coronavirus fuera detectado por primera vez en Wuhan, en la provincia china de Hubei, a fines del año pasado. La Fundación Gates es fundamental para la alianza mundial que intenta erradicar la poliomielitis mediante la vacunación de todos y para aliviar la carga de la malaria y encontrar una vacuna contra ella. Han pasado varios años desde que advirtió que una nueva enfermedad que causaba una pandemia global era una cuestión real, no cuándo, y pidió que el mundo realizara “Juegos de gérmenes” en la línea de los juegos de guerra llevados a cabo por ejércitos. La fundación ya ha prometido más de 350 millones de dólares para la respuesta a la pandemia del covid-19, gran parte de la cual se centra en reducir su impacto en el mundo en desarrollo. Pero se necesita más. “Todos necesitamos gastar miles de millones para sacar la vacuna y salvar los trillones que están causando el daño económico”, dice.

Los datos dispersos dificultan la evaluación de la verdadera magnitud del daño en muchos países pobres. Para el 17 de agosto, los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, un organismo de salud pública, habían registrado más de 1 millón de casos y más de 25,000 muertes por covid-19 en África. En India, se registra que casi 52,000 murieron a causa de la enfermedad. El número real en ambos lugares probablemente sea mucho mayor. Pero el coronavirus no es la única fuerza letal en juego en el mundo en desarrollo azotado por la pandemia. Las millones de muertes que predice Gates serán causadas no solo directamente por el covid-19, sino también por los efectos colaterales. Casi el 90% serán muertes indirectas, dice. Los encierros reducirán el acceso a vacunas y medicinas para otras enfermedades. Aumentarán las muertes por malaria y VIH. Una menor productividad agrícola hará que el hambre se propague y las tasas de educación caigan. Cuando se trata de la lucha contra la pobreza, el virus podría acabar con una década de logros.

Para mitigar ese riesgo, Gates pide a los países ricos que compren vacunas para los pobres. Esto no es del todo altruista: si algunos países siguen siendo reservorios de la enfermedad, seguirá apareciendo nuevamente en otros. Si las vacunas tienen un precio lo suficientemente alto en los países ricos para cubrir los costos fijos de producción (ensayos clínicos, construcción de fábricas, etc.), el costo marginal de abastecer a los países pobres sería relativamente modesto: del orden de US$ 10,000 a 12,000 millones en total. Él ve que la mayor parte de ese dinero proviene de EEUU, que también otorga «con mucho la calificación más alta» en investigación y desarrollo de una vacuna, lo que representa el 80% del total mundial. Espera ver el dinero prometido para comprar vacunas para el mundo pobre en el próximo proyecto de ley de gastos suplementarios del Congreso.

Que eso suceda depende de la política. Las negociaciones del Congreso sobre el próximo paquete de estímulo de EEUU se han estancado durante semanas. La marcada polarización política del país ha complicado su respuesta al virus, introduciendo problemas que otros países no enfrentan. El simple hecho de usar una máscara se ha convertido en una declaración política, en lugar de una cuestión de buscar y luego seguir el consejo de un experto, como es el caso en casi todas partes. De manera deprimente, Gates piensa que esto no se puede deshacer, incluso si las elecciones de noviembre significan un cambio de dirección en la cima. Una vez que se pierde la confianza del público y una política se ha desplazado del ámbito de los análisis de costo-beneficio al partidismo, no es fácil revertirlo. Bajo la presidencia de Joe Biden, piensa Gates, negarse a usar una máscara podría convertirse en una forma para que los partidarios de Donald Trump expresen su enojo y resistencia.

La falta de liderazgo en EEUU también ha obstaculizado la respuesta a la pandemia fuera de las fronteras del país. La única superpotencia del mundo lleva mucho tiempo a la cabeza de los esfuerzos mundiales de salud pública y, sin ella, el consenso es mucho más difícil de forjar. Y el ambiente en muchos países es de retroceso del multilateralismo y cooperación a través de instituciones internacionales. Es difícil ver que esa tendencia se invierta, ya que la enfermedad está afectando fuertemente los ingresos del gobierno en todas partes. La generosidad, no importa lo beneficiosa que sea tanto para el donante como para el receptor, es escasa cuando se reducen los presupuestos.

No basta con que haya una vacuna: la gente tiene que estar dispuesta a tomarla. Y en esto, también, los estadounidenses se están quedando atrás. Una encuesta reciente de Gallup encontró que uno de cada tres no estaría de acuerdo en recibir una vacuna aprobada por la FDA, incluso si fuera gratis. Pero aquí la noticia es más favorable. La última investigación, explicó Gates, sugiere que los otros coronavirus en circulación y la inmunidad parcial que brindan las vacunas que ya están en uso para otras enfermedades, ya otorgan una medida de protección contra el covid-19. Tampoco es tan contagioso como otras enfermedades. La mejor estimación actual es que entre el 30 y el 60% de la población mundial necesitará una vacuna eficaz para detener la pandemia. “Afortunadamente, esto no es sarampión. No necesitamos que más del 90% de las personas se vacunen”.

En 2000, cuando Gates renunció como director ejecutivo de Microsoft, la Fundación Gates lanzó GAVI, una alianza global para proporcionar vacunas en países pobres. Su participación en las vacunas contra la poliomielitis y el sarampión lo ha convertido en un experto en garantizar una distribución equitativa, especialmente en los países pobres. Y aquí es donde la perspectiva de Gates es más positiva. Él cree que la vacuna covid-19 será la más rápida jamás fabricada. Si está lista para su distribución en el tiempo que predice, será, con mucho, la vacuna más rápida que haya salido al mercado.

El mundo está en camino de alcanzar este objetivo. Se están desarrollando más de 150 vacunas en todo el mundo, con seis en ensayos clínicos finales a gran escala. Gates ya ha donado cientos de millones a la causa. Está dispuesto a donar mucho más. Pero el dinero de las fundaciones privadas tiene límites: los gobiernos tienen que tomar la iniciativa, piensa, tanto porque es su infraestructura de atención médica la que tendrá que utilizarse para la distribución como para ganar el apoyo y la confianza del público. Hasta ahora, se han comprometido a aportar unos US$ 10,000 millones aproximadamente a los esfuerzos globales para fabricar y distribuir vacunas. Esto no es suficiente. Lampadia




Se hace política con mentiras

Como todos hemos visto en los medios de comunicación, una de las campañas políticas contra el sector privado se refiere al precio de los medicamentos. Se ha llegado a declarar que en el Perú tenemos los medicamentos más caros de América Latina, cuando la verdad es que los medicamentos en el país son 37% más baratos que el promedio de la región, y los medicamentos genéricos puros cuestan en promedio 70% menos que en los demás países.

Según IPSOS, los medicamentos en Perú son 37% más baratos que el promedio en Latinoamérica

«El Estudio de IPSOS demuestra que gracias a niveles de competencia saludables en el mercado y las eficiencias en costos a las que pueden acceder las cadenas de boticas, los precios de los medicamentos en Perú son 37% más bajos en promedio que en otros países de Latinoamérica. Esto significa que el gran reto del Estado ahora es asegurar un correcto abastecimiento de medicamentos en hospitales públicos, ya que el 80% de las órdenes de medicamentos viene de recetas del sector de salud público. Y, además, debe seguir combatiendo la informalidad y falsificación de medicinas, que atentan contra la salud de los consumidores. Por ello es crítico continuar con campañas de información y reforzar los controles de calidad para poder asegurar la efectividad de las medicinas ¿Cómo logramos que la población tenga acceso a medicamentos seguros y de calidad? Hacia allí debemos enfocar todos nuestros esfuerzos de manera coordinada.»

Carla Sifuentes, Directora de la Asociación Nacional de Cadenas de Boticas (ANACAB)

Además, durante los últimos años, esta diferencia favorable de precios, vis a vis las necesidades de la población, a mejorado desde un menor precio relativo de 28% a menos 37%.

El estudio también muestra las diferencias relativas por tipo de medicamento, como puede verse en el siguiente gráfico:

El estudio de IPSOS “Levantamiento de precios en medicamentos LATAM 2020”, se ha hecho por tercer año consecutivo y muestra resultados para siete países de Latinoamérica.

Para la realización del estudio se compararon 73 medicamentos en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú. Los medicamentos fueron clasificados en 3 grupos: Innovadores, Genéricos de Marca y Genéricos Puros.

Sifuentes señaló que para obtener estos resultados, Ipsos Perú recolectó los precios de cada medicamento en al menos tres puntos de venta por país. En el caso de Perú, se eligió los establecimientos de las cadenas de farmacias Inkafarma, Mifarma y Boticas y Salud.

“La evidencia indica que los medicamentos en el Perú, no tienen un problema de precios. La oportunidad de mejora para solucionar el problema de acceso a medicamentos estaría en dinamizar el abastecimiento del sector de salud público, ya que este concentra más del 90% de la demanda y el 78% de la dispensación de medicamentos a la población”, sostuvo la Directora de ANACAB.

Puede verse el estudio completo en el siguiente enlace: https://www.ipsos.com/es-pe/medicamentos-en-latinoamerica

En conclusión se puede afirmar que los precios de medicamentos en el Perú son más baratos que el los principales países de la región.

¿Por qué entonces se hacen campañas políticas y mediáticas, afirmando lo contrario?

Básicamente, porque en el Perú tenemos una izquierda decimonónica que sigue pensando que su oferta política debe basarse en la destrucción del estatu quo. Son los reyes del síndrome del ‘vaso medio vacío’, y desconocen todos los tremendos avances sociales de los últimos 25 años, que permitieron reducir la pobreza de 60% a 20%, disminuir la desigualdad, crear una gran clase media emergente, mejorar los ingresos de los peruanos llevando el PBI per cápita de US$ 600 (1990) a US$ 10,000 y aumentar significvativamente las finanzas públicas.

Que nuestros políticos no hayan sido capaces de aprovechar el crecimiento para mejorar suficientemente la educación, la salud y las infraestructuras, no es porque faltó crear riqueza, sino porque no nos deshicimos de la corrupción y la incapacidad en la gestión pública.

Otro fenómeno que complotó contra un mayor desarrollo es el clientelismo, expresado en la grosera multiplicación de la burocracia. La burocracia inservible. En el siguiente gráfico de Fernando Cillóniz, podemos apreciar el crecimiento de la burocracia pura desde el año 2,000, que se multiplicó por 8. Este indicador es de la burocracia pura, pues  excluye del mismo a los maestros, médicos, enfermeras, jueces, fiscales y miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales; en comparación de la evolución de la recaudación tributaria, que creció 5 veces.

Así es pues cuando la mentira es la plataforma de la oferta política. Por ello es muy importante hacer análisis profesionales y difundir los resultados. Los peruanos necesitamos buena información de la realidad para poder acometer la tarea de la prosperidad. Lampadia




Siempre hay un cisne negro

Gonzalo Galdos
Publicado en @FactorEjecutivo

La teoría del cisne negro, de Nassim N. Taleb, es una metáfora que describe un suceso, sorpresivo o inesperado, de gran impacto socioeconómico y que recién, una vez que ha sucedido, se racionaliza por retrospección inapropiadamente; es decir, se explica en forma retroactiva para que luzca como predecible o explicable y, por tanto, trata de dar la impresión de que puede anticiparse.

En el caso de la pandemia del COVID-19, cuyos fatales estragos estamos sufriendo actualmente, han sido numerosos los intentos de explicar o, mejor dicho, justificar la falta de previsión y preparación de gobiernos, autoridades, sistemas de salud, empresarios, instituciones y personas, para enfrentar un evento de trágica magnitud. En adición a ello, algunos políticos y líderes de opinión quieren persuadirnos a pensar que era impredecible y, por tanto, que les perdonemos a los responsables una negligencia acumulada durante años por la falta de un mínimo análisis o, sencillamente, su absoluta incompetencia.

A pesar de ser poco frecuentes, la historia está plagada de cisnes negros, los mismos que fueron muy visibles y tangibles en su momento de aparición, porque el impacto que tuvieron fue de tal magnitud para el mundo entero que llegaron a cambiar la forma de vida de las personas. Por eso, resulta muy sorprendente cómo se les llega a olvidar, al punto de que en pocos años son ignorados o descartados, tal como lo fue esta pandemia desde su inicio. Para entender esa amnesia selectiva, merece la pena prestarle atención a ciertas características que hacen invisibles a los cisnes negros para la mayoría de los mortales.

  • En primer lugar, son eventos de muy baja probabilidad de ocurrencia, por ello, son subestimados; sin embargo, a medida que el tiempo transcurre, esta probabilidad va en aumento, como la de un terremoto o incluso un cataclismo.
  • La segunda característica es que, luego de que un evento de este tipo se produce, existe la tendencia (o tal vez la necesidad psicológica) a pensar que ya no volverá a ocurrir en la misma magnitud; un supuesto muy arriesgado que no tiene fundamento.
  • Y tercero, existe la creencia de que ya aprendimos a controlar y gestionar el evento la última vez que ocurrió, sin tomar en cuenta que quizás los que así lo hicieron ya no viven o no transmitieron sus aprendizajes a los posteriores responsables.

Estas características son propias de los sesgos que afectan nuestras decisiones y nuestro comportamiento, siempre aportamos mas evidencia de que somos la especie más torpe, cuando se trata de cometer varias veces el mismo error. La del COVID-19, No ha sido la primera pandemia en el mundo, ni será la última. Tampoco la más grave, pero todo indica que hemos aprendido muy poco de experiencias previas.

Debido a mi afición por el tenis, he tenido acceso al caso de una institución que sí aprendió las lecciones de su experiencia funesta con una pandemia y que podría ser un ejemplo de perseverancia en el entendimiento de la teoría del cisne negro. Se trata de la Junta del All England Lawn Tennis Club (AELTC) que canceló, por primera vez desde la segunda guerra mundial, el torneo más importante del mundo: el Grand Slam de Wimbledon, pero al hacerlo cobró una póliza de seguro por pandemia de 141 millones de euros, a los que se suman una serie de ahorros por la cancelación de otros 45 millones.

Si bien es cierto que Wimbledon factura normalmente 300 millones de euros incluyendo los derechos de TV y el merchandizing, las ganancias al final de un buen año son solo de 45 millones, dentro de los costos está considerado el pago anual de la póliza que asciende a 1.5 millones. Lo interesante del asunto es que tomaron esta póliza contra pandemias en el año 2003, como consecuencia de la crisis sanitaria del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave). No cabe duda de que la decisión de tomar el seguro hoy se aprecia como muy buena y en ese entonces seguramente se vería como muy razonable. Pero lo que pocos saben es la enorme persistencia que tuvieron para mantener intacto el pago anual del seguro por 17 años, a pesar de los pedidos cortoplacistas de muchas personas y administraciones tratando de ahorrarlo por considerarlo una exageración. Ese fue el verdadero reto y también el mérito, consistió en mantener la memoria institucional intacta y los buenos resultados son evidentes. En contraposición, ninguno de los otros tres torneos de grand slam tomó un seguro similar y hoy enfrentan graves crisis.

Si su sentido de previsión y capacidad de aprendizaje le ha impresionado, debo informarles que, por si fuera poco, el seguro también incluye ataques terroristas y hasta la cancelación del torneo por duelo nacional ante el fallecimiento del monarca, cuyo antecedente existe, aunque el más cercano se remonta a 1930. Podríamos decir que el AELTC es la excepción que confirma la imprevisión de los demás. Sin embargo, y a pesar de nuestros sesgos, se puede aprender por vecindad. En las mismas fechas, el Royal & Ancient Golf Club, organizador del Grand Slam Open Británico de golf, también canceló su torneo y cobró un seguro similar por una suma no revelada.

Todo indica que la verdadera lección en muchos ámbitos de la actividad humana es que no nos debemos preguntar si realmente existen los cisnes negros solo porque no los hemos visto. Las preguntas correctas serían ¿cuándo podremos verlos? y ¿estaremos preparados? Lampadia




Estrategia, método y disciplina

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Ya nadie duda que, aún con los números preliminares del MINSA, el Perú ha alcanzado el lamentable primer puesto a nivel mundial de fallecidos por millón de habitantes por Covid-19, entre los 10 países con más fallecidos. En paralelo, también hemos pasado de ser el caso emblemático de solidez económica a nivel mundial, a convertirnos en el país más impactado en su economía, como producto de esta epidemia, con una caída estimada del PBI para este año de entre 12% y 14%, habiendo tenido meses de hasta -40% y una impresionante pérdida de empleos formales.

Tenemos pues entre manos un problema serio y complejo y me temo que no estamos debidamente entrenados para manejar estos problemas complejos, ni estamos usando las herramientas necesarias para su manejo. A riesgo de ser criticado por los políticos por darle un enfoque empresarial, quisiera que juntos rompamos ese mito y veamos, que para esta, como para cualquier otro “tipo de guerra”, se necesita: estrategia, método y disciplina.

Allá por el año 1990, Robert S. Kaplan y David P. Norton, comenzaron a diseñar lo que en 1992 lanzaron al mundo académico, empresarial y de entidades no lucrativas, con el nombre de “Balanced Scorecard” (BSC), que fue la herramienta preliminar para trabajar y hacer seguimiento al cumplimiento de metas y objetivos de cualquier organización, debidamente alineados al cumplimiento de una estrategia equilibrada o balanceada. En el tiempo, esta herramienta ha sido mejorada y ahora bajo el nombre de “BSC Focusplus”, se trabaja; el diseño de una adecuada Arquitectura Estratégica, el desarrollo del Plan Estratégico y el enfoque que se debe tener para el Gerenciamiento Estratégico usando la Hoja de Ruta correspondientes, para monitorear su ejecución y alcanzar los objetivos trazados, sin privilegiar, ni postergar algunas líneas de acción.

Menciono esto, porque de inmediato apareció la discusión de si de debía privilegiar lo sanitario o lo económico, una discusión bizantina, pues se trata de tener un manejo equilibrado de ambos dominios, ya que no se puede mejorar la salud sin manejar bien lo económico y viceversa.

En primer lugar, es esencial partir de data correcta y por eso se reclama tanto, transparentar los números de contagiados y la cantidad de fallecidos, sin aferrarse a concepciones restrictivas. Fallecidos por COVID-19, no son sólo los que tienen un certificado COVID-19 positivo, sino como explicaba una médica, ex-ministra de Salud, “si camina como pato, tiene plumas como pato, nada como pato y hace cua cua, es pato, aunque no tenga certificado de pato”. Sólo la data sincera, clara y transparente, permitirá un análisis serio y diseño de una estrategia que pueda dar resultados, que a la postre es lo que nos interesa.

Una información clara y descarnada del nivel de contagios, factor R y tasa de letalidad, sería un elemento altamente disuasivo para influir en la población, pues parte de este esfuerzo es contar con una sólida Estrategia de Comunicación. La única consecuencia del ocultamiento o edulcoramiento de la realidad, es generar una sensación de confianza absolutamente falsa, que conduce a bajar la guardia, cuando debiéramos estar en alerta absoluta.

Otro elemento fundamental, es generar condiciones que permitan la higiene necesaria, dando facilidades con instalaciones temporales de agua potable para quienes no lo tienen. Igualmente, replantearnos el transporte público de pasajeros, ampliando la oferta de ómnibus del Metropolitano y líneas alimentadoras, con tarifas subsidiadas, eliminándose la congestión en las estaciones o paraderos y sacando del mercado, por precios, a las “combis” y colectivos, puntos de alta transmisión y diseminación de la enfermedad.

Pensando en el manejo de la salud, la importancia de la data sanitaria mencionada radica en que, sólo contando con ella se puede calcular el real factor R (nivel de contagio) y tasa de Letalidad (porcentaje de fallecidos respecto a los infectados), elementos fundamentales para diseñar la estrategia sanitaria. Estos dos factores nos permiten a su vez, definir cómo actuar en una determinada demarcación territorial si el nivel de contagio es bajo, regular o alto y qué plan y objetivos definir. Del mismo modo, dependiendo del nivel, se determinaría el tipo de herramientas médico-sanitarias a usar; preventivas, procedimiento médico temprano (con medicación), aislamiento con monitoreo médico presencial, telemédico o facilidades UCI.

El manejo de este Plan Estratégico debe ser a tres niveles; una ruta estratégica Nacional conducida por un equipo del gobierno central, quien diseña la estrategia, su arquitectura y el tablero de control, siendo además el responsable de tomar las medidas correctivas ante las desviaciones de este “BSC Focusplus”. Este equipo del gobierno central, de la mano de los responsables de cada región, diseña la ruta estratégica Regional. Igualmente es el equipo regional quien monitorea y reporta el cumplimiento del plan y sus resultados, acorde a la Hoja de Ruta, coordina las acciones tácticas y operativas con el personal sanitario en campo e informa todo lo actuado al gobierno central. Este trabajo de monitoreo de sanos, contagiados y la evolución de la enfermedad de estos hasta su recuperación absoluta (alta médica), debe realizarse con apoyo de geomática usando la telefonía celular de la ciudadanía, capaces de enlazarse a las centrales regionales.

Respecto de la Arquitectura estratégica, se debe clasificar a cada provincia en función del Factor R y de la tasa de letalidad, clasificando si están dentro de los límites inferior o superior de cada categoría (rojo, ámbar o verde) y esta apreciación de las provincias, permitirá definir la situación de la Región y la estrategia a aplicar, tanto en lo sanitario, como en cuanto a la actividad económica.

Ciertamente, el levantamiento inicial data de contagios debe de hacerse con pruebas moleculares, haciendo también el seguimiento de la cadena de contactos, con pruebas moleculares a toda la cadena, poniendo en cuarentena a los contagiados (cerco sanitario). En las localidades donde no se haya desbordado el contagio, sería conveniente “ir a buscar el Covid-19” de casa en casa, tratando de identificar por examen clínico, seguido de prueba molecular confirmatoria y atendiendo estos casos con la medicación temprana conocida (Ivermectina, Azitromicina, Hidroxicloroquina, Paracetamol y Dexametasona), dando seguimiento telefónico de temperatura, presión y nivel de saturación de oxígeno, para apoyar con oxígeno ante una baja de dicho nivel de saturación. Con estos procedimientos del primer nivel médico, que perfectamente lo pueden monitorear; técnicos sanitarios, enfermeros, estudiantes de medicina o miembros capacitados de las fuerzas del orden, se evitaría, en un altísimo porcentaje, llegar a UCI e incluso, en muchísimos casos, el requerimiento de oxígeno.

La reactivación económica es la otra línea de este plan, que requiere también de un análisis cuidadoso. Si bien fue interesante la primera acción encaminada a dar sostenimiento financiero a las personas y empresas, que abruptamente perdieron sus ingresos por ventas o remuneraciones, esta llegó tarde y disminuida (se ha desembolsado un bono calibrado para una quincena, cuando ya llevamos cinco meses de cuarentena). En el caso de las empresas, impedirles romper la cadena de pagos fue una importante solución financiera de corto plazo, pero la “reactivación económica”, léase de activar producción y ventas, debió encararse y aún no se hace.

Para empezar, el MEF debería mostrarnos el impacto a la fecha del COVID-19 sobre; las cuentas nacionales, la caja fiscal, la balanza de pagos y el empleo formal e informal. Con esos datos a la mano, debiera compartir los escenarios de recuperación de esos indicadores y nuestras mejores opciones para realizarlo. No pueden decir, sin demostrarlo cuantitativamente, que con los empleos temporales del programa “Arranca Perú”, algunos proyectos de inversión pública y el financiamiento a las MYPES vamos a recomponer las exportaciones, recuperar la recaudación tributaria y los más de 4 millones de puestos de trabajo formal perdidos a nivel nacional.

Debió diseñarse esta reactivación, considerando lo que debemos calificar como actividades esenciales, sea por que nos proveen el sustento alimentario o porque siendo actividades de exportación, no están sufriendo el impacto negativo de demanda que soporta el mercado de consumo interno.

De la mano de estas actividades esenciales, debieran haberse activado los proveedores de bienes y servicios que, de acuerdo a la tabla insumo/producto de cada una de estas actividades, se requiere para una fluida producción, transporte y comercialización de estas actividades esenciales. El criterio de fases que se aplicó, no contemplaba el carácter sistémico de la actividad económica y por eso fue tan trabado.

El otro factor fundamental a tener en cuenta, es la capacidad de creación de renta, de empleo formal y de aporte tributario, de divisas y generación de estímulo de demanda a otras actividades, pues sin un estímulo a la demanda de consumo interno, las MYPES no tendrán opción de sostenerse.

Considero que si no se diseña una Estrategia, se aplica un Método adecuado y se monitorea con Disciplina, seguiremos siendo el país más golpeado del mundo, en lo sanitario y en lo económico. Lampadia




Una estrategia sanitaria potente y conjunta entre gobierno y sociedad civil

Pruebas moleculares masivas podrían llegar en 10 días
Entrevista de Jaime de Althaus en Lampadia

Omar Neyra explica en esta entrevista qué estrategia deben seguir el gobierno y la sociedad civil en conjunto para derrotar a la pandemia. Se trata de buscar e identificar a los infectados y a sus contactos, aislarlos y alimentarlos, para cortar la cadena de contagios, con la participación del empresariado para dar capacidad logística, y de las propias organizaciones vecinales o barriales que cumplirían varios roles (educación, control, ollas comunes, etc.), conectando a las empresas con esas organizaciones. Esto supone aplicar masivamente pruebas moleculares, que pueden estar en el Perú en 10 días. También se trata de lanzar una gran campaña de comunicación inteligente para orientar las conductas, usando incluso los celulares. Y anuncia una iniciativa de la sociedad civil con una central para recibir todas las ayudas y los aportes y canalizarlos donde se necesite.

Lampadia




Mejor en lo sanitario (aunque insuficiente), y pobre en recuperación económica

EDITORIAL DE LAMPADIA

Mejor en lo sanitario (aunque insuficiente), y pobre en recuperación económica

La exposición de la política de gobierno del presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos, estuvo dirigida a contentar a los parlamentarios para obtener el voto de investidura. Evitó, entonces, como veremos, las medidas cruciales necesarias para recuperar rápidamente la economía y el empleo, y priorizó la explicación de ciertas mejoras en la estrategia sanitaria, algo que sin duda había sido un vacío en la exposición de Pedro Cateriano.

Pero las mejoras anunciadas en la estrategia sanitaria siguen sin dar la talla necesaria. Afirmó que “ganar esta batalla requiere del trabajo conjunto y organizado de todos los niveles de gobierno, el empresariado y la sociedad civil”. Pero no explicó cómo participaría el empresariado ni lo convocó a tarea alguna, ni menos aun a un comando público-privado, algo que Cateriano sí había hecho al anunciar que diversos gremios empresariales se unirían al Comando COVID.

Anunció que se profundizará la “Operación Tayta”, que se ampliará a varias regiones del país, pero no solicitó el aporte de la capacidad tecnológica y logística del sector privado para realmente ampliar de manera sustantiva la cobertura de esa estrategia. Consiste en ir a buscar a los contagiados más vulnerables en sus casas en los barrios más infectados, aislarlos y atenderlos. Pero hasta ahora el alcance ha sido muy limitado por falta de capacidad logística precisamente. No dio cifras ni metas de alcance. Para que su impacto sea significativo, necesita incorporar al sector privado.

Hay otras iniciativas privadas alcanzadas al gobierno sobre contact tracing y estrategia conductual, por ejemplo, que no han sido recogidas. Anunció, en cambio, la implementación de Centros de Atención Rápida Temporal en los distritos con mayor incidencia epidemiológica del Covid-19, con tratamiento sanitario a cargo del primer nivel de atención, nivel que en realidad ha sido relativamente desactivado. Veremos si funciona. Y la potenciación de los 1175 equipos de respuesta rápida que, por lo visto, hasta ahora no han tenido los resultados esperados.

Tal parece que se ha abandonado Te Cuido Perú, programa orientado a aislar y abastecer a los contagiados para cortar la cadena de contagios. Con logística privada hubiese podido funcionar.

Necesitamos una respuesta más potente para vencer a la pandemia. No ha sido presentada.

Pero donde la exposición fue muy pobre, fue en lo relativo a la recuperación económica. No se puede gobernar con el mínimo común denominador, es decir, con un plan menos que mediocre, cuando se ha tenido la caída más grande del globo. La visión que queda es que la economía se va a recuperar a través de ilusos programas estatales de empleo temporal en la ciudad y en el campo, de asistencia técnica y compras a Mypes (que apenas benefician a 30 mil y 14 mil empresas respectivamente, cuando hay 3 millones de Mypes), de una aceleración sin precedentes de la inversión pública -que sería un milagro-, y de unas APPs que son las mismas que hace años se anuncian y nunca se concretan.

Por supuesto, nada explícito acerca de simplificar regulaciones sectoriales y flexibilizar la contratación de personal para beneficiar a 3 millones de mypes y no solo al 1%, y recuperar rápidamente empleo. Nosotros habíamos sugerido que se convoque a los gremios de mypes para consultarles qué regulaciones sectoriales y laborales requieren para salir adelante y volver a dar empleo. E interesantemente algo de eso ha sido recogido cuando el Premier anunció la creación de “la Mesa Ejecutiva para el desarrollo de las MYPEs”, para identificar y solucionar los cuellos de botella, barreras y problemas que afectan y limitan la productividad de las MYPEs, lo que “engloba aspectos de regulación y de gestión”. ¡Ojalá esa mesa ejecutiva tenga la dinámica y el peso suficiente!

Se curó en salud omitiendo por completo referencia alguna a la gran palanca reactivadora que serían los proyectos mineros. Ese silencio es el más claro síntoma de la enfermedad ideológica peruana. Sin embargo, las bondades de la minería se insinuaron implícitamente cuando anunció que enviará “un proyecto de ley para establecer un mecanismo que permita estabilizar los recursos de canon, sobrecanon y regalía minera del vaivén de las cotizaciones internacionales a partir de establecer ahorros en un fondo de estabilización de estos recursos”. Quizá allí se coloque esos 13 mil millones de soles que Cateriano reveló que los gobiernos regionales no han usado. Sería muy bueno que se conformaran unidades ejecutoras en las zonas mineras para usar esos recursos en planes integrales de desarrollo, con los alcaldes no en la ejecución sino en el directorio. 

Puso énfasis en los programas sociales, cuando el mejor programa social es una reactivación económica acelerada por medio del tipo de medidas tabú no mencionadas. Nuevamente, no se aprovechará el segundo bono universal para hacer inclusión financiera, pues se lo distribuiría principalmente mediante la banca celular. Ni siquiera mencionó la cuenta DNI anunciada en el discurso de Cateriano.   

En lo directamente político, no le propuso al Congreso trabajar una agenda legislativa conjunta, algo fundamental para encauzar los impulsos populistas y alinear los esfuerzos nacionales contra la crisis. Sin embargo, sí reveló que le ha pedido a los ministros encargados de cada departamento, que se reúnan con los congresistas de su región para viajar juntos y sumar esfuerzos en la lucha contra la pandemia. Muy buena idea.

En el tema de la reforma política insistió en la eliminación del voto preferencial, lo que es necesario, pero sigue faltando demandar la aprobación de las reformas de gobernabilidad para facilitarle el trabajo al próximo gobierno, que deberá reconstruir la economía nacional.

En suma, un discurso que brilla principalmente por lo que no se dijo. Lampadia