¿Start-ups en búsqueda de nuevos horizontes?

Cuando uno piensa en Silicon Valley en California, vienen imágenes de muchos de los pesos pesados globales en la industria de la tecnología. Gigantes como Google, Apple y Facebook han cambiado el mundo con sus modelos de tecnología y negocios, y todos ellos dicen que Silicon Valley su hogar.

No es de extrañar que cientos de nuevas empresas se hayan congregado en Silicon Valley a lo largo de los años, deseosas de estar donde todo comienza y convertirse en la próxima gran novedad.

The Economist recientemente analizó por qué Silicon Valley estaría perdiendo su atractivo ante los ojos de muchas nuevas empresas y hacia dónde se dirigen. ¿Por qué se van? No hay una sola razón por la cual algunas compañías están dejando Silicon Valley; sino más bien una colección de cosas que los hacen creer que pueden hacerlo mejor en otros lugares:

  • Es demasiado caro: El costo de vida en Palo Alto y sus alrededores se encuentra entre los más altos del país.
  • Está muy congestionado: todas esas start-ups necesitan talento de alta calidad, y a medida que más y más personas acuden a Silicon Valley en busca de una carrera prominente, el tráfico y la congestión en general seguramente aumentarán.
  • Es demasiado competitivo: una de las claves para convertirse en la próxima gran start-up tecnológica es destacar entre la multitud. Y es fácil perderse en Silicon Valley.
  • Una actitud de mente cerrada: aunque es más una opinión que un hecho, algunos empresarios se han cansado de lo que perciben como una mentalidad cerrada.
  • Políticas conflictivas: El miedo basado en posibles cambios de inmigración o nueva legislación que podría afectar muchas start-ups y algunas preferirían simplemente hacerlo en otro lugar.

¿A dónde van? La tendencia parece que se van a todo el mundo, diversificando la innovación de manera interna en EEUU y en todo el mundo, lo cual traerá beneficios para una mayor cantidad de personas:

  • Austin, Texas, parece todo menos un centro tecnológico, pero se ha convertido en uno de los lugares más codiciados de las nuevas empresas estadounidenses.
  • Singapur se ha convertido en un nuevo centro de start-ups debido a razones como el costo de la vida, procesos eficientes y una actitud acogedora hacia la cultura de las start-ups.
  • Estonia tiene un marco legal actual muy propenso a la inversión, es totalmente virtual, los reguladores son confiables y tienen una política fiscal favorable, lo que lo convierten en un excelente lugar para hacer negocios relacionados con tecnología.
  • Toronto se está convirtiendo rápidamente en una alternativa viable. Cuenta con empresarios, inversionistas y una abundante oferta de nuevas empresas.
  • Berlín es un destino europeo con una creciente escena de start-ups, con facilidades de visas, alta calidad de vida y una gama de ciudadanos globales.
  • Florida en EEUU.

Si Silicon Valley está realmente perdiendo su atractivo, se puede ver que hay una multitud de alternativas listas y capaces de tomar el relevo. En Lampadia consideramos que es necesario crear incentivos para acelerar la innovación. Las mayores innovaciones son el resultado tanto de la inversión de gobiernos en investigación básica como de la creatividad e inversión del sector privado. Sin embargo, uno de los principales frenos a una mayor innovación en el Perú son las barreras que el mismo gobierno le impone a las empresas, reduciendo su productividad y yendo en contra del crecimiento. Las barreras de entrada y los altos costos de operación y expansión reducen el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas.

Entonces, ¿qué espera el Perú para crear su propio hub tecnológico? En el Perú ya tenemos a grandes innovadores (ver en Lampadia: Arequipa incuba desarrollo de industria tecnológica y Blogs desde Singularity University) y personas capacitadas para poder empezar esta hazaña. Aprovechemos a nuestros talentosos jóvenes y démosles las herramientas para innovar y seguir creciendo. Lampadia

La nueva geografía de la innovación
Porqué las start-ups están abandonando Silicon Valley

Su predominio como hub tecnológico está en declive. Eso es motivo de preocupación.

The Economist
30 de agosto, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

«Como Florencia en el Renacimiento». Esa es una descripción común de lo que es vivir en Silicon Valley. El capital tecnológico de Estados Unidos tiene una gran influencia en la economía mundial, los mercados de valores y la cultura. Esta pequeña porción de tierra que se extiende desde San José hasta San Francisco es el hogar de tres de las cinco compañías más valiosas del mundo. Gigantes como Apple, Facebook, Google y Netflix nombran a Silicon Valley como su lugar de nacimiento y su hogar, al igual que start-ups pioneras como Airbnb, Tesla y Uber. El Bay Area tiene la decimonovena economía más grande del mundo, clasificándose por encima de Suiza y Arabia Saudita.

‘The Valley’ (como se le conoce) no es solo un lugar. También es una idea. Desde que Bill Hewlett y David Packard se instalaron en un garaje de ese lugar hace casi 80 años, ha sido sinónimo de innovación e ingenio. Ha estado en el centro de varios ciclos Schumpeterianos de destrucción y regeneración, en los chips de silicio, computadoras, software y servicios de Internet. Algunos de sus inventos han sido ridículos: teteras conectadas a Internet, o una aplicación que vendía monedas para que las personas las puedan utilizar en lavanderías. Pero otros son campeones mundiales: los microprocesadores, las bases de datos y los smartphones trazan su linaje hasta ‘The Valley’.

Su combinación de experiencia en ingeniería, networking, grandes fondos de capital, universidades sólidas y una cultura de riesgo han hecho que ‘The Valley’ sea imposible de clonar, a pesar de muchos intentos de hacerlo. No existe un rival creíble por su posición como centro de innovación preeminente en el mundo. Pero hay indicios de que la influencia de ‘The Valley’ está llegando a su tope. Si eso fuera simplemente un síntoma de una innovación mucho mayor en otros lugares, sería motivo de alegría. La verdad es menos feliz.

La meseta de Silicio

Primero, hay evidencia de que algo está cambiando. El año pasado, más estadounidenses abandonaron el condado de San Francisco que los que llegaron. Según una encuesta reciente, el 46% de los encuestados dice que planea abandonar el Bay Area en los próximos años, un aumento del 34% con respecto al 2016. Muchas start-ups se están expandiendo a nuevos lugares en una tendencia que ya tiene un nombre: «Off Silicon Valleying «. Peter Thiel, tal vez el capitalista de riesgo más destacado de ‘The Valley’, se encuentra entre aquellos que se van. Los que se quedan tienen horizontes más amplios: en 2013 los inversionistas de Silicon Valley invirtieron la mitad de su dinero en nuevas empresas fuera del Bay Area; ahora esta cifra es más cerca a los dos tercios.

Las razones de este cambio son múltiples, pero la principal es el nivel de costos de operar en ‘The Valley’. El costo de vida se encuentra entre los más altos del mundo. Un fundador reconoce que las nuevas empresas pagan al menos cuatro veces más para operar en el Bay Area que en la mayoría de las otras ciudades de Estados Unidos. Las nuevas tecnologías, desde la computación cuántica hasta la biología sintética, ofrecen márgenes más bajos que los servicios de Internet, lo que hace que sea aún más importante para las nuevas empresas administrar bien su efectivo en estos campos emergentes. Todo esto es antes de tener en cuenta las características más desagradables de la vida del Bay Area: el excesivo tráfico, las jeringas desechadas y la impactante desigualdad.

Como resultado, otras ciudades están aumentando en importancia relativa. El Kauffman Foundation, un grupo sin fines de lucro que rastrea el espíritu empresarial, ahora clasifica el área de Miami-Fort Lauderdale como el primero para la actividad de start-ups en Estados Unidos, con base en la densidad de las start-ups y nuevos empresarios. Thiel se mudará a Los Ángeles, que tiene una vibrante escena tecnológica. Phoenix y Pittsburgh se han convertido en centros de vehículos autónomos; Nueva York para nuevas empresas de medios; Londres para fintech; Shenzhen para hardware. Ninguno de estos lugares puede igualar a ‘The Valley’ por sí mismo; pero entre ellos, apuntan a un mundo en el que la innovación está más distribuida.

Si las grandes ideas pueden surgir en más lugares, eso debe ser bienvenido. Hay algunas razones para pensar que el campo de juego para la innovación se está nivelando. El capital se está volviendo más ampliamente disponible para las ideas brillantes en todas partes: los inversionistas en tecnología navegan cada vez más por el mundo, no solo por California, para obtener ideas interesantes. Hay menos razones que nunca para que una sola región sea el epicentro de la tecnología. Gracias a las herramientas que han producido las propias firmas de ‘The valley’, desde teléfonos inteligentes hasta video-llamadas y aplicaciones de mensajería, los equipos pueden trabajar eficazmente desde diferentes oficinas y lugares. Un posible resultado puede ser la distribución más equitativa de la riqueza y una mayor diversidad de pensamiento. ‘The Valley’ hace muchas cosas notablemente bien, pero se acerca peligrosamente a ser un monocultivo de empresarios masculinos nerds blancos. Las empresas fundadas por mujeres recibieron apenas el 2% de los fondos otorgados por capitalistas de riesgo el año pasado.

Las sombras de los colosos

Uno de los problemas es que el campo de juego para la innovación también se está nivelando. Un aspecto es el dominio de los gigantes tecnológicos. Las start-ups, en particular las que se dedican al negocio de Internet para el consumidor, luchan cada vez más por atraer capital a la sombra de Alphabet, Apple, Facebook et al. En 2017, el número de primeras rondas de financiamiento en Estados Unidos disminuyó alrededor de un 22% desde 2012. Alphabet y Facebook pagan a sus empleados con tanta generosidad que las nuevas empresas luchan para atraer talento (el salario promedio en Facebook es de US$ 240,000 al año). Cuando las posibilidades de éxito inicial son aún menos ciertas y las ganancias no son muy diferentes a la de un trabajo estable en una de las empresas gigantes, el dinamismo sufre, y no solo en ‘The Valley’. Es una historia similar en China, donde Alibaba, Baidu y Tencent son responsables de casi la mitad de todas las inversiones locales de capital de riesgo, dando a los gigantes una gran voz en el futuro de los posibles rivales.

La segunda forma en que la innovación se está nivelando es por las crecientes poco amistosas políticas públicas en Occidente. El creciente sentimiento antiinmigrante y los regímenes más estrictos de visado introducidos por el presidente Donald Trump tienen efectos en toda la economía: los entrepreneurs extranjeros crean alrededor del 25% de las nuevas empresas en Estados Unidos. Silicon Valley floreció primero en gran parte, debido a la generosidad del gobierno. Pero el gasto estatal en universidades públicas en EEUU y Europa ha caído desde la crisis financiera de 2007-08. El financiamiento para la investigación es inadecuado: el gasto del gobierno federal de Estados Unidos en I + D fue del 0.6% del PBI en 2015, un tercio de lo que era en 1964 y va en la dirección equivocada.  

Si el declive relativo de Silicon Valley anunciara el surgimiento de una red mundial de centros tecnológicos rivales y prósperos, sería digno de celebración. Desafortunadamente, su pico parece más una advertencia de que la innovación en todas partes se está volviendo más dura. Lampadia




¿Y si pudiéramos desarrollar un país desde cero?

Estonia es un pequeño estado báltico con sólo 1.3 millones de habitantes. Pero, en las últimas décadas, este país ha renovado su sistema para adaptarse a las startups. Ahora, es un país europeo con un futuro brillante.

Fuente: Libre Mercado

Cuando Estonia recuperó su independencia en 1991, después del colapso de la Unión Soviética, menos de la mitad de su población tenía una línea telefónica. Dos décadas más tarde, es un líder mundial en tecnología. Los geeks estonios se han incentivado a desarrollar código después del éxito de Skype y Kazaa (una red de intercambio de archivos temprana). Tiene el récord de startups por persona. Sus ciudadanos pagan su estacionamiento con sus teléfonos móviles y tienen sus registros de salud almacenados en la nube digital. La presentación de una declaración de impuestos anual en línea, como el 95% de los estonios, tarda unos cinco minutos. ¿Cómo desarrolló el estado báltico más pequeño una cultura tecnológica tan fuerte?

Fuente: Estonian World

La fundación se estableció en 1992 cuando Mart Laar, primer ministro de Estonia, levantó su débil economía. En menos de dos años, su administración (con una población de una edad promedio de 35 años) le dio a Estonia un impuesto plano a la renta, libre comercio, liquidez y privatización. Las nuevas empresas se pueden registrar sin problemas y sin retrasos, un estímulo importante para el desarrollo de nuevas tecnologías. Estonia construyó un sistema digital propio.

Estonia está decidida a establecer fuertes relaciones con sus clientes en el mundo de los negocios. Ha atraído muchos inversionistas en los últimos años al convertirse en el primer país en ofrecer un sistema electrónico de residencia para personas que quieren iniciar negocios remotos. Esto permite a la gente aprovechar las oportunidades fiscales que trae Estonia, junto con la seguridad de un país con buena reputación para proteger los intereses de las empresas.

El sistema de ‘residencia electrónica’ permite a las personas establecer cuentas bancarias, utilizar direcciones físicas, registrar empresas y firmar digitalmente contratos en Estonia. Es relativamente fácil de obtener, lo que lo hace perfecto para los extranjeros que quieren establecer una empresa en Europa.

Estonia no ha revolucionado solo los negocios. Su sistema educativo está llegando a ser más competente y el gobierno se está dando cuenta de que muchos jóvenes van a buscar mejores oportunidades en EEUU y en otros países. Por lo tanto, para detener la fuga de cerebros, han implementado una serie de políticas en los últimos años para facilitar la configuración y administración de empresas. Han cortado la burocracia y eliminado gran parte de las trabas burocráticas que sufría el país durante la época soviética y los años inmediatamente posteriores a la independencia.

En 2000, cuando el gobierno declaró el acceso a Internet como un derecho humano, la web se extendió en todo el país. El Wi-Fi gratuito se convirtió en algo común. Le siguió el sector privado: la venta de Skype a eBay en 2005, por US$ 2,600 millones, creó una nueva clase de inversionistas estonios, que consiguieron ingresos por decenas de millones de euros de sus participaciones – y han estado utilizando sus experiencias y sus inesperadas ganancias para crear un hub tecnológico. 

Hoy en día, Tehnopol, un centro de negocios en Tallin, la capital de Estonia, alberga a más de 150 empresas de tecnología. Según Taavet Hinrikus, el primer empleado de Skype y cofundador de TransferWise (un servicio de transferencia de dinero entre pares cuyos clientes están repartidos por toda Europa y América), el pequeño mercado interno del país se ha visto obligado a pensar globalmente.

Taavet Hinrikus, el primer empleado de Skype y cofundador de TransferWise. Fuente: Flipboard

Estonia ha tomado un camino único y prometedor. Haciendo elecciones claras, facilitando la inversión y simplificando las cosas, han logrado resultados impresionantes en un período relativamente corto.

Ahora compartimos un pequeño video que explica y resume la gran revolución de Estonia, una vez fuera de la órbita soviética:

Transcripción
Traducida y glosada por Lampadia

Imagine planificar el inicio un nuevo país completamente desde cero. Libre de cualquier sistema económico preexistente, leyes tributarias o gobierno formal. Un país en bancarrota, con su futuro y dirección completamente en manos de su pueblo. Esa es la historia de Estonia.

Era 1991, la Unión Soviética acababa de derrumbarse y Estonia acaba de recuperar su independencia. Pero con pocos recursos y una pequeña población, el país tuvo que encontrar un camino a seguir y, con el inicio de Internet, los líderes de boom decidieron invertir y construir una sociedad electrónica. El primer proyecto fue Tiigrihupe, que tenía como objetivo colocar computadoras e Internet en cada escuela y consiguió que los estonios estén en línea rápidamente. A finales de los 90, todas las escuelas estonias estaban en línea. En 2000, Estonia se convirtió en el primer país del mundo en declarar el acceso a Internet como un derecho humano básico y hoy en día los estonios están conectados en línea a través de una identificación móvil.

«Podemos hacer de todo utilizando la tarjeta de identificación: Podemos votar en línea, en las elecciones. Podemos declarar nuestros impuestos. Podemos registrar negocios. Podemos hacer escuelas electrónicas, policías electrónicos, gabinete electrónico. Lo que sea. Y todos están bastante acostumbrados a eso».

Todos estos datos personales están protegidos por una tecnología llamada blockchain, una red descentralizada con innumerables canales que es extremadamente difícil de hackear. Y como respaldo, Estonia creará la primera embajada de datos del mundo en Luxemburgo. Una instalación de almacenamiento para albergar una copia de seguridad completa de los datos de Estonia que será capaz de reiniciar el país en caso de un ataque cibernético. El resultado es un país que funciona como una start up tecnológica. Estonia enseña a los alumnos de primer grado a codificar. Tiene la banda ancha más rápida del mundo y el récord de la mayor cantidad de startups por persona. En 2003, dos amigos estonios crearon Skype, la aplicación de video-llamada. Se vendió a Microsoft en 2011 por US$ 8,500 millones, pero en lugar de llevarse el dinero, los ex Skypers re-invirtieron en Estonia. Lanzaron nuevas startups y fundaron un venture capital con su riqueza.

El proyecto principal de Estonia es la creación de su futuro y, cada vez más, su negocio principal. Con la introducción de los e-residentes, Estonia espera invitar a los empresarios a invertir en el país.

«Cada persona en todo el mundo puede solicitar y obtener esta tarjeta de residencia electrónica. De la misma manera que los estonios lo han estado haciendo durante 17 años. Usando esa tarjeta, los residentes electrónicos pueden establecer una empresa, establecer cuentas bancarias, abrir diferentes cuentas de paypal y de esa manera pueden organizar y administrar remotamente su empresa, completamente en línea”.

Hasta ahora, sólo 18,000 personas se han inscrito, pero algunos creen que con 10 millones de residentes electrónicos pagando 100 dólares al mes cada uno, Estonia ni siquiera tendría que imponer impuestos a sus ciudadanos. Es ciertamente un objetivo ambicioso. Sólo un lugar que empezó de nuevo desde cero podría imaginar reinventar la idea de un país como un lugar donde la gente podría sentirse en casa tanto en línea como donde realmente viven. Veremos si el resto del mundo sigue su ejemplo. Lampadia