¿Hacia dónde vamos en América Latina?

En la X Cumbre Internacional de Comercio Exterior organizada por la Cámara de Comercio de Lima, tuvimos como uno de los oradores principales al revolucionario José Piñera, Ex Ministro de Trabajo y de Minería de Chile, Director de la revista Economía y Sociedad, investigador del Cato Institute y creador del sistema privado de pensiones, que desde su creación en 1980 se ha extendido en muchos países.

En las siguientes líneas reflejamos algunos de los mensajes de Piñera sobre la economía de la región y sobre el sistema privado de pensiones:

Piñera nos explicó cómo fue que en América Latina, tanto Chile como Perú lograron ajustar sus economías y emprender la vía del crecimiento y la reducción de la pobreza.

Según Piñera lo que permitió la recuperación de Chile y Perú fue la gran reforma de la apertura de la economía al mundo global y la creación de las AFP. Las AFP fueron las generadoras de capital interno de largo plazo, al tiempo que ofrecían un muchísimo mejor sistema de pensiones que los sistemas públicos de reparto, crónicamente desfinanciados y que nunca podrían dar pensiones decentes.

Lo que no hay que hacer: Miles de jubilados griegos en cola

En el siguiente gráfico de 1950 a 2013, se puede apreciar la evolución del PBI per cápita del Perú, notándose con claridad cómo se produce un quiebre hacia el crecimiento sostenido en 1991, con las reformas indicadas. Lo mismo pasó en Chile unos años antes. Ver el gráfico: 

El Perú además de crecer ha reducido la pobreza desde 55% a 23.9%.

Chile, como el Perú, con su modelo de libre mercado, pudo reducir la pobreza de 50 a 7.8% en un lapso relativamente corto. El sistema de AFPs  chileno tiene hoy día 200,000 millones de dólares, un equivalente del 70% de su PBI.

Piñera nos recordó que mientras EEUU tuvo Padres Fundadores, en Latinoamérica tuvimos, lamentablemente, Generales Fundadores. Esto produjo 100 años de subdesarrollo y de inestabilidad política.

Nos dijo que en Latinoamérica los diarios locales, en las páginas políticas, presentan el pernicioso Realismo Mágico, pero si quieres ver la dinámica social y económica, hay que leer los avisos publicitarios.

“El libre mercado incorpora a las masas sociales a la prosperidad”.

Luego nos mostró el ranking de Libertad Económica para varios países, según el Cato Institute:

Como se puede apreciar, Chile ha tenido un desarrollo espectacular, pero el Perú no se queda muy atrás, pues habiendo estado en 1990 en el puesto 103 de 113 países, hemos avanzado hasta el lugar número 41 entre 157 países.

Esta no es la realidad de todos los países de la región. Brasil, Argentina y Venezuela están al final de la tabla. Según Piñera, Argentina es un país en vías de sub-desarrollo.

Los países del Pacífico Colombia, Chile y Perú, siguen fundamentalmente un modelo liberal. Ecuador es la excepción que confirma la regla. Mientras que los países del Atlántico: Brasil, Argentina y Venezuela, siguen un modelo estatista. Brasil tiene una Constitución estatista, con rigideces que no le permiten ni siquiera reformar su sistema de pensiones.

El modelo de Brasil, Argentina y Venezuela es un gran fracaso, “un modelo económico contra la historia”. Aparte de todos los males que han generado, “están perdiendo a su gente empresarial”.

“Hay un claro triunfo del modelo del Pacífico”.

En cuanto a educación, Piñera considera que el avance tecnológico le hará un bypass a la mala educación. Lamentó que en Chile estén haciendo una reforma educativa en vez de darles a los niños, tablets y software creativo.

En cuanto a la obligatoriedad de afiliación a las AFPs, Piñera comentó que, filosóficamente, debiera ser voluntaria, pero un estudio que hicieron antes de su incepción, demostró que en ese caso nadie se afiliaría. “Sin embargo consideró que en el futuro podría evaluarse que el aporte sea voluntario. En 20 o 30 años más quizás, cuando todo el mundo sea más serio y responsable”. Lampadia




Desmitificando al ‘Cuco’ del FMI

Comentario de Lampadia

En el Perú estamos a días de la reunión anual del FMI (Fondo Monetario Internacional) y del BM (Banco Mundial), que se desarrollará en Lima, en el complejo del nuevo auditorio del Banco de la Nación, el Museo de la Nación, el Gran Teatro Nacional y la Biblioteca Nacional. Reunión que se llevará a cabo en Latinoamérica después de cincuenta años.

El la historia política global y muy claramente en la peruana, el FMI y el BM han sido una suerte de ‘punching balls’ de las izquierdas anti mercado. Ambas instituciones han sido demonizadas y junto con el llamado ‘Consenso de Washington’, acusadas de haber propiciado programas de ajuste y privatizaciones (que terminaron siendo muy exitosos y explican los buenos años de crecimiento de Latinoamérica, hasta hace pocos años).

La verdad, como explica Ricardo Hausmann en el artículo que presentamos líneas abajo, es lo contrario. Si bien faltan algunas reformas a este tipo de instituciones, como mejorar los pesos de sus miembros en función del mundo de hoy, si han tenido contribuciones muy importantes para la salud económica y social de muchos países,  desde el Reino Unido en los años 70, hasta prácticamente todos los países menos desarrollados como el Perú.

En nuestro caso, el deterioro de nuestra economía que empezó a labrarse en los años 60, nos llevó a que  a principios de los años 80, nos alejáramos de estas instituciones y nos convirtiéramos en un paria internacional. Fue justamente con el apoyo del FMI y del BM, que regresamos al mundo global y que pudiéramos recuperar la economía del país. Ver en Lampadia: Detalles no revelados de cómo se liberalizó la economía en los noventa – Crónica de una Reinserción.

Compartimos a continuación el artículo de Hausmann:

 

No teman al FMI

Por Ricardo Hausmann

Publicado por Project Syndicate el 28 de setiembre 2015

En muchos lugares del mundo, el Fondo Monetario Internacional es la organización a la que todos aman odiar. Según algunos, el FMI es malo para los pobres, las mujeres, la estabilidad económica y el medio ambienteJoseph Stiglitz, cuya influencia es más amplia debido a su premio Nobel, culpa al FMI de causar y luego empeorar las crisis económicas que se le pidió que resolviera. Supuestamente, hace esto para salvar a los capitalistas y a los banqueros, no al ciudadano de a pie. Si bien no es cierta, esta creencia hace enorme daño y limita el bien potencial que el FMI puede hacer.

Para empezar, consideremos la forma en que el mundo enfrenta las crisis de refugiados, como la de Siria, y la forma en que enfrenta las crisis económicas. Como su nombre lo indica, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados no es una institución, sino una persona, quien está a cargo de una «oficina», no de una organización plenamente dicha. Es esta debilidad la que llevó a la Canciller de Alemania, Angela Merkel, a apremiar a sus socios de la Unión Europea para que respondieran de una manera más coherente al incesante flujo de personas en busca de asilo.

Por el contrario, el sistema para evitar y resolver las crisis financieras está anclado en una institución plenamente constituida: el FMI. Puede que ésta no sea perfecta, pero en comparación con cuestiones como las de los refugiados, los derechos humanos o el ambiente, está a años luz.

Es fácil no comprender bien lo que hace el FMI. La mayor parte de sus esfuerzos están dirigidos a la prevención de crisis. Como lo expresara Franklin D. Roosevelt en 1944, en la Conferencia de Bretton Woods, donde se establecieron el FMI y El Banco Mundial, «Las crisis económicas son fuertemente contagiosas. Por ello, la salud económica de cada país es un tema de preocupación para todos sus vecinos, próximos o distantes».

Es por esta razón que los 44 países asistentes, y los 188 que hoy día pertenecen al FMI, acordaron que: «Las naciones deben consultar y acordar los cambios monetarios internacionales que afectan entre sí… y deben ayudarse mutuamente para superar las dificultades cambiarias de corto plazo». A nivel operacional, esto se expresa en las llamadas consultas del Artículo IV. Estas discusiones formales sobre políticas económicas entre el FMI y los gobiernos de los países miembros, que por lo general se realizan anualmente, se redactan, pasan por la revisión de la Junta de Directores Ejecutivos del Fondo (donde están representados los 188 países) y se publican para que cualquiera pueda acceder a ellas en línea. Esto constituye un estándar de vigilancia y de transparencia colectiva al que deberían aspirar las organizaciones que se ocupan de otros temas.

El FMI ha sido instrumental en el desarrollo de las herramientas que los países emplean para medir, evaluar y mejorar su posición macroeconómica en un momento determinado: la política fiscal y monetaria, así como la estabilidad financiera, cambiaria y de precios. Además, ayuda a los países a encontrar mejores maneras de implementar medidas en todos estos aspectos, y procura identificar lecciones amplias provenientes de la experiencia de muchos países que sirvan para iluminar las opciones que cada país en particular pueda tener.

A través del diálogo, así como de la investigación, asesoría, asistencia técnica y capacitación, el FMI ha contribuido a la creación de una comunidad de prácticas a nivel mundial. Hoy día, es más fácil ser presidente de un banco central o ministro de hacienda, que ser ministro de salud o de justicia. Esto no se debe a que los desafíos sean menores, sino a que la comunidad de prácticas a nivel internacional, liderada por FMI, proporciona un apoyo que simplemente no existe en otros ámbitos.  

Las actividades más polémicas del FMI se producen durante los momentos de manejo y resolución de crisis. Los países solicitan la ayuda financiera del FMI cuando están en problemas y han perdido, o temen perder, su acceso a los mercados internacionales. El FMI puede movilizar cientos de miles de millones de dólares de sus países miembros con el fin de darles a los deudores tiempo para recuperarse. Sus recursos eclipsan los montos que la comunidad internacional puede movilizar para otros objetivos, debido a que su dinero se presta y se supone que se debe devolver.

A cambio de su apoyo financiero, el FMI típicamente exige que los países corrijan los desequilibrios que condujeron a sus problemas, no sólo para que puedan repagar su deuda, sino también para su propio bien, para restaurar su solvencia y, por lo tanto, su acceso a los mercados de capital. Pero es muy fácil confundir el dolor causado por la crisis misma con el que causa el remedio.

Sin lugar a dudas, es inevitable que el FMI cometa errores, lo que obedece en parte a que los problemas y las cuestiones que debe enfrentar cambian constantemente, de modo que nunca sabe si el estado actual del conocimiento es adecuado para los nuevos desafíos. Sin embargo, siendo una organización lo suficientemente abierta, puede y debe responder a las críticas.

Ahora, consideremos la alternativa. Un mundo sin el FMI sería muy parecido a lo que hoy es Venezuela. Hugo Chávez pasó a ser el regalón de los detractores del FMIincluso Stiglitz, cuando suspendió las consultas del Artículo IV en 2004. Como consecuencia, los venezolanos perdieron el acceso a la información económica básica que el país tiene la obligación de compartir con el mundo a través del FMI. El quiebre impidió que la comunidad internacional se expresara cuando el país emprendió políticas verdaderamente irresponsables, gastando en 2012 como si el precio del petróleo estuviera a US$197 por barril en lugar de US$107.

Con el colapso del precio del petróleo desde entonces, la economía está cayendo en picada: el PIB se contrae a un ritmo récord, la inflación sobrepasa el 200%, la moneda se ha hundido a menos del 10% de su valor previo, y ha surgido una escasez masiva.

Venezuela ha tratado de financiarse con la ayuda del Banco de Desarrollo de China, el que se abstiene de imponer el tipo de condiciones que desagradan a quienes despotrican contra el FMI. El BDC otorga préstamos en términos secretos, para usos corruptos que no se divulgan, y que incorporan privilegios para empresas chinas en sectores como telecomunicaciones (Huawei), línea blanca (Haier), automóviles (Chery) y la perforación de pozos petrolíferos (ICTV). Los chinos no han exigido que Venezuela haga nada para aumentar la probabilidad de recuperar su solvencia, tan sólo exigen más petróleo como garantía. Sean cuales sean las deficiencias del FMI, en comparación, el BDC es una vergüenza. 

La tragedia es que la mayor parte de los venezolanos (y muchos ciudadanos de otros países) creen que el papel del FMI no es ayudar sino perjudicar. En consecuencia, evitan los recursos masivos y los conocimientos que la comunidad internacional puede ofrecer en un momentos de crisis económica con el fin de disminuir el dolor y acelerar la recuperación. Esto los ha hecho quedar en una situación mucho peor de la que los detractores del FMI pueden llegar a reconocer. L