El “nudge” (empujón) de Richard Thaler

El lunes pasado se anunció al ganador del premio Nobel de economía 2017, el cual ha sido otorgado a Richard Thaler de la Universidad de Chicago por sus contribuciones a la economía del comportamiento, por su «comprensión de la psicología de la economía». Thaler es conocido por sus colaboraciones con los economistas israelíes Daniel Kahneman y Amos Tversky sobre economía del comportamiento.

El comité del Nobel dijo que, como pionero en la economía del comportamiento, Thaler ha construido un puente entre la economía y la psicología para mostrar un «análisis más realista de cómo la gente piensa y se comporta cuando toma decisiones económicas».

Después del anuncio del premio,se le preguntó en una conferencia de prensa, qué planeaba hacer con el dinero del premio y Thaler, fiel a su ideología, bromeó diciendo que tenía la intención de gastarlo «lo más irracionalmente posible». Luego explicó que «en la teoría económica tradicional, es una pregunta tonta. Y la razón es que el dinero no viene con etiquetas. Entonces, una vez que ese dinero está en mi cuenta bancaria, ¿cómo se si esa elegante botella de vino que he comprado está siendo pagada con el dinero del Nobel o algún otro tipo de dinero? La respuesta seria a la pregunta es que planeo gastar parte de él en divertirme y dar el resto a las causas más necesitadas que pueda encontrar.”

La asignación irracional del dinero es, de hecho, parte de los estudios de Thaler. Descubrió que la tendencia de las personas a asignar dinero a ciertas categorías puede llevar a errores financieros. Por ejemplo, los consumidores pueden gastar más de lo necesario cuando cargan, por ejemplo, una nueva lavadora en una tarjeta de crédito de alto costo porque no quieren aprovechar el dinero que han categorizado como ahorro.

Thaler y sus colegas analizaron cómo los taxistas tratan de equilibrar el hacer dinero frente a disfrutar de su tiempo libre. El conductor puede tomar la decisión marcándose objetivos: Una vez que su ganancia diaria llega a un cierto monto, da como terminado el día. Pero eso significaría que trabajaría horas más cortas cuando la demanda de taxis es alta y más larga cuando el negocio es lento. Si tomara otro enfoque, podría ganar más dinero trabajando menos horas y habría más taxis en la calle cuando los clientes lo necesitaran.

Thaler y otros economistas del comportamiento también encontraron que la gente tiene nociones de imparcialidad que confunden las expectativas económicas clásicas. Ellos se resienten, por ejemplo, con un vendedor de paraguas que sube los precios en medio de un día lluvioso; pero los economistas tradicionales dirían que el vendedor ambulante sólo está respondiendo al aumento de la demanda.

Las actitudes de los consumidores también sugieren que existe un riesgo para las empresas que aumentan los precios de forma agresiva, incluso cuando aparentemente se justifica, al aumentar la demanda. El servicio de Uber ha aprendido esta lección o está en el proceso de aprenderlo, porque el aumentar el precio durante una tormenta de nieve en Nueva York no es una decisión comercial inteligente.

Reconocido por su uso de datos para observar y predecir cómo se comportan las personas en el mundo real, la carrera de Thaler ha sido una guerra de por vida contra el ‘Homo Economicus’, esa especie mítica de homínidos puramente racionales que residen exclusivamente en los modelos de la teoría económica clásica. En sus estudios mezcla la economía, psicología y sociología para demostrar que la humanidad estaba afectada por la emoción y la irracionalidad, lo que influye en la toma de decisiones, desde el ahorro para la jubilación, la política de atención médica y otras medidas.

Pero Thaler no sostuvo que los seres humanos eran irracionales al azar. Sino que observó que la gente es previsiblemente irracional. Algunos de los trabajos más interesantes de Thaler estudiaron los efectos previsiblemente irracionales de la propiedad, la confianza y un sentido de equidad.

  1. Propiedad: Según la teoría económica clásica, el valor de un producto no debe depender de la propiedad. En uno de sus experimentos más famosos (que llevó a cabo con el psicólogo ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman), Thaler dio tazas a la mitad de los estudiantes en un aula y pidió a los estudiantes asignar un valor a las tazas. Los estudiantes que ya tenían una taza lo consideraron dos veces más valioso que aquellos que no tenían. La gente coloca un valor más alto a lo que ya posee, a lo que se llama «efecto de dotación».
  2. Confianza: La teoría dice que más información debe conducir a una mejor toma de decisiones. Pero en un estudio de la NFL (National Football League, por sus siglas en inglés), Thaler encontró que «cuanta más información adquieran acerca de los jugadores, más confiados se sentirán sobre su capacidad para hacer distinciones y tomar mejores decisiones», escribió Thaler. Esto sugiere que una desventaja de las estrategias y de la analítica avanzada es que hace que los equipos deportivos estén confiados sobre sus habilidades.
  3. Equidad: la investigación de Thaler ha demostrado que las personas tienen estándares firmes de imparcialidad. Dado que la mayoría de los consumidores no saben qué bienes realmente valen, determinan el valor basado en lo que parece justo. Tal vez US$ 5 por un paraguas es justo, pero ¿qué pasa si el precio se elevó US$ 1 durante un día lluvioso? Ese sentimiento familiar de que uno está siendo estafado podría desalentar las ventas de maneras que no tienen nada que ver con la utilidad del paraguas.

Según Thaler, si se puede predecir el comportamiento humano irracional, entonces puede ser incitado o manipulado. Thaler acuñó el término «nudge» (dar un pequeño empujón en cierta dirección) para describir las intervenciones baratas y fáciles que cambian la toma de decisiones de la gente.

Thaler logró crear nexos entre la economía y la psicología, explicando cómo organizamos y ejecutamos decisiones económicas,e interpretó cómo éstas decisiones afectan los precios del mercado y la asignación de recursos. Lampadia




¿Qué permitió que los humanos controlemos el mundo?

En Lampadia hemos citado varias veces al historiador israelita, Yuval Noah Harari. La primera vez fue por su diálogo con Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía sobre ‘La Tecnología y el Futuro’, en que nos dijo que no se podía perder el tren de la nueva revolución industrial.

“Los países que, como China, perdieron el tren de la Revolución Industrial, 150 años más tarde han conseguido recuperar el terreno perdido, en gran medida, en términos económicos, gracias a la mano de obra barata. Esta vez, quienes pierdan el tren [de la nueva revolución] no tendrán una segunda oportunidad. Hoy en día, si un país, un grupo de personas, se queda descolgado, no tendrá una segunda oportunidad, en particular porque la mano de obra barata no tendrá ninguna relevancia”.

Luego pudimos leer su importante libro de historia: “Sapiens: A Brief History of Humankind”, traducido al español como: “De animales a dioses – Breve historia de la humanidad”. (Ver: Del Homo Sapiens al Súper-Humano).

En esta ocasión queremos compartir con nuestros lectores, una reciente charla de Harari en TED, ‘Why humans run the world’.

Uno de los mensajes más importantes de la charla explica porqué los seres humanos han logrado, efectivamente, controlar el planeta:

Los humanos son los únicos que pueden cooperar flexiblemente y en masa.

Harari en TED

¿Qué nos dice Harari?

Hace 70,000 años, nuestros antepasados eran animales insignificantes. Su impacto en el mundo no era mucho mayor que el de las medusas, las luciérnagas o los pájaros carpinteros.

Sin embargo, hoy controlamos el planeta. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos pasado de ser simios insignificantes, a controlar el planeta?

Normalmente buscamos diferencias entre nosotros y otros animales en el plano individual. Pero lo cierto es que en el plano individual, soy vergonzosamente parecido a un chimpancé.

La verdadera diferencia entre los humanos y el resto de los animales no está en el plano individual, está en el plano colectivo.

Los humanos son los únicos que pueden cooperar flexiblemente y en masa.

Las hormigas y las abejas pueden cooperar, pero no flexiblemente. Los lobos, los elefantes, los delfines y los chimpancés, pueden cooperar con mayor flexibilidad, pero solo lo hacen en grupos pequeños.

El único animal que puede combinar las dos habilidades a la vez es el ser humano.

Todos los grandes logros de la humanidad, desde construir pirámides hasta viajar a la Luna, no se han basado en habilidades individuales, sino en la capacidad de cooperar en masa de forma flexible.

Ver más en el siguiente enlace al video de su presentación en TED:

Según la teoría de Harari, los humanos somos, ante todo, un animal social. Justamente la cooperación social ha sido clave para nuestra supervivencia y reproducción. Así es como hemos logrado reducir en gran medida algunos de los grandes problemas del pasado, como la hambruna, las enfermedades y las guerras.

El mismo Harari explica en su libro Sapiens, que el Homo Sapiens, en el proceso de evolución, superó al Neandertal, que era individualmente más fuerte y poderosa que los Sapiens, por sus capacidades sociales, de organización y crear ficción.

Fuente: culturacolectiva.com

Las características humanas descritas por Harari nos han hecho superiores al resto de los animales, bien, pero eso debería habernos hecho humiles y no soberbios, puesto que la grandeza llama a la nobleza. La soberbia es el gran pecado del ser humano, el ‘pecado original’, como dice el cristianismo.

Debemos aprovechar nuestra asombrosa capacidad de crear “redes de cooperación” para trabajar hacia objetivos comunes y lograr vivir en una sociedad próspera, desde la base del interés individual, pero sin atentar contra  el colectivo. Lampadia

 

¿Quién es Yuval Noah Harari?

 




Del Homo Sapiens al Súper-Humano

En julio 2015, descubrimos a Yuval Noah Harari, un brillante historiador israelita, a través de su diálogo con Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía, sobre: La Tecnología y el Futuro. Entonces Harari nos dio una de las primeras advertencias de las implicancias de la nueva revolución industrial, que luego ha dado en llamarse: La Cuarta Revolución Industrial. Tema sobre el que hemos informado ampliamente en Lampadia.

Harari nos dijo:   

“Los países que, como China, perdieron el tren de la Revolución Industrial, 150 años más tarde han conseguido recuperar el terreno perdido, en gran medida, en términos económicos, gracias a la mano de obra barata. Esta vez, quienes pierdan el tren [de la nueva revolución] no tendrán una segunda oportunidad. Hoy en día, si un país, un grupo de personas, se queda descolgado, no tendrá una segunda oportunidad, en particular porque la mano de obra barata no tendrá ninguna relevancia”.

Luego pudimos leer su importante libro de historia: “Sapiens: A Brief History of Humankind”, traducido al español como: “De animales a dioses – Breve historia de la humanidad”. 

La contratapa del libro nos presenta un pequeño, pero significativo, esquema de los elementos que fueron configurando la naturaleza del hombre actual, del Homo Sapiens; que muestran el pensamiento crítico e innovador de Harari en su análisis de la historia.

La línea de tiempo que presenta Harari termina con la definición del presente y el futuro:

  • El Presente: Los humanos trascienden los límites del planeta tierra.

Las armas nucleares amenazan la sobrevivencia de la humanidad.

Crecientemente, algunos organismos serán moldeados por diseños inteligentes, en vez de selección natural.

  • El Futuro:    ¿Será el diseño inteligente, el principio básico de la vida?

¿Será el Homo Sapiens, reemplazado por ‘súper-humanos’?

Nos dio mucho gusto que el diario El Comercio publicara una entrevista que le hicieron a  Harari en Colombia, con ocasión del Hay Festival de Cartagena celebrado en enero del presente año. Es poco usual que los medios peruanos difundan el pensamiento de los intelectuales de frontera en el mundo de hoy, y en Lampadia no perdemos ocasión de compartir estos mensajes con nuestros lectores.

Ser (o no ser) humano

El autor de: “De animales a dioses” nos da nuevas pistas sobre nuestra evolución y sobre cómo el Homo Sapiens se impuso a otras especies humanas.

Entrevista a Yuval Noah Harari

Por Dante Trujillo

El Comercio – El Dominical, 20 de marzo de 2016

Glosada por Lampadia

 

Luego de doctorarse en Historia por la Universidad de Oxford, Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, Israel, 1976) se dedicó a diversos campos de investigación, como el Medioevo y la evolución militar. Pero fue dictando un curso de Introducción a la Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén que comenzó a reunir información que permitiera a sus alumnos comprender mejor los 13,500 millones de años de evolución de nuestro planeta y, sobre todo, los 200 mil que le tomó al humano pasar de ser una presencia irrelevante a convertirse en la especie dominante, amo absoluto, proyecto de dios. El resultado de su trabajo es un viaje fascinante —y bastante polémico— de más de 500 páginas llamado “De animales a dioses – Breve historia de la humanidad”, un libro que ha sido traducido a más de 30 idiomas y que ha vendido más de un millón de ejemplares antes que Mark Zuckerberg lo recomendase a sus 32 millones de seguidores en las redes sociales. El Dominical estuvo con él durante el reciente Hay Festival de Cartagena.

Tendemos a pensar que la evolución fue lineal y armónica, pero lo cierto es que hubo un tiempo en que el sapiens convivió con otras formas humanas. ¿Es posible pensar en una realidad al lado, por ejemplo, de neandertales?

Somos la única especie humana que sobrevivió: las otras simplemente no tuvieron el tiempo necesario para evolucionar y competir. Pero en teoría, sí, los neandertales pudieron llegar hasta hoy, pero sucedió que el Homo sapiens fue el que consiguió el control del planeta. Y ya es demasiado tarde para todas las otras especies dado el inmenso poder que el sapiens ha acumulado.

¿Pero cómo se imagina la vida si en lugar de ser aniquilados hubiesen llegado hasta hoy?

Si otras especies humanas coexistieran con nosotros, tendríamos políticas y sociedades completamente distintas. Estamos acostumbrados a ser la única especie y a pensar que hay una gran brecha entre nosotros y todos los demás animales, y esta es, de hecho, la base de muchas ideologías y sistemas políticos. Solo trate de imaginar la Biblia en un mundo donde haya varias especies humanas. El cristianismo, el islam, todas las religiones tendrían que cambiar sus mitologías. Por ejemplo, ¿solo los sapiens irían al Cielo? ¿O también los neandertales, los Homo soloensis, o los ergaster? Sería muy diferente la forma en la que vemos el mundo y en la que nos vemos a nosotros mismos.

Probablemente formaríamos sociedades menos tolerantes.

La intolerancia se da hoy entre diferentes grupos de Homo sapiens que en realidad son muy similares entre sí. No habría un “Somos los elegidos de Dios y debemos pelear contra cualquiera que no esté de acuerdo con nosotros”, sino un “Hay tantas opciones que no deberíamos ser tan egocéntricos y pensar que somos los únicos que importan”. Es decir, si coexistieran diferentes especies, tal vez se generaría una cosmovisión mucho más abierta y diversa.

Sostiene que parte del éxito de la especie humana se debe a su capacidad cooperativa: a diferencia del Homo floresiensis o del chimpancé, el hombre logró reunir a muchos individuos. Sin embargo, si bien la cooperación contribuye al triunfo, también puede resultar negativa cuando va en contra de la misma humanidad. Pienso en el nazismo o en el EI.

Todo lo bueno y todo lo malo que la humanidad ha alcanzado se basan en la misma habilidad para cooperar en grandes números de individuos. Existe, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud [OMS] que ha logrado reducir el índice de mortalidad por enfermedades a un mínimo que jamás ha habido, y se basa en la cooperación a gran escala: miles de médicos de todo el planeta, conectados y unidos de tal forma que uno descubre algo y el resto se entera de ello y lo usa. Una epidemia empieza en algún lugar, y todos ayudan. Mire el ébola en el oeste de África el año pasado: todos temían que se convirtiera en una nueva peste negra, pero al final la OMS logró detener su avance. La OMS es un ejemplo de cómo la cooperación a gran escala puede ser algo muy positivo.

Al mismo tiempo, por supuesto, hay ejemplos negativos, como el nazismo que menciona. La cooperación puede ser buena o mala, depende de para qué se use.

También afirma que otro de los logros de la humanidad, la revolución cognitiva, radicó en su capacidad de crear y de creer en la ficción. ¿Puede explicar esta idea?

Lo que permite a las personas cooperar en grandes números es, básicamente, su capacidad de creer en la ficción. Debido a que los humanos no tienen el instinto ni la predisposición biológica para vivir en grandes grupos, por miles de años lo hicieron en bandos muy pequeños, de 50 o 100 individuos. Solo en los últimos milenios hemos logrado crear redes de gran escala que unen a miles o millones de personas. Si examina estas redes de cooperación, encontrará que todas se basan en la capacidad de creer en una ficción común. Esto se puede observar fácilmente en la religión.

Esto es algo exclusivo de los seres humanos: no se puede convencer, por ejemplo, a miles de chimpancés para que se unan y luchen contra otra banda de chimpancés prometiéndoles que, si mueren en la guerra, irán al Cielo de los monos. Ningún chimpancé aceptaría ir a la guerra por algo así. Los humanos sí porque creen en los cuentos. El mismo principio aplica también para la economía: el dinero es solo una ficción.

¿Por qué?

Porque no tiene ningún valor real, no es como las manzanas, que se las puede comer. Si busca en su bolsillo, saca billetes y lo piensa, se dará cuenta de que es solo papel.

Pero le permite comprar manzanas…

Porque otros individuos también se creen el cuento.

La economía está fundada en estas historias, y también el sistema legal. Si pensamos en los derechos humanos, que es el concepto más importante hoy en día en el sistema legal de casi cualquier país, veremos que también son solo una ficción. No son una realidad biológica, no es que los seres humanos realmente tengan derechos. No, son historias que las personas inventaron.

¿Por qué parece que hoy la religión ha vuelto a formar una parte muy importante de la vida de muchas personas?

Por un lado, simplemente porque el mundo se está volviendo más y más caótico. El ritmo de los cambios en la ciencia, la tecnología, la economía está acelerándose aún más, lo que genera turbulencias e incertidumbre. A la gente le aterra eso, así que busca algo estable a lo que aferrarse, y es entonces que vuelve la mirada hacia las religiones tradicionales porque quiere algo sólido.

Por otro lado, se podría decir que este ‘resurgimiento’ de la religión es solo un espejismo, no es realmente una fuerza importante en el mundo. No son lo que realmente cambia el mundo. Si se pregunta cuáles fueron las principales invenciones o descubrimientos que cambiaron la sociedad, la economía y la política en el siglo XX, tendrá bastantes opciones entre las que elegir: la bomba atómica, la computadora, la genética, el feminismo… muchas. Y si luego se pregunta cuál es el más importante descubrimiento o invento de las religiones tradicionales en los últimos 100 años verá que… ¡no hay nada! Las religiones se han convertido en una fuerza reaccionaria: los cambios vienen de la ciencia, de la tecnología, del sistema capitalista, y las religiones solo reaccionan. Ya no moldean ni cambian la sociedad humana ni su historia.

Y sin embargo, la gente aún continúa creyendo…

Pues porque tiene buenas razones para temer al cambio y se aferra a las religiones para sobreponerse. Pero eso es insostenible. Los cambios se están volviendo cada vez más grandes y rápidos por el impacto de la tecnología. Hace solo 20 años no había Internet; hace diez, no había smartphones; y hoy no podemos imaginar la vida sin ellos. La gente necesita nuevas ideologías para darle significado a sus vidas y organizar el sistema político, pero las respuestas no vendrán de las religiones tradicionales porque los problemas a los que nos enfrentamos se originan en los nuevos descubrimientos científicos, como la ingeniería genética o la inteligencia artificial. Estos cambiarán nuestro mundo más que cualquier otra cosa. Y en la Biblia o en el Corán no se encuentra nada al respecto. Ahí no están las respuestas a las grandes preguntas de nuestro tiempo.

¿Alguna vez ha tenido fe?

La gente suele confundir ‘religión’ con ‘espiritualidad’. La religión trabaja con respuestas, mientras que la espiritualidad lo hace con preguntas. Espiritualidad es tener grandes preguntas acerca del mundo (¿quién soy?, ¿cuál es el significado de la vida?, ¿qué es el bien?) y embarcarse en la búsqueda de respuestas. Religión es que alguien venga y le diga: “No necesita hacer esas preguntas, nosotros tenemos todas las respuestas. Tiene que hacer esto, que comportarse de este modo”. Yo me considero una persona espiritual porque estoy interesado en las grandes preguntas, pero no soy religioso. Nunca pude creerme esos cuentos.

Cambiando de tema, también a contramano de lo que se suele pensar, en su libro queda claro que no considera que la revolución agraria haya sido un cambio solo positivo.

La revolución agraria fue, por supuesto, muy importante. Sin ella nunca hubiéramos tenido ciudades ni reinos ni imperios… Pero, al mismo tiempo que dio a la humanidad inmensos y nuevos poderes a nivel colectivo, la calidad de vida de la persona promedio bajó. La vida del campesino en el antiguo Egipto o en el imperio Inca era bastante peor que la de los cazadores-recolectores que existieron miles de años antes por diversas de razones. Primero que nada, nuestros cuerpos y mentes se adaptaron para vivir como cazadores-recolectores (el tipo de vida en la que va al bosque, trepa árboles para recoger frutos, corre detrás de liebres para atraparlas). Esto es mucho más sano para el cuerpo y más interesante para la mente que tener un campo y todos los días hacer lo mismo: ir por agua, arrancar la hierba mala, cosechar, moler… es más difícil para el cuerpo y es bastante más aburrido. Aún hoy, millones de personas trabajan en actividades que son más arduas y aburridas que cazar y recolectar. Por ejemplo, la gente que hizo esta camisa que llevo puesta tal vez vive en Bangladesh o en Guatemala y trabaja 12 horas al día, seis días a la semana, en algún taller precario haciendo solo y simplemente camisas.

También pasa que la mayoría de enfermedades infecciosas viene de animales de granja. Todos los años, hasta hoy, tenemos una epidemia de gripe porcina, o de gripe aviar, es decir, de animales domesticados. Antes de la agricultura, la gente tenía muy pocas enfermedades infecciosas. Además, un factor muy importante es la nutrición. Los cazadores-recolectores comían docenas de diferentes especies de plantas y animales, así que su dieta era muy balanceada. Conseguían todos los minerales y las vitaminas que necesitaban. Los campesinos, por otro lado, en la mayoría de sociedades agrarias subsistían de solo uno o dos cultivos. Si usted era un rey, comía un montón, pero si era un simple campesino…

Por último, la desigualdad social. Los cazadores-recolectores vivían en sociedades relativamente igualitarias. No había propiedades, así que no tenían clases sociales de gente adinerada y de gente pobre. Pero, una vez que apareció la agricultura, se originaron jerarquías con élites muy pequeñas que explotaban al resto. Todo esto es el resultado de la revolución agrícola, lo que significa que para la persona promedio la vida en realidad comenzó a ser peor.

Afirma que estamos cerca de convertirnos en “dioses” capaces de crear y practicar cosas hasta hace poco insospechadas; pero, por otro lado, ello va a marcar más las diferencias sociales y va a generar grandes problemas en la ecología, por ejemplo. ¿Por qué a la vez del desarrollo parece que nos estuviéramos yendo directamente al fin?

Los humanos hemos demostrado que somos muy buenos adquiriendo poder, pero realmente no sabemos cómo usarlo con sabiduría, cómo traducirlo en felicidad. Por miles de años, sin importar lo que lográramos, nunca estuvimos del todo satisfechos. La reacción básica de la mente humana frente al éxito no es la satisfacción, sino el ansia por más. Puede verse en la vida diaria, como cuando come algo sabroso y la reacción no es de saciedad, sino que suele ser “quiero más de eso”. Aun si los humanos adquieren habilidades ‘divinas’ —lo que ya está sucediendo—, no se ve a la gente más satisfecha.

Tenemos ejemplos de comportamiento humano realmente destructivo, como lo que está pasando con el sistema ecológico. Al mismo tiempo, vemos cambios positivos como la reducción de la violencia internacional: aunque todavía hay guerras, estamos viviendo en la era más pacífica de la Historia. En los últimos 50 o 60 años, la violencia en el mundo ha declinado abruptamente.

¿Está seguro de eso?

Por supuesto: hoy mucha más gente muere por comer demasiado que a consecuencia de actos violentos. La violencia, incluyendo la guerra, el crimen y el terrorismo, liquida cada año alrededor de 600 o 700 mil personas; la obesidad y enfermedades relacionadas matan cada año a tres millones. Así que, desde esta perspectiva, McDonald’s es mucho más peligroso que el EI. Hay más posibilidades de morir por comer demasiada comida chatarra que morir porque un grupo terrorista haga estallar el avión en el que se está volando. Que haya un índice de violencia en constante reducción es un desarrollo positivo, y pienso que da esperanzas de que los humanos podamos hacer mejor las cosas si es que realmente lo intentamos y si las condiciones son las correctas. Lampadia

 

 

 

 




Diálogo sobre la Tecnología y el Futuro

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