¿Cómo aumentar el crecimiento de una economía?

En un reciente análisis de McKinsey&Company, tres de sus economistas publicaron un artículo para mostrar que EEUU puede lograr un crecimiento alto, e instan a los estadounidenses a abandonar el pesimismo y los pequeños mitos que hoy los embargan. Según ellos, EEUU no tiene que conformarse con un crecimiento mediocre. Tienen la oportunidad “para encontrar un terreno común [Ejecutivo – Congreso] y el sector privado puede ser el tejido conectivo que reúna a ambas partes en torno a una nueva agenda para acelerar el crecimiento”. Un consejo relevante en la coyuntura actual del Perú.

Fuente:  cloudfront.net

Algo llamativo del artículo es que entre los consejos que brinda, está el aprovechar la globalización, que ha sido justamente uno de los chivos expiatorios para sustentar las propuestas de ruptura de Trump. Según el estudio, solo el 1% de las empresas estadounidenses exporta actualmente, y proponen facilitar el proceso desregulando.

A los peruanos, no debiera llamarnos la atención como se pueden torcer las cosas y crear realidades mentirosas o mitos. Por ejemplo, en la campaña electoral del 2011, se ofreció inclusión, justo cuando habíamos tenido la mayor inclusión de nuestra historia, para al final darnos cinco años sin inclusión.

EEUU también ha caído en una negación y en falacias que van en contra de su propio crecimiento. Lamentablemente, a pesar de que las mayores oportunidades incluyen el aprovechamiento de la tecnología digital, la globalización y el libre comercio, estos han sido los temas más debatidos y donde se han creado más mitos. 

Como afirmó Martin Wolf recientemente (Ver: ¿El fin de la globalización?), el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y, en algunos aspectos, se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

La manera de abordar a los que se han quedado atrás es aprovechar las oportunidades de crecimiento que la digitalización y la globalización traen consigo haciendo que más pequeñas empresas, más trabajadores y más partes del país participen y se beneficien. Así lo plantean los autores del artículo para EEUU, tal como propusimos en Lampadia para el Perú: The wind beneath our wings, en el que explicamos que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo. Y es que el comercio internacional, los flujos de inversión extranjera, la globalización son indispensables para que un país tan pequeño como el nuestro solo pueda crecer a un ritmo suficiente como para remontar las brechas sociales y económicas.

Solo así podremos dar el impulso que necesitamos para emparejarnos con los países más ricos y evitar que nuestros pobres se alejen para siempre del nuevo mundo. Lampadia

Cómo lograr que la economía de EEUU crezca 3.5% o más

La nueva administración puede hacer una apertura fresca

Gary Pinkus, James Manyika y Sree Ramaswamy
McKinsey&Company 
Fortune.com
3 de diciembre de 2016
Traducido y glosado por
Lampadia

Desde que la crisis financiera estalló hace casi una década, Estados Unidos se ha enfocado en salir de un profundo agujero. Hoy estamos de nuevo en terreno sólido, pero hay una corriente subyacente de preocupación que afirma que lo mejor que podemos lograr es un crecimiento modesto.

Estados Unidos no tiene que conformarse con un crecimiento mediocre. Pero tiene que moverse. La llegada de una nueva administración y un nuevo Congreso es una nueva oportunidad para encontrar un terreno común y el sector privado puede ser el tejido conectivo que reúna a ambas partes en torno a una nueva agenda para acelerar el crecimiento.

En el McKinsey Global Institute, hemos entrevistado a decenas de directores ejecutivos de múltiples industrias, y muchos de ellos percibieron el peligro ya que muchos estadounidenses ya no creen que tienen la oportunidad de seguir mejorando y creciendo profesionalmente. El mensaje de estos líderes empresariales y de nuestro propio análisis es que es hora de centrarse en la construcción de una economía que funcione para todos. Lo que es más, los líderes empresariales están ansiosos por enfrentar el desafío.                                      

Nuestra nueva investigación identifica cinco prioridades clave que pueden ayudar a salir del estancamiento y crear una prosperidad más ampliamente compartida. Un océano de tinta ya ha sido derramado sobre temas como impuestos, regulación, derechos y deuda, pero creemos que es crítico cambiar el enfoque para acelerar el crecimiento. Estimamos que estas cinco iniciativas pueden elevar colectivamente el crecimiento del PBI a un 3.0 %, o incluso un 3.5 %, niveles no vistos desde los años noventa.

Dos de las mayores oportunidades incluyen el aprovechamiento de la tecnología digital y la globalización. Esto es algo irónico, ya que estas dos fuerzas han profundizado muchas de las disparidades que vemos en toda la economía. Últimamente el comercio, en particular, ha sido golpeado. Sin embargo, la manera de abordar a los que se han quedado atrás es aprovechar las oportunidades de crecimiento que la digitalización y la globalización traen consigo haciendo que más pequeñas empresas, más trabajadores y más partes del país participen y se beneficien.

Estados Unidos tiene que revertir su persistente desaceleración en la productividad, y mejorar las capacidades digitales de los sectores y empresas rezagados es una parte importante de ese rompecabezas. Este esfuerzo puede ir de la mano con alentar a más pequeñas empresas a buscar oportunidades en los mercados globales. Hoy, menos del 1 % de las empresas estadounidenses exportan, una proporción mucho menor que en cualquier otra economía avanzada. Convertirse en un exportador solía ser intimidante para las pequeñas empresas, pero el Internet ha logrado que las fronteras sean menos temibles. Estados Unidos puede reelaborar los requisitos aduaneros y alentar a las pequeñas empresas a aprovechar las plataformas digitales de comercio electrónico para atender a los clientes extranjeros.

La globalización puede haber dejado atrás a algunas regiones, pero un compromiso más profundo con los inversionistas globales puede ayudarles a ponerse al día. En la última década, el tercio superior de las ciudades estadounidenses capturó el 55 % de toda la inversión extranjera directa, mientras que el tercero inferior representó sólo el 7 %. Muchas de las regiones que perdieron empleos de manufactura todavía tienen trabajadores experimentados, conocimientos técnicos e instalaciones industriales. Son destinos atractivos, y conectarlos con inversionistas extranjeros puede ayudarlos a preparar una segunda oportunidad.

Las tres prioridades restantes en nuestro programa de crecimiento consisten en poner a trabajar de manera más efectiva el capital financiero, el capital humano y los recursos naturales de EEUU. En primer lugar, tenemos que centrarnos en el 80 % de la población que vive en las ciudades de la nación o áreas metropolitanas circundantes.

Invertir en infraestructuras de transporte y vivienda asequible podría hacer una gran diferencia en su productividad, su ingreso disponible y su calidad de vida. En segundo lugar, Estados Unidos necesita construir un mercado de trabajo más receptivo con más carreras fuera de la norma tradicional.

Los responsables políticos y el sector privado deben trabajar juntos para establecer más programas de aprendizaje y capacitación y para aprovechar soluciones tecnológicas que conecten a las personas con oportunidades de empleo de manera más eficiente. Finalmente, Estados Unidos puede montar una ola de innovación para hacer más productivo el sector energético, acelerando la asignación de capital a las oportunidades más prometedoras. Hacer que toda la economía sea más eficiente energéticamente estimularía la inversión de capital y crearía ahorros para los hogares, que podrían estimular el crecimiento de la demanda.

Llevar a cabo estas iniciativas requiere inversión en el futuro. Aumentar el nivel anémico actual de la inversión pública podría pagarse por sí mismo si estas iniciativas ponen en marcha el crecimiento. Pero eso no quiere decir que la única respuesta son miles de millones de dólares de los contribuyentes. Algunas de estas iniciativas simplemente exigen la modernización de las reglas, convocatorias y hacer ‘match’ (converger). Hay una gran cantidad de capital privado que está al margen, y los inversionistas están hambrientos de oportunidades.

En un mundo de lento crecimiento, todos están peleando para proteger su porción de un pastel más pequeño. Pero cuando la economía vuelve a dispararse, las ganancias por ingresos tienden a ser más amplios. Esto podría ayudar largamente a curar una nación.

El actual período de lento crecimiento ha producido una escuela de pensamiento que dice que los mejores días de EEUU ya han pasado. Estamos en un total desacuerdo. Estados Unidos sigue siendo una de las economías más resilientes e innovadoras del mundo. Perseguir una estrategia de crecimiento ambiciosa e invertir sabiamente podría posicionarla para confundir de nuevo a los pesimistas.

Gary Pinkus es socio gerente de McKinsey en América del Norte y tiene su sede en la oficina de McKinsey en San Francisco. James Manyika es un director del McKinsey Global Institute, donde Sree Ramaswamy es un compañero senior.

 




La divergencia de Trump con China

El mundo que se fue haciendo posible desde fines del siglo pasado estaría quedando a medio construir con los recientes sucesos políticos en el Reino Unido y EEUU. Ese mundo de la globalización, el comercio internacional y los procesos de integración, que produjeron la mayor reducción histórica de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los emergentes y que generó una inmensa clase media global, estaba a medio hacerse.

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Fuente:  es.pinterest.com

Los procesos de integración estaban por consolidarse, los ajustes de las instituciones multilaterales que permitieran una mejor gobernanza global, eran incipientes y, la convergencia entre las dos mayores potencias mundiales, EEUU y China, algo escencial para la armonía y el mayor bienestar global, no pasaba de los libros y artículos de visionarios como Henry Kissinger de EEUU y Kishore Mahbubani de Singapur. 

En efecto, en su último libro, ‘Orden Mundial’, Kissinger nos advirtió que un estudio de Harvard mostraba que historicamente, de 15 casos de interacción entre una potencia emergente y una establecida, 10 terminaron en guerra. Y agregaba que no era sorprendente que hoy pensadores estratégicos significativos, a ambos lados, consideraran que el patrón histórico hacía inevitable el conflicto.

Por su lado Mahbubani, nos decía que estábamos construyendo una nueva y mejor civilización, que nadie habría pensado hace unos años que Singapur podría ser tan próspero como Londres. Pero aún había una gran resistencia a hablar de una gobernanza global que permitiera y cuidara la consolidación de la armonía entre occidente y oriente.

Pues, el Brexit y el acceso al poder del Trumpismo, van exactamente en dirección opuesta a estos pensamientos. Más vale darse cuenta a tiempo de la dirección e intensidad de los nuevos vientos, que en nuestra opinión alterarán profundamente el mundo que se estaba construyendo: uno que era favorable al espacio de desarrollo que necesitan países como el Perú.

No vamos a entrar en detalle de los avances negativos de la formación del gobierno de Trump, ahora solo queremos compartir un excelente artículo sobre las discontinuidades políticas de Gran Bretaña y EEUU, desde la perspectiva de dos intelectuales de Singapur: Mahbubani y Quah. Lampadia

La geopolítica del populismo

DANNY QUAH,  is Li Ka Shing Professor of Economics at the Lee Kuan Yew School of Public Policy at the National University of Singapore. He is the author of The Global Economy’s Shifting Centre of Gravity.

KISHORE MAHBUBANI, Dean of the Lee Kuan Yew School of Public Policy at the National University of Singapore, is the author of The Great Convergence: Asia, the West, and the Logic of One World. He was selected as one of Prospect magazine’s top 50 world thinkers in 2014.

Project Syndicate 
9 de diciembre, 2016
Traducción de Esteban Flamini
Glosado por
Lampadia

SINGAPUR – La gran pregunta a la que se enfrentan ahora mismo los países asiáticos es qué enseñanza extraer de la victoria de Donald Trump en la elección presidencial estadounidense y del referendo por el Brexit (en el que los votantes británicos eligieron abandonar la Unión Europea). Por desgracia, la respuesta no se está buscando en el lugar correcto: el cambio geopolítico.

En vez de eso, han prevalecido las explicaciones económicas. Una dice que la globalización, a pesar de mejorar el bienestar general, también desplaza trabajadores e industrias y aumenta la disparidad de ingresos, lo que crea electorados inquietos como los que apoyaron el Brexit y a Trump. Otra asegura que han sido los avances tecnológicos, más que la globalización, los que agravaron las desigualdades económicas y generaron las condiciones de la conmoción política en los países desarrollados.

Los países emergentes han identificado la desigualdad como un problema fundamental, y coinciden en buscar iniciativas para mejorar la movilidad social y evitar que la globalización y las nuevas tecnologías desplacen a sus clases medias y trabajadoras, y abran el camino a versiones propias de Trump y el Brexit. Para los países asiáticos, la receta política es clara: cuidar a las poblaciones desfavorecidas y ofrecer capacitación y nuevas oportunidades de empleo a los trabajadores desplazados.

Es evidente que todas las sociedades deben velar por sus miembros más pobres y maximizar la movilidad social, sin dejar de recompensar el emprendedorismo y alentar a las personas para que se esfuercen en mejorar su suerte. Pero concentrarse en esas políticas no resolverá el distanciamiento entre la gente y los gobiernos que subyace al ascenso de los populistas, porque su causa raíz no es la desigualdad, sino la sensación de pérdida de control.

Incluso si los países eliminaran las diferencias internas de ingresos y riqueza, y aseguraran la movilidad social para todos sus ciudadanos, las fuerzas que hoy impulsan el descontento popular en todo el mundo subsistirían.

Los votantes de Trump no encajan en el estereotipo en torno al cual gira la explicación económica del resultado electoral. Los pobres fueron más favorables a Clinton, y los ricos a Trump. Contra la explicación popular, Trump no debe su victoria a los que tienen más miedo de caerse del sistema económico.

Se dio algo similar en el referendo británico por el Brexit, en el que los partidarios de abandonar la UE culparon a sus normas supuestamente gravosas y a sus exorbitantes cuotas societarias de frenar la economía británica. Esto tiene muy poco que ver con combatir la desigualdad económica y la exclusión; y es revelador el dato de que las mayores donaciones a la campaña por el Brexit salieron de empresarios ricos.

Además, el sentimiento popular que contribuyó a la victoria del Brexit no se origina en la desigualdad de ingresos o el rechazo al “1%” más rico, sino en la rabia de votantes pobres marginados contra otros pobres marginados (en particular, los inmigrantes), no contra los ricos.

Lo que une a los simpatizantes de Trump y del Brexit no es la rabia por ser excluidos de los beneficios de la globalización, sino una incómoda sensación generalizada de que ya no controlan sus destinos. El aumento de la desigualdad de ingresos puede contribuir a este malestar, pero también hay otros factores.

Paradójicamente, es posible que los simpatizantes del Brexit y de Trump perciban los efectos de la globalización porque la desigualdad general en realidad disminuyó. El efecto más grande de la globalización fue sacar a cientos de millones de personas de la pobreza en los países emergentes. En los años noventa, el PIB combinado de estos países (a tipos de cambio de mercado) apenas llegaba a la tercera parte del PIB combinado de los países del G7. En 2016, esa divergencia había casi desaparecido.

Aumento

La presión inédita sobre el orden mundial no se debe al aumento de la desigualdad de ingresos dentro de cada país sino a la baja desigualdad de ingresos en el nivel internacional. Hay cada vez más diferencia entre lo que los países de Occidente pueden proveer y lo que las economías emergentes demandan. El poder del eje transatlántico que antes gobernaba el mundo se está yendo, y en los países otrora dominantes, tanto las élites políticas como los ciudadanos de a pie sienten esa pérdida de control.

Trump y el Brexit atrajeron a los votantes con la promesa de que las potencias transatlánticas pueden reafirmar su control en el contexto de un orden mundial que cambia a pasos agigantados. Pero el ascenso geopolítico de las economías emergentes, especialmente en Asia, obliga a encontrar un nuevo equilibrio para ese orden, ya que de lo contrario la inestabilidad global se mantendrá. Eliminar la divergencia de ingresos puede ayudar a los pobres, pero en los países desarrollados, no calmará sus temores.

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El sentido común de la modernidad

Hay una serie de situaciones de la vida social y económica de las naciones que van creando condiciones que crean una suerte de culturización sobre importantes elementos que determinan el pensamiento y comportamiento de los ciudadanos.

Por ejemplo, una economía pequeña y estancada, que no crece, genera un paradigma Ganar-Perder. En otras palabras, si no hay crecimiento, si la torta de la economía se estanca, los que quieren mejorar sus condiciones recurren a capturar una mayor proporción de lo existente, a costa de los demás, que terminan perdiendo.

En cambio, en una economía que crece sostenidamente, el modelo mental que se desarrolla es el de Ganar-Ganar. Por lo tanto el comportamiento social y político es más cooperativo, puesto que el crecimiento permite compartir beneficios. Además, este modelo mental tiende a retroalimentarse, puesto que lo deseable es la búsqueda de mayor crecimiento. Se propicia así una cultura de crecimiento.

Fuente:  experiencepraxis.com

Otro fenómeno, menos identificado como un elemento de formación del sentido común popular es lo que podemos definir como ‘lluvia ácida’,  aquella monserga que al repetirse todos los días, al instalarse en los textos escolares, al difundirse en los medios, especialmente los de radio y televisión, van percolando casi inconscientemente, subliminalmente, en la mente de los ciudadanos para sembrar los elementos básicos de una determinada forma de pensar o una ideología.

Pues, desde la dictadura militar del año 1968, hasta principios de los años 90, y posteriormente mediante la captura de la mayoría de los medios de comunicación a  nivel nacional, especialmente las radios de las regiones, hemos recibido una ‘lluvia ácida’ del socialismo latinoamericano, de la teoría de la dependencia, de la primacía del Estado en el desarrollo del país, de la ‘perversión’ de la inversión privada, y tantos otros que ha malogrado cerebros brillantes y ha diseminado un equívoco sentido común sobre el desarrollo y la modernidad.

Así desarrollamos una cierta resistencia social al ‘éxito’, generamos desconfianza y seguramente envidia de quienes triunfaban, tendiendo a preferir, en el lenguaje político, el igualamiento en la pobreza.

Quién por primera vez se atrevió a hablar de la ‘cultura del éxito’, fue Vargas Llosa en la campaña electoral de 1990. A pesar de su derrota, la prédica percoló en las clases emergentes, donde posteriormente tuvo mucha acogida una publicación alusiva al ‘Éxito’ de los emprendedores peruanos.

La posterior afirmación de la Nueva Clase Media Emergente, demuestra que a nivel popular, el lenguaje interior de las familias y de los ciudadanos, a diferencia del lenguaje social y político, se acerca a la ‘cultura del éxito’.

Lo mismo puede deducirse de los superados intentos de migración de nuestros jóvenes, que hasta hace pocos años, cuando todavía sentíamos inviable al Perú, el 86% de ellos pensaban migrar, fundamentalmente a EEUU, Chile, España e Italia (antes de la crisis europea), pensaban desarrollar sus vidas en economías de mercado, donde, al igual que los tres millones de peruanos que ya se fueron, trabajarían con ahínco, educarían a sus hijos, ahorrarían, participarían de la vida ciudadana y enviarían dinero a sus familiares en el Perú.

Estos desarrollos nos llevan a plantear la existencia de una contradicción en el pensamiento popular, entre el lenguaje individual y el pensamiento colectivo y el discurso político. ¿Por qué no se ha producido una síntesis? Pues, de alguna medida, porque ninguno de nuestros políticos se atreve a abrazar el individualismo por miedo a ser sepultado por los medios y contrincantes. Nadie se atreve a sacar de nuestras entrañas, la esencia del nuevo peruano y traerla a las portadas de los medios. Seguimos persiguiendo nuestra cola, con los mismos líderes y las mismas ideas, que no nos representan, que no nos ofrecen prosperidad, pero son las únicas que tenemos por delante en la pobre baraja política.

Por ejemplo, después de una feroz campaña política, prácticamente el 80% de los peruanos rechazaron el lenguaje del cambio de constitución, del cambio del modelo económico, de la preeminencia del Estado en la economía, etc., pero los ganadores de la primera vuelta, con la avanzada de PPK (planteando visitar a Santos en la cárcel el 11 de abril a las 8:30 de la mañana) echó sal a las heridas de la campaña e hizo casi imposible la convergencia de las fuerzas pro-mercado y pro-inversión, llevándonos a una situación que ya empieza a mostrar debilidad de liderazgo en medio de confrontaciones debilitantes.

Ya es hora de rescatar de nuestro instinto popular, nuestras inclinaciones por el trabajo y la modernidad, con un liderazgo político valiente que nos permita terminar de superar el modelo mental de ganar-perder, cicatrizar las huellas de la lluvia ácida y adoptar la ‘Cultura del Crecimiento’, que permitió grandes saltos de la humanidad hacia una mayor prosperidad como la alcanzada por las naciones más ricas, espacio donde el destino todavía nos tiene reservado un lugar de privilegio.      

Joel Mokyr, israelita, profesor de historia económica en Northwestern University, Chicago, en su recién publicado libro, nos explica: “Sobre todo, el crecimiento económico moderno o el ‘Gran Enriquecimiento’ dependieron de un conjunto de cambios radicales de creencias, valores y preferencias –un conjunto de elementos al que llamo ‘cultura’”.

Mokyr explica la importancia que tuvo la ‘Ilustración Europea’ en propulsar el crecimiento económico del siglo XIX, que junto con la Revolución Industrial y el ‘aumento de los conocimientos útiles’, fueron el gran motor de la historia económica. Este último factor, en la medida que se difunde y absorbe por la sociedad, consolida el cambio cultural hacia el desarrollo.

Lamentablemente en el Perú, nadie nos ha explicado los cambios de nuestra historia económica reciente, ni las relaciones causa-efecto que les dieron vida. En las últimas cinco décadas, los peruanos hemos pasado del apagón de 30 años (60s, 70s y 80s), a un crecimiento explosivo con mejoras sociales indiscutibles (1993 – 2011), para luego dudar de todo y parar el crecimiento y la inclusión (2011 – 2016), y finalmente hoy, aterrizar en un gobierno que para ser exitoso tiene que recoger el sentir político de la población, expresado en el voto de la primera vuelta. Ya hemos visto que Ejecutivo y Legislativo se necesitan mutuamente para consolidar una agenda común de gobierno que invite a la gran mayoría de los peruanos a la ‘Gesta del Crecimiento’.

Esperamos una pronta reacción de nuestra clase dirigente para consolidar en el país, la cultura del crecimiento y que el CADE que empieza mañana, nos acerque a la convergencia cultural de la modernidad. Lampadia  




¿Vamos hacia el fin de la preeminencia de los grupos de identidad?

Steven Pinker, el científico cognitivo de Harvard retwitteó un último artículo de Mark Lilla, profesor de humanidades de Columbia University, sobre la fijación de la sociedad estadounidense con los grupos de identidad, en el que afirma que esta tendencia estaría acercándose a su fin.

Fuente:  desnaturalizandolocotidiano.blogspot.com

Lilla indica que Hillary Clinton perdió la elección por su fijación de comunicarse con las minorías identitarias llamando explícitamente a los afroamericanos, latinos, LGBT y a las mujeres votantes. Dice que fue un error estratégico. “Si vas a mencionar grupos en EEUU, es mejor mencionarlos a todos. Si no se hace, los excluidos lo notarán y se sentirán excluidos.”.

Agrega Lilla: “Pero la fijación con la diversidad en nuestras escuelas y en la prensa ha producido una generación de liberales y progresistas narcisisticamente inconscientes de condiciones ajenas a sus grupos autodefinidos e indiferentes a la tarea de llegar a los estadounidenses en todos los ámbitos de la vida. A una edad muy temprana, nuestros niños se animan a hablar de sus identidades individuales, incluso antes de tenerlas”.

La elección de Trump, que no optó por el lenguaje políticamente correcto de comunicarse preferentemente con las minorías representativas de dichos grupos, estaría marcando el final de esta tendencia que en los últimos años sesgó el diálogo social poniendo por delante de la identidad nacional, la pertenencia a grupos minoritarios más dedicados a la exigencia de derechos al resto de la sociedad, sin la contraparte de los consiguientes deberes.

Efectivamente, todo exceso es pernicioso. En el Perú, sigue siendo muy importante consolidar nuestra identidad nacional, por ello nos parece que vale la pena leer el siguiente artículo.

El fin del liberalismo identitario

Nuestra fijación con la diversidad nos costó esta elección – y más

Mark Lilla,
The New York Times
18 de noviembre de 2016
Retwitteado ​por Steven Pinker, científico cognitivo de Harvard
Traducido y glosado por Lampadia

Fuente:  www.joannejacobs.com

Es un truismo que Estados Unidos se haya convertido en un país más diverso. También es algo hermoso de mirar. Los visitantes de otros países, especialmente aquellos que tienen problemas para incorporar a diferentes grupos étnicos y religiones, se asombran de que logremos hacerlo. No perfectamente, por supuesto, pero ciertamente mejor que cualquier nación europea o asiática. Es una extraordinaria historia de éxito.

Pero, ¿cómo es que esta diversidad debería dar forma a nuestra política? La respuesta liberal estándar durante casi una generación ha sido que debemos tomar conciencia y «celebrar» nuestras diferencias. Lo cual es un espléndido principio de pedagogía moral, pero desastroso como fundamento de política democrática en nuestra era ideológica. En los últimos años, el liberalismo estadounidense ha caído en una especie de pánico moral acerca de la identidad racial, de género y sexual que ha distorsionado el mensaje del liberalismo y le ha impedido convertirse en una fuerza unificadora capaz de gobernar.

Una de las muchas lecciones de la reciente campaña presidencial y su repugnante resultado es que se debe poner fin a la era del liberalismo identitario. Hillary Clinton estaba en su mejor momento cuando habló sobre los intereses estadounidenses en los asuntos mundiales y cómo se relacionan con nuestra comprensión de la democracia. Pero cuando se trataba de la vida en casa, ella perdía esa gran visión y se deslizaba en la retórica de la diversidad, llamando explícitamente a los afroamericanos, latinos, L.G.B.T. y a las mujeres votantes. Fue un error estratégico. Si vas a mencionar grupos en EEUU, es mejor mencionarlos a todos. Si no se hace, los excluidos lo notarán y se sentirán excluidos. Que, como muestran los datos, fue exactamente lo que sucedió con la clase obrera blanca y los que tienen fuertes convicciones religiosas. Dos tercios de los votantes blancos sin títulos universitarios votaron por Donald Trump, al igual que más del 80 por ciento de los evangélicos blancos.

La energía moral que rodea la identidad tiene, por supuesto, muchos efectos positivos. La acción afirmativa ha reformado y mejorado la vida corporativa. Black Lives Matter ha emitido una llamada de atención a cada estadounidense con conciencia. Los esfuerzos de Hollywood para normalizar la homosexualidad en nuestra cultura popular ayudaron a normalizarla en las familias americanas y en la vida pública.

Pero la fijación con la diversidad en nuestras escuelas y en la prensa ha producido una generación de liberales y progresistas narcisisticamente inconscientes de condiciones ajenas a sus grupos autodefinidos e indiferentes a la tarea de llegar a los estadounidenses en todos los ámbitos de la vida. A una edad muy temprana, nuestros niños se animan a hablar de sus identidades individuales, incluso antes de tenerlas. En el momento en que llegan a la universidad, muchos asumen que el discurso de la diversidad agota el discurso político y tienen escasamente poco que decir sobre cuestiones tan perennes como la clase, la guerra, la economía y el bien común. En gran parte esto se debe a los currículos de historia de la escuela secundaria, que anacrónicamente proyectan la política de identidad de hoy al pasado, creando una imagen distorsionada de las principales fuerzas e individuos que dieron forma a nuestro país. (Los logros de los movimientos por los derechos de las mujeres, por ejemplo, eran reales e importantes, pero no pueden comprenderlos si no comprenden primero el logro de los padres fundadores en el establecimiento de un sistema de gobierno basado en la garantía de derechos).

Cuando los jóvenes llegan a la universidad, se les anima a mantener este enfoque en sí mismos por parte de grupos de estudiantes, miembros de la facultad y también administradores cuyo trabajo a tiempo completo es tratar – y aumentar el significado de – «cuestiones de diversidad». Los medios de comunicación hacen un gran show de burlarse de la «locura del campus» que rodea estos temas, y más a menudo que no, tienen razón. Algo que luego es utilizado por los demagogos populistas que quieren deslegitimar el aprendizaje a los ojos de aquellos que nunca han pisado un campus. ¿Cómo explicarle al votante promedio la supuesta urgencia moral de darles a los estudiantes universitarios el derecho de elegir los pronombres de género designados para ser utilizados al abordarlos? ¿Cómo no reír junto con esos votantes sobre el bromista de la Universidad de Michigan que escribió en «Su Majestad»?

Esta conciencia de diversidad en el campus se ha filtrado a través de los años en los medios liberales, y no sutilmente. La acción en nombre de las mujeres y las minorías en los diarios y los organismos de difusión de Estados Unidos ha sido un extraordinario logro social, e incluso ha cambiado, literalmente, el rostro de los medios de comunicación de derecha, ya que periodistas como Megyn Kelly y Laura Ingraham han ganado prominencia. Pero también parece haber alentado la hipótesis, especialmente entre los periodistas y editores más jóvenes, de que simplemente centrándose en la identidad hacen su trabajo.

Recientemente realicé un pequeño experimento durante un año sabático en Francia: Durante un año completo leí sólo publicaciones europeas, no americanas. Mi pensamiento era tratar de ver el mundo como lo hicieron los lectores europeos. Pero fue mucho más instructivo regresar a casa y darme cuenta de cómo el lente de la identidad ha transformado la información estadounidense en los últimos años. Cuán a menudo, por ejemplo, las historias en el periodismo americano – sobre el «primer X para hace Y» – se dice y recuenta. La fascinación con el drama de la identidad ha afectado incluso a la media extranjera. Por muy interesante que sea leer, digamos, sobre el destino de las personas transgénero en Egipto, no contribuye nada a educar a los estadounidenses sobre las poderosas corrientes políticas y religiosas que determinarán el futuro de Egipto e indirectamente el nuestro. Ningún centro de noticias importante en Europa pensaría en adoptar tal enfoque.

Pero es en el plano de la política electoral que el liberalismo de la identidad ha fracasado de manera espectacular, como acabamos de ver. La política nacional en períodos sanos no se refiere a la «diferencia», sino en las cosas en común. Y estará dominado por quien capte mejor la imaginación de los estadounidenses acerca de nuestro destino compartido. Ronald Reagan lo hizo muy hábilmente. Así también lo hizo Bill Clinton, quien tomó una página del libro de Reagan. Se apoderó del Partido Demócrata, concentró sus energías en programas nacionales que beneficiarían a todos (como el seguro médico nacional) y definió el rol de Estados Unidos en el mundo posterior a 1989. Al permanecer en el cargo por dos mandatos, fue capaz de lograr mucho por los diferentes grupos de la coalición demócrata. La política de identidad, por el contrario, es en gran medida expresiva, no persuasiva. Es por eso que nunca gana elecciones, pero si puede perderlas.

El recién descubierto, casi antropológico, interés de los medios en el enojado hombre blanco revela tanto sobre el estado de nuestro liberalismo como sobre esta figura tan malintencionada y antes ignorada. Una interpretación liberal conveniente de la reciente elección presidencial sería que Trump ganó en gran parte porque logró transformar la desventaja económica en rabia racial – la tesis «whitelash». Esto es conveniente porque sanciona una convicción de superioridad moral y permite a los liberales ignorar lo que muchos votantes dijeron que eran sus preocupaciones primordiales. También alienta la fantasía de que la derecha republicana está condenada a la extinción demográfica a largo plazo, lo que significa que los liberales sólo tienen que esperar. El sorprendentemente alto porcentaje del voto latino que fue para Trump debe recordarnos que mientras más tiempo pasan en este país los grupos étnicos, más políticamente diversos se vuelven.

Finalmente, la tesis del whitelash es conveniente porque absuelve a los liberales de no reconocer cómo su propia obsesión con la diversidad ha alentado a los americanos blancos, rurales y religiosos a pensar en sí mismos como un grupo desfavorecido cuya identidad está siendo amenazada o ignorada. Tales personas no están reaccionando contra la realidad de nuestra diversa América (tienden, después de todo, a vivir en áreas homogéneas del país). Pero están reaccionando contra la retórica omnipresente de la identidad, que es lo que ellos quieren decir con «políticamente correcto». Los liberales deben tener en cuenta que el primer movimiento de identidad en la política estadounidense fue el Ku Klux Klan, el cual aún existe. Los que juegan al juego de la identidad deben estar preparados para perderlo.

Necesitamos un liberalismo post-identidad, y debe aprender de los éxitos pasados ​​del liberalismo pre-identidad. Tal liberalismo se concentraría en ampliar su base apelando a los estadounidenses como estadounidenses y enfatizando los asuntos que afectan a una gran mayoría de ellos. Hablaría a la nación como una nación de ciudadanos que están en esto juntos y deben ayudarse unos a otros. En cuanto a los temas más específicos, que están altamente cargados simbólicamente y pueden alejar a potenciales aliados, especialmente aquellos que tocan temas de sexualidad y religión, tal liberalismo funcionaría en silencio, con sensibilidad y con un sentido apropiado. (Parafraseando a Bernie Sanders, Estados Unidos está cansado de oír hablar de los malditos baños de los liberales).

Los profesores comprometidos con ese liberalismo volverían a centrar la atención en su principal responsabilidad política en una democracia: formar ciudadanos comprometidos conscientes de su sistema de gobierno y de las principales fuerzas y acontecimientos de nuestra historia. Un liberalismo post-identidad también enfatizaría que la democracia no es sólo acerca de los derechos; también confiere obligaciones, como la obligación de mantenerse informado y de votar. Una prensa liberal post-identidad comenzaría a educarse sobre partes del país que han sido ignoradas, y sobre lo que allí importa, especialmente la religión. Y tomaría en serio su responsabilidad de educar a los estadounidenses sobre las principales fuerzas que conforman la política mundial, especialmente su dimensión histórica.

Hace algunos años fui invitado a una convención sindical en Florida para hablar en un panel sobre el famoso discurso de cuatro libertades de Franklin D. Roosevelt de 1941. El salón estaba lleno de representantes de los capítulos locales: hombres, mujeres, negros, blancos y latinos. Comenzamos cantando el himno nacional, y luego nos sentamos a escuchar una grabación del discurso de Roosevelt. Cuando miré hacia la multitud y vi la variedad de diferentes caras, me sorprendió lo concentrados que estaban en lo que compartían. Y escuchando la agitada voz de Roosevelt mientras invocaba la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de la deseo  y la libertad de temer – las libertades que Roosevelt exigía para «todos en el mundo» – me recordaron cuales eran los verdaderos fundamentos del liberalismo americano moderno.

Mark Lilla, profesor de humanidades en Columbia y académica en la Fundación Russell Sage, es la autora del reciente libro, «The Shipwrecked Mind: On Political Reaction».

Lampadia




La lectura corporativa del triunfo de Trump

Datos demasiado grandes para el formato del archivo




El libre comercio y la globalización

El comercio mundial lleva varios años a la baja y continúa cayendo. Esto se debe, parcialmente al proteccionismo y a la ola anti-globalización que ha venido surgiendo en el mundo. Esto se ve claramente en los fenómenos políticos como el Brexit y los discursos aislacionistas del presidente electo de EEUU, Donald Trump. Tanto el FMI como el G-20 temen guerras comerciales, con medidas proteccionistas que reduzcan aún más los volúmenes de comercio.

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Fuente:  nl.dreamstime.com

En realidad, la elección presidencial en Estados Unidos se ha convertido en el epicentro de esa creciente oposición al libre comercio y la globalización. Donald Trump ha acusado a China de querer “matar de hambre” a los estadounidenses manipulando su moneda y “haciendo trampa” en el comercio internacional y, también a acusado a Mexico de robar los trabajos de los estadounidences.  Trump ha dicho que impondrá aranceles sobre todo a los bienes producidos en China y México, porque están está “asesinando” económicamente a Norteamérica.

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Fuente:  money.cnn.com

La elección de Trump consolida la tendencia anti-comercio internacional y anti-globalización, que de llegar a expresarse en un retroceso adicional del comercio global, serían fatales para el crecimiento de los países emergentes.

En Lampadia queremos compartir con nuestros lectores un didáctico video de dibujos del  ilustrador de The Economist, KAL, que muestra realmente qué es el libre comercio y cómo este diálogo anti-globalización lo está afectado.

Como afirmó Martin Wolf hace algunas semanas (Ver: ¿El fin de la globalización?), el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

Así lo hemos explicado en Lampadia en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que explicamos que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo.

Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización para proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza de los países emergentes como el Perú. Lampadia

El libre comercio y la política dibujado por nuestro caricaturista KAL

Publicado en The Economist
31 de octubre de 2016
Transcripción y traducción por Lampadia

 

El libre comercio -un principio sobre el cual The Economist fue fundado hace 173 años- está siendo severamente amenazado. Nuestro caricaturista, KAL, ilustra el estado del comercio en nuestra última publicación de «Daily Watch».

Transcripción (este texto también se puede ver líneas abajo intercalado con imágenes del video):

Desde que éramos niños, intercambiamos cosas con otros. Damos y tomamos para beneficio mutuo.

Este mismo principio de intercambio y enriquecimiento es lo que motiva el comercio entre países.

El comercio es considerado ampliamente como un estímulo para los flujos económicos.

Alienta a los países a especializarse en ciertas áreas de fortaleza.

Esto permite que el mundo produzca más bienes y más tipos de bienes, que de otra manera no podría lograr.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional se ha multiplicado por quince, ayudando a desarrollar el crecimiento económico en todo el mundo.

A pesar de los obvios beneficios del libre comercio, hay muchos que tienen motivos para limitarlo.

Los aranceles comerciales y las restricciones de cuotas pueden utilizarse como armas para castigar a las naciones competidoras.

Esto podría llevar a represalias y a una devastadora guerra comercial. Algunos críticos argumentan que no todo el comercio es un buen comercio.

El trato con los países más pobres que están en desarrollo, donde los salarios suelen ser más bajos y las horas de trabajo más largas que en los países desarrollados, puede crear un desequilibrio. El resultado puede ser la pérdida de empleos en economías de altos salarios.

A pesar de estas preocupaciones, debe impulsarse el comercio libre y abierto.

Impulsar la alternativa es un juego de niños.

Lampadia

 

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Este mismo principio de intercambio y enriquecimiento es lo que motiva el comercio entre países.

 

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El comercio es considerado ampliamente como un estímulo para los flujos económicos.

Alienta a los países a especializarse en ciertas áreas de fortaleza.
Esto permite que el mundo produzca más bienes y más tipos de bienes, que de otra manera no podría lograr.

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Desde la Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional se ha multiplicado por diecisiete, 
ayudando a desarrollar el crecimiento económico en todo el mundo.

 

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A pesar de los obvios beneficios del libre comercio, hay muchos que tienen motivos para limitarlo.

 

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Los aranceles comerciales y las restricciones de cuotas pueden utilizarse como armas para castigar a las naciones competidoras.

 

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Esto podría llevar a represalias y a una devastadora guerra comercial. 
Algunos críticos argumentan que no todo el comercio es un buen comercio.

 

El trato con los países más pobres que están en desarrollo, donde los salarios suelen ser más bajos y las horas de trabajo más largas que 
en los países desarrollados, puede crear un desequilibrio. 

El resultado puede ser la pérdida de empleos en economías de altos salarios.

 

A pesar de estas preocupaciones, debe impulsarse el comercio libre y abierto.

Impulsar la alternativa es un juego de niños.

 

 




Distintas perspectivas sobre su ascensión al poder

Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, todos están emitiendo una opinión o un juicio. Hoy, The Economist Espresso, un briefing informativo de cinco historias destacadas de la Revista, dedicó sus cinco secciones a las implicancias de Trump en distintos aspectos: geopolítica global, economía, México, juicios pendientes y tecnología (las cuales compartimos líneas abajo). De esta manera, buscan ampliar el espectro de análisis que en la mayoría de periódicos, sobretodo peruanos, se ha centrado en las consecuencias cortoplacistas de los mercados, los cuales solo  muestran ‘una foto’ de las emociones del mercado en el momento.

En verdad, la elección de Trump es un movimiento tectónico, un cambio estructural de la geopolítica global y el libre comercio. Los movimientos iniciales de precios no importan nada. De lo que se trata es de juzgar los impactos de largo plazo que tendremos que afrontar en los próximos años.

Otro grupo de gente, se refugia en afirmaciones, como ‘no pasará nada’, ‘se acomodará a lo actual’. Nos parece que eso es irresponsable, tenemos suficientes elementos de juicio como para asumir que solo se ha dado una campaña de corte latinoamericana.

La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU refleja el retroceso político de la globalización y consolidad, de alguna manera, las tendencias contra el libre comercio. Esto también fue afirmado durante la mesa de diálogo “Análisis sobre la elección presidencial: USA 2017″, organizada por la UNAM, donde la ex directora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, Paz Consuelo Márquez-Padilla, afirmó que: “Es una tendencia que se está dando de limitar la migración, de proteccionismo económico y contra la globalización. Pero qué es lo importante de esta elección, que la primera potencia del mundo ya eligió ese camino, es una tendencia que se va a dar en todo el mundo y consideró que no es positiva, de caer en el nacionalismo exagerado donde ven al otro como enemigo”.

En al menos tres países (Gran Bretaña, EE UU y Francia) de los cuatro que junto con Alemania representan la columna vertebral del orden político-económico establecido en el mundo occidental, se registra un claro viraje hacia posiciones tendientes a «cerrarse» en sus propias necesidades, a mirarse el ombligo, a contramano de un proceso de globalización que demanda mayor integración.

El mundo libre requiere de voluntad y acción política para asumir la defensa da las instituciones económicas que han producido tanto bienestar en la humanidad, como el libre comercio y la globalización. La próxima semana estarán en Lima muchos líderes globales y el Perú tiene la gran oportunidad de presentar un llamado a la reflexión y reacción contra las tendencias populistas que pueden arruinar la vida de las siguientes generaciones. Lampadia

 

THE ECONOMIST ESPRESSO

10 de Noviembre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

El destino en un dedo: en el botón nuclear

En el Día de la Inauguración de enero, el presidente Donald Trump recibirá el «CHIP», una tarjeta que lo identifica como Comandante en Jefe, que lleva los códigos que autentican una orden para lanzar hasta 2,000 misiles nucleares estratégicos con objetivos en Rusia y China, y con algunos para Irán y Corea del Norte. Cientos de millones de personas morirían. Ningún control o equilibrio restringe esa decisión. Por más imprudente o impetuosa que sea, la orden se llevaría a cabo. Después de unos minutos, es irrevocable. Trump desestima las sugerencias de que está dispuesto a usar el gatillo: sería «el último» en usar armas nucleares. Él califica su uso como un «horror», aunque ha hablado con ligereza e ignorancia sobre su proliferación. No bebe y parece funcionar bien a pesar de estar cansado, que es bueno. Pero, ¿cómo podría este hombre, notoriamente sensible a las críticas, lidiar con una eventual intensa confrontación con una Rusia lista para desenvainar el sable nuclear?

¿De quién es el problema? Trumponomics

Las incertidumbres abundan, pero el probable efecto de Donald Trump con respecto a las políticas económicas será dañino, especialmente en el extranjero. Eso sucedió la última vez que EEUU abdicó de su rol en el corazón del sistema financiero mundial: cuando, en 1971, bajo Richard Nixon, se puso fin al régimen de la postguerra de tipos de cambio fijos, diciendo a los líderes europeos «el dólar es nuestra moneda, pero su problema». El populismo económico de Trump tiene dos objetivos: el proteccionismo comercial -aumentando los aranceles- e impulsar la demanda. Los recortes de impuestos alentarían a las grandes compañías estadounidenses a repatriar su dinero en el extranjero. Un mayor déficit significaría una mayor inflación y rendimientos más lucrativos de los bonos, atractivos para los inversionistas extranjeros. Todo eso apoyaría al dólar, el principal motivo para la rápida recuperación después de la noche de las elecciones. Pero Trump también tratará de mantener la demanda extra dentro de las fronteras de Estados Unidos, y un dólar más fuerte probablemente reforzaría las condiciones financieras mundiales. Lo mismo ocurriría con la confianza causada por las amenazas (o la realidad) de guerras comerciales.

Caminando en un muro: México

Enrique Peña Nieto fue castigado en su país por la cumbre presidencial con Donald Trump de agosto pasado. Argumentó que un diálogo temprano podría mitigar el daño potencial. Pronto se probará esa estrategia. Las cuestiones de seguridad parecen estables; es improbable que Trump ordene medidas que aten de manos a los narcotraficantes de los que se ha quejado tan a menudo. Pero su victoria hizo caer al peso; el banco central probablemente elevará las tasas de interés, obstaculizando una economía ya tensada por la caída de la demanda en Estados Unidos. El verdadero riesgo es que Trump rompa «el peor acuerdo comercial de la historia»: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que supone US $ 580,000 millones al año en comercio bilateral. Después de la victoria de Trump, Peña señaló que México y Estados Unidos «son amigos, socios y aliados». Criticado por su ‘toque suave’, tal vez el presidente mexicano desee tomar un tono más severo en el tiempo. Pero se enfrenta a una contraparte irascible y aún no probada.

Nos vemos en la corte: tras las elecciones

Donald Trump acaba de convertirse en el primer presidente electo de Estados Unidos que carece de experiencia política o militar. Este mes será ‘el primero’ en otro tema: defenderse ante un jurado en un tribunal civil federal contra acusaciones de fraude y chantaje. Las quejas provienen de sus seminarios inmobiliarios de la Universidad Trump, en donde los demandantes alegan que violaron los estatutos de fraude de consumo en California, Florida y Nueva York. También se enfrenta a otras disputas legales. El fiscal general de Nueva York está investigando su fundación caritativa. Trump está demandando a dos cocineros famosos que cancelaron planes para abrir restaurantes en su hotel en Washington, y ha amenazado con demandar a varias mujeres que lo acusaron de impropiedades sexuales. Su gerente de campaña dice que no ha descartado el nombramiento de un fiscal especial para investigar el uso de un servidor de correo electrónico privado por parte de Hillary Clinton mientras se desempeñaba como secretaria de Estado, a pesar de que el FBI ya se ha negado a acusarla.

Caída del sistema: Trump y tecnología

«Me gustaría despertarme ahora, por favor», twitteó Sam Altman, quien dirige Y Combinator, la escuela más importante para startups de Silicon Valley. La victoria de Donald Trump es una pesadilla particularmente para la industria de la tecnología. Puede limitar la inmigración de los empresarios y trabajadores calificados que se necesitan. Ha criticado a Apple por tener sus iPhones fabricados en China y por no ayudar al FBI a descifrar el smartphone de un terrorista (lo que sugiere que puede presionar para que el gobierno tenga acceso a «puertas traseras» en software cifrado). Y puede ir tras las grandes empresas de tecnología con la ley antimonopolio. Ha dicho claramente que Amazon tendría ‘grandes problemas’ bajo su presidencia. En el lado positivo, Trump ha propuesto reducir los impuestos a las firmas que traigan sus ganancias a EEUU, y que antes las mantenían en el extranjero: los gigantes de la tecnología (y farmacéuticos) poseen la mayor parte de los US$ 2.5 millones de millones escondidos en el extranjero.

 




Donald Trump gana las elecciones de Estados Unidos

Estados Unidos ya votó. Contra todos los pronósticos, tienen de presidente al populista Donald Trump, quien ha declarado la guerra a los migrantes, ha ofendido a casi todas las minorías y ha hecho una defensa feroz de la autarquía en el país. Cuenta con el repudio de la mitad del país y hasta de varios destacados políticos del partido republicano. Se han pronunciado en su contra los historiadores, economistas y buena parte de la intelectualidad estadounidense. Trump ha superado de largo los 270 votos electorales necesarios para ser presidente; dispone de 290, mientras que su rival demócrata Hillary Clinton logró solo 228.

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Fuente:  www.flims.cl

Esta noticia ha caído de sorpresa al mundo, ya que desde hace dos semanas las encuestas daban una clara ventaja a Clinton y nadie apostaba por una victoria del magnate inmobiliario. La remontada de Trump en las encuestas se produjo después de que, once días antes de las elecciones, el director del FBI, James Comey, anunciase la reapertura del caso contra Clinton por el empleo de un servidor privado para sus correos electrónicos oficiales cuando era secretaria de Estado (2009-2013).

También se aprovechó de los cambios demográficos, las transformaciones tecnológicas y las tensiones económicas que ha vivido Estados Unidos en los últimos años para exacerbar la rabia y la angustia de la población, la cual Trump ha usado para aprovechar el descontento generalizado y vender la ilusión de “Make America Great Again”, el slogan de su campaña presidencial.

Trump, con un discurso nacionalista, proteccionista, xenófobo y populista, logró cortejar el voto de la clase media, obrera y rural estadounidense y aunar la frustración de ese sector contra los políticos tradicionales de Washington, que encarnaba su rival. Además, centró su campaña en presentar a Clinton, como la «deshonesta Hillary».

Ahora, no solo ha logrado conseguir la presidencia, sino que el partido republicano ha logrado conseguir la mayoría en la cámara de representantes y mantener el control del senado. Todo ello prepara el terreno para que Trump lleve a cabo una agenda fundamentalmente conservadora y se asegure un Tribunal Supremo republicano durante una generación.

Resultados elecciones EEUU 2016

Sin embargo, el partido republicano se encuentra casi tan dividido como la población. Los republicanos que controlarán el Senado están profundamente fragmentados en cuestiones que incluyen la inmigración, el comercio y el cambio climático. De hecho, algunos republicanos ni siquiera han apoyado a Trump en campaña y públicamente han anunciado que no votaron por él. Además, pocos conservadores han apoyado algunas de sus consignas más personales, como construir un muro en la frontera con México o gravar con un 35 % las importaciones mexicanas por parte de empresas de EEUU.

A nivel global, las portadas de los diarios muestran el verdadero asombro y descontento generalizado por los resultados de las elecciones.

¿Qué sucederá ahora?

En su primer discurso como ganador de las elecciones presidenciales de EEUU, Donald Trump ha priorizado la necesidad de unificar el país, fuertemente dividido por las elecciones, y se ha comprometido a ser el presidente de todos los americanos.

A pesar de su discurso, la incertidumbre es muy clara, especialmente en los mercados mundiales. Los futuros de casi todos los índices de referencia de Wall Street se desplomaron en 5% durante la noticia, y los sistemas automáticos han tenido que detener las cotizaciones hasta la apertura de la Bolsa americana. Por su lado, las Bolsas asiáticas, las únicas abiertas durante el recuento de votos, también han caído en más de 5%. Y el peso mexicano perdió un 10% de su valor frente al dólar.

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Esta elección consolida la voltereta global contra el libre comercio  la globalización. Juzgando en función de su campaña, tenemos que concluir que de hecho la primera víctima será el TPP, para felicidad de nuestras izquierdas tradicionales. Ver en Lampadia: El sándwich que amenaza a los países emergentes. Pero la lista de víctimas vinculadas a la apertura de las economías y a las alianzas estratégicas de EEUU con Europa, la OTAN, China, Japón y México, será larga, mediante una probable metamorfosis de la geopolítica global.  Por ahora, las consecuencias del gobierno de Trump son difíciles de preveer. Esperamos que la institucionalidad de EEUU pueda frenar los peores ímpetus de su nuevo presidente. Lampadia




Putinismo

Como explica The Economist en el artículo que publicamos líneas abajo, el ‘Putinismo’ representa un gran riesgo para la humanidad. Lo curioso es que estos fenómenos no salen de la nada, muchas veces son perfectamente predecibles. Pero expresiones comunes como ‘no te preocupes’, ‘no pasa nada’, ‘seguro que cambia una vez a cargo’, etc., llevan a descuidos en todo tipo de planos. En este caso, el historiador Timothy Garton Ash, fue testigo de los planteamientos públicos de Putin en 1994, pero ‘no había que preocuparse’. Ver la siguiente glosa del artículo de Garton Ash, La doctrina del resentimiento, publicado el 2014:

En 1994, estaba quedándome medio dormido en una mesa redonda que se celebraba en San Petersburgo, Rusia, cuando un hombre fornido y de baja estatura, con cara de ratón, que parecía ser la mano derecha del alcalde, empezó a hablar. Dijo que Rusia había entregado de forma voluntaria “inmensos territorios” a las antiguas repúblicas soviéticas, entre ellas zonas “que históricamente han pertenecido siempre a Rusia”. Se refería “no solo a Crimea y el norte de Kazajstán, sino también, por ejemplo, al área de Kaliningrado”. Rusia no podía abandonar a su suerte a esos “25 millones de rusos” que habían pasado a vivir en el extranjero. El mundo debía respetar los intereses del Estado ruso “y del pueblo ruso como gran nación”.

Aquel hombretón irritante se llamaba –como habrán supuesto– Vladímir V. Putin.

Pues nadie hizo caso de esta advertencia. Incluso, según relata The Economist, hasta hace cuatro años el presidente Obama dudaba de la importancia de las amenazas del nuevo ‘Zar de Todas las Rusias?

Veamos las siguientes líneas, en las que al imperio de Putin se le califica de mortal y disfuncional:  

La amenaza que viene de Rusia

Putinismo

Cómo contener el mortal y disfuncional imperio de Vladimir Putin

The Economist
22 de octubre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

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Hace cuatro años, Mitt Romney, el candidato republicano, dijo que Rusia era “el enemigo geopolítico número uno” de los Estados Unidos. Barack Obama, entre otros, se burló de esta hilarante metida de pata: “La década de 1980 está exigiendo el retorno de su política exterior, porque la guerra fría finalizó hace más de 20 años”, se burló el presidente. Cómo cambian los tiempos. Con Rusia  pirateando tecnológicamente la elección estadounidense, dirigiendo una masacre en masa en Siria,  anexándose Crimea y hablando despreocupadamente sobre el uso de armas nucleares, la opinión de Romney se ha convertido en la sabiduría convencional. Casi el único estadounidense que disiente de ella es candidato republicano actual, Donald Trump.

Cada semana, Vladimir Putin, presidente de Rusia, encuentra nuevas maneras de asustar al mundo. Recientemente ubicó misiles con capacidad nuclear cerca de Polonia y Lituania. Esta semana envió un grupo de portaaviones por el Mar del Norte y el Canal de la Mancha. Ha amenazado con derribar cualquier avión estadounidense que ataque las fuerzas del déspota de Siria, Bashar al-Assad. El enviado de Rusia en la ONU ha dicho que las relaciones con Estados Unidos están en su punto más tenso en 40 años. Las noticias de la televisión rusa están llenas de misiles balísticos y refugios antiaéreos. “El comportamiento insolente” podría tener “consecuencias nucleares”, advierte Dmitry Kiselev, el propagandista en jefe de Putin, y que cita asimismo las palabras de su jefe: “Si un combate es inevitable, hay que golpear primero”.

De hecho, Rusia no está a punto de ir a la guerra con Estados Unidos. Gran parte de su lenguaje no es más que bravata. Pero sí supone una amenaza para la estabilidad y el orden. Y el primer paso para responder a esta amenaza es entender que la beligerancia de Rusia no es un signo de resurgimiento, sino de una crónica debilitante debilidad.

Vlad el invasor

Como establece nuestro informe especial de esta semana, Rusia se enfrenta a graves problemas en su economía, la política y la sociedad. Su población está envejeciendo y se espera que se reduzca en un 10% para el año 2050. El intento de utilizar los ingresos extraordinarios por el auge de los productos básicos para modernizar el Estado y la economía fue un fracaso. En su lugar Putin ha presidido un enorme crecimiento del gobierno: entre 2005 y 2015, la proporción del PBI de Rusia que proviene del gasto público y las empresas controladas por el Estado aumentó de 35% a 70%. Habiendo crecido un 7% al año, al comienzo del reinado de Putin, la economía se está contrayendo. Las sanciones son en parte responsables, pero la corrupción y una caída en el precio del petróleo importan más. El Kremlin decide quién se enriquece y se mantiene así. Vladimir Yevtushenkov, un magnate ruso, fue detenido durante tres meses en 2014. Cuando salió, había renunciado a su compañía de petróleo.

Putin ha tratado de compensar la vulnerabilidad interna con la agresión exterior. Con sus protestas masivas después de la manipulación de las elecciones en 2011-12, las sofisticadas clases medias urbanas de Rusia mostraron que añoran un estado moderno. Cuando el precio del petróleo era alto, Putin podía resistirse a ellas mediante la compra de apoyo. Ahora apuntala su poder librando guerras en el extranjero y con el uso de sus herramientas de propaganda para avivar el nacionalismo. Él recela de la idea de darle acceso a las ideas occidentales porque el sistema político de Rusia, aunque experto en la represión, es frágil. Las instituciones en las que se apoyaría una Rusia próspera, tales como el estado de derecho, medios de comunicación libres, la democracia y la competencia abierta, plantean una amenaza existencial para el corrupto Estado de Putin.

Durante gran parte de su tiempo en la presidencia, Obama ha asumido que debido a que Rusia es una potencia en declive él no tenía que prestarle mucha atención. Sin embargo, un país inseguro, débil e impredecible con armas nucleares es peligroso; en algunos aspectos  incluso más que la Unión Soviética. A diferencia de los líderes soviéticos después de Stalin, Putin gobierna solo, sin el control de un Politburó o por haber sido testigo de la devastación de la segunda guerra mundial. Podría seguir a cargo por muchos años más. Y la edad es poco probable que lo suavice.

Obama señala, cada vez más,  las cosas correctas sobre el Putinismo – y que sonaron muy duras durante una rueda de prensa esta semana pasada- pero Putin ha aprendido que se puede desafiar a los EEUU y salir fortalecido. Las suaves sanciones occidentales empeoran la situación de los ciudadanos rusos, pero también ofrecen a la gente un enemigo contra el que unirse, y a Putin un chivo expiatorio para el daño económico causado por sus propias políticas.

Iván el soportable

¿Qué debe hacer Occidente? El tiempo está de su lado. Una potencia en decadencia necesita ser contenida hasta que finalmente es rebasada por sus propias contradicciones, incluso cuando la necesidad de atacar permanezca.

Debido a que los posibles peligros son un error de cálculo y una escalada sin control, Estados Unidos debe continuar las conversaciones directas con Putin incluso, como en la actualidad, cuando la experiencia es desalentadora. El éxito no se mide por los avances y los altos al fuego  -a pesar de lo mucho que serían bienvenidos en un país tan desafortunado como Siria- sino reduciendo las posibilidades de que Rusia cometa un error garrafal.

Un error de cálculo nuclear sería el peor de todos. De ahí que las conversaciones deban incluir el control de armas nucleares, así como la mejora de las relaciones entre sus fuerzas militares, con la esperanza de que las armas nucleares puedan ser separadas de los otros temas, como lo fueron en la época soviética. Eso va a ser difícil porque, a medida de que Rusia declina, considerará su arsenal nuclear como una ventaja duradera.

Otras áreas de controversia serán las regiones fronterizas con Rusia.  Ucrania es una prueba de cómo Putin pretende desestabilizar países como una forma de evitar que se alejen de la órbita de Rusia. El próximo presidente de los Estados Unidos debe declarar que, contrariamente a lo que Trump ha dicho, si Rusia utiliza este tipo de tácticas contra un miembro de la OTAN, como Letonia o Estonia, la alianza lo considerará un ataque contra todos ellos. Por otra parte, Occidente tiene que dejar claro que si Rusia asume la agresión a gran escala contra aliados fuera de la OTAN, como Georgia y Ucrania, se reserva el derecho a armarlos.

El Occidente fundamentalmente necesita mantener la calma. La injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos amerita una retaliación mesurada. Pero Occidente puede sobrellevar tales “medidas activas“. Rusia no pretende ofrecer al mundo una ideología o una visión atractivas. Su propaganda más bien tiene como objetivo desacreditar y erosionar los valores liberales universales mediante el fomento de la idea de que Occidente es tan corrupto como Rusia, y de que su sistema político es igual de fraudulento. Desea un Occidente dividido que haya perdido la fe en su capacidad para moldear el mundo. En respuesta, el Occidente debe estar unido y firme. Lampadia




La globalización es la mayor fuente de bienestar

El Fondo Monetario Internacional advirtió recientemente sobre cómo las dificultades económicas globales están impulsando una ola populista que está en contra de la globalización  y del comercio internacional. El discurso anti libre comercio y anti globalización viene expandiéndose en el mundo, sobre todo en los países ricos, sumado a la inestabilidad e incertidumbre política, generada por el aumento de la desigualdad en las economías avanzadas, la migración y por el impacto del Brexit. Estos ‘scapegoats’ (chivos expiatorios) de los países ricos  pueden tener consecuencias irremediables para la economía mundial, los mercados financieros y sobre todo para los países emergentes, como el Perú, pues sus políticos populistas tienen socios ideológicos locales, nuestras ominosas izquierdas de las ideas muertas. (Ver: El sándwich que amenaza a los países emergentes).​

Fuente: pinterest.com

En una reciente publicación del Financial Times, “El vice Primer Ministro de Singapur advierte sobre el retiro de Estados Unidos en Asia”, Tharman Shanmugaratnam, el segundo hombre en el gobierno, se refirió al aumento del populismo como consecuencia del surgimiento de políticos que están promoviendo un discurso contra el libre comercio y lo que calificó como anti-globalización. “Hay una tendencia de un populismo profundamente anti-globalización que ha llevado a algunos políticos a usar esa retórica para ganar apoyo y eso está provocando incertidumbre», dijo.

Pero esto ya no es novedad. Tanto EEUU como en Europa han aumentado las voces políticas y sociales contrarias al futuro tratado de comercio trasatlántico (TTIP, en sus siglas en inglés), cuya negociación ha entrado en vía muerta. Y el Acuerdo Pacífico que firmó Barack Obama (el TPP) está en tela de juicio en la campaña presidencial estadounidense: Trump lo ha amenazado y la demócrata Hillary Clinton también cree que debe cambiarse.

Como afirma Paola Subacchi, en su columna “El Libre Comercio Encadenado” publicada en Project Syndicate, “Las encuestas de opinión en ambos lados del Atlántico identifican el comercio como una de las principales fuentes de descontento en las democracias desarrolladas del mundo. Una encuesta realizada por YouGov se afirma que aproximadamente el 71% de los estadounidenses y el 58% de los alemanes creen que sus países deberían adoptar políticas comerciales más restrictivas para proteger sus economías de la competencia extranjera.”

Según Bjørn Lomborg en su artículo de opinión de Project Syndicate, El milagro del libre comercio, afirmó que: “en 2015 las medidas proteccionistas crecieron un 50% respecto del año anterior, llegando a superar por tres a uno a las liberalizadoras. Los miembros del G20 (las principales economías avanzadas y emergentes del mundo, que representan más de cuatro quintas partes del PIB global y tres cuartos del comercio internacional) fueron responsables del 81% de las medidas punitivas.”

Ahora, el FMI muestra su preocupación en su informe de previsiones, donde se calcula un crecimiento del 1.6% para este año en Estados Unidos, seis décimas por debajo de lo que esperaba en julio, y un 2.2% para 2017, tres décimas menos. Por su lado, el PBI mundial avanzará un 3.1% este año, una décima menos que en 2015 (que ya fue un año de débil crecimiento). Ver las previsiones del FMI:

El FMI teme una ola de populismo por la debilidad económica global

El mayor proteccionismo es justamente el causante de parte del freno al crecimiento mundial, como afirmó el Centro para la Investigación de Política Económica, el cual estima que sólo durante los primeros ocho meses de 2016, los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros. «Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global», afirmó el centro europeo (al que los europeos no hacen caso). Ver en Lampadia: Es importante defender el libre comercio (y …).

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En palabras de Bjorn Lomborg, “Los beneficios del libre comercio, aunque mucho mayores, no son tan obvios. Los consumidores obtienen una variedad mayor de bienes a menor precio: se estima que el estadounidense de clase media típico deriva del comercio internacional un 29% de su poder adquisitivo; es decir, puede comprar un 29% más con cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor (62%) para el decil más pobre de los consumidores estadounidenses. (…) La oposición al libre comercio ignora la interconexión del mundo en que vivimos. Según un informe de la ONU publicado en 2013, un 80% del comercio internacional se produce a lo largo de las cadenas de suministro de las empresas transnacionales.”

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá  algunos despistados economistas están en contra  con la apertura comercial. Hay algunos ciertos economistas que lo consideran «aberrante», como, por ejemplo los economistas más representativos de la PUCP (Jimenez, Fairly, Francke e Iguiñez). Durante el debate del TLC con EEUU, gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó.

El tema de la apertura de la economía es un tema pendiente en el debate político. Recordemos que hace muy pocos años, en sus respectivas campañas, García y Humala amenazaron con revisarlo. Afortunadamente, una vez sobre el caballo, no se atrevieron a cambiar de política. Actualmente, está pendiente la aprobación del tratado Transpacífico y sus opositores en el Perú, ya nos han amenazado con todos los males posibles.

En Lampadia hemos explicado que el gran soporte del crecimiento de nuestra economía son el comercio internacional y la globalización, sin ellos no es posible traer la riqueza que nos permita superar la pobreza. Ver: The wind beneath my wings. Así mismo, hemos propuesto que en el próximo APEC, a celebrarse en Lima, el Perú levante con mucha fuerza las banderas del libre comercio y la globalización.

Debemos destacar la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia




Paradigmas tecnológicos y democratización

Todo cambio trae incertidumbre y los cambios tecnológicos lo hacen en mayor medida. Como hemos escrito en Lampadia desde enero de este año, el mundo se encuentra hoy en medio de una nueva revolución industrial, la llamada ‘cuarta revolución’. Ésta, como las anteriores, termina instalando nuevos paradigmas en la vida de los seres humanos. Pero, más allá de los cambios que implica una revolución, queremos destacar una curiosa y muy importante similitud entre la primera revolución industrial de hace 250 años y la actual.

Ambas revoluciones tienen un poderoso impacto en términos de democratización de la humanidad. Curiosamente, la forma de lograrlo de una, es contraria a la otra.

Fuente: www.esan.edu.pe

Antes de la primera revolución industrial, solo las élites tenían acceso al conocimiento y a los bienes más desarrollados, el común de la gente seguía viviendo en gran medida en los espacios rurales, en condiciones de bienestar similares a los de la Edad Media.

La Revolución Industrial de mediados del siglo XVIII, cambió todos los aspectos de la vida. Desde entonces se multiplicó la producción de bienes, se inició el crecimiento de la riqueza, el PBI y la renta promedio de las personas, iniciándose un crecimiento exponencial de los indicadores económicos de bienestar. Según el Robert Lucas, (Premio Nobel de Economía), “por primera vez en la historia, el nivel de vida de las masas y la gente común experimentó un crecimiento sostenido (…) No hay nada remotamente parecido a este comportamiento de la economía en ningún momento del pasado”.

Uno de los elementos fundamentales de esta revolución fue el nuevo paradigma productivo: la ‘producción en masa’, que permitió aumentar la eficiencia y productividad de un modo que hizo posible el acceso a los bienes modernos de gran parte de la población.

Este paradigma de la producción en masa, de las economías de escala por procesos de producción masivos y estandarizados, se trasladó a todos los aspectos de la vida, hasta la educación, que se hizo accesible y permitió democratizar el acceso al conocimiento en todas las sociedades. Sin embargo, en educación, mediante la estandarización, se obtuvo acceso, pero hubo que sacrificar algo inherente a la educación de un niño, la formación individual que requiere la naturaleza dispar de los niños.

La ‘cuarta revolución industrial’ se basa en un paradigma completamente diferente, se asienta en un enfoque que podemos llamar del ‘segmento-tamaño-uno’. O sea, el producto individualizado, personalizado, hecho a medida de cada cliente o necesidad, y a costos cada día menores. Esto implica, que los bienes más sofisticados se hacen accesibles a todos los ciudadanos, pero esta vez, si es necesario, a la medida de cada uno.

El acceso a los productos tecnológicos se puede ver en la penetración productos como los celulares, smartphones, Tablets (ya se habla de las producidas en la India por US$ 10). En medicina, donde, por ejemplo, el costo de la secuenciación genética ha bajado de una cifra sideral a solo US$ 1,000. O el precio de un análisis de sangre para medir el Antígeno Prostático específico (PSA), cuesta 40 soles. ……O los exámenes y monitoreos de la salud a distancia a través de dispositivos móviles que estarán al acceso de todos, o la interpretación robotizada de imágenes de resonancias magnéticas que solo tengan precios marginales.

Esta personalización de la oferta de bienes y servicios empieza a tener un tremendo impacto en la educación escolar. Las tecnologías modernas permiten que cada niño pueda ajustar su formación según sus capacidades y preferencias, ajustar su ritmo de estudio y hasta la oportunidad de hacerlo. Sus capacidades para investigar en base a su natural curiosidad se han multiplicado infinitamente. Esto permite, de alguna manera, un acercamiento a la educación de las élites del mundo pre-moderno, la educación de los príncipes: todos los recursos educativos al servicio de un solo niño.

Estamos en otro mundo, con una nueva revolución democratizadora, que tiene un enfoque personalizado. ¿Podemos seguir teniendo un sistema educativo regimentado desde la cúpula ministerial, estandarizado, con novísimos currículos-obsoletos-desde-su-dación, y que forma (o pretende formar) jóvenes para el siglo XX?

¿Qué tipo de terquedad explica que por lo menos no se debata sobre la revolución educativa que debemos emprender? ¿Estaremos esperando alguna crisis del sistema educativo para reaccionar? Lampadia 




Tara: Otro gran potencial para enriquecer la sierra

No muchos peruanos han oído hablar o conocen directamente la planta de la Tara, a pesar de que se origina en el Perú. Conocida por la ciencia como Caesalpinia Spinosa, fue utilizada por las culturas precolombinas como colorante natural, hoy su demanda crece permanentemente en los mercados internacionales, y su utilidad se ha expandido como insumo de muchas industrias a lo largo del planeta.

Los principales usos de la tara son: en polvo como colorante natural para la curtiembre, insumo para el plástico y la producción de adhesivos, y la goma de Tara en la industria alimentaria, por ejemplo, como una estabilizador de productos lácteos. También se utiliza como insumo de la industria farmacéutica para úlceras y problemas inflamatorios e infecciosos.

Piura: El Perú es el primer productor de tara

Fuente: Correo

El Perú produce el 80% de la tara a nivel mundial, y los departamentos de mayor producción son Cajamarca (45%), La Libertad (18%), Ayacucho (14%) y Áncash (8%). Además hay nuevas iniciativas en Ica y Lambayeque. Sin embargo, sólo se llega a exportar unas 5 mil toneladas, y la demanda mundial es del orden de las 100 mil toneladas, siendo los principales mercados EEUU, Alemania, Suiza, España e Italia.

Según el Minagri, “La tara es considerada uno de los productos más rentables dentro de la agro exportación peruana, debido a su gran acogida y altos precios mundiales”.

Las semillas de este arbusto producen derivados que llegan a tener altos costos en el mercado internacional, como el polvo de Tara que puede superar los US$ 820 TM en Puerto Peruano y se triplica en Europa, mientras que la goma, que se obtiene de la pulpa de la tara, tiene un precio nacional de embarque de US$ 6,600 TM y en el exterior puede sobrepasar los US$ 10,000 mil dólares TM.

El Ministerio de Agricultura en alianzas con los gobiernos regionales y locales, empresas,  ONG’s y los pequeños productores han instalados plantones de tara a nivel nacional para incrementar la exportación. Según el Minagri, la exportación de tara en polvo alcanzó US$ 30.3 millones a un precio de US$ 1.48 kilo promedio en 2015. 

Tara

Al país a que más se le exporta Tara es a China (donde se utiliza para extraer ácido gálico, que tiene un valor de venta por kilo que se sextuplica el valor del insumo), con un total de U$ 10.5 millones (35% del total), le sigue Italia con U$ 4.4 millones (14%) y Brasil U$ 4.2 millones (14%).

Tara exportación

Fuente: www.agrodataperu.com

Según los Datos de la Comisión Nacional contra la Biopiratería, las solicitudes de patentes más reiteradas en el Perú son por la tara (de las casi 11 mil solicitudes de patentes, cerca de 4 mil le pertenecen a la tara), el yacón (3,221 solicitudes), la maca (1,406 solicitudes) y la uña de gato (843 solicitudes).

Esto muestra el gran interés mundial que existe por nuestros productos andinos. Así tenemos también los otros granos andinos, el más nutritivo de ellos, la famosa y renombrada quinua, la cual ha sido reconocida como un «súper alimento» con renombre internacional y, el 2013, a instancias de la FAO,  fue declarado por la ONU: Año Internacional de la Quinua. Ver en LampadiaLa Quinua lleva a la sierra a los mercados globales y al desarrollo. Otros granos andinos renombrados son la kiwicha (o amaranto), la qañiwa y el tarwi. Estos productos tienen un alto valor proteico, mayor al de los demás cereales, y un gran  potencial de popularizarse a nivel mundial.

Todos estos productos son muy valiosos, sus cualidades han sido ignoradas por muchos años y su aprovechamiento, en el propio Perú y en los mercados internacionales, desperdiciado. Esto ha sido consecuencia de la mala reforma agraria que alejó la inversión privada del campo desde los años 60, con la consiguiente falta de acceso a la innovación y avances tecnológicos que se dieron en el último tercio del siglo pasado.

Por fin estamos poniendo en valor nuestros productos serranos. Debemos aprovechar esta oportunidad única para mostrarle al mundo que un país milenario como el Perú, tiene valiosos desarrollos genéticos y alimenticios como el de los granos andinos. Del mismo modo podremos promover más tarde las raíces andinas y otros productos, así como los conocimientos tradicionales de la sierra y la selva. Con ese desarrollo de inserción en los mercados internacionales, podemos ambicionar que nuestros campesinos de los minifundios alto andinos tengan una vida rural rica y productiva, contrariamente a las propuestas de las izquierdas que plantean nos alejemos de la globalización. Lampadia