Economista predice crecimiento de EEUU

Una de las constantes críticas hechas a los economistas modernos – mayormente extendida después de la crisis financiera del 2008 – es su débil capacidad para atinar con sus predicciones el desempeño futuro de una serie de variables macroeconómicas de los países tales como el crecimiento del producto, el déficit fiscal, el tipo de cambio, el crecimiento de las exportaciones, por destacar algunas de las más importantes.

La importancia de conocer los posibles escenarios del porvenir de dichos índices recae en que permite – tanto a los hacedores de política monetaria y fiscal, como a empresarios de todo sector y tamaño – una toma de decisiones ilustrada y acorde al entorno económico y financiero que enfrentarán los agentes en el corto-mediano plazo.

Robert Barro – profesor de economía de la Universidad de Harvard y reconocido académico por sus aportes a la teoría macroeconómica de la política fiscal – estaría próximo a rebatir tales críticas con unas de sus más recientes proyecciones de crecimiento para la economía de EEUU.

En uno de sus artículos – publicado en la revista Project Syndicate el pasado 29 de abril (ver artículo líneas abajo) – resume los principales hallazgos de un estudio hecho en coautoría de Jason Furman, respecto a los impactos de la reforma tributaria emprendida por Trump en el 2017 – basada en una notable reducción de impuestos a la ganancias y a la renta sobre ingresos individuales – en variables como la inversión en capital, el empleo, los salarios reales y el producto, así como sus respectivas proyecciones de crecimiento para el período 2018-2019.

Al respecto señala, “nuestro efecto incremental estimado de la ley tributaria de 2017 implicó un pronóstico de crecimiento del PBI real de 3.1% por año para 2018-19”. Curiosamente, según cifras oficiales de EEUU, no solo la cifra de crecimiento del 2018 es cercana (3.0%) a la estimada por Barro y Furman, sino que la del primer trimestre  de este año también lo es (3.2%). En un contexto en que el crecimiento promedio de los últimos años previos a la reforma, fue de apenas 2.1%, el reconocido economista concluye que este conjunto de medidas tributarias fueron las principales contribuyentes de las altas tasas de crecimiento experimentadas por la economía de EEUU, que, complementadas a las bajas cifras de desempleo – situadas en mínimos históricos desde 1969 – dejan entrever el pleno empleo en el que se encuentran los factores de producción.

¿Qué aprendizajes nos dejan estos hallazgos?

Creemos que estos resultados nos deben llevar a la reflexión. Si bien no se podría decir que EEUU es un país con poca libertad económica – se ubica en el puesto 12 de 186 países según el Índice de Libertad Económica 2019 de la Fundación Heritage – este aumento en la actividad ante la mencionada reducción de impuestos induce a pensar que aún está lejos de una tasa impositiva óptima – sobretodo la relacionada a la de las ganancias corporativas por su efecto en el largo plazo – tal que la economía pudiese operar libremente y en mejores condiciones. En esta línea, ejercicios empíricos similares podrían ser replicados en el Perú, a la luz de las reducciones impositivas hechas en los últimos años.

Y con respecto a Robert Barro, tal vez haya sido un golpe de suerte, como él mismo señala, el haberle atinado a las cifras de crecimiento, al ser las proyecciones altamente sensibles a shocks inesperados; pero ello de ninguna manera desprestigia el trabajo riguroso y técnico que, junto a Furman, siguió para obtener los resultados de sus estimaciones. Lampadia

Mi Mejor Pronóstico de Crecimiento

Robert J. Barro
Project Syndicate
29 de abril, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

La tasa de crecimiento del PBI real de EEUU de 3.2% para el primer trimestre de este año es impresionante, al igual que el crecimiento promedio de 3% en 2018 (medido desde el cuarto trimestre de 2017 hasta el cuarto trimestre de 2018). Desde el final de la Gran Recesión – de 2011 a 2017 – la economía de los EEUU creció solo un 2.1% por año, en promedio. ¿Qué explica la reciente aceleración?

La reforma tributaria de 2017, que entró en vigencia en 2018, fue vista prospectivamente, y ahora retrospectivamente, como una contribuyente al crecimiento. Pero hubo – y sigue habiendo – una gran controversia sobre el tamaño de los efectos macroeconómicos de los cambios fiscales.

En enero de 2018, con el espíritu de resolver parte de la controversia, Brookings Institution reclutó a Jason Furman (presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Barack Obama) y a mí para que escribiéramos un documento conjunto centrado en los posibles efectos de crecimiento de los cambios fiscales. Sin duda, Brookings pensó que combinar un punto de vista liberal (de Furman) con el mío (que yo veo como pro-mercado) evitaría sesgos políticos y, por lo tanto, generaría estimaciones más cercanas a la «verdad». Dejé a otros observadores evaluar si esto es así. El audaz intento de consenso tuvo éxito.

Gran parte de nuestro análisis enfatizó los cambios impositivos para las empresas, incluida una reducción en la tasa impositiva federal sobre las ganancias corporativas del 35% al 21% (para las corporaciones C, que incluyen las empresas más grandes) y una reducción menor en la tasa impositiva para las empresas de transferencia (sociedades, corporaciones S, y empresas individuales). Todas las empresas se beneficiaron de un cambio a gastos totales para equipos, aunque este cambio no se aplicó a las estructuras. Nuestra investigación predijo un aumento sustancial a largo plazo en la acumulación de capital, lo que generaría ganancias considerables en la productividad laboral y los salarios reales. Se pronostica que el crecimiento del PBI real será mayor en diez años en un promedio de alrededor del 0.2% por año. Por lo tanto, el efecto de crecimiento previsto fue moderado pero duradero.

El otro cambio importante en el paquete de impuestos de 2017 fue una reducción casi total en las tasas marginales de impuesto a la renta sobre los ingresos individuales. En promedio, la disminución de la tasa impositiva marginal fue de alrededor de 2.3 puntos porcentuales (ajustado a la baja de 3.2 puntos teniendo en cuenta la reducción de la deducción fiscal de los impuestos estatales sobre la renta). En comparación, el recorte promedio en las tasas impositivas marginales fue de 4.5 puntos porcentuales bajo la legislación de 1986 del presidente Ronald Reagan; 3.6 puntos bajo los recortes de impuestos del presidente John Kennedy y del presidente Lyndon B. Johnson, aprobados en 1964; y 2.1 puntos bajo la reforma de 2003 del presidente George W. Bush. Furman y yo estimamos, a partir de investigaciones anteriores, que la reducción del presidente Donald Trump impulsaría el crecimiento del PBI en un sustancial 0.9% anual para 2018-19, pero no contribuiría al crecimiento después de eso. Por lo tanto, el efecto de crecimiento previsto fue mayor que el de los recortes de impuestos para las empresas en el corto plazo, pero más pequeño a largo plazo.

Cuando calculamos el impulso general al crecimiento del PBI a corto plazo, obtuvimos una estimación del 1.1% anual para 2018-2019. Cuando se agregó a un pronóstico de crecimiento de referencia del 2% (que refleja las opiniones de consenso contemporáneas y la historia reciente), nuestro efecto incremental estimado de la ley tributaria de 2017 implicó un pronóstico de crecimiento del PBI real de 3.1% por año para 2018-19. Francamente, aunque sin duda hay un gran elemento de suerte aquí, esta es la mejor previsión de crecimiento que puedo recordar. Además, nuestra previsión a principios de 2018 de los efectos incrementales de la ley de 2017 contrasta con las predicciones de recesión de muchos economistas.

Además, tengo una apuesta con un famoso colega de Harvard que prometió comerse su proverbial sombrero si el crecimiento del 3% del PBI persiste durante un período más largo. Recuerdo que la apuesta especificó el período como los dos años completos – 2018 y 2019 – pero ahora lo recuerda como los tres años desde 2018 hasta 2020. Creo que debo tener razón, porque nunca pronostiqué un alto crecimiento económico para 2020.

Por supuesto, siempre es posible encontrar razones por las que el pronóstico de uno resultó mal. Un argumento popular de este tipo en la actualidad es que la Reserva Federal ha resultado ser mucho más expansiva de lo que uno hubiera predicho. De manera similar, las expectativas de que una guerra comercial con China y que otros países frenen el crecimiento económico – una de mis preocupaciones en particular el otoño pasado – han mejorado (aunque sigo preocupado por este aspecto).

Básicamente, una predicción como la del crecimiento del PBI del 3.1% que Furman y yo avanzamos a principios de 2018 se debe ver como un pronóstico no contingente que siempre puede estar condicionado (o explicado) por una serie de eventos no anticipados. Y, de manera más general, siempre hay mucha incertidumbre en las tasas de crecimiento del PBI anual, por lo que la precisión de nuestro pronóstico debe considerarse como un reflejo de buena suerte.

Me parece evidente que un crecimiento económico más rápido es mejor que un crecimiento económico más lento. Detrás de este sentimiento está el hecho de que millones de personas se benefician de tasas de crecimiento más altas, que suelen ir acompañadas de salarios más altos y menos desempleo, que ayudan especialmente a los más desfavorecidos. Sin embargo, hoy en día, la antipatía hacia la administración de Trump es tan intensa que muchas personas, incluidos algunos de mis colegas economistas, están alentando el menor crecimiento económico solo para negarle a Trump una victoria política.

Entiendo este punto de vista, pero sigo pensando que los beneficios directos de una mejor economía superan este tipo de cálculo político. Más concretamente, los beneficiarios, que incluyen a la mayoría de las personas y la mayoría de los votantes, deben favorecer un crecimiento más rápido que lento. Lampadia

Robert J. Barro es profesor de economía en Harvard y profesor visitante en el American Enterprise Institute. Es el coautor (con Rachel M. McCleary) de The Wealth of Religions, de Princeton University Press.




Las baterías del futuro de China y EEUU

Como escribimos en Lampadia: El futuro promisorio de las baterias, el desarrollo que experimentará la industria de las baterías en el futuro, en particular, la de baterías de iones de litio (en adelante, ion-litio), es central no solo para lograr eficiencias en la economía del transporte global sino porque además se constituyen como una de las alternativas ecoamigables más importantes –al ser un sustituto directo de los combustibles fósiles- surgidas en el seno del capitalismo.

De esta manera, potenciar dicho mercado es fundamental para aplacar las críticas realizadas en torno al cambio climático, que las izquierdas progresistas y radicales adjudican como responsables a la globalización y al mismo sistema económico de libre mercado.

Otro aspecto importante en esta discusión que además resulta útil para tener mejores avistamientos respecto al futuro de las baterías tiene que ver con identificar los principales actores que intervienen en su cadena de suministro, desde la producción de los principales insumos utilizados en su ensamblaje – llámese cátodos y ánodos – hasta sus posibles usos como en los populares pero aún costosos, autos eléctricos.

Al respecto, un reciente artículo de la revista Foreign Policy (ver artículo líneas abajo) describe brevemente como están compuestas las cuotas de mercado de las diferentes industrias arraigadas a la producción de las baterías ión-litio.

El artículo enfatiza el hecho de que, a pesar de que EEUU alberga la compañía líder en la fabricación de autos eléctricos, Tesla, que es dueña a su vez de la fábrica ensambladora de baterías ion-litio más grande del mundo, su participación global en ambos productos palidece al lado de la de los mercados asiáticos, en particular, China. Ello deja a China con la posibilidad de que, conforme siga profundizando su mercado en el futuro, pueda constituirse como un cuasi monopolio mundial de las baterías, las cuales representan actualmente un tercio del costo de los autos eléctricos.

Ello en un contexto en el que, como indica un reciente artículo de The Economist sobre el mercado de autos eléctricos, “Una combinación de mejor tecnología y mayor escala, y un ambiente en el que las preocupaciones sobre el cambio climático y la contaminación del aire están provocando que las autoridades de todo el mundo consideren la eliminación de nuevos motores de gasolina y diesel en la próxima década, pronto permitirán que los vehículos eléctricos compitan en precio con los vehículos de gasolina”.

Veamos las perspectivas de las ventas de autos eléctricos a batería y los autos híbridos enchufables, frente a los autos a combustión interna, elaboradas por The Economist.

Por otra parte, si bien existe un consenso entre los principales productores respecto a reducir el costo de las baterías en la siguiente década para incentivar la compra de los autos eléctricos, y así fomentar una transición hacia una fuente de energía más sostenible, este factor podría verse inhibido en los próximos años en tanto China ostentase cierto control de los precios a través de su oferta global.

En virtud de ello, consideramos que lo ideal sería ir hacia una mayor competencia entre países productores por lo que a EEUU, en particular, Tesla, le convendría diferenciar su línea de productos ya sea de autos o de baterías respecto de su rival asiático, o alternativamente, incursionar en el mercado de insumos. Una competencia en precios en un mercado que permita ir hacia fuentes de energía menos contaminantes es una combinación que aboga por un desarrollo sostenible. Lampadia

China está construyendo las baterías del futuro
Tesla es el único impulso de EEUU a la nueva tecnología crítica

Un cable de alimentación se ve conectado a un Tesla Roadster después de una conferencia de prensa con el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, el 30 de junio de 2008 en Tesla Motors en San Carlos, California. (Foto por Justin Sullivan / Getty Images)

Damien Ma & Neil Thomas
2 de abril, 2019
Foreign Policy
Traducido y glosado por Lampadia

Tesla es una empresa que a sus críticos les encanta odiar. Un enjambre de vendedores en corto ha apostado US$ 10 mil millones a que el fabricante de automóviles eléctricos fracasará. Twitean incesantemente sobre las operaciones de pérdida de Tesla e incluso vuelan drones sobre sus instalaciones para verificar las cifras de producción. Elon Musk, el CEO errático de Tesla, ha criticado a estos vendedores ambulantes como «enemigos».

Apostar contra los prospectos de Tesla puede beneficiar a los vendedores en corto, pero podría terminar destruyendo la única esperanza de EEUU de construir cadenas de suministro para una tecnología que reformará la economía del futuro: la batería de iones de litio (ion-litio). Originalmente comercializada por Sony en la década de 1990, la alta densidad de energía de estas baterías, los ciclos de recarga prolongados, la estructura liviana y la seguridad relativa las hacen ideales para alimentar todo, incluso computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos.

El potencial de los vehículos eléctricos para transformar el transporte global hará que las baterías de iones de litio sean aún más integrales a la economía global. Pero tales vehículos siguen siendo costosos en comparación con sus predecesores que consumen mucha gasolina. Esto se debe a que las baterías de iones de litio son caras y constituyen una proporción importante de su costo total. Compre un Tesla Model 3, por ejemplo, y aproximadamente un tercio de la etiqueta de precio de US$ 35,000 es de la batería. Por lo tanto, la comercialización de vehículos eléctricos depende en gran medida de la reducción del costo de las baterías.

La buena noticia es que el consenso de la industria ha hecho que los costos de las baterías de iones de litio disminuyan en la próxima década, desde los actuales US$ 176 por kilovatio-hora de energía eléctrica a menos de US$ 100 por kilovatio-hora, el umbral cuando los vehículos eléctricos alcanzan la paridad de costos con los automóviles de gasolina. En ese momento, la batería de ion de litio podría llegar a ser tan importante para el transporte global como el petróleo que alimenta a los automóviles en la actualidad.

Si eso sucediera, impulsaría una transición fuera del petróleo hacia un futuro energético más sostenible. Ese futuro podría hacer que las existencias mundiales de vehículos eléctricos aumenten de 3.1 millones en 2017 a 228 millones para 2030, lo que provocaría un incremento del 6,700% en la demanda de baterías de iones de litio para vehículos y crearía un mercado que se espera que sea valorado en US$ 100 mil millones para el 2025.

Pero si la demanda aumenta tan bruscamente como creen los analistas, las baterías de iones de litio requerirán una enorme ampliación de la fabricación para reducir el costo por unidad. Eso significa que los países que controlan las cadenas de suministro de baterías de iones de litio consolidarán sus ventajas en un aspecto crucial de la nueva economía del transporte.

Las cadenas de suministro pueden parecer abstractas, pero son vitales para la economía global. Una cadena de suministro concentrada principalmente en un solo país podría permitir el surgimiento de monopolios efectivos sobre insumos particulares. Esta situación aumentaría la capacidad de ese país para establecer precios, establecer estándares técnicos, bloquear el acceso a las materias primas e incluso ejercer una influencia geopolítica mediante el control de la oferta. También es de interés nacional de cualquier país desarrollar industrias nacionales de alta tecnología, especialmente en sectores de crecimiento futuro como las baterías de iones de litio.

Si EEUU tiene la intención de establecer una presencia dominante en la cadena de suministro de la batería de iones de litio, entonces Tesla es su única esperanza.

Como el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, la compañía ahora alberga la única producción significativa de baterías de iones de litio para vehículos con base en EEUU. Las baterías Tesla Modelo 3 se ensamblan en la empresa Gigafactory en Nevada, que según la compañía es la «planta de baterías de mayor volumen en el mundo», con una producción anualizada de 20 gigavatios por hora.

Eso es ciertamente una hazaña impresionante para una sola compañía. Pero a escala global, Tesla es solo un jugador entre muchos. En 2018, la capacidad de producción de la batería de iones de litio de los EEUU (atribuible casi exclusivamente a la Gigafactory) representó menos del 10% del mercado global, China ostentó el 61% de la capacidad global (el resto de Asia, principalmente Corea del Sur) y Japón agregó otro 21%, según MacroPolo, el think tank del Instituto Paulson.

Al comparar la producción con las cifras de consumo – EEUU posee el 20% de las existencias mundiales de vehículos eléctricos, mientras que China concentra el 47% – se hace aún más evidente que EEUU está muy por debajo de su peso.

La imagen se vuelve aún peor para EEUU cuando se consideran las entradas de la línea media utilizadas para ensamblar las celdas de la batería final. China fabrica el 65.7% de los ánodos, el 64.3% de los electrolitos, el 44.8 % de los separadores y el 39% de los cátodos. Las empresas estadounidenses, sin embargo, apenas se registran. Lampadia




¿Cómo sopesar las recientes tensiones políticas entre EEUU y Europa?

Si bien el nacionalismo como ideología política puede resultar atractivo para los votantes, ya que legitima cualquier política pública en función de los beneficios que provea al territorio comprendido dentro de las fronteras nacionales; en la práctica, propala el odio y la confrontación hacia cualquier país o bloque de países que pretenda tener cierta injerencia en los lineamientos de política local. Esto último puede terminar desestimando cualquier alianza supranacional construida previamente que haya generado mayor bienestar tanto para intereses locales como extranjeros.

Ejemplo de ello es lo que viene llevando a cabo el gobierno del presidente de EEUU, Donald Trump, con los países que conforman el viejo continente, Europa. En un reciente artículo publicado por The Economist (ver artículo líneas abajo), se analiza cómo, desde la llegada del Partido Republicano a la Casa Blanca, se han tomado acciones de política que cubren ámbitos del comercio y de compromisos medioambientales y de seguridad, las cuales han generado tensiones en las relaciones políticas entre ambos bloques importantes.

Pero como indica el famoso diario británico de corte liberal: “Sin embargo, a través de sus muchos altibajos, la relación [entre EEUU y Europa] ha demostrado ser resistente”.

Reflejo de ello, destaca The Economist, es la OTAN, aquella alianza de seguridad forjada entre América del Norte y la Europa Occidental, en las postrimerías del expansionismo de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, allá por 1949. Su importancia recae en que constituye la alianza militar con mayor vigencia -70 años desde su fundación – en los últimos 5 siglos, y a su constante evolución tras históricos acontecimientos de naturaleza bélica y armamentista.

Una posible solución a las tensiones generadas entre ambos bandos pasaría pues necesariamente por adecuar la OTAN a estos nuevos tiempos, como otrora se hiciera a inicios de la Guerra Fría o con la desintegración del bloque soviético tras la caída del Muro de Berlín. El foco ahora sería generar una suerte de balance de poderes entre Occidente y Oriente.

En esta línea, coincidimos con The Economist que para tal fin deben implementarse las siguientes políticas, las cuales guardan ciertas implicancias para la OTAN:

  • Desde EEUU, eliminar barreras comerciales.
  • Fortablecer las bases europeas.
  • Desde Europa, cerrar las brechas de habilidades y de capital en el sector de seguridad, dejando así su papel de simple “observador” de las tensiones con EEUU.
  • Finalmente, como alianza EEUU-Europa, adaptarse a los avances de China también en materia de seguridad.

Reconstruir la sólida alianza entre EEUU y Europa, que alguna vez se llamaría “Los Aliados” a finales de la primera mitad del siglo pasado,  le daría además un respiro a la globalización, al ser ambos bloques la cuna de tan importante proceso de desarrollo. Lampadia

Relaciones trasatlánticas
Europa y EEUU deben trabajar para detener la disolución de sus relaciones

Vale la pena luchar por ello

The Economist
14 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

El océano Atlántico está empezando a verse terriblemente ancho. Para los europeos, EEUU parece cada vez más remoto, bajo un desconcertante presidente que se deleita en acosarlos, cuestiona el futuro de la alianza transatlántica y, a veces, muestra más calidez hacia los dictadores que demócratas. Los estadounidenses ven un continente envejecido que, aunque está bien para los turistas, se está desmoronando políticamente y se está quedando atrás económicamente, tan débil en crecimiento como excesivo en la regulación. Para los atlantistas, incluido este diario, tal fatalismo sobre las divisiones entre Europa y EEUU es preocupante. También está fuera de lugar.

Es cierto que algunas lagunas son evidentes. EEUU ha abandonado el acuerdo climático de París y el acuerdo nuclear con Irán, mientras que Europa sigue comprometida con ambos. Otros desacuerdos amenazan. El presidente Donald Trump ha llamado a la UE un «enemigo» en el comercio y está sopesando los aranceles punitivos sobre los automóviles europeos. La confianza se ha desplomado. Solo uno de cada diez alemanes confía en que Trump hará lo correcto en los asuntos mundiales, menos que nueve de cada diez que confiaron en Barack Obama en 2016. Hace veinte años, la OTAN celebró su 50 aniversario con una cumbre de líderes de tres días. El temor a otra ruptura con Trump ha relegado los planes para la fiesta de cumpleaños número 70 de la alianza el 4 de abril a una reunión de un día de ministros de relaciones exteriores.

Las intimidades pasadas no son suficientes para mantener los sentimientos cálidos hoy. Europa, inevitablemente, cuenta menos para los ojos de los estadounidenses de lo que alguna vez lo hizo. La generación que formó lazos en la lucha de lado a lado en la Segunda Guerra Mundial está desapareciendo e incluso la Guerra Fría se está convirtiendo en un recuerdo lejano. Mientras tanto, EEUU se está volviendo menos europeo. Hace un siglo, más del 80% de la población nacida en el extranjero provenía de Europa; ahora la cifra es solo del 10%. Las economías en auge en Asia están alejando la atención de EEUU.

Sin embargo, a través de sus muchos altibajos, la relación ha demostrado ser resistente. Los flujos comerciales entre la UE y EEUU siguen siendo los más grandes del mundo, con un valor de más de $ 3 mil millones por día. Los valores democráticos compartidos, aunque tambaleantes en algunos lugares, son una fuerza para la libertad. Y, respaldando todo, la alianza proporciona estabilidad frente a una variedad de amenazas, desde el terrorismo hasta una Rusia agresiva, que le han dado a la alianza una nueva importancia.

En el corazón de esta asociación de seguridad está la OTAN. Al cumplir 70 años, la alianza se destaca como sobreviviente: en los últimos cinco siglos, el promedio de vida de las alianzas de defensa colectiva es de solo 15 años. Aun cuando los líderes europeos se preguntan cuánto tiempo pueden confiar en EEUU, la relación en el terreno está prosperando. Como explica nuestro informe especial esta semana, esto es gracias a la capacidad de la OTAN para cambiar. Nadie imaginó que el compromiso de defensa mutua del Artículo 5 de la alianza se invocaría por primera vez, y hasta ahora solo, en respuesta a un ataque terrorista contra Estados Unidos, en septiembre de 2001, o al hecho que estonios, letones y polacos se encontraran entre los miembros de la OTAN para sufrir bajas en Afganistán. Desde 2014, los aliados han respondido enérgicamente a la anexión de Ucrania por parte de Rusia. Han aumentado el gasto en defensa, han trasladado grupos de batalla multinacionales a los estados bálticos y a Polonia, han establecido objetivos ambiciosos para la preparación militar y realizaron sus mayores ejercicios desde la Guerra Fría.

En EEUU, las encuestas sugieren que la opinión pública hacia la OTAN en realidad se ha vuelto más positiva desde que Trump asumió la presidencia. También en el Congreso, el respaldo a la alianza es sólido, se refleja en los votos de apoyo y la presencia en la Conferencia de Seguridad de Munich el mes pasado de un número récord de legisladores estadounidenses. Nancy Pelosi, la líder demócrata de la Cámara de Representantes, extendió una invitación bipartidista al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para dirigirse a una sesión conjunta del Congreso en la víspera del 70 aniversario.

El éxito de la OTAN contiene lecciones para la relación transatlántica en su conjunto. Para florecer en el futuro, no solo debe sobrevivir Trump, sino que debe cambiar tan audazmente como lo ha hecho en el pasado.

Primero, esto significa aprovechar sus fortalezas, no socavarlas: eliminar las barreras comerciales en lugar de caer en guerras arancelarias, por ejemplo. Trump tiene razón al acosar a sus aliados para que cumplan sus promesas de gasto en defensa. Pero está bastante equivocado al pensar en cobrarles un costo adicional del 50% por hospedar bases estadounidenses, como se dice que está contemplando. Tales asuntos no deben ser tratados como un «acuerdo de bienes raíces en Nueva York», dijo el ex vicepresidente, Dick Cheney, al actual, Mike Pence, la semana pasada. Esas bases europeas ayudan a EEUU a proyectar poder en todo el mundo.

Segundo, el realismo debe reemplazar a la nostalgia. Los europeos no deben engañarse a sí mismos de que el próximo presidente de EEUU simplemente hará retroceder el reloj. En cambio, para ser útiles para los EEUU, los europeos necesitan volverse menos dependientes de ello. Por ejemplo, en defensa, solo han dado pequeños pasos para cerrar grandes brechas en sus capacidades y evitar la duplicación inútil. Sus esfuerzos deben extenderse más allá de la UE, cuyos miembros después del Brexit representarán solo el 20% del gasto de defensa de los países de la OTAN.

Una Europa más capaz ayudaría con el tercer y mayor cambio: adaptarse al crecimiento de China. El enfoque de Estados Unidos estará cada vez más en la superpotencia rival. La influencia de China ya se está haciendo sentir en la alianza, desde el equilibrio nuclear hasta las implicaciones de seguridad de, digamos, Alemania que compró un kit de 5G de Huawei o Italia participando en los proyectos de infraestructura de la Iniciativa Belt and Road. Sin embargo, los aliados apenas han empezado a pensar seriamente en todo esto. Un nuevo artículo de la Comisión Europea que ve a China como un «rival sistémico» es al menos un comienzo.

Sin restricciones en la deliberación

Si los aliados trabajaran arduamente en la mejor manera de perseguir sus intereses compartidos al tratar con China, podrían comenzar a forjar una nueva asociación transatlántica, con una división del trabajo diseñada para acomodar el impulso del Pacífico. Esto implicaría que los europeos asuman una mayor carga de seguridad en su propio patio trasero a cambio de la continua protección estadounidense y la coordinación sobre el desafío económico y tecnológico de China.

Hoy falta el liderazgo para hacer esto. Pero los europeos y los estadounidenses, una vez antes, convocaron la visión que trajo décadas de paz y prosperidad. Necesitan hacerlo de nuevo. Lampadia




Repensando el capitalismo contemporáneo

En Lampadia, hemos venido publicando recientemente contenido que da cuenta de diversas iniciativas que constituyen ejemplos de compromiso empresarial que va más allá de los fines cercanos (ver en Lampadia: Compromiso Cívico (Chile), El liderazgo de Innova Schools (Perú), Las gratas y no gratas sorpresas de la Fundación Gates en el 2018).

En esta misma línea, en Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo, exploramos el concepto de “Capitalismo Consciente”– término que fue introducido por John Mackey y Raj Sisodia en uno de sus libros con el mismo nombre publicado en el 2014- el cual invoca la verdadera naturaleza del capitalismo como la mayor fuerza generadora de riqueza y de bienestar que ha podido conocer el hombre, a la vez que comparte una visión de la empresa, cuya razón de ser no solo se fundamenta en generar valor hacia sus accionistas, sino también hacia la comunidad.

Para nutrir la discusión en torno a la construcción de este capitalismo al servicio de la comunidad, queremos compartir un reciente artículo escrito por el Premio Nobel de Economía 2015, Angus Deaton, para la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo), en el que realiza una breve reseña del nuevo libro de Raghuram G. Rajan, profesor en la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, The Third Pillar: How Markets and the State Leave Community Behind [El tercer pilar: cómo los mercados y el Estado se olvidan de la comunidad], que trata muchas de estas cuestiones.

Así, Deaton destaca el papel de la mencionada obra en tanto permite explicar, desde una perspectiva histórica, la situación lamentable en la que se encuentra actualmente el capitalismo contemporáneo, caracterizada por una ola de críticas y de propuestas de solución muchas veces impulsadas por los mismos detractores del sistema.

La tesis de Rajan incide en que el mundo -particularmente EEUU y Europa – a partir de la década de los 70 y tras haber experimentado un crecimiento del producto potencial desde el período de la posguerra, se caracterizó por una desaceleración económica pronunciada, a la que los empresarios, en su intento por acometerla, desestimaron el generar beneficios hacia la comunidad. A esto se sumó la revolución de las TIC, que ni el mercado ni el Estado pudieron abordar al ritmo al que evolucionaba y que; sin embargo, fue enfrentada por la comunidad sin ningún escarmiento.

Por otra parte, Rajan señala – haciendo una clara referencia a la crítica enunciada por Mackey y Sisodia – que el principio dominante de la época en la clase empresarial- sobre el cual el valor de las empresas  se sustentaba en valor para los accionistas- inhibió cualquier intento de cambio en la mente de los líderes corporativos, en pos de la comunidad.

Dado estos argumentos, el autor justifica la necesidad de reformar el pensamiento empresarial, de manera que busque el beneficio de la sociedad en su conjunto, posición que también compartimos. Sin embargo, no creemos que esto pase necesariamente, como postula Rajan, por asumir posturas localistas o comunitarias, para generar presiones en los distintos grupos de poder.

Por el contrario, nosotros siempre hemos tenido la fiel creencia que un primer paso para defender el capitalismo contemporáneo debe ser el brindar información pertinente y comprobable – a través de, por ejemplo, think tanks de corte libertario –  que evidencie acerca de que no hay mejor sistema económico posible que haya conocido el mundo para generar desarrollo que aquel que esté basado en la iniciativa de libre empresa.

Un segundo paso vendría dado por acciones corporativas–hay múltiples ejemplos en el mundo- que consideren la realización de contribuciones a la comunidad en una serie de ejes sociales, llámese educación, salud, entre otros. Al respecto, resultan útiles las fundaciones y también los gremios empresariales, los cuales pueden canalizar los fondos de las empresas interesadas para generar iniciativas que tengan impacto en sectores determinados.

Es necesario reformular el pensamiento empresarial desde sus cimientos, de manera que la comunidad pueda verse beneficiada de sus sendos logros. Lampadia

¿Qué le pasa al capitalismo contemporáneo?

Angus Deaton
Project Syndicate, 13 de marzo, 2019 
Glosado por Lampadia

PRINCETON – Casi de repente, el capitalismo se ha puesto visiblemente enfermo. El resurgido virus del socialismo infecta una vez más a los jóvenes. Otros más prudentes que aprecian los logros pasados del capitalismo y quieren salvarlo proponen diagnósticos y remedios. Pero sus propuestas a veces se superponen con las de quienes querrían hacer pedazos el sistema; y las distinciones tradicionales entre izquierda y derecha ya no dicen nada.

Felizmente, Raghuram G. Rajan, exgobernador del Banco de Reserva de la India y profesor en la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, ha puesto su conocimiento y experiencia sin igual a la tarea de analizar el problema. En su nuevo libro, The Third Pillar: How Markets and the State Leave Community Behind [El tercer pilar: cómo los mercados y el Estado se olvidan de la comunidad], Rajan sostiene que el cáncer que aflige al capitalismo contemporáneo no es un problema de “Leviatán” (el Estado) ni de “Behemot” (el mercado), sino de la comunidad, que ya no actúa como freno a ambos monstruos. De modo que receta un “localismo inclusivo” para reconstruir comunidades que den a la gente un sentido de dignidad, estatus y significado.

El libro de Rajan, igual que The Future of Capitalism [El futuro del capitalismo] de Paul Collier (economista de la Universidad de Oxford), es exponente de un género cada vez más nutrido de críticas del capitalismo desde dentro. Rajan defiende el capitalismo, pero comprende que ya no está trabajando al servicio del bien social y que es preciso ponerlo otra vez bajo control.

The Third Pillar hace un profundo análisis del contexto histórico para explicar el momento actual; pero sus mayores aciertos son cuando recapitula los acontecimientos posteriores a la Segunda Guerra Mundial para explicar por qué todo empezó a descomponerse allá por 1970. Hasta entonces, el mundo había estado ocupado en la recuperación y la reconstrucción, y el crecimiento económico había recibido un impulso adicional gracias a la adopción de tecnologías de frontera por medio de la inversión en reemplazos.

Pero después de 1970 el crecimiento tendencial se desaceleró, lo que explica muchas de las dificultades actuales. Mientras eso sucedía, los gobiernos no tuvieron idea de cómo hacer frente a la desaceleración, más que prometer la restauración del perdido paraíso de la posguerra. En la mayoría de los casos eso supuso más endeudamiento. Y en Europa, las élites se lanzaron a la unificación continental, con el elevado propósito de poner fin a la reiteración de episodios de matanza. Pero en su prisa por obtener los beneficios obvios de la integración, se olvidaron de sumar a la ciudadanía. Fue así como finalmente aprendieron que después de la hibris llega la némesis.

El éxito de la socialdemocracia en la posguerra debilitó el poder del mercado para actuar como una influencia moderadora sobre el Estado. Según Rajan, ambos debilitados actores, en Europa y en EEUU, quedaron mal parados para lidiar con la inminente revolución de las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), de modo que la gente de a pie tuvo que hacer frente sola a las amenazas. Y las corporaciones, en vez de ayudar a sus trabajadores a manejar la disrupción, la empeoraron, al usar la vulnerabilidad de sus empleados para enriquecer a sus accionistas y ejecutivos.

¡Y cómo se enriquecieron! Conforme la mediana de ingreso de los hogares se estancó y aumentó la concentración de la riqueza, el capitalismo se volvió manifiestamente injusto y perdió el apoyo popular. Para poner a raya a sus oponentes, Behemot llamó en su auxilio a Leviatán, sin comprender que un Leviatán populista de derecha al final se come a Behemot.

Hay que destacar dos puntos de la exposición de Rajan. En primer lugar, la desaceleración del crecimiento es una causa fundamental (aunque de ritmo lento) del malestar social y económico de la actualidad. En segundo lugar, las consecuencias desafortunadas de la revolución de las TIC no son propiedades inherentes del cambio tecnológico; más bien, como señala Rajan, reflejan una “falta de modulación de los mercados por parte del Estado y de los mercados mismos”. El autor no insiste en esto, pero el segundo punto nos da motivos de esperanza, porque implica que las TIC no nos condenan a un futuro sin empleo; todavía hay lugar para una formulación de políticas esclarecida.

Rajan hace una muy buena exposición de la mala conducta de las corporaciones, tanto más eficaz cuanto que proviene de un profesor de una importante escuela de negocios. Según explica, el cuasiabsolutismo de la doctrina de la primacía de los accionistas sirvió desde el inicio para proteger a los ejecutivos a expensas de los empleados, y sus efectos perjudiciales se agravaron por la práctica de pagar a los ejecutivos con acciones.

En The Future of Capitalism, Collier hace una exposición similar desde Gran Bretaña, con la historia de la empresa británica más admirada de su infancia (y de la mía): Imperial Chemical Industries. En aquel tiempo todos crecíamos soñando trabajar algún día en ICI, una empresa que proclamaba como misión “ser la mejor compañía química del mundo”. Pero en los noventa, ICI cambió de norte, al adoptar el principio de valor para los accionistas. Y según Collier, ese único cambio destruyó a la empresa.

¿Y la comunidad? En otros tiempos, EEUU fue un país líder en educación pública, cuyas comunidades locales ofrecían a niños de cualquier nivel de talento y condición económica escuelas donde aprendían juntos. Y cuando la educación primaria dejó de ser suficiente, también empezaron a proveer acceso universal a la educación secundaria.

Pero hoy para triunfar se necesita título universitario, los jóvenes más talentosos van a buscarlo muy lejos de su comunidad de origen, y terminan autosegregándose en ciudades cada vez más grandes, de las que los menos talentosos quedan excluidos por los altos costos de vida. Protegidos en sus relucientes claustros, los que triunfan forman una meritocracia en la que a sus hijos –y a casi nadie más– les va tan bien como a ellos.

Collier cuenta la misma historia en Gran Bretaña, donde el talento y la participación en el ingreso nacional se han ido concentrando en Londres, y se generó vaciamiento y resentimiento en las localidades del interior. Pero como señala Janan Ganesh, del Financial Times, las élites metropolitanas ahora se encuentran “encadenadas a un cadáver”.

Rajan considera que la meritocracia es un producto de la revolución de las TIC. Pero yo sospecho que viene de antes. No olvidemos que el sociólogo británico Michael Young publicó su presciente distopía The Rise of the Meritocracy [El ascenso de la meritocracia] en 1958. De hecho, Collier y yo somos parte de la primera camada de la meritocracia británica. Y tal como predijo Young, nuestra cohorte dejó el sistema inservible para las generaciones siguientes, sin dejar de alabar sus virtudes. En Escocia, donde crecí, los talentos locales, intelectuales, escritores, historiadores y artistas, todos partieron a buscar mejor fortuna, o renunciaron simplemente a competir con las superestrellas de los mercados de masas. Y eso nos empobreció a todos.

Como Rajan, creo que la comunidad es una víctima de la captura de los mercados y del Estado por una élite minoritaria. Pero a diferencia de Rajan, dudo de que comunidades locales más fuertes o una política de localismo (inclusivo o no) puedan ser la cura del mal que nos aqueja. El genio de la meritocracia salió de la botella y ya no hay modo de volver a meterlo. Lampadia

Traducción: Esteban Flamini

Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015, es profesor emérito de Economía y Asuntos Internacionales en la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. Es el autor de El Gran Escape: Salud, Riqueza y los Orígenes de la Desigualdad.




La importancia de África en la geopolítica internacional

El destino que seguirá África – continente cuya población superará hacia el 2025 la población china – en los próximos años en materia política y económica es un tema que viene siendo opacado por otras cuestiones relacionadas a la coyuntura internacional, tales como el conflicto comercial EEUU-China, el Brexit, las elecciones del Parlamento Europeo, entre otras; sin embargo, no por ello, deja de ser un asunto sumamente relevante para el mundo en el mediano-largo plazo.

Como escribimos en Lampadia: Las gratas y no gratas sorpresas de la Fundación Gates en el 2018, Bill y Melinda Gates, en su Carta Anual 2019, advirtieron acerca de la importancia de este continente por contener a la población más joven del planeta, en un contexto cada vez más evidente de envejecimiento poblacional, un fenómeno que inclusive nuestra región no está dejando de experimentar. Así, recomendaban que es fundamental asegurar servicios de salud y educación de calidad, de manera que este ingente capital humano pueda enfrentar al mundo en igualdad de condiciones que el mundo desarrollado.

Sin embargo, como deja entrever un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo), la importancia de África para con el mundo, va más allá del ámbito social. Es de hecho, un tema íntimamente ligado con la geopolítica internacional y por ende con la economía y el comercio.

En esta línea, destaca cómo África ha experimentado, sólo en la última década, una apertura extranjera – en términos de relaciones, comercio internacional, inversión extranjera y lazos militares – sin precedentes en la historia:

  • Entre el 2010 al 2016, se inauguraron más de 320 embajadas, constituyéndose como el mayor auge de la construcción de embajadas en la historia.
  • Su comercio hacia Occidente y Oriente ha mostrado una tendencia favorable en este período. Así, mientras que el comercio hacia Turquía e Indonesia se ha triplicado, en el caso de la UE, ha crecido en un 41%.
  • En cuanto a inversión directa extranjera, se observan fuertes lazos con grandes potencias económicas mundiales, incluidos, EEUU, Gran Bretaña y Francia.
  • Sus nexos militares abarcan a China como principal vendedor de armas en lo que corresponde al África subsahariana pero también hay fuertes lazos con EEUU, Francia y Rusia.

Pero como destaca The Economist, Aun así, los africanos pueden hacer más para aumentar su parte de los beneficios.” Y las iniciativas que propone básicamente inciden en los siguientes puntos:

  • Insistir en la transparencia de las operaciones comerciales, de manera que no surjan los perversos mercantilismos estatales.
  • Fortalecer la unión del continente, tomando como referencia la exitosa experiencia de la UE.
  • Ser globales como lo han estado haciendo en el comercio internacional, sin favorecer a determinado bloque económico, ya sea China, Rusia o EEUU.
  • Fortalecer los mecanismos democráticos, para lograr una mayor competencia en la política, de manera que se capitalicen adecuadamente las necesidades de los votantes.

En un contexto de fuerte sentimiento antiglobalización y anticomercio, –que parece no mostrar señales de aminoramiento – África podría convertirse en una suerte de mediador entre los dos grandes bloques económicos e ideológicos, Rusia-China y EEUU-UE. Las iniciativas propuestas por The Economist sin duda abogan por ello y por ende, las avalamos en un 100%. Lampadia

La nueva lucha por África
Geopolítica

Esta vez, los ganadores podrían ser los mismos africanos.

The Economist
7 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

La primera gran oleada de interés extranjero en África, apodada la «revuelta», se dio cuando los colonos europeos del siglo XIX dividieron el continente y se apoderaron de la tierra de los africanos.

La segunda fue durante la guerra fría, cuando Oriente y Occidente compitieron por la lealtad de los nuevos estados africanos independientes; la Unión Soviética apoyó a los tiranos marxistas, mientras que Estados Unidos apoyó a los déspotas que decían creer en el capitalismo.

Una tercera oleada, ahora en curso, es más benigna. Los forasteros han notado que el continente es importante y se está volviendo cada vez más importante, no solo por su creciente participación en la población mundial (para 2025, la ONU predice que habrá más africanos que chinos). Gobiernos y empresas de todo el mundo se apresuran a fortalecer los lazos diplomáticos, estratégicos y comerciales. Esto crea grandes oportunidades. Si África maneja la nueva lucha sabiamente, los principales ganadores serán los africanos.

El alcance de la participación extranjera no tiene precedentes. Empieza con la diplomacia. De 2010 a 2016, se abrieron más de 320 embajadas en África, probablemente el mayor auge de la construcción de embajadas en la historia. Turquía solo abrió 26. El año pasado, India anunció que abriría 18. Los lazos militares también se están profundizando. EEUU y Francia están prestando fuerza y tecnología a la lucha contra el yihadismo en el Sahel. China es ahora el mayor vendedor de armas del África subsahariana y tiene vínculos de tecnología de defensa con 45 países. Rusia ha firmado 19 acuerdos militares con estados africanos desde 2014. Los estados árabes ricos en petróleo están construyendo bases en el Cuerno de África y contratando mercenarios africanos.

Los lazos comerciales están cambiando. En 2006, los tres socios comerciales más importantes de África fueron EEUU, China y Francia, en ese orden. Para 2018 era China primero, India segundo y EEUU tercero (Francia era séptimo). Durante el mismo período, el comercio de África se ha triplicado con Turquía e Indonesia, y se ha cuadruplicado con Rusia. El comercio con la Unión Europea ha crecido en un modesto 41%. Las mayores fuentes de inversión extranjera directa siguen siendo las empresas de EEUU, Gran Bretaña y Francia, pero las chinas, incluidas las organizaciones respaldadas por el estado, se están recuperando, y los inversores de la India y Singapur están ansiosos por unirse a la refriega.

El estereotipo de los extranjeros en África es de explotadores neocoloniales, interesados solo en los recursos naturales del continente, no en su gente, y listos para sobornar a los peces gordos locales en negocios turbios que no hacen nada por los africanos comunes. El estereotipo es a veces cierto. Demasiadas empresas petroleras y mineras están sucias. Los líderes africanos corruptos, de los cuales todavía hay abundancia, siempre pueden encontrar habilitadores extranjeros para lavar el botín. Y los contratos con firmas de países que se preocupan poco por la transparencia, como China y Rusia, a menudo son confusos. Tres periodistas rusos fueron asesinados el año pasado mientras investigaban a un grupo mercenario vinculado al Kremlin que, según informes, protege al presidente de la República Centroafricana desgarrada por la guerra y permite la extracción de diamantes allí. Comprensiblemente, muchos vieron una bocanada de imperialismo anticuado.

Sin embargo, el compromiso con el mundo exterior ha sido mayormente positivo para los africanos. Los extranjeros construyen puertos, venden seguros y traen tecnología de telefonía móvil. Las fábricas chinas zumban en Etiopía y Ruanda. Turkish Airlines vuela a más de 50 ciudades africanas. Una mayor apertura al comercio y la inversión es una de las razones por las cuales el PBI per cápita al sur del Sáhara es dos quintos más alto que en 2000 (Las políticas macroeconómicas más sólidas y menos guerras también ayudaron). Los africanos pueden beneficiarse cuando los extranjeros compran todo, desde textiles hasta vacaciones y servicios digitales.

Aun así, los africanos pueden hacer más para aumentar su parte de los beneficios.

  • Primero, los votantes y activistas pueden insistir en la transparencia. Es alentador que Sudáfrica esté investigando los supuestos acuerdos fraudulentos del presidente anterior, Jacob Zuma, pero es alarmante que el comportamiento aún peor en la República Democrática del Congo no se haya aprobado, y que los términos de los préstamos chinos a algunos gobiernos africanos peligrosamente endeudados sean secretos. Para estar seguros de que un trato público es bueno tanto para la gente común como para los hombres grandes, los votantes deben saber qué hay en él. Los periodistas, como los kenianos que expusieron escándalos por un proyecto ferroviario chino, tienen un gran papel que desempeñar.
  • Segundo, los líderes de África necesitan pensar más estratégicamente. África puede ser casi tan poblada como China, pero comprende 54 países, no uno. Los gobiernos africanos podrían lograr mejores acuerdos si demostraran más unidad. Nadie espera que un continente heterogéneo que incluye zonas de batalla anárquicas y democracias prósperas esté tan integrado como Europa. Pero seguramente puede ser mejor que dejar que China negocie con cada país individualmente, a puerta cerrada. El desequilibrio de poder entre, digamos, China y Uganda es enorme. Podría reducirse en cierta medida con un área de libre comercio o si los bloques regionales africanos se unieran. Después de todo, los beneficios de los proyectos de infraestructura se extienden a través de las fronteras.
  • Tercero, los líderes africanos no tienen que elegir bandos, como lo hicieron durante la guerra fría. Pueden hacer negocios con las democracias occidentales y también con China y Rusia, y cualquier otra persona que tenga algo que ofrecer. Debido a que ahora tienen más opciones que nunca, los africanos deberían ser capaces de impulsar tratos más difíciles. Y los forasteros no deberían ver esto como un concurso de suma cero (como lo hace la administración Trump, cuando le presta atención a África). Si China construye un puente en Ghana, un automóvil estadounidense puede conducir sobre él. Si una empresa británica invierte en una red de datos móviles en Kenia, un empresario keniano puede usarla para establecer una empresa transfronteriza.

Por último, los africanos deben tomar lo que algunos de sus nuevos amigos les dicen con una pizca de sal.

China sostiene que la democracia es una idea occidental; el desarrollo requiere una mano firme. Este mensaje sin duda atrae a los hombres fuertes africanos, pero es una tontería. Un estudio realizado por Takaaki Masaki del Banco Mundial y Nicolas van de Walle de la Universidad de Cornell encontró que los países africanos crecen más rápido si son más democráticos. La buena noticia es que, a medida que la educación mejora y los africanos se trasladan rápidamente a las ciudades, se vuelven más críticos con sus gobernantes y tienen menos miedo de decirlo. En 1997, el 70% de los partidos gobernantes africanos obtuvieron más del 60% de los votos, en parte haciendo que los jefes rurales invitaran a los aldeanos a respaldarlos. Para 2015 solo el 50% lo hizo. A medida que la política se vuelva más competitiva, la influencia de los votantes crecerá. Y podrán insistir en una forma de globalización que funcione tanto para africanos como para extranjeros. Lampadia




Renace el intervencionismo en la UE

En los últimos años, una nueva ola de políticas de corte intervencionista han empezado a asolar las economías de los países que conforman la UE, en un intento por parte de los estados por fortalecer ciertas industrias estratégicas que estarían perdiendo hegemonía mundial, ante el avance de EEUU y China.

Este conjunto de políticas, como venimos advirtiendo previamente en Lampadia: Trampa ideológica, política y académica, se constituye como parte de una ola de pensamiento prevaleciente en los círculos políticos y académicos a nivel mundial, que incide en los supuestos males de la globalización y el libre comercio y que previamente hemos venido rebatiendo en diversas publicaciones (ver Lampadia: El legado del liberalismo de Margaret Thatcher, Retomemos el libre comercio, Otra mirada al mito de la desigualdad).

Así, la predilección por parte de los líderes de la UE para seguir emprendiendo dichas iniciativas intervencionistas en el futuro se ha hecho más evidente en un reciente discurso hecho por Emmanuel Macron, presidente de Francia, el pasado 4 de marzo, en el que invoca a todos los gobiernos del bloque, a no menguar sus esfuerzos para revitalizar las empresas en territorio europeo, si las potencias mundiales no respetan las leyes de competencia leal entre los países (ver Lampadia: Macron relanza Europa).

Al respecto, un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo), señala que Este resurgimiento de la intervención estatal que pretende hacer que las industrias europeas sean más fuertes puede hacer más probable que perjudique a los consumidores y debilite las perspectivas de las empresas”.

En esta línea, desarrolla su argumentación brindando una serie de ejemplos en donde, no necesariamente la planificación central o una mayor participación estatal en el accionariado de las empresas, se condicen con mayores ganancias y por ende con un incremento de su valor de mercado en el tiempo.

De hecho, como señala el popular medio británico, promover el dirigismo estatal en los negocios puede ser hasta perjudicial en el entorno económico de las industrias a intervenir básicamente por tres razones:

  • Incentiva el mercantilismo estatal, pues, al ser el Estado propietario de una parte de la empresa, puede buscar facilitarle la adjudicación de ciertos contratos o la promulgación de leyes que la favorezcan.
  • Puede generar cierta enemistad entre países que pertenecen a un mercado común, pues le da mayor hegemonía sobre una industria a un país que adquiere mayor accionariado de una empresa con posición de poder, sobre todo en estructuras de mercado oligopólicas o monopólicas.
  • No ofrece ninguna garantía de generar empresas líderes en el rubro, en tanto la evidencia muestra muy pocos o ningún caso en los que mayor propiedad estatal esté asociado a mejoras en la gestión y/o valor de las organizaciones.

Por ello, consideramos que la solución al problema de pérdida de poder por parte de las industrias europeas en la economía mundial no debe pasar por mayor intervencionismo estatal sino por generar las condiciones para que se dé una mayor competencia al interior de las industrias afectadas. Esto es, garantizar que las industrias satisfagan efectivamente las necesidades de toda la población europea, de manera que se exploten las economías de escala arraigadas.

Otro camino sería buscar sinergias entre países productores en toda la cadena de valor de determinados productos, con el fin de generar eficiencias en los procesos productivos. En palabras simples, explorar a profundidad la oferta del mercado europeo.

De esta manera, se buscaría beneficiar a los consumidores  a través de menores precios, lo cual enfocaría la atención del comercio hacia los países de la UE. No se trata de ampliar la oferta subsidiándola sino reduciendo sus costos de producción.

Ambas opciones que valdría la pena explorar para sopesar los miedos de Emmanuel Macron y los demás gobernantes europeos de un inminente avance de las dos grandes potencias mundiales, EEUU y China. Lampadia

Los gobiernos europeos intervinienen nuevamente en las empresas
Un hábito francés se está extendiendo

Su señuelo debe ser resistido

The Economist
7 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Si no puedes vencerlos, adopta sus peores políticas económicas. Preocupado por las «estrategias agresivas» de Estados Unidos y China, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, emitió una proclamación a nivel europeo el 4 de marzo que, entre otras cosas, proponía una nueva era revolucionaria de intervención gubernamental en las empresas de la UE. «No podemos sufrir en silencio», declaró, mientras que otras potencias mundiales no respetan los principios de «competencia justa».

Macron no está solo. En todo el continente, los políticos están tratando de influir en las empresas mediante una serie de tácticas que incluyen la regulación, obligar a los gerentes a hacer negocios y aumentar la propiedad estatal.

  • En Renault-Nissan, la caída de Carlos Ghosn se ha entrelazado con una lucha por el control entre los gobiernos francés y japonés.
  • El mes pasado, Peter Altmaier, ministro de economía de Alemania, pidió que se protejan a las empresas denominadas “campeonas”, como Siemens y Deutsche Bank.
  • La semana pasada, se supo que el gobierno holandés acumuló una participación del 14% en Air France-KLM para ayudar a su antiguo operador de bandera a «rendir mejor».
  • E Italia está lista para aumentar a un 10% su participación en Telecom Italia, que comenzó a privatizar hace 21 años.

Este resurgimiento de la intervención estatal pretende hacer que las industrias europeas sean más fuertes. En su lugar, es más probable que perjudique a los consumidores y debilite las perspectivas de los negocios.

Por supuesto, Europa nunca ha sido un paraíso de mercados libres sin restricciones. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero, precursora de la UE, fue creada en 1951 para coordinar la actividad industrial. Francia ha adoptado durante mucho tiempo una política dirigista de planificación estratégica por tecnócratas ilustrados. No obstante, en la década de 1990, el estado estaba en retirada. El lanzamiento del mercado único en 1993 prometió un campo de juego del tamaño de un continente para las empresas europeas, que por fin podrían explotar economías de escala y competir sin trabas por los subsidios y las políticas nacionales.

El retroceso hacia la intervención refleja en parte el deseo de Macron y otros políticos de mostrar a los votantes malhumorados que están haciendo que el capitalismo sea más justo. Pero también refleja el temor de que Europa se está quedando atrás de EEUU y China. Los jefes temen que las empresas europeas sean demasiado insignificantes. Si toma las 500 empresas más importantes de Europa y EEUU, la mediana de Europa es un 52% más pequeña por valor de mercado. Europa no tiene gigantes para competir con Amazon o Alphabet y alberga algunas de las nuevas startups dinámicas del mundo.

  • El plan de China para dominar varias tecnologías estratégicas, como los nuevos materiales y la IA, y su búsqueda de adquisiciones respaldadas por el estado en Europa, parecen ser amenazadores e injustos.
  • Y el primer hábito de la Casa Blanca de decirle a las empresas dónde construir fábricas ha legitimado el tipo de intromisión abierta que se había convertido en un tabú en Occidente.

Sin embargo, la solución de Macron es contraproducente. Alemania y Francia han instado a la fusión de las divisiones ferroviarias de Siemens y Alstom, lo que habría resultado en una empresa con una participación de mercado del 50% en Europa. Pero eso habría elevado el precio de los viajes en tren (la Comisión Europea ha bloqueado sensiblemente el acuerdo). La intervención a menudo también incita a las rivalidades nacionales. Los holandeses compraron Air France-KLM para compensar la influencia francesa.

Puede ser una receta para el amiguismo. ¿El Deutsche Bank, que pagó a 1,098 empleados más de 1 millón de euros al año en 2017, a pesar de las escasas ganancias, realmente merece un tratamiento especial?

Y es poco probable que la intervención logre su objetivo de crear “campeones”. De las cinco empresas más valiosas de Europa, tres (Nestlé, Novartis y Roche) tienen su sede en Suiza, la cual gasta mucho en educación e investigación y desarrollo, pero no participa en la planificación central. Una (Royal Dutch Shell) es transnacional y la otra es una firma francesa de productos de lujo, LVMH, que ha prosperado porque responde a los consumidores de China y no a los planes estratégicos de los burócratas franceses. El único éxito corporativo de Europa con raíces dirigistas, Airbus, se ha disparado desde 2012, cuando se revisó su pacto de participación para reducir la influencia política.

En lugar de seguir una política industrial activista, Europa debería poner a los consumidores en primer lugar. Eso significa imponer la competencia. Los intentos alemanes y franceses de obstaculizar las reglas antimonopolio de la UE son erróneos. Permitir que se formen oligopolios, como lo ha hecho Estados Unidos, crea grandes empresas que cobran en exceso a sus clientes y, tarde o temprano, ejercen más esfuerzo para controlar los mercados que para innovar. En tecnología, Europa debe cumplir con las reglas, como su regulación GDPR (en español, Reglamento General de Protección de Datos), que protege los derechos de los consumidores sobre sus datos y privacidad. Europa también puede seguir profundizando el mercado único. La razón principal por la que algunas industrias, como la banca y las telecomunicaciones, están luchando y fragmentándose es porque aún operan en silos nacionales que impiden a las empresas lograr economías de escala. Y Europa debe ser proporcional a la forma en que controla la inversión extranjera, por ejemplo, de empresas estatales con sede en países autoritarios, en particular China. El objetivo sería bloquear la inversión solo en las industrias más sensibles, como la defensa, controlarla rigurosamente en industrias importantes, como la tecnología, y de lo contrario dar un paso atrás.

Macron tiene razón en que el comercio y los mercados están siendo distorsionados por las acciones de China y, cada vez más, de Estados Unidos. Eso no significa que Europa deba copiar sus errores. Lampadia




Se proponen nuevos disparates monetarios

Un “nuevo” enfoque de la política monetaria empieza a asomarse en las mentes de los recién entrantes congresistas por el Partido Demócrata de los EEUU, cuya vocería en este tema la dirige Alexandria Ocasio-Cortez, una millennial socialista que busca “defender a las minorías sociales y emprender acciones contra el cambio climático”.

La «Teoría Monetaria Moderna» (o MMT, por sus siglas en inglés), como se denomina en los círculos académicos, consiste básicamente en utilizar la emisión primaria de dinero de la entidad monetaria – en este caso, la FED – para financiar programas sociales asistencialistas expansivos, en un contexto de baja inflación y bajas tasas de interés.

Siguiendo esta definición, parecería tratarse de un enfoque con muy buenas intenciones ya que, en principio, aprovecharía las buenas condiciones macroeconómicas y financieras de un país para inducir un mayor bienestar en la población, a través de una mayor inyección de liquidez en el sistema bancario. Pero como señaló recientemente el notable profesor de economía y política pública de Harvard y ex economista jefe del FMI, Kenneth Roggoff, en un artículo reciente de la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo), dicho enfoque falla básicamente por dos razones:

  • En primer lugar, no hay razones para pensar que las buenas condiciones de crecimiento de la economía estadounidense, en términos de alzas en la producción y bajo desempleo, no se condecirán en el futuro con un alza de la inflación y un alza en las tasas de interés. Las buenas condiciones financieras -que pueden no ser sostenibles en el tiempo – , al tornarse adversas, pueden terminar jugando una mala pasada ante una mayor emisión monetaria, en forma de MMT, la cual no haría más que acelerar el proceso inflacionario, al hacer el dinero menos escaso que antes. Esto último perjudicaría a quienes más se quería beneficiar con esta política: los más pobres.
  • En segundo lugar, es que EEUU ya cuenta con una deuda pública alta, la cual sobrepasa el 100% del PBI, y esto no sería un problema en sí, si no fuera porque la mayor parte de sus acreedores son internacionales. Una vez más, un deterioro de las condiciones financieras internacionales podría desestabilizar las arcas del gobierno federal, en cuyo caso una política monetaria expansiva para financiar más deuda de corto plazo, como propone el enfoque MMT, es lo menos recomendable.

Cabe mencionar que la idea de un banco central como instrumento para financiar los déficits gubernamentales no es reciente; sin embargo, la evidencia histórica, en particular la de América Latina, ha sido contundente en señalar que dicha política, llevada a la práctica, es sumamente peligrosa para la macroeconomía.

Y los peruanos más que nadie, lo sabemos bien porque lo hemos vivido en carne propia durante la hiperinflación en la década de los 80. En aquella época en 1985, Alan García heredó de Belaunde Terry, un gobierno altamente endeudado, con altas tasas de inflación y bajas tasas de crecimiento del PBI. Aconsejado por los llamados “economistas heterodoxos”, llevó a cabo un programa de expansión del gasto gubernamental, que terminó siendo financiado por el mismo BCRP. Se tenía la idea de que la economía se encontraba en una situación de capacidad productiva ociosa, por lo que había que incentivar la oferta agregada, lo cual no desembocaría en inflación, ya que se equilibraría con la demanda agregada. Como la historia demostró muy rápido, este argumento fue completamente rebatido con la hiperinflación rampante que, destruyó el servicio civil de aquella época.

Si bien el caso estadounidense difiere del peruano pues este último no contaba con las buenas condiciones financieras que caracterizan el día de hoy a la economía de EEUU – a excepción por supuesto de la alta deuda pública – sirve de ejemplo para ilustrar un escenario en el que si dichas condiciones ya no se sostienen, “recurrir a la maquinita” no hace más que perjudicar a quienes más se desea beneficiar con estos programas sociales expansivos.

Esperemos que dicho enfoque monetario no llegue si quiera a ser discutido en las futuras reuniones de la Junta de la Reserva Federal de la FED. Como hemos reconocido en anteriores oportunidades, las decisiones de política cuyas consecuencias no se reflexionan lo suficiente a luz de la evidencia empírica, terminan por agravar un problema que en un inicio se buscaba solucionar. Lampadia

Disparates monetarios modernos

Varios líderes políticos progresistas de EEUU abogan por utilizar el balance de la FED para financiar nuevos programas gubernamentales expansivos. Aunque sus argumentos tienen un grano de verdad, también se basan en algunos conceptos erróneos fundamentales, y podrían tener consecuencias impredecibles y potencialmente graves.

Kenneth Rogoff
Project Syndicate
4 de marzo, 2019 
Traducido y glosado por Lampadia

Justo cuando la FED de los EEUU parece haber rechazado los candentes tweets del presidente Donald Trump, la próxima batalla por la independencia del banco central ya se está desarrollando. Y esta podría potencialmente desestabilizar todo el sistema financiero global.

Varios progresistas estadounidenses destacados, que bien podrían estar en el poder después de las elecciones de 2020, abogan por utilizar el balance de la FED como fuente de ingresos para financiar nuevos programas sociales expansivos, especialmente en vista de la baja inflación actual y las tasas de interés. Los destacados partidarios de esta idea, que a menudo se conoce como «Teoría Monetaria Moderna» (MMT, por sus siglas en inglés), incluyen una de las estrellas más brillantes del Partido Demócrata, la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. Aunque sus argumentos tienen un grano de verdad, también se basan en algunos conceptos erróneos fundamentales.

El presidente de la FED, Jerome Powell, apenas pudo contenerse cuando se le pidió comentar sobre este nuevo dogma progresivo. «Creo que la idea de que los déficits no son importantes para los países que pueden tomar préstamos en su propia moneda es errónea», insistió Powell en el testimonio del Senado de EEUU el mes pasado. Añadió que la deuda de EEUU ya es muy alta en relación con el PBI y, lo que es peor, está aumentando significativamente más rápido de lo que debería.

Powell tiene toda la razón sobre la idea del déficit, que es una locura. Los EEUU tienen la suerte de poder emitir deuda en dólares, pero la imprenta no es una panacea. Si los inversionistas se vuelven más reacios a mantener la deuda de un país, probablemente tampoco estarán muy emocionados por mantener su moneda. Si ese país intenta deshacerse de una gran cantidad en el mercado, se producirá inflación. Incluso pasar a una economía de planificación centralizada (tal vez el objetivo para algunos partidarios de MMT) no resolvería este problema.

En el segundo punto de Powell, acerca de que la deuda de EEUU ya es alta y aumenta demasiado rápido, hay mucho más espacio para el debate. Es cierto que la deuda no puede aumentar más rápido que el PBI para siempre, pero puede hacerlo durante bastante tiempo. Las tasas de interés ajustadas a la inflación a largo plazo de hoy en  EEUU son aproximadamente la mitad de su nivel de 2010, muy por debajo de lo que predecían los mercados en ese momento, y muy por debajo de las previsiones de la FED y el Fondo Monetario Internacional. Al mismo tiempo, la inflación también ha sido más baja por más tiempo de lo que cualquier modelo económico hubiera predicho, dado el fuerte crecimiento actual de EEUU y el muy bajo desempleo.

Además, a pesar de estar en el epicentro de la crisis financiera mundial, el dólar estadounidense se ha vuelto cada vez más dominante en el comercio y las finanzas mundiales. Por el momento, el mundo está bastante contento de absorber más deuda en dólares a tasas de interés notablemente bajas. Cómo explotar esta mayor capacidad de endeudamiento de los EEUU es, en última instancia, una decisión política.

Dicho esto, sería una locura asumir que las condiciones favorables actuales durarán para siempre, o ignorar los riesgos reales que enfrentan los países con una deuda alta y creciente. Estos incluyen compensaciones de riesgo-retorno potencialmente más difíciles, al usar la política fiscal para combatir una crisis financiera, responder a un desastre natural o pandemia a gran escala, o movilizarse para un conflicto físico o guerra cibernética. Como ha demostrado una gran cantidad de evidencia empírica, nada pesa más sobre el crecimiento de las tendencias a largo plazo de un país, como estar financieramente paralizado en una crisis.

El enfoque correcto para equilibrar el riesgo y el retorno es que el gobierno extienda la estructura de vencimiento de su deuda, tomando préstamos a largo plazo en lugar de a corto plazo. Esto ayuda a estabilizar los costos del servicio de la deuda si las tasas de interés aumentan. Y si las cosas se ponen realmente difíciles, es mucho más fácil inflar el valor de la deuda cautiva a largo plazo (siempre que no esté indexada a los precios) que inflar la deuda a corto plazo, que el gobierno tiene que refinanciar constantemente.

Es cierto que los legisladores podrían recurrir nuevamente a la represión financiera y obligar a los ciudadanos a mantener la deuda del gobierno a tasas de interés por debajo del mercado, como una forma alternativa de reducir la carga de la deuda. Pero esta es una mejor opción para Japón, donde la mayoría de la deuda se mantiene en el país, que para los EEUU, que depende en gran medida de los compradores extranjeros.

Hacer que la FED emita pasivos a corto plazo para comprar deuda pública a largo plazo hace que la política gire 180 grados en la dirección equivocada, porque acorta el vencimiento de la deuda del gobierno de los EEUU que es privada o de gobiernos extranjeros. Contrariamente a la opinión generalizada, el banco central de los EEUU no es una entidad financiera independiente: el gobierno es el propietario de los bloqueos, las acciones y el barril.

Desafortunadamente, la FED es responsable de gran parte de la confusión que rodea al uso de su balance. En los años posteriores a la crisis financiera de 2008, la FED realizó una “flexibilización cuantitativa” (QE, por sus siglas en inglés) masiva, mediante la cual compró deuda gubernamental a largo plazo a cambio de reservas bancarias, y trató de convencer al público estadounidense de que esto estimuló mágicamente la economía. QE, cuando consiste simplemente en comprar bonos del gobierno, es humo y espejos. La empresa matriz de la FED, el Departamento del Tesoro de los EEUU, podría haber logrado lo mismo al emitir deuda de una semana, y la FED no habría necesitado intervenir.

Quizás todas las tonterías sobre la MMT se desvanecerán. Pero eso es lo que la gente dijo sobre las versiones extremas de la economía del lado de la oferta durante la campaña presidencial estadounidense de Ronald Reagan en 1980. Las ideas equivocadas aún pueden arrastrar el tema de la independencia del banco central de EEUU al centro del escenario, con consecuencias impredecibles y potencialmente graves. Para aquellos que se aburren con el crecimiento constante del empleo y la baja inflación de la última década, las cosas pronto podrían volverse más emocionantes. Lampadia




¿Cómo resolver las disputas comerciales entre Occidente y Oriente?

La guerra comercial EEUU-China es el vivo reflejo del creciente conflicto entre Occidente y Oriente que viene experimentando en los últimos años el mundo, ante el temor de que una u otra potencia económica desplace o asuma las riendas de la soberanía global. Como hemos escrito anteriormente en Lampadia: La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China, dicha disputa se fundamenta además en un conflicto de seguridad, ante el asentamiento de un número cada vez mayor de instalaciones militares  chinas a nivel mundial, y en menor medida, de un componente ideológico.

Sin embargo, lo que no están visualizando los líderes políticos occidentales, en particular, el presidente Donald Trump y el Representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, es que este proceso de ascenso, y por ende de convergencia, en la participación del PBI global por parte de Asia emergente, ante el inminente avance de China y la India, es un proceso natural, frente a la “aberración histórica” – como la denomina Kishore Mahbubani– observada en los últimos 200 años, en los que EEUU y Europa dominaron la escena mundial, tras 1,800 años de dominación oriental (ver Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’). Con lo cual estaríamos ante la fase final de dicho período anómalo al visualizarse una menor desigualdad en lo pesos relativos de los países anteriormente mencionados.

Y no solo esto es consecuente con lo observado en los datos. La teoría económica de crecimiento siempre fue clara, desde sus inicios con la escuela neoclásica, en explicar los procesos de convergencia entre las economías cuyo stock de capital diferían en el tiempo. Desde los primeros trabajos de Robert Solow publicados en la década de los 50, que después fueron refinados con el desarrollo teórico de Mankiw, Romer y Weill a inicios de los 90, la idea de la convergencia siempre estuvo presente, primero a nivel de países y después a nivel regional, lo cual explica lo observado con el PBI mundial actual.

Dicho esto, ¿Qué estrategia debe implementar EEUU y Europa ante la creciente dominación económica por parte de China, siendo este un proceso orgánico e inevitable tal como sugieren la evidencia empírica y la teoría económica?

La respuesta a esta pregunta la dio brillantemente Mahbubani en una entrevista publicada recientemente en la revista India Forbes (ver artículo líneas abajo): “Occidente deben repensar sus objetivos estratégicos para Asia”.

En ese sentido, él propone que los gobernantes occidentales, tanto de EEUU como de Europa, opten por lo que él denomina como las “3-m”, en su libro “¿Ha perdido Occidente?”:

  • Ser minimalistas, es decir,  no involucrarse innecesariamente en innumerables guerras, teniendo en cuenta que China no participa en ninguna de ellas desde hace 40 años.
  • Ser multilaterales, es decir, fortalecer los organismos multilaterales, que actualmente se encuentran debilitados por la reservada colusión que tiene EEUU con Europa.
  • Ser maquiavélicos, en el sentido de ser pragmáticos, tal como fue en su tiempo Nicolás Maquiavelo, lo cual implica abrir más sus mercados, en un contexto de desaceleración global, y desarrollar alianzas con China que les permitan abordar problemas que están próximos a afectar al mundo desarrollado como la explosión demográfica de África.

Occidente puede y debe adecuar sus estrategias a este nuevo sistema global competitivo en el que la tendencia es a ceder un mayor espacio económico a una China más dinámica y con buenos prospectos futuros de desarrollo. Pero como señala The Economist, “se trata de trabajar con China y no contra China”.

A la larga, si EEUU y Europa profundizan más sus políticas de apertura comercial con China, conforme el gigante asiático expanda su frontera de posibilidades de producción, se generará una mayor variedad de importaciones de productos de buena calidad y de menor precio, que beneficiarán a las poblaciones de dichos países, en especial, las de menores ingresos.

Asimismo, los países emergentes de nuestra región, con especial énfasis, en los productores de commodities, se beneficiarán del desarrollo chino, ya que se encontrarán en un contexto de mayor demanda mundial de productos manufactureros, que requerirán, a su vez, de una mayor demanda de materias primas para su fabricación. Es, sin lugar a dudas, un círculo virtuoso de prosperidad y crecimiento para todos. Lampadia

Kishore Mahbubani: Occidente necesita repensar sus objetivos estratégicos para Asia

Al igual que EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno.

Dominic Morgan
India Forbes
27 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Occidente necesita repensar radicalmente sus objetivos estratégicos para el siglo asiático, argumenta Kishore Mahbubani, asesor principal y profesor en la práctica de políticas públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
Imagen: Cortesía CKGSB

Pocos pensadores pueden hablar sobre el gobierno global con tanta autoridad como Kishore Mahbubani. Fue ex presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, secretario permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Singapur y decano de la renombrada Escuela de Política Pública Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur. Fue nombrado «la musa del siglo asiático» y figura entre Los 100 intelectuales públicos más influyentes del mundo por Financial Times, Foreign Policy y Prospect.

En su último libro, que se publicará este año, Mahbubani planea abordar las crecientes tensiones entre EEUU y China, y el ex diplomático tiene algunos consejos francos para Occidente. Como explica, la elección del presidente Donald Trump y el lanzamiento de una guerra comercial con China deben considerarse como síntomas de la negativa de los EE.UU. A aceptar su inevitable declive como la economía número uno del mundo. En lugar de aullar a la luna, EE.UU. debería adoptar un enfoque más minimalista y estratégico en la política exterior para maximizar sus intereses en una era de dominación asiática [Ver en Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’ ].

P: En su último libro, ¿Ha perdido Occidente?, usted señala que ha habido una mejora notable en la calidad de vida de las personas en todo el mundo durante los últimos 30 años, pero el discurso público en Occidente se ha vuelto cada vez más pesimista. ¿Qué hay detrás de esta contradicción?

R: La gran paradoja, como enfatizo en el libro, es que la mejora dramática en la condición humana es el resultado de los generosos regalos de Occidente al resto, especialmente el regalo del razonamiento. Y, francamente, los historiadores futuros que miran hacia atrás a nuestro tiempo dirían que los 30 años que van desde 1980 hasta 2010 vieron probablemente la mejora más dramática en los estándares de vida en la historia humana. Entonces, este debería ser un momento de gran celebración en Occidente, el gran proyecto occidental de mejorar la condición humana ha tenido éxito.

Paradójicamente, Occidente nunca ha estado más deprimido. Creo que la única razón para esto es que Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría en 1989: fue seducido por el ensayo de Francis Fukuyama, «¿The End of History?», que básicamente decía que Occidente había derrotado a la Unión Soviética y solo podía encender el piloto automático, mientras que el resto del mundo necesitaba hacer ajustes estratégicos a este nuevo mundo.

El ensayo de Fukuyama hizo mucho daño mental a Occidente. Puso a Occidente a dormir precisamente en el momento en que China e India se estaban despertando.

Durante 1,800 de los últimos 2,000 años, las dos economías más grandes del mundo siempre han sido esos dos países. Los últimos 200 años han sido una gran aberración histórica. Y, por supuesto, todas las aberraciones eventualmente llegan a un final natural.

Imagen: Shutterstock

Pero lo que nadie podría haber previsto en 1989 fue la velocidad a la que China y la India han resurgido. En 1980, en términos de paridad de poder adquisitivo, la participación de los EEUU en el PBI mundial (producto bruto interno) era del 21,7% y la participación de China era del 2,3%, lo que significa que la participación de China era de alrededor del 10% de los EE.UU. Para 2014, sorprendentemente, la participación de China se había vuelto más grande. Por eso es un período tan dramático en la historia de la humanidad.

P: Usted describió dos factores clave que han desestabilizado a Occidente: primero, una disminución en los salarios reales tras la entrada de China y Europa del Este en el sistema de comercio mundial; y segundo, la comprensión de que los gobiernos nacionales se están volviendo impotentes para controlar las fuerzas de la globalización. ¿Cuál de estos es el más importante?

R: Ambos están relacionados. Creo que justo cuando Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría, otro error estratégico se cometió en 2001 cuando ocurrió el 11 de septiembre. En realidad, estuve en Manhattan el 11 de septiembre, por lo que comprendí el impacto que sintió América. Lo que sucedió como resultado del 11 de septiembre fue que EEUU decidió que su mayor desafío estratégico iba a venir del mundo islámico, por lo que lanzó guerras en Afganistán e Irak.

Fue un error porque el evento estratégico más importante que ocurrió en 2001 no fue el 11 de septiembre, sino la admisión de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC). La entrada de China inyectó a 800 millones de trabajadores en el sistema capitalista global y, como nos enseñó Joseph Schumpeter, eso llevaría a la destrucción creativa. Entonces, no es sorprendente que en la década siguiente, muchas personas en los EEUU y Europa perdieron sus empleos. Pero como las élites se estaban beneficiando de la expansión de la economía global, no notaron que sus propias masas estaban sufriendo.

P: Recientemente, muchos comentaristas en los EEUU han estado debatiendo si fue un «error» permitir a China unirse a la Organización Mundial de Comercio en 2001. ¿Cuál es su opinión sobre este debate?

R: Hay una maravillosa expresión occidental: «no tiene sentido cerrar la puerta después de que el caballo haya huido». Esta es una demostración clásica de lo que se dice. China ya se ha unido a la OMC; es parte del sistema de comercio global y está increíblemente integrado en él. No hay nada que puedas hacer al respecto.

Lo que necesita hacer Occidente, y especialmente EEUU, es adaptarse a este nuevo sistema global competitivo. Creo que puede ajustarse y puede hacerlo bien, pero se trata de trabajar con China y no contra China, por lo que la actual guerra comercial está mal orientada. De hecho, cualquier economista occidental sensible le dirá que el déficit comercial de EEUU no es el resultado de que China juegue de manera injusta. En realidad, es el resultado de que EEUU tenga la moneda de reserva global, lo que le permite consumir más de lo que produce. Eso es en realidad un privilegio.

P: En un artículo reciente de Project Syndicate, usted dijo que fue atacado durante un año sabático reciente en los EEUU por el sentimiento decisivo entre la élite de los EEUU , la cual se ha vuelto contra China. ¿Qué ha causado este cambio?

R: No lo sé, es desconcertante, pero ha sucedido. Creo que hay una creciente conciencia de que China se está haciendo más grande y más fuerte. Aunque a los estadounidenses no les gusta que EEUU se convierta en el número dos, subconscientemente deben darse cuenta de que EEUU se está moviendo hacia ese estado. En lugar de mirarse al espejo y preguntar qué errores ha cometido, siempre es más fácil encontrar un chivo expiatorio, y China es el más obvio. El peligro es que cuando busca un chivo expiatorio, ignora los problemas estructurales centrales con los que EEUU tiene que lidiar en esta nueva era.

P: ¿Qué tan receptivo debería ser China ante las quejas de los EEUU sobre sus prácticas económicas y comerciales?

R: Creo que los chinos deberían averiguar qué reclamos son válidos y cuáles no. Lo inválido es que el déficit bilateral es el resultado de que los chinos juegan de manera injusta, eso no es cierto en absoluto. De hecho, el déficit comercial, paradójicamente, ayuda a los trabajadores estadounidenses de alguna manera. A pesar de que sus ingresos no han aumentado, pueden comprar más cosas, más barato gracias a los productos Made-in-China.

Pero, por supuesto, también hay quejas válidas. Primero, China pudo haber estado robando propiedad intelectual de firmas estadounidenses. En segundo lugar, China ha insistido en que si las empresas estadounidenses invierten en China, deben transferir tecnología a China. En tercer lugar, hay barreras no arancelarias. China redujo sus barreras arancelarias y cumplió con sus obligaciones con la OMC, pero existen barreras no arancelarias que han obstaculizado las exportaciones occidentales a China.

Creo que lo que China debe hacer es responder con cierta generosidad de espíritu, porque China lo ha hecho muy bien gracias a que Occidente ha abierto sus mercados. Ahora, China puede corresponder abriendo aún más sus mercados. Eso también le daría a EEUU y Europa un mayor interés estratégico en mantener buenos lazos con China.

P: EEUU está centrando cada vez más su ira en la estrategia de China “Made in China 2025”. ¿Cuál es su opinión sobre esta estrategia?

R: Creo que es legítimo que China aspire a convertirse en una superpotencia tecnológica por derecho propio. Francamente, creo que China va a tener éxito. Los EEUU no deben quejarse de lo que está haciendo China y, en cambio, preguntarse cuál debería ser la respuesta estadounidense. Pero aquí, la ideología de personas como el Representante de Comercio de los EEUU, Robert Lighthizer, que cree que no funcionan todas las políticas industriales dirigidas por el gobierno, se interpone en el camino.

Si las políticas industriales no funcionan, ¿por qué no permitir que falle esta? Si te quejas al respecto, eso sugiere que crees que va a funcionar. Ahora, si va a funcionar en China, ¿por qué EEUU no lanza su propia estrategia nacional integral para mantener su liderazgo tecnológico? En lugar de quejarse de Made in China 2025, deberían tener un Made in America 2025.

P: Si China emerge como la principal economía del mundo, ¿cómo espera que China reformule el orden global?

R: Así como EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, creo que los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno. Los chinos deberían pensar más en esto, porque es muy importante que China haga un gran esfuerzo para asegurarle al mundo que mantendrá el orden actual basado en reglas que Occidente le ha dado al mundo. Esto es esencialmente lo que Xi Jinping prometió en sus dos discursos en Ginebra y Davos en enero del año pasado. Y ese es el mensaje que China debe repetir al mundo.

Sería prudente que China fortalezca la OMC, las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero eso requerirá que Occidente ceda el control.

P: ¿Cómo deberían posicionarse EEUU y Europa en un sistema global dominado por Asia?

R: Europa y EEUU deben enfrentar el hecho de que los dos últimos siglos de dominio occidental han sido una aberración histórica, y que la aberración está llegando a un final natural. Deben estar listos para lidiar con un mundo en el que permanecen fuertes, pero en el que su participación relativa en el PBI mundial ha disminuido. Si su participación en el PBI se reduce, debe adoptar un nuevo enfoque estratégico, y lo que sugiero en “¿Ha perdido Occidente?” es una nueva estrategia de “tres-m” para Occidente.

• La primera “m” es «minimalista». Occidente debería preguntarse: ¿debería involucrarse en tantas guerras? ¿Debería intervenir en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, etc.? Los chinos no han disparado en 40 años, desde el final de la guerra con Vietnam en 1979, mientras que incluso durante el último año de la presidencia de Barack Obama, un hombre pacífico que ganó el Premio Nobel de la Paz, EEUU lanzó 26,000 bombas en siete países. Eso es una locura.

• La segunda «m» es multilateral. Aquí, me baso en el consejo del ex presidente Bill Clinton, quien les dijo a sus compatriotas que si se puede concebir un mundo en el que EEUU sea el número dos, entonces es de interés de EEUU fortalecer el orden multilateral del mundo, más allá de limitar el siguiente número uno, China. La tragedia es que aunque las instituciones multilaterales del mundo son el regalo de Occidente al mundo, es EEUU con la silenciosa colusión de Europa lo que las ha debilitado. Eso es imprudente.

• Y la tercera «m» es maquiavélica, que es la abreviatura de «ser pragmático». Centrarse en sus propias prioridades y hacer lo que es importante para usted. Así, por ejemplo, el desafío a largo plazo de Europa no vendrá de Rusia, los tanques rusos no van a invadir Alemania. Pero lo que obtendrás es una explosión demográfica en África que será un desafío. Va a recibir más refugiados y hemos visto lo que le ha sucedido a Europa políticamente debido a los refugiados. Por lo tanto, a Europa le interesa ver a África desarrollarse, y el mejor socio para desarrollar África es China. EEUU temen la influencia de China en África y condenan la inversión china allí, y los europeos, como están subordinados a EEUU, también critican a China. Pero la inversión estratégica a largo plazo de China en África es un regalo para Europa. A eso me refiero con pensar en términos maquiavélicos acerca de dónde se encuentran sus intereses. Lampadia




El futuro promisorio de las baterías

El uso de la batería como bien de consumo parece ser  más importante de lo que nosotros, sus consumidores, percibimos en el día a día. Como indicó un reciente artículo publicado en el blog del Foro Económico Mundial, Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático”.

Por otro parte, lo interesante es que es un mercado que, además de tener altos prospectos de crecimiento en el mediano plazo – para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión – exhibe enormes economías de escala, cuya eficiencia crece a tasa constante y se apoya en una necesidad creciente de la industria electrónica de los EEUU, China y Corea del Sur.

Sin embargo, como toda fuente de energía presta a reemplazar a los combustibles fósiles, como la energía eólica y la energía solar, adolece de algunos problemas que van desde altos costos ambientales y sociales -reflejados en una alta emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono, por ejemplo- hasta una falta de coordinación en las estrategias de financiamiento a lo largo de la cadena de valor, lo cual no permite masificar su distribución en los países en vías de desarrollo.

En un contexto en donde el uso de autos eléctricos es cada vez más prominente en los países occidentales y en donde el cambio climático se encuentra ya impactando en menor y mayor medida en varias regiones a nivel internacional – incluyendo a los países de ingresos bajo – urge la necesidad de encontrar mecanismos para potenciar el mercado de baterías.

En este sentido, el presente artículo (ver artículo líneas abajo) propone tres medidas puntuales para llevar a cabo este objetivo:

  • Asumir compromisos claros y firmes y coaliciones que agrupen organizaciones de todos los ámbitos de la sociedad (sector privado, público y sociedad civil), para alinear e impulsar las inversiones hacia una cadena de suministros de cobalto y litio responsable y sostenible.
  • Evaluar las oportunidades, en términos de costos y beneficios, asociadas con una economía circular para las  baterías. Entendiendo en este caso a la economía circular, como todo el ciclo que involucra la reutilización y reciclaje de las baterías en los autos eléctricos.
  • Apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

El cambio climático está a la vuelta de la esquina, asomándose detrás de una ventana de cualquier casa o departamento en los barrios del friolento estado de Chicago, por ejemplo. Nuestra capacidad para frenarlo requerirá nuestro compromiso con la cooperación internacional. Lampadia

Las baterías pueden impulsar el desarrollo sostenible. Así es cómo

Los vehículos eléctricos están impulsando el aumento de la demanda actual de baterías. Imagen: REUTERS / Sergei Karpukhin

Benedikt Sobotka
CEO de Eurasian Resources Group
Martin Brudermüller
Presidente del Directorio Ejecutivo y Director de Tecnología de BASF
Foro Económico Mundial
22 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Existe una creciente necesidad de movilidad en todo el mundo. Para el 2025, habrá aproximadamente 1.5 billones de autos en las carreteras. La electromovilidad, especialmente en combinación con la energía renovable, es una contribución importante para abordar las necesidades de movilidad global. Para esto, necesitamos el desarrollo de una cadena de valor sostenible y baja en carbono para las baterías con el fin de contribuir a la implementación del Acuerdo Climático de París 2015. Las baterías alimentan vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos portátiles y respaldan la energía renovable en hogares, negocios y redes nacionales. Son un facilitador clave de los esfuerzos globales para frenar el cambio climático, y los desarrollos del mercado lo reflejan.

El mercado global de baterías está en alza. Para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión. Durante la última década, el mercado de las baterías recargables de iones de litio se duplicó en promedio cada tres años.

Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático. Históricamente, la electrónica portátil ha sido el principal motor del crecimiento en el mercado de baterías; Sin embargo, hoy en día el crecimiento de la demanda proviene de los vehículos eléctricos.

La Agencia Internacional de Energía proyecta que para el 2030 una cantidad de 130 millones de vehículos eléctricos podría estar en las carreteras del mundo. Si bien los escenarios varían, las inversiones significativas en la producción de vehículos eléctricos y baterías están en marcha. También están impulsados por objetivos nacionales e internacionales para apoyar la acción climática, mientras que varias ciudades y gobiernos han anunciado sus intenciones de prohibir los motores de combustión interna.

Mirando más allá del transporte, todo el sistema de energía está experimentando una transformación sistémica. Para 2050, se espera que la energía eólica y solar represente el 50% de la generación de energía global, mientras que en 2017 los combustibles fósiles representan el 85% del sistema energético mundial. Además del hecho de que las baterías son la base para la movilidad futura, son claves ya que aseguran la disponibilidad de energía cuando el viento no sopla y el sol no brilla.

El costo de las baterías disminuirá a medida que aumenten la producción y la eficiencia de fabricación.  Imagen: The Economist

Sin embargo, sin una intervención deliberada, el potencial de las baterías para apoyar el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático se ve socavado por su propia cadena de valor.

En primer lugar, la extracción de materias primas utilizadas en baterías puede tener un costo social y ambiental significativo. Cerca de dos tercios del cobalto del mundo, por ejemplo, proviene de la República Democrática del Congo y se estima que alrededor del 20% proviene de fuentes que pueden estar vinculadas a condiciones de trabajo inseguras y trabajo infantil.

En segundo lugar, la producción de baterías conlleva una gran huella de carbono.

En tercer lugar, la falta de coordinación y esquemas de financiamiento efectivos a lo largo de la cadena de valor parecen estar dificultando el despliegue de baterías para llevar energía limpia y asequible a los países de ingresos bajos y medios.

Se prevé que la salida global de la batería se triplicará en 2025. Imagen: Circular Energy Storage 2018

Se necesitan mejoras fundamentales en toda la cadena de valor de la batería para permitir que las baterías impulsen el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático. Hoy se requiere una acción de colaboración para desarrollar una columna vertebral sostenible para los sistemas de energía y transporte del futuro. Esto requiere la realización de tres objetivos centrales:

  • Primero, se deben construir cadenas de suministro estables y transparentes de materia prima, caracterizadas por las buenas condiciones de trabajo y la prosperidad compartida. Esto incluye la alineación con los estándares y los marcos de aseguramiento, así como la movilización de fondos combinados a escala para enfrentar desafíos como el trabajo infantil.
  • En segundo lugar, se debe crear una cadena de valor circular, baja en carbono y libre de contaminación para desbloquear el potencial de las baterías para contribuir a la realización del Acuerdo de París 2015.
  • En tercer lugar, se debe desbloquear el potencial completo de las baterías para brindar mejoras de electricidad y productividad a mil millones de personas en países de ingresos bajos y medios.

¿Cómo podemos lograr estos tres objetivos centrales?

  • Necesitamos compromisos claros y firmes y coaliciones de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil que acepten alinear las inversiones. El objetivo es desarrollar y aprobar estándares para el suministro responsable y sostenible de cadenas de suministro de cobalto y litio.
  • Necesitamos evaluar las oportunidades asociadas con una economía circular para baterías. Se deben formar asociaciones de acción múltiple para definir los criterios de sostenibilidad para el diseño de baterías y reducir los costos de transacción en la reutilización y el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos.
  • Necesitamos apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

Todos estos esfuerzos están siendo asumidos por The Global Battery Alliance del Foro Económico Mundial, que está copresidida por los autores de este artículo.

The Global Battery Alliance es una plataforma única de colaboración público-privada cuyo objetivo es acelerar la acción público-privada hacia los objetivos antes mencionados. Reúne a las empresas a lo largo de la cadena de valor con gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil para coordinar e impulsar los muchos buenos esfuerzos que ya están en marcha.

Este año, debemos aprovechar el impulso ya generado, por ejemplo, mediante la inversión de 1,000 millones de dólares del Banco Mundial en el almacenamiento en baterías, o la misión de The Global Battery Alliance de construir cadenas mundiales de suministro de baterías responsables. La realización de estos objetivos nos llevará un gran paso hacia un mundo en el que las baterías impulsan el desarrollo sostenible. Lampadia




El desarrollo de la ciencia en China

Se respira una sensación de preocupación por parte de los políticos occidentales ante el inminente avance de China ahora ya no solo en el campo del comercio internacional -que fue puesto en evidencia con una guerra arancelaria iniciada por Trump- sino también en el campo de la ciencia, en la cual empiezan a dar pasos agigantados.

The University of Science and Technology of China

Y este miedo no tendría fundamento si mucho del avance científico en China no tuviera fuertes implicancias en materia militar, ni si el presidente chino Xi Jinping no hubiera declarado a la ciencia y a la tecnología como un proyecto nacional.

Esto último deja entrever que Xi las usará para que China ejerza mayor hegemonía mundial.

Sin embargo, como indicó recientemente The Economist (ver artículo líneas abajo), la ciencia china es mucho más que armas y opresión”, por lo que Occidente, más que sentir preocupación, podría sacar mucho provecho del avance del gigante asiático.

China: Primer alunizaje en el lado oscuro de la Luna

China ha realizado numerosos avances científicos en campos no muy explorados por Occidente como la materia oscura, la genómica, las comunicaciones cuánticas y las energías renovables, que indudablemente podrían darle un mayor dominio político a nivel mundial en estos temas.

No obstante, consideramos que bien haría el gobernante chino en otorgarle una mayor libertad política a sus científicos. Ello porque como indica la conocida revista británica, “la ciencia pura se nutre de la colaboración y el intercambio.”

Este intercambio de ideas con científicos de otras partes del mundo es sumamente importante, más aún cuando muchos de los descubrimientos del gigante asiático podría eventualmente mejorar el tratamiento y encontrar la cura de muchas enfermedades, así como mejorar el medioambiente; factores que elevarían la calidad de vida mundial.

De llevarse a cabo este intercambio de ideas desde China a Occidente, se constituiría como una segunda ola de traspaso de conocimiento entre ambas regiones mundiales.

De la primera, que se da de Occidente a Oriente- en particular, China e India- Mahbubani, experto en geopolítica global, ha escrito anteriormente [ver Lampadia: Las tres grandes revoluciones de la modernidad en el Asia]. En esta línea, una segunda ola, un nuevo compartir, desde China a Occidente,  significaría una retribución del gigante asiático por todos los aportes que alguna vez estos países le compartieron, entre los que destacan, el método científico y el liberalismo clásico.

Estamos convencidos de que este es el camino que debería seguir Xi Jinping, ya que no se trata de un escenario “ganar-perder” entre China, EEUU y demás países occidentales, sino que también beneficiaría al mundo emergente. Lampadia

Luna roja creciente
Cómo China podría dominar la ciencia

¿Debería preocuparse el mundo?

The Economist
12 de enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Hace cien años, una ola de protestas estudiantiles estalló sobre las grandes ciudades de China. Desesperados por revertir un siglo de declive, los líderes del Movimiento Cuatro de Mayo querían deshacerse del confucianismo e importar el dinamismo de Occidente. La creación de una China moderna se produciría, argumentaron, al reclutar al «Sr. Ciencia» y al «Sr. Democracia».

Hoy en día, el país que los estudiantes del Cuatro de Mayo ayudaron a moldear se consume más que nunca por la búsqueda de la grandeza nacional. El aterrizaje en China de una nave espacial en el otro lado de la Luna el 3 de enero, la primera para cualquier país, fue una marca de su ambición. Pero los líderes de hoy rechazan la idea de que el Sr. Ciencia pertenece a la compañía del Sr. Democracia. Por el contrario, el presidente Xi Jinping cuenta con poder aprovechar la investigación de vanguardia incluso cuando el Partido Comunista refuerza su dominio de la política. En medio de la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos, muchos en Occidente temen que tenga éxito.

No hay duda de la determinación de Xi. La ciencia moderna depende del dinero, las instituciones y la gran cantidad de capacidad intelectual. En parte porque su gobierno puede reunir a los tres, China está aumentando la clasificación de los logros científicos, como muestran nuestras investigaciones. Ha gastado muchos miles de millones de dólares en máquinas para detectar materia oscura y neutrinos, y en institutos en abundancia que profundizan en todo, desde la genómica y las comunicaciones cuánticas hasta las energías renovables y los materiales avanzados. Un análisis de 17.2 millones de artículos en 2013-2018, realizado por Nikkei, un editor japonés, y Elsevier, un editor científico, encontró que la mayoría provenían de China en 23 de los 30 campos más concurridos, como las baterías de sodio-ion y análisis de activación neuronal. La calidad de la investigación estadounidense ha seguido siendo mayor, pero China se está recuperando, representando el 11% de los artículos más influyentes en 2014-16.

Tal es la presión sobre los científicos chinos para lograr avances que algunos ponen fin a sus investigaciones antes que el promedio. El año pasado, He Jiankui, un académico de Shenzhen, editó los genomas de los embriones sin el debido respeto por su bienestar post-parto, o el de cualquier niño que pudieran tener. Se piensa que los investigadores chinos de inteligencia artificial (IA) entrenan sus algoritmos en datos recopilados de ciudadanos chinos con poca supervisión. En 2007, China probó un arma espacial en uno de sus satélites meteorológicos, ensuciando órbitas con desechos espaciales letales. El robo de propiedad intelectual es rampante.

La posibilidad de una China dominante, quebrantadora de las reglas y de alta tecnología alarma a los políticos occidentales, y no solo por el nuevo armamento que desarrollará. Los gobiernos autoritarios tienen una historia de usar la ciencia para oprimir a su propia gente. China ya implementa técnicas de inteligencia artificial como el reconocimiento facial para monitorear a su población en tiempo real. El mundo exterior podría encontrar que una China incursionando en la mejora genética, el aislamiento autónomo o la geoingeniería es extremadamente aterradora.

Estos temores están justificados. Una superpotencia científica envuelta en una dictadura de partido único es realmente intimidante. Pero los efectos de la creciente influencia científica de China no apuntan en un sola camino.

Para empezar, la ciencia china es mucho más que armas y opresión. Desde mejores baterías y nuevos tratamientos para enfermedades hasta descubrimientos fundamentales sobre, digamos, la materia oscura, el mundo tiene mucho que ganar con los esfuerzos de China.

Además, no está claro si Xi tiene razón. Si la investigación china realmente es liderar el campo, entonces la ciencia puede terminar cambiando a China de una manera que no espera.

Xi habla de la ciencia y la tecnología como un proyecto nacional. Sin embargo, en la mayoría de las investigaciones científicas, el chauvinismo es un impedimento. Experiencia, buenas ideas y creatividad no respetan las fronteras nacionales. La investigación se lleva a cabo en equipos, que pueden involucrar a docenas de científicos. Los documentos publicados solo te llegan hasta ahora: las conferencias y los encuentros cara a cara son esenciales para comprender las sutilezas de lo que todos los demás están haciendo. Hay competencia, por supuesto; la investigación militar y comercial debe permanecer en secreto. Pero la ciencia pura se nutre de la colaboración y el intercambio.

Esto le da a los científicos chinos un incentivo para observar las reglas internacionales, porque eso es lo que hará que sus investigadores accedan a las mejores conferencias, laboratorios y revistas, y porque la ciencia no ética disminuye el poder blando de China. La edición de genes de He puede ser recordada no solo por su violación ética, sino también por la furiosa condena que recibió de sus colegas chinos y la amenaza de castigo por parte de las autoridades. La destrucción del satélite en 2007 causó indignación en China. No se ha repetido.

La pregunta tentadora es cómo esto afecta al Sr. Democracia. Nada dice que los mejores científicos tienen que creer en la libertad política. Y, sin embargo, el pensamiento crítico, el escepticismo, el empirismo y el contacto frecuente con colegas extranjeros amenazan a los autoritarios, que sobreviven controlando lo que la gente dice y piensa. La Rusia soviética trató de resolver esa contradicción dando privilegios a sus científicos, pero aislando a muchos de ellos en ciudades cerradas.

China no podrá acorralar a su élite científica en rápido crecimiento de esa manera. Aunque muchos investigadores estarán satisfechos con solo su libertad académica, solo un pequeño número necesita buscar una autoexpresión más amplia para causar problemas al Partido Comunista. Piense en Andrei Sakharov, quien desarrolló la bomba de hidrógeno rusa, y más tarde se convirtió en el principal disidente soviético; o Fang Lizhi, un astrofísico que inspiró a los estudiantes que lideraban las protestas en la Plaza de Tiananmen en 1989. Cuando la versión oficial de la realidad estaba cansada y forzada, ambos destacaron como buscadores de la verdad. Eso les dio una inmensa autoridad moral.

Algunos en Occidente pueden sentirse amenazados por los avances de China en la ciencia y, por lo tanto, apuntar a mantener a sus investigadores a distancia. Eso sería prudente para la ciencia de las armas y la investigación comercial, donde ya existen mecanismos elaborados para preservar el secreto y podrían fortalecerse. Pero extender el enfoque de un brazo a la investigación ordinaria sería contraproducente. La colaboración es la mejor manera de garantizar que la ciencia china sea responsable y transparente. Incluso podría fomentar al próximo Fang.

Por difícil que sea imaginarlo, Xi podría terminar enfrentando una opción mucho más difícil: contentarse con quedarse atrás o dar a sus científicos la libertad que necesitan y arriesgarse a las consecuencias. En ese sentido, él está ejecutando el mayor experimento de todos. Lampadia




La Industria 4.0: Lo que se necesita saber

Hoy tenemos el gusto de publicar el artículo “Guía definitiva: todo lo que necesitas saber sobre la Industria 4.0” escrito por Anna Kucirkova del IQS Directory –empresa americana que conecta a compradores de la industria manufacturera en EEUU con una vasta red de compañías fabricantes de equipos originales (OEM), proveedores y distribuidores.

Lo particular de este post es que la autora recibió una de nuestras publicaciones sobre la ‘Cuarta Revolución Industrial’ y nos escribió ofreciendo su propio artículo para que lo incluyamos en nuestra parrilla. Cosa que agradecemos.

Como hemos comentado en Lampadia la Cuarta Revolución Industrial ha venido al mundo para quedarse ya que se encuentra cambiando nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarse entre nosotros (ver LampadiaEl Foco en la Cuarta Revolución Industrial y La llegada de la Cuarta Revolución Industrial).

Y una de las recientes formas por la que se encuentra influyendo en los mercados y en el mundo empresarial, en particular, es a través de la denominada “Industria 4.0”. Al respecto, surgen 3 preguntas relevantes que podrían hacerse nuestros lectores:

  • ¿A través de qué tecnologías es que actúa esta nueva forma de hacer negocios y en qué sectores están siendo usadas actualmente?
  • ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan las empresas en el proceso de absorción de estas nuevas tecnologías?
  • ¿Qué beneficios concretos ofrece la Industria 4.0 a las empresas, de cara al cliente final, como dentro de su competencia en un mercado particular?

Para mejor comprensión y responder estas preguntas, compartimos el artículo de Anna Kucirkova.

Guía definitiva: todo lo que necesitas saber sobre la Industria 4.0

Anna Kucirkova
IQS Directory
Industrial Quick Search
26 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

A finales del siglo XIX, el mundo fue transformado por la Revolución Industrial y la introducción de la máquina de vapor. En total, han habido cuatro grandes olas de revoluciones industriales.

La segunda fue la introducción de la electricidad y las líneas de montaje a principios del siglo XX. La tercera, en la década de 1970, fue la automatización con computadora que permitía a las personas programar máquinas y robots para completar tareas.

Hoy en día, hay una cuarta revolución que está cambiando rápidamente el panorama de las industrias: la Industria 4.0.

¿Qué es la Industria 4.0?

¿Qué es exactamente la Industria 4.0 y cómo beneficia al mundo industrial?

La Industria 4.0 se puede caracterizar por la integración de robots y maquinaria autónomos y otras tecnologías inteligentes. Es un movimiento hacia la tecnología inteligente en la fabricación con un enfoque en la conectividad. Algunas personas se refieren a esta nueva ola industrial como máquinas infundidas con inteligencia.

Esta revolución conecta la tecnología en las organizaciones y en la vida cotidiana de las personas. Es la combinación de tecnologías físicas y digitales a través de nueve avances tecnológicos fundamentales. Estos nueve avances incluyen:

  • Big Data y Analytics
  • El Internet industrial de las cosas
  • Integración horizontal y vertical de sistemas
  • Robots autónomos
  • Simulación
  • Realidad aumentada
  • Ciberseguridad
  • La nube
  • Fabricación aditiva

Estas piezas importantes se analizarán con mayor detalle más adelante en este artículo.

En 2015, Markus Lorenz habló en un evento organizado por TED llamado TED @ BCG. En el invitó a oradores a venir y hablar sobre ideas que contribuirían al crecimiento en el mundo. Lorenz habló sobre los beneficios de la Industria 4.0 y lo que podría hacer para las industrias de todo el mundo.

En su charla, usó una compañía de yogurt como ejemplo de cómo la tecnología inteligente podría aumentar la productividad y reducir los desperdicios en la industria alimentaria. Explicó que con una tecnología no inteligente, una máquina llenará y etiquetará los envases de yogur a una velocidad notable. Sin embargo, afirmó que, en esencia, la máquina es «tonta». En otras palabras, no sabrá si está etiquetando el envase de yogur incorrectamente. Puede, por ejemplo, poner un envase de chocolate en yogur de avellana.

Este error le costaría tiempo y dinero al fabricante de yogurt, pero podría evitarse con la introducción de tecnologías inteligentes. Afirmó que el 8% de la producción de alimentos da como resultado una «pérdida de producto» o 50 mil millones de dólares cada año.

Con la tecnología inteligente, cada pieza del equipo tendría lo que se denomina un «gemelo digital» o una réplica digital de cómo debería verse el artículo. Si esto se hubiera utilizado en la fabricación del yogurt, habría detectado que el frasco se estaba etiquetando incorrectamente, ahorrando dinero y frustración a la compañía de producción.

¿Cuáles son los 9 avances tecnológicos fundamentales?

Para que la cuarta revolución industrial llegara a buen término, se requirió la invención de algunas tecnologías bastante importantes. Algunas de estas tecnologías están apareciendo en hogares de todo el mundo (piense en Alexa de Google o en Echo de Amazon), y también están haciendo una gran diferencia en las industrias manufactureras.

Big Data y Analytics

Big Data y Analytics se refieren al complejo proceso de adquisición de información sobre cosas como correlaciones desconocidas, preferencias de los clientes y tendencias del mercado. El análisis que se recopila permite a las empresas tomar decisiones inteligentes sobre lo que deben producir o hacer.

Esta información se obtiene a menudo de cosas como el modelado predictivo y los algoritmos estadísticos.

El Internet industrial de las cosas

El Internet industrial de las cosas significa usar Internet y WI-FI para conectar todas las partes de una fábrica inteligente o planta industrial. Esto se puede usar para la comunicación máquina a máquina, datos de sensores, machine learning y más.

GE Digital lo describe como, “[una] red de una multitud de dispositivos industriales conectados por tecnologías de comunicaciones que dan como resultado sistemas que pueden monitorear, recopilar, intercambiar, analizar y entregar valiosos nuevos conocimientos como nunca antes. Estas ideas pueden ayudar a impulsar decisiones comerciales más inteligentes y rápidas para las empresas industriales».

Integración horizontal y vertical de sistemas

La integración horizontal y vertical se refiere a dos componentes principales en el desarrollo de fábricas inteligentes. La integración horizontal es la conexión en red de máquinas y sistemas dentro de una línea de fabricación y también entre empresas, proveedores y clientes.

La integración vertical es el proceso de conectar todos los niveles de producción desde la planta de producción al nivel de negocios de una empresa. Esto también ayudará a conectar a los ingenieros con el nivel real de fábrica de un producto que hayan diseñado.

Philipp Gerbert, en un artículo titulado Industria 4.0: El futuro de la productividad y el crecimiento en las industrias manufactureras escribe, “con Industria 4.0, las compañías, departamentos, funciones y capacidades se volverán mucho más cohesivos, ya que la información cruzada entre empresas es universal. Las redes de integración evolucionan y permiten cadenas de valor verdaderamente automatizadas».

Robots autónomos

Mientras que los robots autónomos han estado en escena durante un tiempo, con las nuevas tecnologías pueden trabajar de manera más inteligente y rápida. De hecho, es probable que en un futuro no muy lejano los nuevos robots y máquinas más inteligentes puedan interactuar y aprender de los humanos. Las nuevas tecnologías también permiten a los robots autónomos interactuar entre sí y ajustar sus acciones de acuerdo con cada nuevo producto que producen.

Al igual que con el ejemplo utilizado con Markus Lorenz, estos robots autónomos funcionarían de manera más inteligente. En lugar de producir un producto de forma incorrecta, podrían analizar cada componente y reconocer un error.

Simulación

Los ingenieros han estado usando simulaciones en 3D durante algún tiempo. Sin embargo, a medida que la Industria 4.0 continúe aumentando, las simulaciones también estarán disponibles en las operaciones de la planta.

La simulación permite a las personas tener una copia digital de algo real que pueden probar y manipular digitalmente. Esto se puede usar para artículos individuales o para fábricas de plantas completas. Las simulaciones también son útiles para la capacitación de los empleados y para supervisar la producción.

Philipp Gerbert escribe: “Estas simulaciones aprovecharán los datos en tiempo real para reflejar el mundo físico en un modelo virtual, que puede incluir máquinas, productos y personas. Esto permite a los operadores probar y optimizar la configuración de la máquina para el próximo producto en línea en el mundo virtual antes del cambio físico, lo que reduce los tiempos de configuración de la máquina y aumenta la calidad».

Realidad aumentada

La realidad aumentada es una tecnología relativamente nueva, se utiliza para cosas como la selección de piezas en un almacén a través de la robótica. En el futuro, los ingenieros esperan usar la realidad aumentada para ayudar a los empleados a arreglar y usar maquinaria complicada.

Markus Lorenz usó un ejemplo de un helicóptero caído en un área remota. Dijo que el problema podría solucionarse en cuestión de minutos con realidad aumentada. Su teoría era que una persona sin experiencia en la reparación de helicópteros podía arreglarlo si llevaba gafas de realidad aumentada que estaban conectadas a una computadora central que conocía todos los detalles sobre la reparación de helicópteros. En tiempo real, a una persona se le podría decir a través de la realidad aumentada el proceso necesario para reparar el helicóptero. Como una superposición del mundo real, le diría a una persona dónde colocar sus herramientas y cómo reparar un lugar específico.

La ciberseguridad

Con el avance de la tecnología, las redes y la integración, es cada vez más importante que las fábricas y empresas inteligentes incluyan altos niveles de ciberseguridad. Sin una ciberseguridad fuerte, las plantas correrían el riesgo de pirateo y pérdida de producción.

Aquellos que quieran transformar su industria en una nueva tecnología inteligente podrían considerar asociarse o adquirir empresas de ciberseguridad.

La nube

La innovación de la nube permite a las empresas almacenar y compartir una multitud de datos e información. Con la Industria 4.0, las compañías de producción deben compartir una gran cantidad de datos a través de los límites de la compañía. Esto también les permite ver y hacer cosas muy rápidamente a través del uso compartido de la nube.

Fabricación aditiva

La fabricación aditiva es la capacidad de producir artículos únicos de menor costo en la empresa. En otras palabras, en lugar de externalizar un ajuste para un producto personalizado, una empresa podría producirlo por sí misma. Esto también ayudaría a reducir la escasez de productos.

La impresión 3D permite a los productores crear prototipos y producir componentes individuales. Esto puede ser útil para hacer pequeños grupos de piezas para un pedido personalizado.

En lugar de esperar que los consumidores compren un producto de talla única, la impresión en 3D permite a los productores crear artículos que se ajusten a las necesidades exactas de sus clientes. El bono es que el costo es bastante barato.

¿Cuáles son los mayores impedimentos para que las empresas se unan a la Industria 4.0?

La Industria  4.0 puede ofrecer muchos beneficios a una empresa, pero ¿cuáles son algunas de las razones por las que las industrias pueden ser reacias a desarrollarla o desean hacerlo de manera incremental?

  • Costo. Si bien hay muchos beneficios potenciales al actualizar los sistemas para que coincidan con los estándares de la Industria 4.0, hay una inversión inicial sustancial.
  • Pérdida de trabajo humano. Con cualquier actualización tecnológica, especialmente a través de la automatización, existe un riesgo de pérdida de empleos, y existe un potencial para que esto suceda con la Industria 4.0. Esto es especialmente cierto para los trabajos menos calificados, aunque también hay predicciones de que este cambio en la industria creará más empleos de los que elimina.
  • Incremento de problemas de ciberseguridad. Como se mencionó anteriormente, cuando todo un negocio está conectado electrónicamente, existe un riesgo sustancialmente mayor de problemas de seguridad.
  • Problemas técnicos. Con más tecnología y menos supervisión humana, existe el riesgo de problemas técnicos que pueden ser costosos.

¿Cómo podría la Industria 4.0 beneficiar a las empresas?

Si bien hay algunas razones para que las industrias duden antes de lanzarse totalmente a la industria 4.0, es muy probable que los beneficios puedan superar las preocupaciones. Aquí hay algunas formas en que la Industria 4.0 podría beneficiar a las empresas.

  • Permite a las empresas identificar nuevas oportunidades. Usando análisis y datos, las compañías pueden identificar mejor las nuevas oportunidades. Podrían encontrar formas de expandir su negocio y aprovechar nuevos mercados.
  • Eficiencia. Los robots y la automatización pueden producir artículos de manera más rápida y eficiente, especialmente cuando se usa tecnología inteligente.
  • Ahorra dinero. La Industria 4.0 reducirá el desperdicio al reducir el riesgo de errores de alto costo.
  • Mejor experiencia de cliente. Los análisis, la personalización y la velocidad significan que los clientes pueden obtener lo que desean antes.
  • Incremento de los ingresos. A pesar de la alta inversión inicial, la Industria 4.0 tiene el potencial de traer a las empresas muchos más ingresos. Esto se puede atribuir a una mayor eficiencia, menos desperdicio de productos, nuevas oportunidades y una mejor satisfacción del cliente.
  • Creación de empleo. Si bien es cierto que la Industria 4.0 puede reemplazar los trabajos con la automatización, también es probable que cree muchos nuevos trabajos.

Industria 4.0 Camino del futuro

La Industria 4.0 es el camino del futuro y es un paso importante en las industrias y la fabricación. Si bien hay razones comprensibles para que las compañías se demoren en actualizar sus negocios a los nuevos y futuros modelos de la industria, también corren el riesgo de no alcanzar su competencia, ya que utilizan tecnología más rápida e inteligente para satisfacer las necesidades exactas de sus clientes.

Fuentes:

Lampadia




¿Subsisten los refugios para las inversiones?

En el segundo semestre del 2018 aumentó la volatilidad y se corrigieron los mercados de capitales.

Ningún índice bursátil de las economías más importantes del globo se salvó de registrar ajustes por lo menos en algunos de esos meses y, como era de esperarse, las razones que explicaban estas caídas no distaban mucho entre sí para todos los países: incertidumbre sobre la guerra comercial EEUU- China,  alta expectativa de alzas de tasas de interés por parte de la FED, Brexit, una zona euro con desaceleración económica y tensiones políticas, entre otras.

Un reciente artículo escrito por Benjamin J. Cohen, profesor de Economía Política Internacional en la Universidad de California, Santa Bárbara, y autor del libro “Currency Power: Understanding Monetary Rivalry”, explica con brillantez y simpleza las implicancias que ha tenido la volatilidad de los mercados financieros sobre el apetito por riesgo de los inversionistas y la actual encrucijada en la que se encuentran: la imposibilidad de encontrar refugios para sus inversiones.

Como bien señala el referido autor, producto de la volatilidad de los mercados financieros, la aversión al riesgo de los inversionistas ha aumentado sobremanera, lo cual los ha volcado a la búsqueda de activos más “seguros”.

Al respecto, señala que es muy complicado encontrar esta clase de activos hoy en día, puesto que aquellos que lideraron este segmento por muchísimos años–inclusive en épocas críticas como la crisis financiera del 2008- , los bonos del tesoro de EEUU, han perdido su atractivo. Esto porque se tiene la expectativa de que la calificación crediticia de EEUU empeore con el tiempo dada la aparente falta de responsabilidad fiscal por parte del presidente Trump.

En este contexto, ¿Qué alternativas de inversión seguras o por lo menos, seguras comparadas a la deuda de EEUU, pueden ser tomadas en cuenta como referencia?

Entre las alternativas que Cohen analiza para este tipo de inversiones están los mercados de deuda de la zona euro, Suiza, la Japón y China

Al respecto, podría parecer que los bonos de países de la zona euro serían los candidatos inmediatos a superar la deuda en dólares como refugio de las inversiones, sin embargo, debe tenerse en mente ciertos procesos políticos que están aconteciendo en esta región del mundo como la actual “fragmentación” de la política [Veáse Lampadia¿Fragmentación política en Europa?] o el Brexit, factores que podrían determinar el pago de la deuda futura de estos países.

Por otro lado, si bien China es considerada el tercer mercado de deuda pública más grande del mundo, su excesiva regulación puede hacerla poco atractiva como inversión “segura”. Otro mercado de bonos que ofrece una amplia variedad de productos es Japón. Sin embargo, su excesivo endeudamiento público y poco crecimiento económico son factores que le juegan en contra.

En todo caso, lo que puede deducirse del análisis del autor es que no existe un refugio amplio y seguro para las inversiones, como existían hace una década. Lampadia

Para ver más detalle acerca del análisis realizado por el Prof. Benjamin J. Cohen sobre el tema ver líneas abajo:

¿Dónde han ido todos los paraísos seguros?

7 de Enero, 2019 
BENJAMIN J. COHEN
Traducido y glosado por Lampadia

Incluso en el apogeo de la crisis financiera mundial del 2008, que se originó en los Estados Unidos, los inversionistas globales vieron al Tesoro de los Estados Unidos como el activo más seguro disponible. Pero con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, minando la fe en el dólar, los gestores de cartera se encuentran en mares agitados sin un puerto de escala que pueda ofrecer refugio contra la tormenta.

Con la caída de las acciones, el aumento de la volatilidad del tipo de cambio y la intensificación de los riesgos políticos, los mercados financieros de todo el mundo se han visto afectados. En momentos como estos, los inversionistas internacionales generalmente se vuelven cautelosos y priorizan la seguridad sobre los retornos, por lo que el dinero huye a “refugios seguros” que pueden proporcionar activos seguros, con grado de inversión, en una escala suficientemente grande. Pero no hay refugios evidentes hoy en día. Por primera vez en la memoria viva, los inversores carecen de un puerto tranquilo donde puedan refugiarse de la tormenta.

Históricamente, el refugio seguro por excelencia fue EEUU, en forma de los bonos del Tesoro respaldados por la «plena fe y crédito» del gobierno de los EEUU. Como lo dijo un estratega de inversiones en 2012, «cuando la gente está preocupada, todo camino conduce a los bonos del Tesoro».

El estallido de la burbuja inmobiliaria de EEUU en el 2007 ofrece un ejemplo. Nadie dudó de que Estados Unidos fuera el epicentro de la crisis financiera mundial. Pero en lugar de huir de los EEUU, el capital lo inundó. En los últimos tres meses de 2008, las compras netas de activos alcanzaron medio trillón de dólares, tres veces más que la suma de los nueve meses anteriores.

Sin duda, algunas de estas reclamaciones en dólares se debieron al hecho de que los bancos extranjeros y los inversionistas institucionales necesitaban billetes verdes para cubrir sus necesidades de financiamiento después de que los mercados interbancarios y otros mercados mayoristas de corto plazo se apoderaran. Pero esa no fue la única razón por la que los gestores de cartera se apilaron en los EEUU. Gran parte del aumento de la demanda se debió a puro miedo. En un momento en el que nadie sabía lo mal que se podían poner las cosas, se consideraba que EEUU era la apuesta más segura.

Pero esto fue antes de la llegada del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien logró socavar la confianza en el dólar en un grado sin precedentes. Además de abandonar cualquier noción de responsabilidad fiscal, Trump ha pasado sus primeros dos años en el cargo atacando a instituciones internacionales y luchando contra aliados de Estados Unidos.

Sin duda, incluso antes de Trump, la confianza en el dólar sufrió un revés en 2011, cuando Standard & Poor rebajó los títulos del Tesoro en una muesca en respuesta a un casi cierre del gobierno de EEUU. Ese episodio fue provocado por un enfrentamiento entre el entonces presidente Barack Obama y los congresistas republicanos por una propuesta de rutina para elevar el techo de la deuda federal.

Hoy, sin embargo, los inversores tienen aún más razones para preocuparse por la calificación crediticia del gobierno de los EEUU. Solo en 2018, el gobierno fue cerrado tres veces, y continúa en un cierre parcial hasta el día de hoy, debido a la demanda de Trump de fondos para construir un muro «grande y hermoso» en la frontera con México.

¿A dónde pueden ir los inversionistas si no es a los Estados Unidos?

  • La eurozona puede parecer una alternativa lógica. Después del dólar, el euro es la moneda más utilizada en el mundo. Y, en conjunto, los mercados de capital de los 19 estados miembros de la eurozona tienen un tamaño similar al del mercado estadounidense. Pero Europa tiene sus propios problemas. El crecimiento económico se está desacelerando, especialmente en Alemania, y el riesgo de una crisis bancaria en Italia, la cuarta economía más grande de la eurozona, se vislumbra en el horizonte.

Peor aún es la incertidumbre sobre el Brexit, que podría resultar altamente perjudicial si el Reino Unido se estrella fuera de la Unión Europea sin un acuerdo de divorcio. No hace falta decir que también se puede descartar a Gran Bretaña como un refugio seguro, al menos hasta que se resuelva el fiasco del Brexit.

  • ¿Qué pasa con el franco suizo? Aunque sus atractivos son obvios, los mercados financieros de Suiza son simplemente demasiado pequeños para servir como un sustituto adecuado para los Estados Unidos.
  • Eso deja a Japón. Con su abundante oferta de bonos del gobierno, es el mayor mercado único de deuda pública fuera de los Estados Unidos. Sin embargo, la pregunta para los gestores de cartera es si es realmente seguro invertir en un país donde la deuda pública supera el 230% del PIB.

En comparación, la relación deuda pública / PBI en los EEUU. es de alrededor del 88%; e incluso en la problemática de Italia, no es más del 130%. Es cierto que el mercado de deuda del gobierno japonés es más estable que la mayoría, debido al hecho de que gran parte de él está en manos de ahorradores nacionales (es decir, está bien escondido debajo del colchón). Pero Japón es un país envejecido con una economía que se ha mantenido casi estancada durante un cuarto de siglo. Los inversores tendrían razón si se preguntan dónde encontrarán los recursos para continuar con el servicio de su enorme deuda.

  • Y luego está China, con el tercer mercado nacional de deuda pública más grande del mundo. Ciertamente, la oferta de activos en China es amplia. Pero el mercado chino está tan estrechamente controlado que es esencialmente lo opuesto a un refugio seguro. Pasará mucho tiempo antes de que los inversionistas globales consideren confiar en los valores chinos.

Con la escasez de puertos seguros, los inversionistas se pondrán cada vez más nerviosos. Estarán inclinados a mover fondos ante la menor señal de peligro, lo que aumentará sustancialmente la volatilidad del mercado. La mala racha de hoy probablemente esté aquí para quedarse. Lampadia

Benjamin J. Cohen es profesor de Economía Política Internacional en la Universidad de California, Santa Bárbara, y es autor de Currency Power: Understanding Monetary Rivalry.