El mundo registra dramática caída de confianza

La imagen de EEUU en el mundo, y especialmente la confianza en que el Presidente de EEUU hará lo correcto en asuntos mundiales, ha caído dramáticamente desde la llegada de Trump a la Casa Blanca; según la encuesta del Centro de Investigaciones Pew (un thinktank de Washington), realizada en 37 países, incluyendo al Perú.

La encuesta compara dos momentos, las percepciones recogidas al final del gobierno de Obama y cinco meses después de la toma de mando de Trump.

Donald Trump ha tenido un gran impacto en cómo el mundo ve a los Estados Unidos. «La confianza en el Presidente está influenciada por las reacciones, tanto a sus políticas como a su carácter», dice PewResearch Center y destaca que algunas de ellas son ampliamente criticadas en todo el mundo. Por si fuera poco, el 26% de los encuestados dijeron que Donald Trump no está calificado para ser el presidente de Estados Unidos.

Globalmente, la figura de Trump aúna más rechazos que adhesiones. El 75% de los encuestados lo han definido como “arrogante”, un 65% lo considera “intolerante” y el 62%, “peligroso”. Una mayoría del 55%, sin embargo, también lo describe como “un líder fuerte”, y solo el 26% le considera bien preparado para ser presidente.

Su impopularidad es el resultado de una mezcla de desacuerdos con sus objetivos políticos, como construir un muro a lo largo de la frontera con México, y con el disgusto originado en su carácter, según Pew. Y es que ninguna de las principales políticas de Trump es popular. Por ejemplo, el muro que la Casa Blanca quiere construir en la frontera con México despierta un rechazo del 78% de los peruanos. La decisión de Trump de retirarse del Acuerdo Climático de París es mal vista en el Perú por el 65% y nuestro rechazo a su proteccionismo comercial es de 72%.

En relación a este estudio, el 03 de julio, El Comercio (destacó el gráfico que muestra la ‘foto’ de la confianza/desconfianza hacia Trump).Complementando la difusión de este importante trabajo, en Lampadia queremos destacar la evolución de la confianza en EEUU en 37 países, comparando los datos referentes al final del gobierno de Obama con los de Trump a los cinco meses de su inauguración, una suerte de ‘película’ que da una mejor lectura de la evolución de la imagen de EEUU y su presidente. Para ello, compartimos con nuestros lectores el cuadro publicado hace una semana por El Mercurio de Chile:

Fuente: El Mercurio de Chile, 28 de junio de 2017

Los países en los que la caída de la confianza es más pronunciada están Suecia (con una caída de 83 puntos sobre 100), Alemania (que pasó de 86 puntos con Obama a 11 con Trump), Corea del Sur (de 88 a 17) y Canadá (de 83 a 22). En Sudamérica, en Chile la confianza cayó 48 puntos, de 60 a apenas 12, y en el Perú, cayó en 36 puntos, pasando de 53 a 17. Llamativamente, Trump solo ha ganado en imagen en dos de los 37 países encuestados: en Israel mejoró ligeramente, pasando de 49 a 56 puntos, y en Rusia, dio un tremendo salto, escalando 42 puntos, de 11 a 53.

Estos resultados son muy preocupantes ya que el ‘orden mundial’ prevaleciente desde la época de la pos-guerra está siendo alterado por aceleradamente por Trump. Recordemos que hace pocos días, Angela Merkel declaró que «Europa ya no puede confiar completamente en EEUU».

La situación es tan delicada que Henry Kissinger (el ex secretario de Estado), con 94 años de edad, se ha visto forzado a desarrollar una gira ‘diplomática’ por las principales capitales del mundo:

«El ex secretario de Estado no era partidario de la retirada del Presidente Barack Obama del liderazgo mundial y también ha desafiado la visión de Trump. En diciembre se reunió con el Presidente Xi Jinping, y hace unos días dio un discurso en Moscú (a horas de reunirse con el Presidente ruso Vladimir Putin), pidiendo “una nueva etapa en las relaciones entre Rusia y EEUU”. Además, la semana pasada dio un discurso en Londres advirtiendo que la política exterior conducida sin una estrategia que la sostenga podría llevar a un caos global; un aviso tanto para Trump como para la Primera Ministra británica, Theresa May, a quien también visitó. Una semana antes, en Berlín, para celebrar los 70 años del plan Marshall, criticó el aislacionismo estadounidense, resaltando que la inversión en la Europa de posguerra había “construido los cimientos del orden global”.

La ofensiva diplomática freelance de Kissinger no es universalmente bienvenida. Kissinger insiste que no actúa a nombre de nadie más que de sí mismo y de su convicción en el orden global. “Soy afortunado de que mi profesión ha sido también mi pasatiempo”, dijo en enero. “No sé qué otra cosa haría”. 

El Mercurio de Chile, sábado 01 de julio de 2017

El liderazgo global está en entredicho, por eso PEW también examinó las opiniones sobre otros tres líderes importantes en la escena internacional: Angela Merkel, Xi Jinping y Vladimir Putin. El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin, también obtuvieron calificaciones bajas, aunque ninguna de ellas tan negativa como la del presidente de los Estados Unidos. En las 37 naciones encuestadas, una media de 53% desconfía en Xi, y el 59% desconfía en Putin.En cambio, solo el 31% desconfía de la canciller alemana Angela Merkel, que recibe la confianza del 42%.

¿Por qué debería el mundo confiar en Trump? Según afirma El Mercurio, “Se ha peleado con líderes de Alemania, México, Australia, Gran Bretaña e Irán, y se ha puesto a sí mismo en una extraña posición en Medio Oriente (…) Amenaza a menudo para luego volver a frases anteriores, dejando a los ciudadanos en EEUU y otros países totalmente desconcertados sobre sus políticas”. Michael Barone, analista del centro conservador American Enterprise, recordó que «Trump hizo campaña con el eslogan AmericaFirst, mientras que Obama se describió a sí mismo en un discurso en Berlín en 2008 como un ‘ciudadano del mundo'».

La incertidumbre sobre el vacío de liderazgo global iniciado por Obama, y exacerbado por las actitudes confrontacionales de Trump, de la potencia más importante del mundo traerá, con seguridad, costos altísimos a todo el planeta. Un ‘orden global caótico’, como ya ha sido calificado. Una reciente columna de opinión del Huffington Post se preguntó que habiendo mucha incertidumbre y EEUU sin desempeñar su rol de liderazgo en el mundo: ¿cuál es el sustituto, una visión diferente, el caos? Lampadia




La encrucijada del comercio internacional

El 2016 se caracterizó por algunas derrotas del libre comercio y una mayor tendencia anti globalización. Este año será clave para el orden económico mundial ya que el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. Esto es importante porque, como afirma Christine Lagarde, “el péndulo de las políticas públicas podría inclinarse en contra de la apertura económica, y si no se adoptan medidas de política contundentes, el mundo podría registrar tasas de crecimiento decepcionantes por mucho tiempo”.

Líneas abajo compartimos un ensayo colectivo de los colaboradores de Project Syndicate editado por Rohinton P. Medhora, presidente del Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional (CIGI). Este informe reúne los análisis de los líderes de opinión sobre la globalización y el comercio.

Como afirma Project Syndicate, «aquellos que defienden el libre comercio han perdido credibilidad con la gente que esperan persuadir». Y esta falta de liderazgo está afectando el futuro del libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, que produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Hoy solo falta que menos de mil millones de personas salgan de la pobreza, lo que se estima pueda suceder para el 2030, de mantenerse las políticas de integración comercial. Sin embargo, si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Como afirma Martin Wolf (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?), “Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.”

En el ensayo de Proyect Syndicate, se destaca la importancia de actualizar las reglas actuales de la globalización. Dani Rodrik de Harvard considera que puede ser el momento de «considerar el cambio de las reglas de la globalización en sí misma», agregó, «para compensar a los perdedores de la globalización», Para asegurar la paridad y la equidad entre países y sectores. Según Project Syndicate, “Ese principio es aún más importante hoy en día, cuando los avances en la automatización y las nuevas tecnologías digitales amenazan cada vez más los empleos individuales en muchos sectores.”

Project Syndicate concluye que “las conversaciones futuras sobre el comercio tendrán que dar cuenta de estos cambios que se vienen y de la transformación conceptual en curso del propio comercio”. Según Tyson y Susan Lund del McKinsey Global Institute, los «flujos digitales transfronterizos ya tienen un impacto más grande en el crecimiento económico global que los flujos tradicionales de bienes comercializados». Esto significa que el comercio del futuro estará en ideas, es decir en propiedad intelectual; y esto distinguirá el comercio de como tradicionalmente se ha entendido.

El mundo está cambiando y, de la misma manera tenemos que adaptarnos a él. Para esto, debemos actualizar las reglas del comercio internacional y, ante todo, mantenernos integrados y predispuestos a un mundo más globalizado y más unido que nunca. Solo así podremos sacarle el provecho a las ventajas que trae el futuro. Lampadia

El Futuro Del Comercio

El resurgimiento populista del año pasado ha puesto en relieve los actuales debates sobre el comercio y las preocupaciones del público sobre el internacionalismo. ¿Pueden rescatarse los mecanismos de globalización que dieron forma a la economía mundial del siglo XX para seguir produciendo prosperidad en las próximas décadas?

Rohinton P. Medhora
Project Syndicate
30 de junio, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

trade agreements

Con el estímulo del presidente estadounidense Donald Trump y otros demagogos populistas, la angustia pública por la globalización se ha convertido en uno de los temas que definen nuestra época. De hecho, de todas las manifestaciones en contra de la globalización, los populistas han dirigido una especial cantidad de críticas a los acuerdos de comercio internacional. Según  Trump, los «horribles» acuerdos comerciales son la culpa de casi todo lo que está mal en el mundo de hoy.

Es cierto que el nacionalismo populista parece haber sufrido un retroceso en los últimos meses, perdiendo en las elecciones nacionales de este año en Holanda, Francia y el Reino Unido [aunque Theresa May se ha acercado bastante]. Pero la globalización no está fuera de peligro. Las preocupaciones delaopinión pública sobre el impacto de la integración económica internacional se han estado acumulando durante años y no se disiparán simplemente como resultado de unas pocas elecciones o referendos.

Los debates sobre la globalización se han centrado en los acuerdos individuales de libre comercio y en los acuerdos comerciales bilaterales, como los que existen entre Estados Unidos y China. Pero también han abordado cuestiones más abstractas, como lo que puede ser el futuro de la globalización y, específicamente, si se puede forjar un nuevo consenso mundial basado en normas para el siglo XXI.

Los comentaristas de Project Syndicate han sido los principales participantes en estos debates; y, aunque tienden a apoyar la apertura política y económica en general, y el libre comercio en particular, sus opiniones no son monolíticas. En conjunto, sus diferentes perspectivas proporcionan un pronóstico matizado no sólo para el comercio internacional, sino también para el propio internacionalismo.

Acuerdos problemáticos

Una indicación crucial de a dónde se dirige el comercio mundial fue cuando Trump asumió el cargo y retiró inmediatamente a Estados Unidos de la Asociación Transpacífica (TTP) de 12 países. Pero otra indicación vendrá más tarde este verano, señala Christopher Smart, de Harvard, ex asistente especial del presidente estadounidense Barack Obama para la economía, el comercio y las inversiones internacionales, cuando la estrategia y los objetivos de la administración Trump entren en la renegociar del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN)».

Durante su campaña electoral, Trump calificó al TLCAN como el «peor acuerdo de comercio» jamás firmado por Estados Unidos. Pero vale la pena recordar que cuando el tratado entró en vigor en 1994, fue mucho más allá de las normas y prácticas de comercio internacional vigentes en ese momento, y avanzó significativamente los objetivos del liberalismo económico. Esto fue especialmente importante para México, que señaló su intención de convertirse en una economía moderna y desarrollada. Como señala Laura Tyson, de la Universidad de California en Berkeley, «Después del paso del TLCAN en 1994, el comercio entre los Estados Unidos y México creció rápidamente», de tal manera que hoy, «Estados Unidos y México no se limitan a intercambiar bienes entre sí; ellos están produciendo bienes entre sí».

No es evidente que la Administración Trump entienda este hecho, sobre todo porque las cifras comerciales tienden a ocultar el impacto total de las cadenas de valor transfronterizas. Según una estimación que Tyson cita, «el 40% del valor agregado a los bienes finales que las importaciones estadounidenses de México vienen de Estados Unidos; México aporta el 30-40% de ese valor; el resto es proporcionado por proveedores extranjeros». Cuando se considera esta dinámica de la cadena de valor, el déficit comercial de Estados Unidos con México cae a la mitad.

Y eso ni siquiera representa los millones de empleos estadounidenses que están directamente relacionados con las importaciones, señala Anne Krueger, ex economista jefe del Banco Mundial. Después de todo, «los automóviles extranjeros», señala Krueger, «no serían vendidos [en Estados Unidos] si las piezas y los mecánicos no estuvieran disponibles».

Si Trump impusiera un arancel más alto a las importaciones mexicanas, como ha amenazado repetidamente, las exportaciones estadounidenses de bienes intermedios a México y las exportaciones mexicanas a Estados Unidos disminuirían. El resultado, sugiere Daniel Gros, del Centro de Estudios Políticos Europeos en Bruselas, sería un mercado más pequeño para las exportaciones estadounidenses a México, insumos mexicanos más costosos en la producción estadounidense y mayores precios para los consumidores estadounidenses.

Según Frankel, estas medidas proteccionistas le han costado a los consumidores estadounidenses «unos 3,000 millones de dólares al año», y al mismo tiempo alimentan la degradación ambiental y las pérdidas de empleos en otros sectores de la economía estadounidense.

Como señala Frankel, el acuerdo comercial (que tiene varias décadas de antigüedad) podría ser actualizado. Por ejemplo, el TLCAN no cubre actualmente el «comercio electrónico y localización de datos», y podría hacer más por proteger el medio ambiente y los trabajadores. Además, Estados Unidos en particular se beneficiaría de los ajustes del actual sistema de resolución de disputas inversionista-estado y de una mayor protección de la propiedad intelectual (PI).

Asimismo, Smart argumenta que si Trump hubiera mantenido al TPP en el buen camino, podría haber mejorado no sólo la posición de Estados Unidos en Asia, sino también su propia posición en la renegociación del TLCAN.

Ten cuidado con lo que deseas

Esto señala las muchas consecuencias no deseadas que podrían derivarse del enfoque de Trump hacia el comercio en todo el mundo. Como advierte Stephen Roach de Yale, las apuestas son especialmente altas en el caso de China. Estados Unidos y China han tenido durante mucho tiempo lo que él llama «una relación altamente reactiva» de la codependencia económica, por lo que un movimiento equivocado podría desencadenar una destructiva espiral descendente. Keyu Jin, de la London School of Economics, ofrece un ejemplo: Si Trump actúa sobre las amenazas hechas en su campaña contra China, dice: «China podría dejar de comprar aviones estadounidenses, imponer un embargo a los productos de soya estadounidenses y descargar los títulos del Tesoro estadounidense y otros activos financieros”.

Hasta el momento, una guerra comercial entre Estados Unidos y China parece haber sido evitada, debido a la sesión del presidente chino Xi Jinping con Trump en Mar-a-Lago en abril. Pero eso no significa que los dos países no tengan fricciones en el futuro. Por otra parte, incluso sin una guerra comercial total, China podría frustrar la administración de Trump dejando que su moneda se deprecie.

Las autoridades chinas tienen todo el incentivo para hacer precisamente eso. Desde junio de 2014, señala Eswar Prasad, de la Universidad de Cornell, China ha gastado casi mil millones de dólares en apoyar el renminbi. Si Trump le da una razón para abandonar la intervención del mercado, el valor del renminbi caerá, la competitividad comercial de China aumentará y el déficit comercial de Estados Unidos con respecto a China crecerá aún más. Y, como Jin nota con ironía, nada enfurece más a Trump que el hecho de que «China exporta más a Estados Unidos que las exportaciones estadounidenses a China».

Pero una China que ha sido innecesariamente provocada podría hacer mucho más que herir el orgullo de Trump. Kenneth Rogoff, de Harvard, por ejemplo, se preocupa de que «enormes franjas de Asia», incluidos aliados y socios estadounidenses como Taiwán e India, ya sean «vulnerables a la agresión china». Y, como señala Kaushik Basu de Cornell, la política exterior aislacionista de Trump alientan a China, así como a otros países emergentes como México y la India, a ser más nacionalistas y firmes.

Eso es lo último que necesita un mundo ya desordenado y multipolar. Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, nos recuerda que «ayudó a sembrar las semillas de la Segunda Guerra Mundial». Hoy en día, una política similar podría alentar a China a intensificar sus reivindicaciones territoriales en Asia y el Sur China Sea, o precipitar una carrera de armas nucleares entre Irán, Arabia Saudita, Turquía y Egipto. A pesar de una crisis geopolítica, señala el economista Joseph Stiglitz, premio Nobel, la presidencia de Trump ya ha introducido una incertidumbre que «desalentará la inversión, especialmente la inversión transfronteriza», y hará que los negocios – muchos de los cuales emplean a estadounidenses – lo piensen dos veces».

Sin embargo, una visión un poco más optimista sostiene que la presidencia de Trump impulsará al resto del mundo a forjar nuevos lazos. Por ejemplo, Joakim Reiter y Guillermo Valles de la UNCTAD ven una oportunidad para que «la Unión Europea y otras economías emergentes» formen una «alianza Norte-Sur de países dispuestos a defender y promover el comercio global». De la misma manera, Andrés Velasco, Ex ministro de Hacienda de Chile, ha propuesto revivir un Plan George HW de la era Bush para un bloque de libre comercio en las Américas, que no necesita incluir a los Estados Unidos. Y al este, escribe Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, «China promoverá diversos mecanismos comerciales, de infraestructuras y de seguridad en Asia», y «los 11 miembros restantes de la Asociación Transpacífica pueden iniciar su TPP sin Estados Unidos”.

Una confederación de burlas económicas

A pesar de la Sinophobia de Trump, muchos comentaristas de Project Syndicate ven en su política comercial una receta que involuntariamente haría a China grande y dejaría a América mucho peor. Esto se debe en gran medida al aparente analfabetismo económico de Trump y sus principales asesores. Jeffrey Sachs de la Universidad de Columbia y Pascal Salin, ex presidente de la Sociedad Mont Pèlerin, tienen puntos de vista muy diferentes sobre la formulación de políticas económicas. Pero ambos identifican el mismo defecto en la retórica proteccionista de Trump; un malentendido de lo que realmente significan los déficits comerciales. Como señalan Salin y Sachs, Trump y sus asesores rutinariamente atribuyen erróneamente el desequilibrio de cuenta corriente de Estados Unidos a «malos» acuerdos comerciales, cuando es realmente un resultado natural de la baja tasa de ahorro de los Estados Unidos.

Debido a que Trump está siguiendo los «sentimientos intestinales» en vez de una «teoría económica válida», Salin se preocupa de que podría llevar a cabo políticas que harán «más difícil para los importadores comprar lo que necesitan de los exportadores» y como Barry Eichengreen de la Universidad de California, Berkeley, argumentó el año pasado, incluso si los políticos querían poner «presión al alza sobre los precios de EE.UU.» para empujar hacia atrás la deflación y la inminente trampa de liquidez, habría maneras mucho mejores de hacerlo. «La alternativa obvia a los aranceles de importación», escribe Eichengreen, «es la simple política fiscal de reducciones de impuestos y aumentos en el gasto público».

Además, Trump no tiene ninguna posibilidad realde cambiar el balance de cuenta corriente de los Estados Unidos. «No hay una razón en particular», nos recuerda Sachs, para creer que «un aumento de las barreras comerciales de Estados Unidos tendría efectos de primer orden sobre las tasas de ahorro e inversión de Estados Unidos y, por lo tanto, sobre el saldo en cuenta corriente de Estados Unidos». Puede ser lo mejor. Si los ex presidentes estadounidenses hubieran actuado con el mismo impulso para salvar «empleos de baja calificación», la economía estadounidense de hoy «podría tener un sector manufacturero más grande y un uso intensivo de mano de obra», señala Basu. «Pero también se parecería mucho más a una economía en desarrollo».

Y Salin, por su parte, advierte que eliminar el déficit comercial de Estados Unidos significaría sacrificar «el nivel de vida que innumerables estadounidenses han llegado a disfrutar». De hecho, según Martin Feldstein de Harvard, los estadounidenses podrían esperar ver sus ingresos reales «disminuir en cerca del 5%».

Dado que Trump y sus asesores han aceptado lo que Sachs llama «una falacia económica que los estudiantes de primer año de economía aprenden a evitar», no es sorprendente que también hayan propuesto políticas económicas equivocadas más allá del ámbito del comercio. Por ejemplo, Roubini predice que las «restricciones migratorias de Trump probablemente reducirán el crecimiento, erosionando la oferta de mano de obra». Del mismo modo, J. Bradford Delong, también de la Universidad de California en Berkeley, argumenta que el impulso de Trump por estímulo fiscal y recortes de impuestos socavaría su propia agenda para el fortalecimiento del dólar, por lo que es más difícil para los fabricantes estadounidenses competir en el extranjero. Y, como lo demuestran Emmanuel Farhi y Gita Gopinath de Harvard y Oleg Itskhoki de Princeton, tales políticas «erosionarán la posición neta de activos externos de Estados Unidos» y darán como resultado una pérdida neta de capital.

Lamentablemente, el analfabetismo económico actual no se limita a Estados Unidos. Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management, cree que los Brexiteers en el Reino Unido creen en muchas de las mismas falacias que la administración de Trump. Para empezar, O’Neill observa que «muchos políticos británicos -y todos los miembros de la campaña «Brexit» están ignorando los costos probables de salir del mercado único de la UE», que establecerán barreras comerciales entre el Reino Unido y la UE.

Para empeorar las cosas, la actual estrategia del gobierno del Reino Unido después del Brexit se ha fijado en el despliegue de acuerdos comerciales «patrióticos» con países anglófonos como Australia, Canadá y Nueva Zelanda, cuando debería centrarse en llegar a acuerdos con China, India, y Nigeria. Al igual que Trump y su obsesión por el saldo de la cuenta corriente, la campaña Brexit parece creer que puede resolver todos los problemas británicos simplemente «retomando el control» del comercio y la inmigración. Pero como señala O’Neill, el Reino Unido, con o sin Brexit, seguiría teniendo «un crecimiento de la productividad persistentemente bajo, una educación y programas de capacitación de habilidades débiles y desigualdades geográficas».

Salvando el internacionalismo

A pesar de sus obvios defectos, Trump y los argumentos económicos de los Brexiteers se han vuelto populares con mucha gente de Norteamérica y Europa. Para rechazar la narrativa peligrosamente engañosa de los populistas, los políticos que aún reconocen los beneficios del libre intercambio mundial tendrán que encontrar un nuevo camino.

En primer lugar, los líderes políticos, empresariales y de la sociedad civil deben reconocer que, como dice Ngaire Woods de la Universidad de Oxford, «aquellos que defienden el libre comercio han perdido credibilidad con la gente que esperan persuadir». Para Gros, las élites políticas han sobrevendido durante años los beneficios del comercio y han creado «expectativas imposibles para la liberalización del comercio». Su mayor error, sostiene, era ignorar el papel de los altos precios de las materias primas como un motor «del extraordinario crecimiento del comercio en las últimas décadas». Cuando los precios de las materias primas cayeron finalmente, el comercio mundial se debilitó.

Sin embargo, tales afirmaciones de los defensores del libre comercio no son nada nuevo. En un próximo documento, examino las declaraciones de los líderes políticos sobre los acuerdos comerciales que se remontan al Tratado de Roma de 1957, y descubro que la sobreexcitación parece ser la norma. Rara vez los líderes reconocen los posibles efectos perturbadores de la apertura económica, o implementan políticas para mitigarlos. Pero, como sostiene Woods, evitar las verdades difíciles ya no es una opción. Las élites tendrán que ser mucho más directas sobre las consecuencias de la integración económica global, mientras que «también se ocupan de las preocupaciones más profundas de la gente», como la pérdida de dignidad que viene con el desplazamiento económico. Si los líderes razonables no dicen la verdad, no deben sorprenderse cuando los demagogos nativistas presentan sus propios «hechos alternos».

Además, los encargados de formular políticas deben respaldar la verdad con medidas concretas. Como lo demostró el Subdirector General de las Naciones Unidas, Jomo Kwame Sundaram y Vladimir Popov, de la Academia de Ciencias de Rusia, los países que más se beneficiaron del comercio lo hicieron «proporcionando una compensación de desempleo y capacitación adecuada y promoviendo oportunidades para empleos más remunerados».

Con respecto a Estados Unidos en particular, Rogoff propone un impuesto al consumo progresivo para reducir la desigualdad, así como reformas para liberar la innovación tecnológica y la difusión. Del mismo modo, Salin recomienda menos impuestos y menos regulaciones, para impulsar la actividad económica y el crecimiento. En cualquier caso, una regla para las políticas sociales del siglo XXI, sugiere Richard Baldwin, del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra, es que deben adherirse al principio de «proteger a los trabajadores individuales, no a los empleos individuales».

La globalización en el siglo XXI

Ese principio es aún más importante hoy en día, cuando los avances en la automatización y las nuevas tecnologías digitales amenazan cada vez más los empleos individuales en muchos sectores. Tampoco es un problema sólo para los países desarrollados. Brahima Coulibaly de la Brookings Institution advierte que «la caída de los costos de la tecnología» podría descarrilar la industrialización en gran parte de África antes de que incluso se inicie. Y así como las tecnologías de reemplazo de mano de obra no son estrictamente una preocupación para los países desarrollados, no pueden separarse de la globalización. Como muestra una reciente investigación del economista de Oxford, Adrian Wood, la lógica de la globalización económica activamente ayuda a la automatización.

Al igual que con los acuerdos comerciales, los gobiernos tienen la responsabilidad de abordar los efectos de las nuevas tecnologías. Tendrán que fomentar conversaciones honestas y desapasionadas sobre los riesgos y recompensas de un mundo hiperdigitado, para determinar cómo las nuevas tecnologías podrían ser reguladas y diseñadas para producir el mayor bien público. Más allá del diseño de las tecnologías individuales, observa Tyson, mucho dependerá también «del diseño de las políticas que las rodean».

Dani Rodrik de Harvard es más escéptico. Con o sin medidas a nivel nacional para mitigar la interrupción del comercio y la tecnología, puede ser el momento de «considerar el cambio de las reglas de la globalización en sí misma», agregó, «para compensar a los perdedores de la globalización». Para asegurar la paridad y la equidad entre países y sectores. En opinión de Rodrik, la cooperación económica global ha sido desequilibrada, porque las finanzas y el capital pueden moverse mucho más rápidamente a través de las fronteras que los bienes, los servicios y especialmente la mano de obra. Y, por supuesto, las medidas reguladoras nacionales y supranacionales se mueven más lentamente.

Abordar estos problemas requerirá un sistema creíble para combatir la delincuencia financiera y los paraísos fiscales; un régimen fiscal global de ajuste de fronteras para las emisiones de carbono; un pacto internacional sobre los refugiados; y un acuerdo modernizado sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio. Para ello, Oonagh Fitzgerald y Hector R. Torresof del Fondo Monetario Internacional del Centro para la Innovación en Gobernanza Internacional llaman a la formación de una coalición de países, liderados por potencias medias, para reformar las instituciones de la globalización en 2018, cuando Canadá y Argentina liderarán el G7 y el G20, respectivamente.

Demostrar el valor de la cooperación multilateral será crucial para salvar políticamente la globalización. Un posible revestimiento de la decisión de Trump de retirar a los Estados Unidos del acuerdo climático de París de 2015 es que ha llevado a muchos otros países a reafirmar su compromiso de luchar contra el calentamiento global. Pero, como ya he dicho, la comunidad internacional también debe mantener el apoyo a acuerdos como el Acuerdo sobre Tecnología de la Información de la Organización Mundial del Comercio, mientras explora otras oportunidades similares de cooperación macroeconómica.

Al mismo tiempo, se debe recordar al público en cada oportunidad que no hay soluciones rápidas en los asuntos internacionales. Del mismo modo que la reacción contra la globalización tardó una década en estallar en la política nacional, tomará tiempo para que el péndulo vuelva hacia atrás. Como sostiene Basu, la «crisis económica en cámara lenta» de hoy ciertamente parece sombría; pero finalmente dará paso a una «Revolución Digital que promete elevar el crecimiento a nuevas alturas».

Las conversaciones futuras sobre el comercio tendrán que dar cuenta de estos cambios que se vienen y de la transformación conceptual en curso del propio comercio. Según Tyson y Susan Lund del McKinsey Global Institute, los «flujos digitales transfronterizos» ya «tienen un impacto más grande en el crecimiento económico global que los flujos tradicionales de bienes comercializados». Esto significa que el comercio del futuro estará en ideas,es decir en propiedad intelectual; y esto distinguirá el comercio de como tradicionalmente se ha entendido.

La propiedad intelectual se caracteriza por altos costos iniciales y bajos costos de reproducción. Y dado que eso implica una gran ventaja, el logro de la primacía nacional podría convertirse en el «Gran Juego» del siglo XXI. Desafortunadamente para los EEUU y el Reino Unido, Trump y Brexit difícilmente pondrán a cualquiera de sus países en la capacidad para ganarlo.Lampadia

 




Ha nacido un nuevo líder global

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones de Francia no es sólo una buena noticia para para todo Europa. Atempera la fiebre populista que golpeó al Reino Unido con el Brexit y a Estados Unidos con Donald Trump, y establece un nuevo centro de gravedad de la política global. Al elegirlo con una contundente mayoría en la Asamblea, los franceses ha empoderado  a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales.

Emmanuel Macron Is Facing the ‘Mother of All Battles’

Fuente:  estaticos.elperiodico.com/

El control de la Asamblea francesa por su partido, Republique en Marche (REM), permite que Macron, defensor de la globalización, de una política centrista y de la Unión Europea, lidere las reformas que necesita Francia, pero también pone un ‘estate quieto’ al populismo europeo con sus propuestas nacionalistas, balancea la pérdida del liberalismo británico en Europa e instala una fuerza reformadora que va más allá de Francia, a Europa y el resto de occidente. Ver en Lampadia el nacimiento de Macron y su significado para la política fracesa: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político, y para la política global: Una nueva oportunidad para la buena política.

Macrón se está perfilando, desde sus primeros días en el gobierno, como una fuerza transformadora, que presenta con un lenguaje directo, y apunta mucho más allá de las fronteras de Francia. Hace pocos días recibió a varios diarios europeos para compartir su pensamiento en muchos temas de impacto global. Líneas abajo presentamos algunos extractos de su entrevista, y recomendamos leerla en integridad en el siguiente enlace: Deseo contener el auge de los extremismos y la demagogia.

Macron: “Mi elección es el inicio de un renacimiento francés y espero que europeo”

En la primera entrevista desde que es presidente, Emmanuel Macron aboga por un presupuesto común de la zona euro, llama a defender los derechos de los refugiados y a construir una «Europa que protege»

Por Marc Bassets
El País, 22 de junio de 2017
Glosada por
Lampadia

 

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista.

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA 

Con la nueva legitimidad que ha logrado después de las elecciones legislativas, ¿vuelve Francia a Europa? ¿Representa una especie de nuevo liderazgo en Europa?

El liderazgo no se decreta: se construye convenciendo a otros países y a otros actores, y se comprueba en función de los resultados que se obtienen. Sería presuntuoso decir que, a partir de ahora, Francia ejerce un nuevo liderazgo europeo. La verdadera pregunta es la del objetivo de nuestra acción. Y el punto de inicio es la crisis que sufren las democracias occidentales, que se construyeron en el siglo XVIII sobre un equilibrio inédito entre la defensa de las libertades individuales, la democracia política y la creación de las economías de mercado. Un círculo virtuoso permitió que se reconociesen las libertades individuales, que se desarrollase el progreso social y que las clases medias tuviesen expectativas de progreso. Desde el final de la época dorada del capitalismo, se ha instalado la duda. Francia, que tenía el modelo social más elaborado, lo ha experimentado cruelmente. Cuando observamos el mundo hoy en día, ¿qué vemos? El auge de democracias no liberales y de los extremismos en Europa, el resurgimiento de regímenes autoritarios que cuestionan la vitalidad democrática, y unos EE UU que se retiran en parte del mundo. Este contexto se ve agravado por el aumento de la incertidumbre y de los disturbios. Las crisis se multiplican en Oriente Próximo y en el Golfo, y las desigualdades se agravan en todo el mundo.

¿De dónde procede esta inestabilidad?

No tiene una sola causa. Se debe en parte a las profundas desigualdades creadas por el orden mundial y al terrorismo islamista. A estos desequilibrios se añade el del clima. A EE UU le gusta la libertad tanto como a nosotros, pero no aprecia la justicia como nosotros.

¿Qué se puede hacer concretamente para impulsar de nuevo a Europa?¿Y cómo se puede convencer a los alemanes de la pertinencia de su proyecto?

Si no somos conscientes del desafío, nos colocaríamos fuera de la historia. Yo no he elegido eso. Angela Merkel tampoco. La cuestión es convencer. Hay que ser capaces de hacerlos soñar. Francia no tendrá ninguna capacidad motora si no tiene un discurso claro. Pero tampoco la tendrá si no fortalece su economía y su sociedad. Por eso he pedido al Gobierno que inicie las reformas fundamentales que son indispensables para Francia. Nuestra credibilidad, nuestra eficacia y nuestra fuerza están en juego. Pero la fuerza de algunos no puede alimentarse durante mucho tiempo de la debilidad de los demás. Alemania, que se reformó hace unos 15 años, comprueba hoy día que esta situación no es viable.

En todas nuestras sociedades las clases medias han empezado a dudar. Tienen la impresión de que Europa se hace sin ellas. Hay que ser más eficaz frente a las grandes migraciones reformando profundamente el sistema de protección de nuestras fronteras, la política migratoria y el derecho de asilo.

Defiendo con vigor la idea de un presupuesto de la eurozona, dotado de un sistema de gobierno democrático.

¿Cree que también los alemanes están dispuestos a cambiar?

Estoy convencido. En materia de seguridad y defensa, la canciller alemana ha cambiado las cosas profundamente. Alemania va a gastar en defensa más que Francia. ¿Quién lo hubiera creído? Pero Alemania es muy consciente de los límites de una acción que no sea completamente europea, sobre todo en lo que a intervención militar se refiere. Los egoísmos nacionales son venenos lentos.

Hoy Europa está dispersa. La división entre el este y el oeste ha reaparecido. En el este, varios países han elegido regímenes autoritarios. ¿Cómo se puede administrar una Europa tan dividida?

No creo en ese conflicto entre el este y el oeste de Europa. Hay tensiones porque nuestras imágenes simbólicas y nuestra historia no son los mismos.

Cuando hoy escucho a algunos dirigentes europeos, me parece que cometen una doble traición. Deciden abandonar los principios, dar la espalda a Europa, tener un planteamiento cínico de la Unión que serviría para gastar los créditos sin respetar los valores. Europa no es un supermercado. Europa es un destino común. Los países de Europa que no respetan las reglas deben acarrear con todas las consecuencias políticas. No transigiré sobre los principios de Europa, sobre la solidaridad y los valores democráticos. Si Europa lo acepta, es que es débil y ya ha desaparecido. No es mi elección. 

¿Cuál es el modelo para la futura relación entre Reino Unido y la Unión Europea? ¿La puerta para una marcha atrás está abierta? 

La puerta está abierta hasta el momento en que se cruza. No me corresponde a mí decir que está cerrada. Pero a partir del momento en que las cosas se inician con un calendario y un objetivo, es muy difícil volver atrás. No quiero conversaciones bilaterales.

Después del Brexit y de la elección de Trump ¿su elección supone un freno para los populismos en Europa?

Desconfío del término populismo. Yo no creo en la demagogia, que consiste en adular a un pueblo para decirle lo que espera oír, para hablarle de sus temores. No tengo la arrogancia de pensar que mi elección supone un freno. Francia no es un país que se reforme, es un país que se transforma, un país de revolución. Han visto que estaban al borde del precipicio y han reaccionado.

He apostado por la inteligencia de los franceses. No les he adulado, sino que le he hablado a su inteligencia.

¿Cómo se puede abordar el riesgo que representa Donald Trump para la estabilidad europea?

Trump ha sido elegido por el pueblo estadounidense. El problema es que todavía no ha elaborado el marco conceptual de su política internacional. Por tanto, su política puede ser imprevisible, y para el mundo es una fuente de inquietud. Deseo que cambie de opinión, porque todo está relacionado. No se puede querer luchar eficazmente contra el terrorismo y no comprometerse a favor del clima.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA

Si la línea roja sobre el uso de armas químicas se franquea en Siria, ¿Francia está dispuesta a golpear sola? ¿Puede hacerlo?

Sí. Cuando se fijan líneas rojas, si usted no sabe hacerlas respetar, es que ha decidido ser débil. No es mi opción.

¿Qué es lo que bloqueó las cosas en 2013? Estados Unidos fijó unas líneas rojas, pero decidió in fine no intervenir. ¿Qué es lo que ha debilitado a Francia? Definir políticamente una línea roja y no extraer consecuencias. ¿Y qué liberó, de repente, a Vladímir Putin en otros teatros de operaciones? El hecho de constar que ante él había gente con líneas rojas pero que no las hacían respetar.

Yo respeto a Vladímir Putin. He tenido con él un intercambio constructivo. Tenemos verdaderos desacuerdos, sobre Ucrania en particular, pero él ha visto cuál es mi posición. Le he hablado largamente, cara a cara, de los temas internacionales, así como de la defensa de las ONG y las libertades en su país. Lo que dije en conferencia de prensa, no lo acababa de descubrir. Es mi línea: decirles las cosas con mucha firmeza a mis interlocutores pero decírselas, primero, cara a cara. Hoy tenemos con Vladímir Putin el tema de Ucrania. Y está Siria. Yo no he declarado que la destitución de Bachar el Asad sea la condición previa de todo. Porque nadie me ha presentado a su sucesor legítimo.

Mis líneas son claras. Uno: la lucha absoluta contra los grupos terroristas. Dos: la estabilidad de Siria, pues no quiero un estado fallido. Estados fallidos en los que prosperan los grupos terrorista. No quiero algo así en Siria. Tres: tengo dos líneas rojas, las armas químicas y el acceso humanitario. Se lo dije muy claramente a Vladímir Putin, seré intratable con estos temas.

Usted habla de un diálogo franco con Vladímir Putin. Pero él no cede. Aún hay combates en el Dombás, Crimea está ocupada, el formato de diálogo llamado ‘Normandía’ está agotado.

Cuando hablo de un diálogo franco con Vladímir Putin, no digo que sea milagroso. ¿Qué motiva a Vladímir Putin? Restaurar un imaginario ruso poderoso para controlar su país. Rusia también es víctima del terrorismo. En sus fronteras tiene rebeliones e identidades religiosas violentas que amenazan el país.

El objetivo de Vladímir Putin es restaurar la Gran Rusia. ¿Busca debilitarnos o que desaparezcamos? No lo creo. Seguiré siendo un interlocutor muy exigente en materia de libertades individuales y de derechos fundamentales. Finalmente, está la cuestión de Ucrania, para la cual voy a esperar a la primera reunión del formato Normandía para responder con mayor precisión. Lo que es seguro que es que tenemos un deber: la protección de Europa y de sus aliados en la región. En este punto no debemos ceder en nadaLampadia

 

 




EEUU debería aliarse con China

Hasta hace poco, cuando se hablaba de la relación del Asia con occidente, o de China con EEUU, ésta se refería al crecimiento de China y su eventual primer lugar en la economía global. A esos pensamientos y análisis, hay que sumarle hoy día la evolución política reciente, que lleva a EEUU a alejarse del libre comercio, y a China, a pretender liderarlo. Este proceso ya no se puede entender desde el punto de vista de la retórica occidental. Si el liderazgo económico y político se mueve al Asia, debemos escuchar a los líderes intelectuales del Este.

Fuente: t3mexico.mx

Por eso, en Lampadia seguimos muy de cerca las opiniones de líderes del Este como Kishore Mahbubani, representante permanente de Singapur ante las Naciones Unidas (1971-2004), y actual decano de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur, uno de los intelectuales más representativos del pensamiento asiático. Mahbubani siempre ha mantenido su posición de sumar y de tener una mayor sensatez en el manejo de decisiones que tengan impacto global, abogando por la necesidad de que la geopolítica global vaya tendiendo hacia la convergencia entre occidente y oriente, tema que analizó a fondo en sus libros «The New Asian Hemisphere» (El Nuevo Hemisferio Asiático) y The Great Convergence (La Gran Convergencia).

Mahbubani, ante todo, defiende los beneficios de la globalización: “La globalización no ha fallado. Todas las discusiones sobre la globalización están distorsionadas porque los analistas occidentales se centran en aproximadamente el 15 % de la población mundial que vive en Occidente. Ignoran el 85 % que son el resto. Los últimos 30 años de la historia humana han sido los mejores 30 años que los demás han disfrutado”.

Lo que Mahbubani afirma es que vivimos en un mundo interconectado. Si nuestra prioridad es restaurar el crecimiento económico, China debería tener interés en que la economía estadounidense fuera sólida y próspera (y viceversa). Es vital hacer hincapié en que la interdependencia global no sólo aumenta el ámbito económico, sino también en nuestra lucha para combatir el calentamiento global, las pandemias y los ataque del Estado Islámico.

Su propuesta es que haya una asociación de China y Estados Unidos para llevar a cabo obras de infraestructura, que en su opinión sería la unión perfecta. Estados Unidos necesita nuevas infraestructuras; la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles ha calculado una brecha de financiación de 1.44 mil millones de dólares en Estados Unidos entre el año 2016 y 2025, y advierte de una carga cada vez mayor en la actividad empresarial, las exportaciones y los ingresos. China tiene la capacidad financiera e ingenieril para construir este tipo de infraestructuras.

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Fuente: blog.becool

Lo que el mundo necesita son proyectos de cooperación concretos que produzcan puestos de trabajo y beneficios. Como recalca Mahbubani, en la cumbre «One Belt, One Road», Xi Jinping dijo, «El comercio es un motor importante que impulsa el crecimiento. Deberíamos aceptar al mundo exterior con una mente abierta, defender el régimen comercial multilateral, avanzar en la construcción de áreas de libre comercio y promover la liberalización y la facilitación del comercio y la inversión”.

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Fuente:  tenacarlos.files.wordpress.com

Eso es exactamente a lo que ambos países deben dirigirse: hacia la convergencia. Lo que se necesita es un verdadero compromiso global. Esto implica que ningún país establezca la agenda mundial y que la gobernabilidad se vuelva más difusa. Esto crea un “orden” mundial multipolar, donde el control de los recursos se concentra en diferentes centros de poder, cuyo peso económico se ve reforzado por los acuerdos comerciales intra-regionales. Lampadia

El hecho que EEUU todavía sea incapaz de admitir que se convertirá en # 2 después de China es un problema

Esto es parcialmente la razón por la que Trump llegó al poder, dice Kishore Mahbubani

Por Nathan Gardels
Publicado en El WorldPost
02 de junio 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Fuente: www.singlitstation.com/

Kishore Mahbubani ex Embajador de Singapur en las Naciones Unidas, y actualmente decano y profesor de política pública en la Escuela Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur. Habló con The WorldPost de Singapur en una entrevista de gran alcance sobre la globalización, la inmigración, el ascenso de China, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump y el Brexit.

A pesar de todos sus beneficios, ¿en qué grupos electorales nacionales clave ha fracasado la globalización y por qué?

La globalización no ha fallado. Todas las discusiones sobre la globalización están distorsionadas porque los analistas occidentales se centran en aproximadamente el 15 % de la población mundial que vive en Occidente. Ignoran el 85 % que son el resto. Los últimos 30 años de la historia humana han sido los mejores 30 años que los demás han disfrutado. ¿Por qué? La respuesta es la globalización. El ascenso de la clase media en Asia ha generado riqueza, fe en la posibilidad de instituciones internacionales justas y un sistema estabilizador basado en reglas que beneficie a la mayoría de la humanidad.

Entonces, ¿por qué hay una percepción de que la globalización ha fracasado? La respuesta simple es que las élites occidentales que disfrutaron de los frutos de la globalización no los compartieron con sus masas occidentales. Peor aún, no prepararon a sus poblaciones para el cambio causado por la extensión de la globalización. En un próximo libro, explico cómo Trump y Brexit son el resultado de este fracaso. En él, escribo:

En lugar de reaccionar pensativa e inteligentemente [al atentado del 11 de septiembre de 2001], la hubris intelectual predominante condujo a la desastrosa decisión de invadir Irak. EEUU tiene las mejores universidades del mundo y think tanks, así como los profesores y expertos más influyentes a nivel mundial. Sin embargo, ninguno de ellos dijo a sus conciudadanos que el evento más importante en 2001 no era el 11 de septiembre. Fue la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio. La entrada de casi mil millones de trabajadores en el sistema comercial mundial obviamente daría como resultado una «destrucción creativa» masiva y la pérdida de muchos puestos de trabajo en Occidente.

Esto, para cortar una larga historia, fue una de las principales razones por las que, 15 años después, ocurrieron eventos como Trump y Brexit en 2016. Las poblaciones de la clase trabajadora podían sentir directamente lo que sus élites no podían sentir. Sus vidas estaban siendo interrumpidas por cambios fundamentales que tenían lugar en el orden mundial y sus líderes no habían hecho nada para explicarles lo que estaba sucediendo o para mitigar el daño.

Ante esto, hay una solución. Necesitamos líderes honestos y valientes en Occidente que digan a sus poblaciones las duras verdades, como hizo Lee Kuan Yew aquí en Singapur. Occidente, EEUU y Europa, sin duda pueden competir. Sin embargo, tienen que hacer ajustes importantes. Por ejemplo, no más de 35 horas semanales en Francia; no más subvenciones agrícolas en Europa; no más beneficios de pensiones toda la vida después de 55. Ese es el mensaje.

Sin fronteras que afirmen la afinidad cultural, los muros están aumentando a medida que las personas sienten que sus identidades están amenazadas. ¿Cómo pueden los líderes políticos y los partidos responder a las preocupaciones sobre la inmigración sin cerrar sus sociedades?

Es absolutamente cierto que la globalización ha desafiado las identidades culturales. Esto también explica Trump y Brexit. EEUU quiere seguir siendo un país anglosajón, no un país bilingüe con igual espacio para la población de habla hispana del sur de la frontera. Los británicos quieren ver un país anglosajón, no uno con inmigrantes polacos y musulmanes. Una de las columnas más chocantes que he leído en mi vida fue una columna de un liberal de toda la vida, Martin Wolf del Financial Times, que se opone al multiculturalismo. Incluso quería girar el reloj hacia atrás.

Pero no puedes girar el reloj hacia atrás. Con el fin de la era de la dominación occidental, nos estamos moviendo de un mundo mono-cultural dominado por Occidente a un mundo multi- cultural. Esto es tan obvio. Sin embargo, no puedo encontrar un solo político occidental que esté dispuesto a declarar lo obvio. Esta es la razón por la cual las poblaciones occidentales están confundidas. No han comprendido que en esta nueva era de la historia mundial, tienen que aceptar el multiculturalismo, incluso en casa.

Para ser justos, no son sólo las sociedades occidentales las que se enfrentan a este desafío. Singapur tuvo un momento Brexit en 2011. Una de las razones por las que George Yeo, ministro de Relaciones Exteriores de Singapur en ese momento, perdió su escaño parlamentario en las elecciones de 2011 es porque hubo una reacción contra los inmigrantes en Singapur. En un esfuerzo por impulsar el crecimiento económico, el gobierno trajo demasiados migrantes demasiado rápido. Aprendió su lección rápidamente. En resumen, cada sociedad tendrá que encontrar el equilibrio natural entre la reducción de los migrantes para proteger la identidad cultural y el aumento de los migrantes para promover el crecimiento económico. Una buena gestión política puede resolver esto.

Ahora que Estados Unidos ha renunciado al papel de liderazgo global que ha desempeñado durante décadas, China todavía es incapaz o reacia a llenar el vacío y Europa está enfrentando la agitación interna sobre su propia integración, ¿qué formas de cooperación global pueden impedir el retorno a una era de esferas de influencia?

Bill Clinton le dio en el clavo en un discurso que dio en Yale en 2003:

Si crees que mantener el poder y el control y la absoluta libertad de movimiento y soberanía es importante para el futuro de tu país, no hay nada inconsistente en [que EEUU siga actuando unilateralmente]. [Los Estados Unidos es] el país más grande y poderoso del mundo. … Pero si crees que deberíamos estar tratando de crear un mundo con reglas, asociaciones y hábitos de conducta con los que nos gustaría vivir cuando ya no seamos la superpotencia económica y política militar en el mundo, no harías eso. Sólo depende de lo que creas.

A medida que Estados Unidos avanza a ser el país número dos del mundo (y esto es inevitable), debe abandonar sus políticas destructivas de unilateralismo e iniciar una nueva era de políticas constructivas de multilateralismo. Es así de simple. Desafortunadamente, ningún líder estadounidense tiene el coraje de defender el multilateralismo. La raíz de muchos de los problemas en Occidente es la cobardía política de primer orden.

No habrá retorno a esferas de influencia exclusivas. Cada región tendrá múltiples opciones. América Latina ya no puede estar sujeta a la doctrina de Monroe. Los vínculos comerciales e inversionistas de China con América Latina serán tan grandes como los de los Estados Unidos. África recibirá muchos pretendientes, entre ellos China e India, Europa y Japón. La desaparición de las esferas exclusivas de influencia es el resultado de la creciente globalización y la consiguiente realidad de vivir en un mundo interdependiente pequeño.

El presidente de China, Xi Jinping, dijo que «la tecnología es el nuevo campo de batalla económico» y se comprometió a cambiar la economía china del modelo de exportación hacia el consumo interno y la producción con su programa ‘internet-plus’ llamado «Made in China 2025», que busca la innovación tecnológica mundial. China también está expandiendo los lazos comerciales regionales y empujando hacia fuera la estrategia del lema «un cinturón, un camino» para conectar los mercados desde Pekín hasta Estambul. Por el contrario, la política de «América Primero» de Trump ha sido llamada «Made in America 1955» por los críticos, ya que busca proteger los mercados de manufactura industrial. También se ha comprometido a retirar los acuerdos comerciales mundiales. ¿Cómo podrían estas dos estrategias complementarse en lugar de crear un conflicto entre sí?

Una asociación económica entre EEUU y China es un matrimonio hecho en el cielo. EEUU es rico en tecnología, tiene una clase media opulenta (a pesar del reciente estancamiento) y tiene una necesidad desesperada de nuevas infraestructuras. China es rica en capital y ha desarrollado capacidades de construcción de infraestructuras de clase mundial. Si Estados Unidos y China fueran dos empresas, en lugar de dos países, forjarían entre ellos, naturalmente, una asociación económica. Desafortunadamente, son países, no empresas. Por eso los juegos geopolíticos de suma cero evitan la cooperación económica natural positiva que debería suceder.

La mayoría de los estadounidenses piensan que China es el jugador irracional e ilógico de la ecuación entre Estados Unidos y China. Para ser absolutamente justo y objetivo, China es racional y predecible. América no lo es. El sentido común a menudo no prevalece en el discurso político estadounidense. Cualquier político estadounidense que incluso se atreva a sugerir que sería lógico forjar una nueva asociación de infraestructuras entre Estados Unidos y China sería rechazado de inmediato. La gran pregunta es por lo tanto: ¿puede Estados Unidos ser racional con China?

¿Qué puentes pueden ser construidos para prevenir la hostilidad o incluso el conflicto directo entre Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo?

Una nueva asociación de infraestructuras entre Estados Unidos y China es el mejor puente a construir entre los dos países. Al mismo tiempo, todos los puntos fuertes y positivos actuales en la relación deben ser sostenidos. Estados Unidos puede seguir siendo un importante mercado para los productos chinos. China debe seguir enviando cientos de miles de jóvenes chinos a estudiar en universidades estadounidenses. Ambos deben colaborar también en cuestiones geopolíticas, como Corea del Norte.

El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y China fue una gran ventaja. También lo fue la decisión estadounidense de actualizar su delegación a la cumbre «One Belt, One Road» en Beijing. Si Estados Unidos quiere ser realmente astuto, debe aprovechar las muchas oportunidades de negocios que ofrecerá la iniciativa «One Belt, One Road». El pragmatismo y el sentido común debería reemplazar la ideología y el orgullo en el pensamiento americano de China.

Asombrosamente, China ahora está hablando el lenguaje de la mayoría de los líderes americanos. En la cumbre, Xi Jinping dijo, «El comercio es un motor importante que impulsa el crecimiento. Deberíamos aceptar al mundo exterior con una mente abierta, defender el régimen comercial multilateral, avanzar en la construcción de áreas de libre comercio y promover la liberalización y la facilitación del comercio y la inversión”. Seguramente cualquier líder estadounidense sensato estaría de acuerdo con cada palabra en esta declaración.

En general, ¿cómo se puede conciliar el imperativo de la cooperación global con la narrativa política ganadora articulada tan claramente por Trump, quien ha dicho, «no hay tal cosa como un himno global, una moneda global o una bandera global»?

La gran pregunta es si los líderes nacionalistas como Trump demuestran un profundo entendimiento del pequeño mundo integrado que se viene o si reflejan un intento de última hora de dos líderes para recrear glorias históricas que han desaparecido hace tiempo. Cuando Trump dice consistentemente que quiere «volver a hacer grande a América», muestra que está conduciendo a Estados Unidos hacia el futuro mirando en el espejo retrovisor. Ninguna nueva política con visión de futuro será posible bajo Trump. Sin embargo, el péndulo político volverá a oscilar en los Estados Unidos – al igual que Stephen Harper fue reemplazado por Justin Trudeau en Canadá y Francois Hollande fue reemplazado por Emmanuel Macron en Francia, lo mismo podría suceder en EEUU. Debemos ser pacientes y esperar el cambio.

El resultado paradójico de Brexit es que el Reino Unido tendrá que reconstruir sus vínculos económicos con el resto del mundo y buscar nuevos mercados mundiales para reemplazar las oportunidades económicas perdidas en la UE. Por lo tanto, la primera ministra británica Theresa May, a pesar de sus esfuerzos por reconstruir una fuerte identidad británica, terminará creando una Gran Bretaña que es más globalizada que la Gran Bretaña que era miembro de la Unión Europea. La necesidad de desarrollar un compromiso económico más fuerte con el resto del mundo llevará a una calma necesaria de la retórica nacionalista. Con el tiempo, GB también podría producir una figura como Trudeau o Macron. Lampadia

 




Zar Putin I de Rusia enfrenta protestas políticas

Putin ha ido construyendo su base de poder absoluto con el discurso de reconstruir la  ‘Gran Rusia’ mucho antes de que Trump anunciara ‘América Primero’. Según afirma Timothy Garton Ash (La doctrina del resentimiento), para Putin, todo es parte de un gran ajedrez geopolítico de jugadas maestras y contra jugadas, basada en sus deseos de recuperar los territorios  perdidos después del colapso del imperio soviético. Pues por más increíble que pueda parecer, “Putin tenía y sigue teniendo una definición ‘völkisch’, amplia y racial, de los rusos: ahora habla del ‘russkiy mir’, literalmente, el ‘mundo ruso’”.

El pasado lunes fue el ‘Día de Rusia’, fecha en que se conmemora la Declaración de la Soberanía Nacional de la Federación de Rusia, en el que suelen darse festividades en todo el país. Este año, las celebraciones fueron reemplazadas por manifestaciones anti-corrupción con la participación de miles de personas.

Según la BBC, unos 200 permisos de protesta se presentaron en todo el país y se concedieron 169, en ciudades como Vladivostok y Norilsk, que van de un extremo al otro. El cambio de locación para las protestas no fue aceptado, y la policía tuvo la libertad para detener a los manifestantes, lo que resultó en más de 1,000 detenciones en Moscú y San Petersburgo.-: 

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De izuierda a derecha: (cartel azul) «Es una lástima. Cobardes. Ladrón». (Cartel rojo) «La corrupción nos está robando nuestro futuro»
Fuente: El Pais Internacional

Las imágenes de jóvenes detenidos se están convirtiendo en el símbolo del movimiento de oposición. Los manifestantes gritaban consignas como “Fuera el zar”, “Putin ladrón”, “Rusia será libre”, “Somos el poder”, y “Medvédev dimisión”. Esta vez, incluso el gigante pato inflable fue «arrestado», que era usado para burlarse del primer ministro Dmitry Medvedev que hace un tiempo construyó una casa para patos dentro de una de sus lujosas residencias.

Image result for duck arrested russia Fuente: Twitter

¿A qué se deben estas protestas? El día nacional fue elegido por el líder de la oposición Alexey Navalny como la última ronda de manifestaciones diseñadas para conseguir apoyo en su intento de derrocar al presidente Vladimir Putin en las elecciones del próximo año. El activista de 41 años ha sido un crítico abierto de lo que él dice es un régimen corrupto liderado por Putin y sus aliados -en particular el primer ministro Dmitry Medvedev- y está usando alegatos de impropiedad del gobierno para reunir apoyo.

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Fuente:  meduza.io

La participación política de Navalny, descubriendo y exponiendo la corrupción en el gobierno ruso, así como galvanizando a las masas en una escalada sin precedentes, con la esperanza de promover «un estado democrático moderno», ha hecho que protagonice muchas escenas en tribunales y centros de detención a lo largo de los años. Esta vez, Navalny fue detenido antes de que siquiera llegara a la manifestación y fue condenado a 30 días de arresto administrativo.


Fuente:  ElPaís Internacional

Estas manifestaciones reflejan un cambio generacional. Fueron protagonizadas por gente joven, de alrededor de veinte años, la mayoría de los cuales no tienen memoria de su país sin Putin. «El objetivo de la democracia es que se necesitan diferentes gobernantes en diferentes momentos», dijo un estudiante de ingeniería informática que asistía a su primera protesta. «Han estado en el poder durante 17 años, ya es hora de cambiar al líder».

Image result for russia day protest Fuente: livejournal.com

A medida que las marchas se extendían por todo el país, el oficialismo permaneció en silencio. La televisión estatal ignoró las protestas y se centró en las ferias y eventos conmemorativos, que atrajeron a decenas de miles sólo en Moscú. Pero el hecho de que se hayan formado tantas manifestaciones apunta a la debilidad del sistema que Putin ha creado. Las protestas atacan la legitimidad y la falta de rendición de cuentas de su gobierno, que algunos analistas llaman su mayor vulnerabilidad. Aparentemente, al igual del imperio soviético, la dictadura de Putin, tendría pies de barro.

En Washington, donde el presidente Trump se ha enfrentado a una creciente controversia sobre la intromisión de Rusia en las elecciones de 2016, la Casa Blanca criticó la respuesta de Moscú a las protestas. Recordemos que hace unas semanas, Putin reconoció que ‘patriotas rusos’ habían intervenido las elecciones en EEUU y Francia y que era un fenómeno difícil de controlar.

Related image Putin necesita 10 policías para controlar a una estudiante
Fuente: BBC.com

«Detener a manifestantes pacíficos, observadores de derechos humanos y periodistas es una afrenta a los valores democráticos fundamentales», dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, en una declaración. «El pueblo ruso, como todo el mundo, merece un gobierno que apoye un mercado abierto de ideas, una gobernanza transparente y responsable, la igualdad de trato bajo la ley y la capacidad de ejercer sus derechos sin temor a represalias».

Por su lado, Trump tampoco está libre de acusaciones de corrupción. La admisión del presidente Donald Trump de que está siendo investigado por despedir al director del FBI, James Comey, quien lideraba la investigación sobre la supuesta intrusión electoral de Rusia en EEUU, da más razones para acusarlo de obstruir la Justicia.

«Estoy siendo investigado por despedir al director del FBI por el hombre que me dijo que despidiese al director del FBI. Caza de brujas», dijo Trump el viernes en Twitter. El mensaje del mandatario añade más interrogantes que certezas en un nuevo giro de la compleja investigación sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones de 2016, y de la que se ha inhibido el fiscal general, Jeff Sessions, por sus encuentros con el embajador de Moscú en Washington, Serguéi Kislyak.

Esta no es la primera de las barbaridades que viene haciendo o proponiendo Trump, como cuando divulgó códigos secretos – en otras palabras, algo de la información altamente clasificada que el gobierno de los EEUU – al embajador y  ministro ruso de relaciones exteriores, durante una reunión en la Oficina Oval. Ver en Lampadia: Donald Trump: You are fired!

A estas alturas queda claro que tiene una relación cercana (de negocios y quién sabe más) con el nefasto Vladimir Putin, quien con una prepotencia inusitada en la política del mundo pos ‘guerra fría’, ya había hecho retroceder a Obama en Ucrania y Siria, algo que ayudó en el empoderamiento de Putin, dentro y fuera de Rusia. Ver nuestras notas anteriores sobre Rusia y Putin:

Riesgos globales según el Economist Intelligence Unit

Una lucha de extremos que solo trae inquietud al mundo

Un occidente débil frente a un Putin envalentonado

Recordemos que cuando Vladimir Putin ascendió a primer ministro en 1999, el entonces presidente Boris Yeltsin declaró: “He decidido nombrar a la persona que, en mi opinión, es capaz de consolidar nuestra sociedad, garantizar la continuación de las reformas en Rusia con el apoyo de las más amplias fuerzas políticas. Él será capaz de ponerse al frente de los que en el nuevo siglo XXI tendrán que renovar nuestra gran Rusia”.

Hoy en día, Rusia a logrado resurgir como potencia mundial. A frenado a la Otan en la frontera de lo que considera sus zonas de ‘influencia’, intervino sin tener que dar marcha atrás en Georgia, Crimea, la desestabilización del resto de Ucrania, paró a Putin en Siria, habría auspiciado a los “hackers” de las elecciones en EEUU y Francia, mantiene relaciones peligrosas con Trump y su entorno, y hoy, Rusia es nuevamente un factor determinante en la geopolítica global.

Ahora el miedo es hasta dónde llega la presencia política y militar de Rusia en sus distintos frentes. Ya ha dejado clara su decisión de reubicar a su país en la cúspide  geopolítica. Esta influencia del ‘oso ruso’ emerge ante la falta de liderazgo en Occidente, sobre todo después de la paulatina retirada de los EEUU. Lampadia

 




Una nueva oportunidad para la buena política

El partido del presidente Emmanuel Macron, Republique en Marche (REM), confirmó su liderazgo en la segunda vuelta electoral y consiguió una importante mayoría en la Asamblea francesa. Esto permite que Macron lidere las reformas que necesita Francia, pero también pone un ‘estate quieto’ al populismo europeo con sus propuestas nacionalistas, balancea la pérdida del liberalismo británico en Europa e instala una fuerza reformadora que va más allá de Francia, a Europa y el resto de occidente.

Fuente:  abcnews.com

No, los votantes parisinos no son “vomitivos”, como proclamó el lunes el patético Henri Guaino, tras perder su escaño en la Asamblea. La abstención electoral (algo que hace 30 años vienen diciéndonos que beneficia al Frente Nacional) no es explicación para el ascenso de ¡La República en Marcha! el nuevo partido político de Emmanuel Macron. Y no, Macron no está comenzando una carrera dictatorial a los 39, como tampoco lo hizo Charles de Gaulle a los 67.

Casi nada de lo que se dijo acerca de la política francesa estos últimos días explica el terremoto que al parecer se desató el domingo pasado con la primera vuelta de las elecciones legislativas. Y la catarata de noticias que se sucedieron desde entonces no pasa de ser un molesto zumbido para los que llevan años prefiriendo no escuchar nada.

Entonces, ¿qué está sucediendo? El principal factor del triunfo de Macron, creo, es el cambio estructural. Ese cambio está ahora en su apogeo.

Si realmente estamos viendo el fin de la época histórica que comenzó en 1789, ¿volveremos a los tiempos de la Ilustración? ¿O al momento previo a la Ilustración, cuando echó raíces un nuevo sentido de derechos naturales, y con él el concomitante ideal republicano? ¿Reescribiremos el Leviatán, o lo que es lo mismo, la Paz de Westfalia, pero esta vez sin tener que pasar otra vez por la trágica radicalización de Europa y por guerras mundiales latentes o desatadas?

Traiga lo que traiga el futuro, el hecho central está suficientemente claro: Macron vio lo que sus predecesores apenas atisbaron. Macron es el encargado ahora de reconstruir en campo de ruinas, de trabajar para que el final de cierta forma de concebir la política no implique el fin de la política como tal. Es tarea de Macron, y de quienes lo eligieron y de quienes votaron en su contra o, peor, se abstuvieron, hacer lo mejor que uno puede hacer en tiempos oscuros: imaginar, inventar y encarnar el arte del “nuevo inicio” que, según Arendt, es el corazón latiente de la acción pública.

Emmanuel Macron y la idea posrevolucionaria, Bernard-Henri Lévy,  Project Syndicate, 14 de junio, 2017

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De esta nueva Asamblea Nacional, solo el 25% de los legisladores que han sido elegidos repetirán su mandato. No solo es una de las más jóvenes, también es la más femenina de su historia, 223 mujeres (38.6%) integrarán el Parlamento francés.

Los Republicanos, el gran partido de la derecha francesa, será la primera fuerza de la oposición con unos 135 diputados, un centenar menos que en la última legislatura.

Los socialistas perdieron más de 250 escaños en comparación a la Asamblea Nacional anterior y terminaron con sólo 29 diputados. El partido está ahora en crisis. Han sido castigados por el alto desempleo y la disminución de la confianza nacional que marcó los cinco años de gobierno del ex presidente François Hollande.

Muchos de los nuevos miembros del parlamento francés son jóvenes, son diversos y muchos tienen cero experiencia política. El reclutamiento de estos candidatos fue una parte clave de la estrategia por el presidente francés Emmanuel Macron para renovar el liderazgo francés. Macron atrajo a estos candidatos prometiendo priorizar la habilidad y destreza en sus respectivos sectores sobre la lealtad o experiencia política.

Macron se ha arriesgado al decidir contratar a candidatos con poca experiencia política. Pero esta apuesta le brindó la mayoría absoluta sobre el gobierno. Ahora, Macron y las personas que eligió necesitan mostrarle al pueblo francés y al mundo que este nuevo modelo de política francesa puede funcionar.

Sin embargo, cabe notar que el número de escaños que se pensaba que recibiría luego de la primera vuelta de la semana pasada era bastante mayor que el que obtuvo este domingo. Algunos dicen que esto se explica por la alta abstención, otros por una cierta “fatiga electoral”, y algunos especulan que los franceses querían darle el poder a Macron, sin otorgarle excesivo poder.

Pero esto no quita la importancia de que Macron haya obtenido una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Y es que Macron, un recién llegado a la política, ha logrado transformar el panorama político francés en un tiempo récord. Una propuesta que no existía hace dieciséis meses. Ver en Lampadia: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político.

Francia ha seleccionado a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales. Macron, defensor de la globalización, de la política centrista y de la Unión Europea, se erigió como un bastión contra las fuerzas no convencionales y disruptivas que han alterado la política mundial desarrollada durante el último año.

Parece que Macron tendrá la libertad que requiere para hacer impulsar su agenda política. Pero tal vez la noticia más importante es que, al borrar la división izquierda-derecha, ha frenado el crecimiento del populismo y también ha creado una plataforma centrista fuerte, ambiciosa, reformista y optimista, basada en una clara comprensión del nuevo mundo. Ver en Lampadia: Francia rechaza el aislacionismo y abraza la globalización.

La victoria de Macron no solo significa el contrarrestar la amenaza de que en los países más ricos se sigan diluyendo los valores del libre comercio y la globalización, sino que también significa que las ideas de la libertad, del comercio, de la apertura global y de la integración, estarán en las primeras páginas de los medios y los ciudadanos tendrán una nueva oportunidad de valorar sus aportes. ¡Bonne chance, réformateur! Lampadia

 




Francia recupera la bandera de la ‘Libertad’

Emmanuel Macron es parte de un fascinante nuevo fenómeno político. Después de largas décadas de una política bipartidista, conservadora/socialista, Francia ha visto surgir, en menos de dos años, un nuevo fenómeno, Macron y ‘En Marcha’. Un movimiento político centrista que primero llevó a Macron a la presidencia y ahora lo estaría llevando a lograr una mayoría abrumadora en el parlamento, según los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas. La mayoría más grande desde 1981, como puede verse en el siguiente gráfico.

Los resultados oficiales publicados el lunes mostraron al partido de Macron, La République En Marche (La República en Marcha) ganar con el 32.3% en la primera vuelta, por delante de Les Républicains y sus aliados con 21.6% y la extrema derecha del Frente Nacional (Le Pen), con 13.2%. El Partido Socialista (el partido del predecesor Francois Hollande) obtuvo solo el 9.5% de los votos, incluyendo a sus aliados. 

El incipiente movimiento centrista de Macron podría pasar de tener cero estaños en la Asamblea Nacional Francesa a un estimado de 400 a 455 asientos, de un total de 577 (entre 69 y 79%). Algo imposible de imaginar solo un par de meses atrás. En cambio, el socialismo, una de las fuerza dominantes de la política francesa, estaría teniendo el peor resultado desde 1958, un movimiento tectónico.

Y es que Macron, un recién llegado a la política, ha logrado transformar el panorama político francés en un tiempo récord. Una propuesta que no existía hace dieciséis meses. Ver en LampadiaEstablishment francés creó a Macron para evitar giro político.

Es importante puntualizar que estas elecciones se dan después del Brexit en el Reino Unido y la adopción de un lenguaje populistoide por parte de su Primer Ministro Theresa May, luego de la captura del poder de EEUU por Trump con una propuesta anti-globalización y libre-mercado, y después de los retos del neo-populismo en Austria y Holanda. Pero además, Macron que toma las banderas de la globalización y el europeísmo, gana con un lenguaje de ruptura con el tradicional independentismo proteccionista francés, alejándose de alguna manera de lo políticamente correcto. Ese espacio de la política que inhibe la renovación de ideas políticas ante el riesgo de perder el piso más ‘seguro’.

Francia ha seleccionado a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales. Macron, defensor de la globalización, de la política centrista y de la Unión Europea, se erigió como un bastión contra las fuerzas no convencionales y disruptivas que han alterado la política mundial desarrollada durante el último año. 

Fuente:  enpaiszeta.co

La derecha, que hace sólo un año era la favorita en ganar las elecciones presidenciales y parlamentarias, se enfrenta a un resultado decepcionante y podría estar en camino a su peor puntuación parlamentaria de posguerra en la Quinta República de Francia.

El partido ultraderechista Frente Nacional quedó en tercer lugar con 13% de la votación, por debajo de las expectativas. Su líder, Marine Le Pen, no pudo sacar provecho de los 10.6 millones de votos que ganó cuando llegó en segundo lugar en las elecciones presidenciales del mes pasado.

Sin embargo, el gran derrotado de las elecciones fue el Partido Socialista (PS), que hasta ahora constituía junto con los ecologistas el grupo más numeroso en la Asamblea Nacional. Este domingo obtuvo el peor resultado en 59 años.

Cabe recordar que esta ha sido la primera vuelta, y que la elección de los diputados de la Asamblea Nacional pasa también por una segunda vuelta, en la que participarán los que hayan quedado en primer o segundo lugar en cada jurisdicción, a no ser que hayan obtenido el 50% de la votación. También podrán participar en la segunda vuelta los que hayan obtenido el 12.5 de la votación y quedado en tercer o cuarto lugar (los porcentajes se refieren a los votantes inscritos en las listas nominales). La úlitma compulsa tendrá lugar el 18 de junio.

La mayoría parlamentaria de Macron lo ayudará a implantar las reformas necesarias para modernizar y reactivar la economía, hacer frente a las altas tasas de desempleo y cerar mejores espacios de innovación. 

Parece que Macron tendrá la libertad que requiere para hacer impulsar su agenda política en la Asamblea Nacional. Pero tal vez la noticia más importante es que, al borrar la división izquierda-derecha, ha frenado el crecimiento del populismo y también ha creado una plataforma centrista fuerte, ambiciosa, reformista y optimista, basada en una clara comprensión del nuevo mundo. Ver en Lampadia: Francia rechaza el aislacionismo y abraza la globalización.

En los pocos días que lleva en el gobierno Macron, ya ha dado claras muestras de proyectar su liderazgo más allá de sus fronteras. Ha enfrentado a Trump e invitado a los científicos de EEUU a mudarse a Francia. Ha proclamado un lema contestatario: “Hagamos nuestro planeta grande otra vez”. En sus conversaciones con Ángela Merkel ha planteado la necesidad de hacer reformas en la Unión Europea, algo que planteamos en Lampadia: Europa ha recibido muchos avisos que debe escuchar.

Desde la perspectiva peruana, la victoria de Macron no solo significa el contrarrestar la amenaza de que en los países más ricos se sigan diluyendo los valores del libre comercio y la globalización, esenciales para el desarrollo de países pequeños como el nuestro; también significa que las ideas de la libertad, del comercio, de la apertura global y de la integración, estarán en las primeras páginas de los medios y los ciudadanos tendrán una nueva oportunidad de valorar sus aportes. Macron está listo para liderar una nueva ‘revolución francesa’. Lampadia




Gran Bretaña desbarata su historia política

Es una pena que los modelos de la buena política se vayan devaluando en países que han tenido la historia más destacada en la práctica de la democracia, el nivel de convergencia de sus partidos políticos sobre las más importantes políticas públicas y la predictibilidad del futuro de sus ciudadanos.

Tanto EEUU como Gran Bretaña, vienen, lamentablemente, destruyendo sus valiosas tradiciones políticas y bajo pobres liderazgos, están arriesgando el futuro de sus pueblos.

De Trump ya hemos hablado en innumerables ocasiones. Ahora debemos llamar la atención sobre la gestión de la Primera Ministra de Gran Bretaña, Theresa May, que está a días de una elección convocada para incrementar su poder parlamentario, pero que puede terminar marcando un estrepitoso fracaso.

May insiste en llevar adelante un divorcio traumático de Europa (un Brexit duro), no da detalles de su visión ni de los impactos de su propuesta y no recoge los mensajes de la realidad, como son las reacciones de los gobernantes europeos, liderados por Angela Merkel.

El país de Winston Churchill, Margaret Thatcher y Tony Blair, bajo el triste comando de May, está a punto de auto-infligirse un daño de proporciones.

Veamos las reflexiones sobre la coyuntura británica, según Foreign Policy y The Economist:

1- Una elección auto-infligida de Theresa May

La votación que se suponía debía reforzar al primer ministro británico antes de las negociaciones del Brexit, está ahora a punto de dejarla herida y vulnerable.

heresa May’s Self-Inflicted Election

Fuente:  lavanguardia.com

La rápida elección británica iba a ser bastante inútil. Ahora parece más probable que termine como un innecesario acto de humillación auto-infligida.

Cuando Theresa May anunció que iba a llevar a cabo una sorpresiva elección general, no pensaba que iría así. En esa época, las encuestas mostraban un liderazgo conservador saludable, la mayoría de los comentaristas esperaban que los conservadores lograran una mayoría astronómica, algo así como 150 escaños. El líder laborista, Jeremy Corbyn, era visto como débil, nada carismático y políticamente desquiciado.

No ha funcionado como ella esperaba. May podría, absurdamente, acabar en la misma posición en la que comenzó cuando llamó a la votación – o posiblemente perder su mayoría. El aire de una tragedia de Shakespeare.

Es imposible exagerar el efecto del Brexit sobre la economía británica. Arriesga el regreso de una frontera dura con Irlanda, miles de millones de ingresos perdidos del comercio con Europa, caos regulador a nivel nacional, obstáculos de viajes e innumerables otras cuestiones. Podría ser la decisión política más grande tomada por un gobierno británico en la era de la posguerra. Pero May todavía se niega a discutir el tema.

May ha pedido a los votantes que confíen en su juicio sobre el Brexit sin estar preparada para divulgar los detalles. Su estrategia electoral se asemeja a una demanda religiosa más que a una proposición intelectual.

El lanzamiento del manifiesto Tory fue un desastre. Incluyó la propuesta de una nueva política de asistencia social diseñada para hacer más sostenible la ayuda a las personas mayores. Las personas que requieran cuidados al final de su vida pagarían por ello con sus bienes después de su muerte, hasta los últimos US$ 129,000. Esto se presentó, en los titulares, como el «impuesto de la demencia» – un esfuerzo del Estado para evitar que se puedan dar en herencia las viviendas  a los hijos.

En cuestión de días hubo un giro en «U». Las encuestas comenzaron a cambiar. La gente está reevaluando su voto.

La aparente negativa de May de participar en debates ayudó a sellar la impresión de que ella no es tan buena como se había pensado inicialmente, «la primera regla del liderazgo es estar presente».

Las encuestas actuales dicen que ella ganará las elecciones, pero con la misma cantidad de escaños que tenía cuando entró al poder. Eso la dejaría  mortalmente herida. Michael Crick, reportero de Channel 4 News dijo: ya no será considerada «fuerte y estable», sino «débil y vulnerable». La imagen indomable de May se ha visto empañada. Sus adversarios, en casa y en el extranjero, han olido sangre. Es poco probable que olviden el olor. 

Foreign Policy, Ian Dunt, 2 de Junio, 2017, Traducido y glosado por Lampadia

2- El centro se cayó fuera de la política británica

Los líderes de ambos partidos principales se han alejado de una visión de décadas como un país abierto y liberal

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La última vez que Gran Bretaña votó por en una elección general, fue hace apenas dos años. Entonces, el país era un puente entre la Unión Europea (UE) y el EEUU de Barack Obama. Su economía estaba mejorando después de años de bajos estándares de vida. La independencia escocesa acababa de ser descartada. La política más controvertida del Laborismo era un plan para limitar los precios de la energía, denunciada como «marxista» por el partido Conservador, que ganó las elecciones.

Hoy, Gran Bretaña se encuentra en una era distinta. La votación para el Brexit la ha comprometido a dejar a su mayor socio comercial, la UE. El crecimiento se está desacelerando. Los inversionistas están nerviosos. La unidad se cuestiona de nuevo. Los salarios reales se han estancado. Los servicios públicos están al límite.

Los partidos políticos han respondido de maneras radicalmente diferentes. Todos han reemplazado a sus líderes. Jeremy Corbyn ha llevado al Partido Laborista a la izquierda lunática, proponiendo la carga tributaria más pesada desde la segunda guerra mundial. La primera ministra conservadora, Theresa May, promete un ‘Brexit Duro’. El pequeño partido del centro, Liberal Democrático, irían por una versión más suave del Brexit, o incluso podrían reversarlo.

Tanto May como Corbyn, cada uno a su manera, retroceden de las ideas que hicieron  prosperar a Gran Bretaña: mercados libres, fronteras abiertas e internacionalismo. Van a desarmar un acuerdo político que ha durado casi 40 años y que influyó en toda una generación de gobiernos occidentales. Ya sea que prevalezca la izquierda o la derecha, el perdedor será el liberalismo.

Corbyn

Quiere que los ferrocarriles, el agua y el servicio postal vuelvan a ser propiedad pública. Resucitaría la negociación colectiva de salarios y elevaría el salario mínimo hasta el punto en que el 60% de los salarios de los trabajadores jóvenes serán fijados por el Estado. Su plan de impuestos apunta a los altos ingresos y las empresas.

Al no ser un liberal en lo económico, Corbyn tampoco valora mucho la libertad personal. Abrazó a tiranos como Hugo Chávez y Fidel Castro. Ha pasado su carrera afirmando defender a los oprimidos, mientras respaldaba a los opresores.

May

Planea abandonar el mercado único de la UE, una vez apreciado por los conservadores como uno de los mayores logros de Margaret Thatcher. Insiste en reducir la migración neta en casi dos tercios.

Al igual que Corbyn, propone nuevos derechos para los trabajadores, sin considerar que haría menos probable que las empresas los contraten en primer lugar. Quiere hacer más difícil que las compañías extranjeras compren empresas británicas. Su «estrategia industrial» parece implicar la selección de industrias y empresas favorecidas. Incluso ha adoptado la política «marxista» del trabajo referida a los topes de precios energéticos.

También hay dudas sobre su liderazgo. Quería que la campaña electoral la estableciera como una primera ministra «fuerte y estable». Está logrando lo contrario.

El torbellino desencadenado por el Brexit es impredecible. El laborismo ha estado a punto de romperse desde que Corbyn asumió el poder. Si May sale mal en las encuestas, los conservadores también pueden dividirse. Conservadores y laboristas moderados podían unirse a un nuevo partido liberal de centro. Nuestra esperanza es que ellos, junto con el partido Liberal Democrático, se conviertan en parte de un partido radical del centro, esencial para una Gran Bretaña próspera.

The Economist, 3 de junio, 2017, Traducido y glosado por Lampadia

 




China-India-América (CIA) ¿Oportunidad geopolítica?

Efectivamente, desde el advenimiento de Narendra Modi como líder de la India, se ha venido produciendo un proceso muy importante en el otro gigante asiático con repercusiones muy positivas para la humanidad. Modi es hoy el gran reformador hacia políticas públicas con sentido práctico,  racionalidad y sin sesgos ideológicos.

Pero Modi no es solo un buen ejemplo como reformador, al hacer crecer la economía de India ha generado un nuevo motor de  crecimiento de la economía global, en momentos que el resto flaqueaba.

Ahora vemos, como explica Kishore Mabubani, el singapurense que seguimos con mucho interés desde Lampadia, que la India tiene la posibilidad de posicionarse geopolíticamente como el fiel de la balanza entre EEUU y China.

Esto es especialmente importante para países como el Perú, ahora que EEUU está optando por el proteccionismo de Trump y retirándose del liderazgo global, y que China sufre aún, en alguna medida, de las ‘resacas ideológicas’ del comunismo.

El rol del fiel de la balanza, es uno muy difícil. Pero nadie como Narendra Modi para poder asumirlo. Ver el análisis de Mabubani:

Fuente: Volldraht

La nueva CIA… China, India y América

Kishore Mahbubani
Prime India Today
8 de enero de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Fuente: FastNewsPost

Shakespeare sabiamente dijo: «Existe una marea en los asuntos de los hombres que tomada en pleamar conduce a la fortuna. Pero si la evitas… todo el viaje de la vida estará lleno de obstáculos y desgracias». Esta oportunidad se ha abierto para que la India se una a la liga de poderes ‘A’. La elección de Donald Trump ha abierto esta oportunidad.

Un camino rocoso, probablemente incluso turbulento, está por delante para las relaciones entre Estados Unidos y China. Incluso antes de asumir el cargo, Trump ha desafiado a China en muchos frentes, desde el comercio hasta sobre Taiwán. En cara de todo esto, la India tiene dos opciones. Se puede sentar y ver con satisfacción las tribulaciones de Beijing al intentar interactuar con Trump. O puede aprovechar astutamente esta nueva turbulencia en las relaciones entre Estados Unidos y China para catapultarse a una nueva liga de las grandes potencias, enmarcada en las siglas CIA: CIA representa ahora a China, India y América.

La gran pregunta aquí es si la India puede ser astuta. Se supone que los cálculos geopolíticos son el sello distintivo del pensamiento estratégico. Por lo tanto, es intrigante que a veces parece triunfar la petulancia ante la astucia en el pensamiento estratégico de la India. Cada vez que aparece algo «ligero», India responde con gran agitación emocional en lugar de con un esfuerzo para ver si la adversidad puede convertirse en una oportunidad.

Pakistán es el mayor obstáculo para la política exterior de la India. Dada la historia, un romance entre India y Pakistán no está en las cartas. Sin embargo, muchos antiguos adversarios, como Francia y Alemania, China y Japón, Singapur y Malasia, han alcanzado relaciones normales. Por ejemplo, realizan un comercio «normal» entre sí. India y Pakistán no lo hacen. Esta es la razón por la cual la India debería reconsiderar su negativa a unirse a la iniciativa One Belt, One Road (OBOR) de China. Contrario a unas pocas voces paranoicas en Nueva Delhi, OBOR no es un esquema maligno diseñado por China para excluir a la India. En cambio, es la política de seguros de China para desarrollar los enlaces terrestres en Asia Central para superar cualquier posible cerco marítimo de Estados Unidos contra China. OBOR era un movimiento defensivo, no ofensivo. Si la India quiere ser verdaderamente astuta, debería unirse con entusiasmo a OBOR y utilizarla para crear una nueva red de vínculos comerciales y energéticos con Irán, Afganistán y Asia Central. En el centro de la red estará Pakistán. Ésta también ayudará a normalizar las relaciones comerciales India-Pakistán y liberará a la India de una carga geopolítica.

Para lograr todo esto, la India tendrá que mirar a China con nuevos ojos. India y China han tenido una historia tumultuosa debido a las (ahora inactivas) disputas fronterizas, así como la cuestión del Tíbet. Los medios indios atacan sin cesar y dicen que China es una amenaza para la India. Esta histeria mediática es un ejemplo perfecto de cómo a menudo las emociones triunfan ante la astucia en el pensamiento estratégico de la India. ¿Cómo es China una amenaza? ¿Va a invadir la India? ¿Cambiar unilateralmente la Línea de Control? ¿Enviar barcos de guerra a la India? En pocas palabras, China no es una amenaza militar para la India porque no obtendrá ninguna ventaja geopolítica por cambiar el statu quo en el terreno.

Por el contrario, mientras China no es una amenaza real para la India, Estados Unidos es una amenaza real para China. Los pensadores estratégicos chinos tienen todas las razones para estar paranoicos acerca de EEUU. América sigue siendo, en general, mucho más poderoso que China. Militarmente, Estados Unidos es mucho más poderoso. Económicamente, puede dañar a China al restringir las importaciones chinas (como Trump ha amenazado con hacer). Políticamente, puede movilizar movimientos separatistas en China (ya sea en Taiwán, Tibet o Xinjiang). La pesadilla china es una revolución de ‘color’ desencadenada por EEUU. Si los pensadores estratégicos chinos abandonaran su paranoia acerca de EEUU, deberían ser examinados.

Todo esto proporciona a la India una oportunidad de oro. Si las relaciones entre China y Estados Unidos empeoran con Trump, ambas partes prestarán más atención a la India. La elección que hace la India en este entorno geopolítico será absolutamente crítico. Dada la actual situación política en la India, donde se desarrolla una relación amorosa entre India y EEUU, habrá un fuerte deseo emocional de unirse a Estados Unidos contra China. Habrá beneficios a corto plazo. India conseguirá más armas de EEUU. El comercio podría crecer. Pero en tal arreglo geopolítico, la India siempre será el socio menor, el ‘Tonto’ para el ranger solitario estadounidense. Jugará el papel que Japón o Reino Unido hicieron en la Guerra Fría: un aliado valioso pero no un socio igualitario.

Lo astuto para la India, por lo tanto, es posicionarse geopolíticamente como un igual de EEUU y China. Esto no será fácil. El PNB de Estados Unidos es de US$ 18 trillones, el de China es de US$ 11 trillones y el de la India es de US$ 2.1 trillones. ¿Cómo es que el país mucho más pequeño se convierte en un socio igualitario a los dos gigantes más grandes?

Aquí es donde Trump ha proporcionado una oportunidad. Al desarrollar su oposición contra China, el presidente ha puesto efectivamente a China y a EEUU en los extremos opuestos de la balanza. La India debe aprovechar la oportunidad para saltar al medio como el fiel de la balanza. Esto creará el incentivo para que tanto Estados Unidos como China desarrollen relaciones estrechas con la India, ya que quién está en el fiel de la balanza, podrá determinar  para qué lado se puede inclinar. En términos de posicionamiento estratégico, la India debe estar en el medio, no acercarse a EEUU o China. En consecuencia, el peso geopolítico de la India también crecerá en el mundo, ya que se verá que las direcciones geopolíticas globales estarían siendo impulsadas por tres potencias: China, India y América (EEUU), la nueva ‘CIA’.

El gobierno de Obama y el de Bush dieron mucha más prioridad a China que a India. Esto mantuvo a la India bloqueada de cualquier posible triángulo de la ‘CIA’. En contraste, como  adversario de China, Trump ha abierto una ventana de oportunidad para India. ¿Es la India lo suficientemente astuta como para aprovechar esta breve oportunidad para desarrollar vínculos igualmente buenos con China y EEUU?

Probablemente esta oportunidad se dará por un breve tiempo, porque después de un año o dos en el cargo, puede que Trump rehaga sus cálculos y decida que tener una buena relación con China tiene más sentido geopolítico.

Las obras más importantes de Shakespeare fueron sus tragedias. En cada una, demostró cómo los seres humanos fallan al no elevarse por encima de sus fragilidades, incluyendo sus impulsos emocionales. Sería una verdadera tragedia que la India pierda su actual oportunidad geopolítica, por no elevarse sobre sus impulsos emocionales en relación con China. Lampadia 




China y EEUU están condenados a cooperar

La Casa Blanca anunció que el presidente Donald Trump recibirá en abril al presidente chino Xi Jinping,  para una cumbre de dos días en el complejo Mar-a-Lago de Florida. Esto podría ser un paso en la dirección correcta. Parece ser un intento de llegar a un acuerdo entre las dos naciones y se espera que logren superar los obstáculos que impiden la cooperación entre ambos.

Y es que, ambos países tienen que cooperar, como dice Martin Wolf en el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo: “Sin importar cuan diferentes parezcan los dos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump esté convencido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para persuadir a un presidente de los Estados Unidos de los méritos del comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas”.

Fuente: huffingtonpost

En la reunión de ministros de Finanzas del G20 que finalizó el sábado en Alemania, no pudieron ponerse de acuerdo sobre un compromiso contra el proteccionismo. Mientras tanto, los participantes del Foro de Desarrollo de China sí lo hicieron, y se enfocaron en la mejor manera de corregir los defectos de la globalización, buscando que las ganancias fueran compartidas más equitativamente.

«La globalización y la integración económica mundial han sufrido retrocesos por una razón importante: la falta de beneficios compartidos y la polarización entre los que tienen y los que no tienen«, dijo Jin Liqun, presidente del Banco Asiático de Inversión de la Infraestructuras liderado por China. «Niego absolutamente que haya perdedores. Si hay perdedores, realmente no están haciendo algo bien en su política interna. Por favor, arréglenlo

Y no fue el único. El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, expresó: «Creo que es importante que China continúe abriéndose”. Por su lado, el viceprimer ministro de China, Zhang Gaoli dijo: «China está dispuesta a trabajar con otros países para oponerse a las variadas formas del proteccionismo en el comercio y las inversiones. Deberíamos impulsar sin descanso la globalización económica (…) no podemos detener nuestros pasos por dificultades temporales«.

Parece increíble, pero es necesario que el líder chino le dé una lección de economía y libre comercio y los beneficios de la globalización al presidente del país que lideró la política del libre mercado en el mundo. Como afirmó Martin Wolf anteriormente (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?): “El impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo”.

Así lo hemos explicado en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que enfatizamos  que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo.

Desde el Ásia, Kishore Mahbubani ha sido muy claro en plantear la necesidad de la convergencia entre occidente y el Ásia, para consolidar la prosperidad del conjunto de la humanidad. Ver en LampadiaEEUU se encierra y China se postula al libre comercioWEF: ¿Se detendrá la gobernanza global en un mundo multipolar? Mahbubani: “No nos equivoquemos con China”.

Las acusaciones de mayor desigualdad que sustentan la ola anti globalización, deben circunscribirse a los países más ricos. Los peruanos no podemos perder la oportunidad de defender el libre comercio y la globalización, y cuidar así el crecimiento económico y la superación de la pobreza en el Perú. Lampadia

China y Estados Unidos: una extraña pareja condenada a cooperar

Puede ser que un líder comunista convenza a Donald Trump de los méritos del libre comercio

Martin Wolf
Financial Times
21 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El futuro de nuestro mundo depende en gran medida de las relaciones entre Estados Unidos, un país joven y superpotencia dominante, y China, un antiguo imperio y una superpotencia emergente. La elección de Donald Trump en EEUU, un xenófobo populista, y el ascenso de Xi Jinping, un autócrata centralizador en China, ha hecho que las relaciones entre ambos países sean particularmente desafiantes.

No menos contrastantes, sin embargo, son las perspectivas de estos dos países sobre la economía mundial. Hace 40 años, Mao Zedong gobernó China: su objetivo era la autarquía. Sin embargo, desde 1978, las palabras claves de la política económica de China han sido «reforma y apertura» propuestas por su sucesor, Deng Xiaoping. Mientras tanto, Estados Unidos, progenitor del internacionalismo liberal de la Pos Guerra, está consumido en dudar de sí mismo y, por lo tanto, ha elegido como líder a un hombre que considera que esta política excepcionalmente exitosa es hostil a los intereses de su país.

Una de las ironías de hoy es esta reversión de actitudes hacia la apertura de la economía mundial. Nada ilustra esto mejor que el contraste entre el fuerte apoyo a la globalización ofrecido por el Presidente Xi en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos en enero y la asombrosa afirmación de Trump de que «la protección llevará a una gran prosperidad y fortaleza«. Todavía se desconocen las implicancias del proteccionismo estadounidense. Pero son muy inquietantes. Lo último que necesita la frágil economía global es una guerra comercial entre EEUU y China.

Este año, la participación en el Foro de Desarrollo de China ha traído a casa algunas de las raíces más profundas del desencanto de hoy. Los participantes chinos me dijeron en privado que solían ver a EEUU como el modelo exitoso de capitalismo, democracia y apertura económica. La crisis financiera mundial, la elección de Trump y el proteccionismo estadounidense han devastado su prestigio en los tres aspectos.

Sin embargo, también es evidente que esta extraña pareja está condenada a cooperar si se van a garantizar los bienes públicos globales esenciales -la gestión de los bienes comunes mundiales, la seguridad internacional y la estabilidad de la prosperidad. Ninguno será capaz de entregar lo que quiere sin prestar atención a los intereses y puntos de vista de los demás. Es asombroso que hoy en día el liderazgo chino parece entender esto mejor que el de los EEUU.

Cuando los presidentes Xi y Trump se reúnan el próximo mes en Mar-a-Lago, la «Casa Blanca de invierno», en la primera reunión entre los dos, es necesario que encuentren una base para cooperar. Los presagios no son buenos. Trump se ha centrado en las políticas comerciales y de divisas de China. Incluso ha coqueteado con desafiar la política de «Una China».

Si nos limitamos a enfocarnos en la dimensión económica, ¿cómo podría salvarse este diálogo entre personas muy probablemente sordas?

Primero, los dos líderes necesitan convencerse mutuamente de que ninguno alcanzará sus metas si están en conflicto. Esto es evidentemente cierto para una guerra real. Pero también es cierto para una guerra comercial. Qué país perdería más es un ejercicio intelectual obsoleto. Sin duda, ambos perderían, directa e indirectamente.

En segundo lugar, Xi debe transmitirle a Trump que sus puntos de vista sobre las políticas de China están irremediablemente anticuados. China ha gastado mil millones de dólares de sus reservas de divisas para mantener el renminbi en alza desde junio de 2014. Entre 2006 y 2016, las exportaciones de China cayeron del 35% al ​​19% del producto bruto interno. La máquina de exportación que todo lo conquista es una vieja historia.

En tercer lugar, Trump debe decirle a Xi que las políticas industriales de China son un asunto legítimo que preocupa a otros países. China puede argumentar con razón que es un país en desarrollo. Pero también es un coloso económico. Sus políticas de desarrollo parecen a otros países, un mercantilismo depredador. China necesita reconocer que, en un mundo interdependiente, otros tienen un interés razonable en lo que hace. Esto se aplica también a la magnitud de sus superávit en cuenta corriente. Por supuesto, Trump tiene que entender puntos similares. Si no le importan las consecuencias globales de lo que hace, ¿por qué debería importarle a China? 

Cuarto, China puede ayudar a Trump a que consiga lo que quiere. El presidente de Estados Unidos quiere inversiones industriales en nuevas zonas de su país dañadas por la desindustrialización. Esto nunca puede ser revertido. Pero Xi seguramente puede encontrar negocios chinos felices de invertir en EEUU. A Trump le gustan esos anuncios. Xi debería ayudarlo.

Finalmente, Trump quiere un auge de infraestructuras en Estados Unidos. China es, lejos, el mayor exponente mundial de entrega rápida de infraestructuras. Debe ser posible unir las capacidades de China con los objetivos de Trump.

Sin importar cuan diferentes parezcan ambos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump sea persuadido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para convencer a un presidente de EEUU de los méritos de un comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas. Lampadia

 




Histórica oportunidad de India para crear una economía moderna

Después del triunfo de su partido en Uttar Pradesh, el estado más importante en la política de la India, el primer ministro Narendra Modi ahora ejerce mayor poder que cualquier líder indio en casi 40 años (algo que no se creía posible hace unos meses, ver en Lampadia: India: Su plan de reformas enfrenta dificultades). Modi deberá utilizar esta mayoría para consolidar las importantes reformas económicas que necesita la India del siglo XXI. Recordemos que la India ha superado a China como la economía de más rápido crecimiento del mundo, proyectando un  7.6% del PBI  en 2017. La caída de los precios del petróleo también ha contribuido a reducir la inflación, mejorar los márgenes de las empresas y reforzar las cuentas corrientes y fiscales.

La popularidad de Modi se debe parcialmente a la promesa que hizo en 2014: crear más trabajos para una creciente población. La única manera de hacerlo al ritmo y escala requerida –con casi un millón de personas entrando a la PEA cada mes– es conseguir que la inversión privada fluya y abrir los mercados, la mano de obra y otros factores.

Fuente: NDTV

Tres años después de que asumiera el cargo del gobierno con un mandato histórico y 2 años antes de que llegue a su fin, Modi está desplegando sus reformas. La apertura de Modi de sectores como ferrocarriles y defensa ayudó a atraer inversión extranjera directa récord en 2015, durante un período en que los inversionistas huían de los mercados emergentes. Estas entradas han ayudado a elevar las reservas de divisas. 

Además Modi prometió un crecimiento económico alto, diciendo que debe haber: “no red tape, only red carpet for investors” (nada de trabas, solo alfombra roja para los inversionistas). Ver en Lampadia: La visión de país y reformas que el Perú necesita y El cambio de timón (pro mercado) en la India. La clasificación de la India ha mejorado en el índice de facilidad de hacer negocios del Banco Mundial, y una encuesta de Ernst & Young encontró que más del doble de ejecutivos globales de alto nivel eligieron a la India como su principal destino de inversión en los próximos tres años.

Fuente: Asia Society

Modi también tiene como objetivo convertir la nación en un centro global de la manufactura. Su programa «Make in India» y su divulgación a líderes mundiales han atraído 400,000 millones de dólares más de compromisos de inversión desde el extranjero. El gobierno espera crear 100 millones de nuevos empleos en las fábricas para 2022 y aumentar la participación de la manufactura en la economía a 25% del PBI para el 2022, del 18% que encontró cuando asumió el cargo.

La victoria de Modi y la consolidación de la India como uno de los nuevos motores de crecimiento de la economía global junto con la China, más la recuperación de las economías de EEUU, Europa y Japón, como informamos en Se acabó la disculpa: La economía mundial se recupera, establecen una gran oportunidad de aprovechar la competitividad de nuestros productos de exportación para conquistar nuevos mercados y profundizar los existentes.

En el caso de la India, perdimos años clave para negociar un TLC, por interferencias mercantilistas durante el gobierno de Humala. Estamos seguros, que el actual ministro de Comercio, Eduardo Ferreyros  hará todos los esfuerzos necesarios para recuperar el tiempo perdido.

Dado su tamaño, la India no solo es un mercado clave para el Perú, es el ejemplo de reformas más importante en el mundo regresivo de nuestros días. Es muy importante que los peruanos nos mantengamos cerca de sus desarrollos y promovamos la presencia de nuestros empresarios en la India. Lampadia

La hegemonía de Uttar

Lo que Narendra Modi debería hacer con su victoria en Uttar Pradesh

Tiene un gran capital político; debería usarlo sabiamente

The Economist
16 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Hace tres años, Narendra Modi llevó a su partido Bharatiya Janata (BJP, por sus siglas en inglés) a la más contundente victoria en una elección nacional en la India desde la década de 1980. Esta semana, en el estado más poblado de la India, Uttar Pradesh, el BJP cerró las elecciones con la mayoría más grande de la asamblea estatal desde 1977. El resultado deja a Modi y su partido en una posición dominante -y casi seguro ganará las elecciones nacionales en 2019. También es una prueba. Modi podría usar su creciente poder para reactivar las guerras culturales de la India, como desean algunos de sus partidarios. En cambio, debería usarlo para desencadenar la economía de la India.

En Uttar Pradesh, la victoria del BJP fue aún más notable tras la agitación que desató Modi a finales del año pasado al anular la mayoría de los billetes de la India. La «desmonetización» pretendía herir a los delincuentes y llevar la economía «negra» a los libros. En cambio, causó caos para los indios comunes. Sin embargo, de alguna manera, el BJP convirtió el desencanto de la desmonetización en oro electoral.

Parte de la explicación es el carisma y el impulso de Modi.

En cierto modo, este dominio es alarmante. Aunque el propio Modi es cuidadoso con lo que dice, su partido aloja a muchos hindúes chauvinistas, que ven a los 180 millones de musulmanes de la India con sospecha y desdén. No incluyó a ningún candidato musulmán en Uttar Pradesh, donde el 19% de la población es musulmana. También aprovechó las elecciones para aprobar la legislación que había sido bloqueada por la cámara alta del parlamento nacional sobre la base de que era injusto para los musulmanes. Modi no ha hecho nada para sofocar una creciente cultura de intolerancia en la India, no sólo hacia los musulmanes, sino hacia todos los críticos del espinoso nacionalismo que el BJP defiende.

Sin embargo, también ha seguido adelante con las reformas económicas. Ha ganado la aprobación parlamentaria para un impuesto de ventas a nivel nacional para reemplazar las actuales locales, que son muy confusas. El gobierno está mejorando la administración de la desconcertante serie de planes de bienestar de la India para los pobres. Y la desmonetización, por todos sus defectos, demuestra al menos que Modi está dispuesto a dar pasos audaces en su afán de reformar la economía.

Modi debe poner esa avidez, y su mandato electoral, a buen uso. La complejidad de la compra y venta de la tierra estrangula el desarrollo. Las empresas de propiedad estatal, incluidos enormes y mal dirigidos bancos, deberían estar en manos privadas. La economía, que está creciendo alrededor del 7% al año, un día llegará a sus topes a menos que se reforme el sistema educativo.

Los defensores del BJP sostienen que nada de esto es factible, porque la cámara alta del parlamento nacional está en manos de la oposición. Esa es una excusa débil y, en cualquier caso, cambiará a medida que las asambleas estatales, que eligen la cámara alta, caigan en el BJP. Modi tiene una extraordinaria oportunidad de actuar con valentía por el bien de toda la India. Debería hacerlo. Lampadia




Se acabó la disculpa: La economía mundial se recupera

El mundo ha entrado en un período de mayor incertidumbre política, sin embargo, el impacto en el crecimiento económico global parece estar mejorando. La economía estadounidense probablemente verá un alza moderada en la confianza empresarial y posiblemente algún alivio fiscal en el 2017, pero este no es el único escenario positivo en el panorama. Europa y Japón también están experimentando una dinámica interna de crecimiento más fuerte.

Según un reciente análisis de The Economist (compartido y traducido líneas abajo) y su análisis ’La economía mundial se está recuperando’, los manufactureros a nivel mundial tuvieron su mes más activo en casi seis años, basado en el Índice de gestores de compras de JPMorgan, el nivel más alto en más de seis años.

La importancia de este indicador se debe a que aunque la fabricación representa menos del 20% de la economía en varias economías clave como Estados Unidos y Gran Bretaña, sigue siendo un componente importante y puede a menudo apoyar a las industrias de servicios.

The Economist cita a Manoj Pradhan, de Talking Heads Macro, una firma de investigación, quien afirma que “La amplitud de la mejora (desde Asia hasta Europa y América) hace que haya una mayor probabilidad de un crecimiento sostenido. Una amplia tendencia es un buen indicador de una tendencia establecida”.

En el Perú, en los últimos tiempos, desde que perdimos el impulso hacia el crecimiento el 2011, se le ha echado la culpa de nuestro de menor crecimiento, a la economía global y a la caída de los commodities. Siempre tratamos de contradecir ese relato que tapaba la mediocridad del manejo económico, pero entre políticos, periodistas y economistas, empedraron el camino por el que abandonamos el crecimiento.

Lo precios de la materias primas bajaron, pero el Perú es un productor de costos bajos. La verdad es que el Perú dejo de crecer, en gran medida, por la invasión del aparato estatal por parte de las huestes de las izquierdas que se auparon al gobierno de Humala, bajo la dirección de su primer ministro, el ubicuo Salomón Lerner Ghitis. Sorprendentemente, buena parte de ellos sigue formando parte de la burocracia del Estado, algo especialmente dañino en el actual gobierno, que estaba llamado a corregir los entuertos del anterior.

Además de la ideología, el otro factor que paró el crecimiento del país, fue la parada en seco de la inversión minera, como producto de los conflictos (político) sociales. Ver en Lampadia: Lampadia presentó su primer libro.

Ahora debemos retomar la senda del crecimiento. Necesitamos generar recursos para sobreponernos a las desgracias de los huaycos y cerrar las brechas económicas y sociales que siguen afectando a muchos peruanos. Debemos fomentar la inversión privada en minería, explicando al país los traicioneros infundios con los que se la debilitó. Lampadia

En aumento
La economía mundial disfruta de un repunte sincronizado

La última década ha estado marcada por una serie de falsos amaneceres económicos. Esta vez se siente realmente diferente.
Fuente: The Economist

The Economist
18 de marzo de 2017

Los ciclos económicos y políticos tienen el hábito de estar fuera de sincronía. Simplemente pregúntele a George Bush, quien perdió las elecciones presidenciales en 1992 porque los votantes lo culparon por la recesión. O el canciller Gerhard Schröder, abandonado por los votantes alemanes en 2005 después de imponer reformas dolorosas, sólo para ver a Angela Merkel cosechar los frutos.

Hoy, casi diez años después de la crisis financiera más severa desde la Gran Depresión, por fin está en marcha una amplia expansión económica. En América, Europa, Asia y los mercados emergentes, por primera vez desde un breve repunte en 2010, todos los quemadores están funcionando a la vez.

Pero el humor político es agrio. Una rebelión populista, alimentada por años de lento crecimiento, todavía se está extendiendo. La globalización está en desuso. Un nacionalista económico se sienta en la Casa Blanca. Esta semana todos los ojos estaban en las elecciones holandesas con Geert Wilders, un ideólogo islamofóbico holandés [que perdió las elecciones].

Esta disonancia es peligrosa. Si los políticos populistas ganan el crédito por una economía más floreciente, sus políticas ganarán credibilidad, con efectos potencialmente devastadores. Mientras un esperado repunte eleva los espíritus y extiende la confianza, la gran pregunta es: ¿qué hay detrás de ello?

Todos juntos ahora
La década pasada ha estado marcada por falsos amaneceres, en los que el optimismo al comienzo de un año se ha deshecho –ya sea por la crisis del euro, oscilaciones en los mercados emergentes, el colapso del precio del petróleo o temores de un colapso en China–. La economía de Estados Unidos ha seguido creciendo, pero siempre con vientos en contra. Hace un año, la Reserva Federal esperaba elevar las tasas de interés cuatro veces en 2016. Las debilidades globales lo impidieron.

Ahora las cosas son diferentes. Esta semana, la Fed elevó las tasas por segunda vez en tres meses, gracias en parte al vigor de la economía estadounidense, pero también por el crecimiento en todas partes. Los temores sobre la sobrecapacidad china y la devaluación del yuan han retrocedido. En Japón, en el cuarto trimestre, el gasto de capital creció a su ritmo más rápido en tres años. La zona euro ha cobrado velocidad desde 2015. El índice de confianza económica de la Comisión Europea está en su nivel más alto desde 2011; el desempleo en la zona euro está en su nivel más bajo desde 2009. 

Las campanas de la actividad global se ven también con entusiasmo. En febrero, Corea del Sur, un referente del comercio mundial, registró un crecimiento de las exportaciones superior al 20%. Los fabricantes taiwaneses han registrado 12 meses consecutivos de expansión. Incluso en lugares acostumbrados a la recesión lo peor ha terminado. La economía brasileña ha estado contrayéndose durante ocho trimestres, pero, con las expectativas de inflación domesticadas, las tasas de interés ahora están cayendo. Es probable que Brasil y Rusia añadan crecimiento al PBI mundial este año, en lugar de restarle. El Instituto de Finanzas Internacionales estima que en enero el mundo en desarrollo alcanzó su tasa de crecimiento mensual más rápida desde 2011.

Esto no quiere decir que la economía mundial ha vuelto a la normalidad. Los precios del petróleo cayeron un 10% en la semana hasta el 15 de marzo por renovados temores de exceso de oferta; una caída sostenida perjudicaría las economías de los productores más de lo que beneficiaría a los consumidores. La acumulación de la deuda de China es una preocupación perdurable. El crecimiento de la productividad en el mundo rico sigue siendo débil. Fuera de Estados Unidos, los salarios siguen creciendo lentamente. Y en Estados Unidos, la creciente confianza empresarial aún tiene que traducirse en una creciente inversión.

La apertura de la recuperación exige un acto de equilibrio. A medida que suben las expectativas de inflación, los bancos centrales tendrán que sopesar la presión de endurecer la política contra el riesgo de que, si van demasiado rápido, los mercados de bonos y los prestatarios sufran. Europa es especialmente vulnerable, porque el Banco Central Europeo está alcanzando los límites legales del programa de compra de bonos que ha utilizado para mantener el dinero barato en economías débiles.

El mayor riesgo, sin embargo, son las lecciones políticas. Donald Trump está rezando sus propias alabanzas tras los últimos números de empleos y confianza. Es cierto que el sentimiento bursátil y empresarial se ha disparado por las promesas de desregulación y un impulso fiscal. Pero las afirmaciones de Trump de haber creado mágicamente empleos son pura fanfarronería. La economía estadounidense ha añadido empleos durante 77 meses seguidos.

Sin Keynes no hay ganancias

Lo más importante es que el auge no tiene nada que ver con el nacionalismo económico del «America Primero» de Trump. De todos modos, el auge mundial reivindica a los populistas que hoy los expertos a menudo critican. Los economistas han sostenido durante mucho tiempo que las recuperaciones de las crisis financieras tardan mucho tiempo: las investigaciones sobre 100 crisis bancarias de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard sugieren que los ingresos vuelven a los niveles previos a la crisis sólo después de ocho largos años. La mayoría de los economistas también argumentan que la mejor manera de recuperarse después de una crisis de deuda es limpiar los balances rápidamente, mantener la política monetaria suelta y aplicar estímulo fiscal siempre que sea prudentemente posible.

La recuperación de hoy confirma la prescripción. La Fed fijó las tasas de interés en el piso hasta que el pleno empleo estaba a la vista. El programa de compra de bonos del BCE ha mantenido en niveles tolerables los costos de endeudamiento en los países propensos a crisis, aunque el acento de Europa sobre la austeridad, recientemente relajado, hizo que el trabajo fuera más difícil. En Japón, las subidas del IVA han reducido los avances previos; esta vez el gobierno sabiamente ha diferido un aumento hasta por lo menos 2019.

Con todo, un respaldo a políticas económicas populistas favorecería a los partidos insurgentes en países como Francia, donde la líder de extrema derecha Marine Le Pen está en buena posición para ganar la presidencia. También favorecería políticas erróneas. Los recortes de impuestos propuestos por Trump impulsarían a una economía que ahora menos necesita apoyo –y complican la tarea de la Fed–. Fortificados por la creencia errónea en su propia visión del mundo, los proteccionistas de la administración podrían instar a Trump a abandonar la infraestructura de la globalización (eludiendo a la Organización Mundial del Comercio en la persecución de sus quejas contra China), arriesgando una guerra comercial. Un derroche fiscal en el país y un dólar más fuerte ampliaría el déficit comercial de Estados Unidos, lo que podría fortalecer su mano. Los populistas no merecen crédito por la mejora. Pero todavía podrían arrebatárnosla
Lampadia

Para sustentar los mensajes de The Economist, compartimos abajo los cuadros de su segundo artículo ‘La economía mundial se está recuperando’: