El marxismo es más que un virus
Michel Hoffmann
Para Lampadia
El coronavirus como coartada perfecta para instaurar restricciones personales y económicas, terminando así con la libertad de las personas y dando fin a los principios del libre mercado
Ante el asombro de pocos o beneplácito de muchos, Peter Altmaier, Ministro Federal de Economía y Energía de la República Federal de Alemania, afirmaba que este no es el momento para discusiones ideológicas. Con esta frase, el experimentado político oficialista (CDU), cerraba el debate en torno a la intervención del Gobierno alemán en la crisis sanitaria y se desprendía de los postulados liberales de la economía social de mercado, ideada por Alfred Müller-Armack y Ludwig Erhard a mediados del siglo XX en Alemania.
¿Si la injerencia del Estado y los rescates económicos no son discutidos siquiera en su lugar de fundación, qué nos espera a nosotros latinoamericanos, acostumbrados a ser gobernados por caudillos que construyen su carrera política basados en el populismo y asistencialismo? ¿Serán las garantías, créditos y estatizaciones, la solución para reflotar la economía y salvarnos como sociedad? ¿Será posible también prohibir la quiebra de las empresas? Veamos.
Podríamos plantearnos que ese es el futuro que nos espera y que este llegará más temprano que tarde. Algún lector creerá que ese escenario es una exageración y que, por lo menos, en el seno de la Unión Europea, eso no podría pasar. Pero el Coronavirus parece ser la coartada perfecta para instaurar el central planning frente a las propuestas liberales como la reducción de impuestos o la flexibilización laboral para reactivar la economía.
Así, el Estado, en última instancia, pasará a ser prestamista, empleador, consumidor y propietario. Los más incautos dirán que esto es solo de manera temporal cuando todos sabemos que lo temporal siempre se hace permanente. Para entonces, toda la riqueza del país estará al servicio del bien común y nadie sabe lo que es mejor, más que el Estado, como en los postulados del Siglo XIX del filósofo alemán Karl Marx.
En esta línea, el gobierno peruano y su seducción a centralizar el manejo de la crisis por el Covid-19, nos está dejando a todos los ciudadanos muchas dudas sobre su capacidad de prevención y respuesta. Así por ejemplo los infectados y fallecidos siguen en aumento diario, mientras en Nueva Zelanda, desde el lunes 08 de junio, el país se ha declarado libre de Coronavirus. Por otra parte, y a manera de ejemplo, la articulación con el sector privado ha sido desdeñada y en vez de incentivar la producción de oxígeno local, se está buscando importar aire desde el extranjero para suplir la creciente demanda.
El regreso a la nueva normalidad es tarea de toda la sociedad y no de exclusividad del gobierno. Éste debe abolir las restricciones a la libertad de tránsito y trabajo, permitiendo así que cada individuo pueda volver a rehacer su vida según crea conveniente, pero siempre como ciudadano libre, responsable y siguiendo los protocolos (con base científica) de bioseguridad. Lampadia