¿Qué pasó con la nobleza que obliga?

En el preciso momento en que iban a empezar las conversaciones de los técnicos para tratar que el diálogo que sostuvieron los partidos con el Primer Ministro, Juan Jiménez Mayor, aterrizara en promover inversiones y destrabar proyectos, desde el oficialismo y la oposición, se dedicaron a derribar los débiles puentes que se habían construido. Primero, Fuerza Popular y Perú Posible anunciaron que no enviarían a los técnicos, porque el Presidente Humala no había participado en las conversaciones ni había mostrado compromiso con el proceso. Luego el propio Jefe de Estado hizo explotar las cargas explosivas y el diálogo se rompió. Humala enfatizó que el hecho de que tres ex presidentes del Perú afronten problemas judiciales (uno sentenciado y dos investigados) afectaba la imagen internacional del país, y en seguida, el Mandatario le cargó las tintas al amparo que Alan García presentó contra la Megacomisión. Sobre la marcha, el partido aprista informó que los técnicos de la estrella se abstendrían. El diálogo había sido roto, y un nuevo fracaso se sumaba a la política nacional.

El fracaso del diálogo se produce cuando se hace evidente que los temas de la Agenda Pendiente en educación, salud, infraestructuras, instituciones y clima de inversión amenazan en convertirseen una bomba de tiempo para la sostenibilidad del crecimiento. El Foro Económico Mundial acaba de publicar el Índice de Capital Humano del 2013 en el que el Perú sale desaprobado en educación, salud y bienestar y otros. Es decir, desde afuera, ahora, nos  tiran de las orejas por no enfrentar la Agenda Pendiente. Sin embargo, cuando todos deberíamos ponernos de acuerdo en superar estos problemas, el jefe de Estado se dedica a hablar de los problemas judiciales de los políticos. El papel del Primer Magistrado de la Nación es ponerse por encima de las diferencias y representar el sentimiento de todos los peruanos. ¿Cómo entender esta especie de inclinación por lo tanático antes que la afirmación del eros, de la vida y del acuerdo político?

Desde el lado de laoposición las cosas están igual de mal. El Presidente García se ha dedicado a lanzar pedradas al viraje saludable del Presidente Humala. En vez de celebrar el campanazo del jefe de Estado en la Bolsa de Valores de Nueva York se dedicó a ironizar sobre el tema. El fujimorismo se niega a que su lideresa,  Keiko Fujimori, aparezca en la foto del diálogo y no envía a sus técnicos a la segunda ronda de conversaciones. Y, para colmo, el fujimorismo aparece dividido en Cajarmarca, donde tiene gran influencia popular, facilitando el sabotaje de los enemigos del proyecto Conga en las próximas elecciones regionales.

Semejante situación parece indicar que todos los actores de la política habrían decidido darle las espaldas al Perú, y optaran por acumular fracaso tras fracaso en el espacio público. La política convertida en un ring de box. ¡Cuánta diferencia con los éxitos del modelo económico y la economía de mercado que le ha cambiado el rostro social al Perú reduciendo la pobreza y la desigualdad! Necesitamos, pues, que la política empiece a representar los éxitos y las potencialidades del crecimiento y transformación social del Perú de la última década.

¡También queremos el matrimonio entre la política y la economía!




Hablemos del futuro que podemos construir

Desde siempre, nuestro debate político ha estado atrapado por los temas de coyuntura. En medio de las contiendas cotidianas de nuestra vida nacional, muy pocas veces hemos sido capaces de trascender el corto plazo y de explorar, juntos, nuestro potencial de desarrollo, definido como el de una sociedad que alcance el bienestar general y la generación de oportunidades para todos nuestros ciudadanos.

En CADE 96 se propuso la Visión del Perú al 2020: “El Perú será el país latinoamericano más integrado al mundo, en el comercio, la inversión y la tecnología”. IPAE no logró que el país asuma el reto. Luego promovió el Consejo Nacional de la Visión junto con Prom-Perú, Perú 2021 y Agenda Perú, sin lograr impregnar al país de la necesidad de apuntar al largo plazo. Posteriormente Roberto Dañino, como Primer Ministro de la administración del Presidente Toledo, plantea en su primer discurso al Congreso el compromiso de convocar al país para formular una visión compartida de futuro. Lamentablemente, esto terminó en la formulación de 30 políticas y muchos objetivos en el Acuerdo Nacional, que no pasó nunca de ser, la expresión de una serie de cúpulas políticas y gremiales, incapaz de vincularse a la ciudadanía.

Así llegamos al presente, después de 20 años en los que hemos transformado al país promoviendo el regreso de la inversión privada a todos nuestros sectores productivos. Los resultados económicos y sociales son extraordinarios en términos de crecimiento, reducción de la pobreza e inclusive de reducción de la desigualdad. Por primera vez en nuestra historia, la inversión total, pública y privada, supera el 27% del PBI y, hasta hace unos pocos meses, los peruanos, al igual que los extranjeros, veíamos nuestro futuro con un gran optimismo.

Sin embargo, como comenta Felipe Ortiz de Zevallos, “la política, lamentablemente, se ha venido desenvolviendo por carriles poco vinculados a la economía y a la sociedad. Y es más pasadista que futurista”. En este contexto, nuestra vida política, ha venido transitando a una situación de conflicto de todos contra todos, que ya empieza a debilitar nuestras perspectivas de desarrollo.

Esta coyuntura conflictiva nos ha llevado, sin mucha convicción y compromiso, a que el Gobierno convoque a un diálogo con las demás fuerzas políticas, que permita identificar ciertas líneas de acción futuras.

El diálogo debería tener el basamento de nuestras potencialidades. Con este propósito volvemos a publicar un gráfico del HSBC, que muestra la posible evolución de la participación de la población de ingresos medios y altos hasta el 2050. El gráfico prevé que el 2030 tendremos 80% de la población con ingresos medios y altos, (medios – considera US$ 3,000 a 15,000 p.c. por año y altos – US$ 15,000 + p.c. por año). Para el 2050 nos plantea ya 90%, (50% medios y 40% altos).

Este potencial implica que el 2050, habremos dejado de ser un país pobre.

¿Qué nos dice el HSBC, en cuanto a los requisitos para lograr este potencial? Que el crecimiento debiera promediar un 5.5% por año y que necesitamos lograr un buen nivel educativo, instituciones sólidas y cerrar nuestras brechas en infraestructuras.

Agenda del diálogo Pro-Bienestar: crecimiento alto y sostenido, buena educación, instituciones sólidas y mejores infraestructuras.