¿Minería: Bendición o Maldición?

En pocos meses tendremos una nueva administración pública y uno de los temas de mayor atención será la recuperación de un mejor nivel de crecimiento económico. Más allá de la situación de hibernación en que ha entrado el sector minero, está claro que sigue siendo el sector que puede generar mayor impacto de corto y mediano plazo en el nivel de inversión privada y en el crecimiento.

Sin embargo, después de haber permitido que los anti mineros sabotearan el desarrollo de varios proyectos y de haber malogrado el sentido común de la sociedad sobre la importancia e impactos de la minería, los peruanos tenemos por delante la necesidad de reevaluar el sector, de hacer un balance integral y serio de sus aportes al desarrollo económico y social, y desarrollar propuestas viables para su reactivación y desarrollo.

Con ese fin y, empezando por una mirada amplia, en la siguiente nota volvemos a visitar con nuevos elementos de análisis, esa maliciosa pregunta sobre la minería: ¿Bendición o Maldición?. Ver en Lampadia nuestras publicaciones anteriores al respecto: 

Recursos naturales: Bendición, no maldición

Perú destaca entre los que mejor gestionan sus recursos naturales

Para el Perú, los recursos naturales son una bendición

Una nueva visita a ¿Minería: Bendición o Maldición?

Existen corrientes de pensamiento Europeas y Americanas, con influencia en el Perú, que son contrarias al aprovechamiento de los recursos naturales. Esas corrientes afirman que la existencia de recursos naturales es una maldición para los países emergentes, y que deberíamos evitar su aprovechamiento. Dicen que la exportación de metales, gas o petróleo, inevitablemente, genera la enfermedad Holandesa y crea condiciones macro económicas que bloquean la diversificación productiva y el desarrollo económico. El canal de trasmisión argüido pasa por un boom exportador de materias primas que aprecia la moneda y resta con ello competitividad a los exportadores de productos con valor agregado. Sus estudios son incompletos, pero su retórica es insistente.

La relación entre minería y desarrollo es una cuestión importante para la calidad de vida de 3,500 millones de personas que viven en países emergentes exportadores de materias primas. Ello significa que el impacto económico de la minería puede ser importante para dos tercios de la humanidad que viven en el subdesarrollo.

Como la minería explota recursos no-renovables su actividad, para legitimarse plenamente, debe generar beneficios presentes y futuros; por lo  que los países deben ser capaces de dar continuidad a su desarrollo cuando sus reservas minerales vayan disminuyendo. En función de esa idea, el Banco Mundial hizo un estudio extensivo sobre los impactos de la actividad minera sobre 51 países mineros emergentes.[i]

El estudio clasificó como países mineros a aquellos en que la minería representa 6% o más de las exportaciones, e hizo los análisis comparativos al interior de grandes regiones geográficas: África Sub-Sahara, América Latina, Europa y Asia Central, etc. Esa selección ha sido hecha para identificar a los países en que la minería fuera importante para la economía local. En base a esa comparación el estudio identificó a los mejores y a los peores países en base a sus tasas de crecimiento entre 1990 y 2000.

Hallazgos

  1. Los países Africanos están entre los mejores y entre los peores, sin que la localización geográfica tenga un rol significativo. 
  2. En América Latina, Chile está entre los mejores, hay varios países en los niveles intermedios (Perú, Guyana, etc.), pero no hay ninguno entre los peores
  3. Los países de Europa del Este están en los dos grupos: peores (Ucrania) y mejores (Polonia). 
  4. Entre los peores han estado países que demoraron mucho para hacer sus reformas institucionales (Ucrania) o que han tenido problema de guerra civil (Congo). 
  5. Los mejores están construyendo su desarrollo con los recursos de la minería, y los peores los están despilfarrando o guerreando por ellos, 
  6. En los mejores países, las empresas mineras son generalmente privadas y los gobiernos usan bien los recursos generados por la actividad minera, y 
  7. China e India no son grandes exportadores de minerales, pero los minerales son importantes para dinamismo de sus economías. Ellos también deben ser considerados como casos de éxito de la minería.

El estudio sustenta que las “estructuras de gobernanza, en términos de calidad de la gestión económica y competencia de las instituciones, determina en gran medida si esos países [mineros] serán capaces de usar sus sectores mineros para generar activos para el futuro, y en qué grado lo hacen” (p.12).

El estudio ha relacionado la calidad de las instituciones y los niveles de riesgo para la minería, y encontró una gran capacidad explicativa en la calidad institucional para entender el rol positivo o negativo de la minería en el desarrollo (ver cuadro abajo).

Conclusiones 

  1. En una misma región, los países mineros, en promedio, han tenido mejor desempeño económico que los países no-mineros, en especial en América Latina.
  2. La contribución de la minería al desarrollo de los países ha dependido mucho de la calidad de las instituciones relacionadas a la minería y de las políticas económicas respecto los ingresos generados por la minería.
  3. El mejoramiento institucional es más importante e urgente en donde la minería es la actividad económica dominante, 40% o más de las exportaciones.

El desafío de los países emergentes en relación a la minería está en cómo transformar el flujo de investimentos externos y los recursos generados por la actividad minera en activos sostenibles en el largo plazo. Considerando que las reservas minerales se agotarán algún día, hay que lograr que la minería genere activos que sigan creando riqueza en el largo plazo: infraestructura, educación, agricultura, industria, salud, servicios, etc. Ello significa que la búsqueda de rentas económicas o políticas alrededor de la minería debe dar paso al buen manejo de los excedentes generados por la minería para la creación de dinámicas regionales y nacionales de desarrollo.

Recomendaciones

El estudio propone a los países mineros con instituciones deficientes, como el Perú, solicitar apoyo a los organismos internacionales para poner en marcha un programa de fortalecimiento de la institucionalidad ligada a la minería y desarrollar propuestas de mejoramiento de políticas económicas para el mejor aprovechamiento de los recursos generados por el sector, como el Canon.

Sugiere también que las empresas mineras, en alianza con la sociedad civil, tomen un papel activo en el fortalecimiento de dicha institucionalidad, y que den particular atención a los impactos ambientales que puedan afectar a las comunidades cercanas a sus actividades.

Lampadia


[i] World Bank. (2002). Treasure or Trouble? Mining in Developing Countries. Washington, DC: International Finance Corporation.

 

 




Argenzuela

Comentario de Lampadia:

Magnífica y valiente descripción de los acontecimientos del desastre que lideran la presidenta argentina y el títere cubano que funge de sátrapa en Venezuela, que tiene detrás la experiencia de décadas de maniobras políticas sofisticadas de Cuba.

La semana pasada, en Lampadia (ver: Miraflores adopta esquema de Nueva York con un modelo “ganar-ganar”) felicitamos a la municipalidad de Miraflores por haber copiado una excelente práctica de Nueva York. También hemos elogiado lo que hizo Polonia después del colapso del Imperio Soviético, que copió 80,000 folios de normas europeas para crear una nueva base institucional que probó ser muy exitosa, tanto como la de Japón, en su momento, en el aspecto tecnológico que lo catapultó a ser la segunda economía global.

Decíamos entonces lo bueno que es copiar las buenas prácticas de otros países, nunca nos imaginamos que algunos de nuestros vecinos copiaran las peores. Qué lástima por un país que se sigue degradando desde esa posibilidad de desarrollo que perdió desde el advenimiento del peronismo.  

Por: Diario “La Nación” de Argentina

(El Comercio, 07 de Septiembre del 2014)

Para ser la mejor alumna, hay que seguir las enseñanzas de la maestra. Si la Argentina  aspira a graduarse de Argenzuela, debe aprender de Venezuela a lidiar con la inflación. Y  como los precios son renuentes a los buenos modales, por más cuidados que fueran, la presidenta Cristina Kirchner instruyó al secretario de Comercio, Augusto Costa, a que estudiase la nueva ley venezolana de Precios Justos, “para frenar al capitalismo ladrón, tracalero e inmoral”. Tal vez subyugado por el calificativo “tracalero”, Costa calcó el texto de la norma venezolana, guardando nuestra Constitución en una caja fuerte.

Según el proyecto del gobierno argentino, las empresas se convertirán en concesionarias precarias de sus organizaciones productivas, ya que el secretario Costa tendrá poder para analizar costos, establecer márgenes, fijar precios, obligar a vender a pérdida, intervenir empresas, multar y disponer clausuras, facultad esta última que en un principio  contemplaba hacerlo sin orden judicial alguna, pero que fue excluida del dictamen del Senado.

Hugo Chávez nunca comprendió cómo el kirchnerismo no cooptaba a las Fuerzas Armadas, sobre todo, cuando la inflación, el desabastecimiento y el descontento hacen necesario pergeñar conspiraciones, espiar con inteligencia y controlar a los uniformados. Tardó un poco, pero la sugerencia del pedagogo no cayó en saco roto. Con la designación del general César Milani en el Estado Mayor del Ejército, ambos modelos convergieron en el único punto que los diferenciaba.

Todavía hay distancia entre las dos naciones. El litro de nafta de 95 octanos en Venezuela se regala a menos de dos centavos de dólar, según la cotización oficial de esa moneda contra el bolívar; en la Argentina, en cambio, pese a que, cuando YPF pasó a ser controlada por el Estado, se señaló que uno de los objetivos era que los combustibles fuesen más baratos, el litro de nafta súper promedia el equivalente a 1,40 dólares y solo en lo que va de 2014 ha subido más del 40 por ciento en moneda local.

Hay, por cierto, otras diferencias. En Venezuela, hay rebelión estudiantil y social, con una represión salvaje y un saldo que hasta ahora supera los cuarenta muertos. Los líderes opositores están presos, aunque para el presidente Nicolás Maduro no hay presos políticos, sino políticos presos. La expulsión de la diputada María Corina Machado de la Asamblea Nacional por el presidente del cuerpo, Diosdado Cabello, y el durísimo encarcelamiento del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, en una prisión militar, muestran la realidad de una dictadura de facto. Por ahora, eso no ocurre en la Argentina, pero no se puede desechar la posibilidad de que una interpretación como las que ya se han hecho de la ley antiterrorista pueda llevar las cosas a una situación no deseable.

Cristina Kirchner ha lanzado una ofensiva sobre el sector privado que su marido no hubiese soñado ni menos aún aconsejado. El ministro de Economía, Axel Kicillof, no hubiera durado un instante en el gabinete del ex presidente. Inspirada en el Plan de Desarrollo Endógeno Bolivariano, la mejor discípula aspira a profundizar el “vivir con lo nuestro”, versión Orinoco, que en Venezuela provocó el cierre de 4.000 empresas, el desabastecimiento completo – desde leche hasta medicamentos– y una brecha cambiaria del 1.200 por ciento.

Por si alguna duda quedara sobre el entusiasmo que despierta en el kirchnerismo ese modelo, hay que recordar que el joven Nicolás Maduro Guerra, que no es otro que el hijo del mismísimo presidente de Venezuela, visitó en los últimos días la Argentina y hasta dio clases sobre las supuestas bondades de la ley de abastecimiento de su país a algunos de los propios legisladores argentinos que pretenden trasplantar aquel plan bolivariano.

Al negarse a cumplir con la sentencia del juez neoyorquino Thomas Griesa, el gobierno argentino ha ido más lejos que la propia Venezuela. Entre su propia gente y Wall Street, nuestro mentor caribeño ha optado por lo segundo, pagándoles a los tenedores de bonos de manera religiosa. Pero con el fuerte cepo cambiario, ha mandado a la quiebra a muchas compañías que necesitaban dólares para importar desde harina hasta papel higiénico. También ha perjudicado a la población, que además de informarse por Twitter sobre los comercios donde puedan encontrarse artículos de primera necesidad, para salir corriendo a buscarlos, ahora deberá registrar sus huellas digitales, como cartas de racionamiento para evitar que las familias compren más del cupo que les será otorgado.

Como en Venezuela, la prensa independiente de la Argentina viene sufriendo persecuciones administrativas y judiciales, además de cepos publicitarios y toda clase de discriminaciones. Para silenciar a la oposición, el chavismo no renovó la concesión del canal 2 (RCTV) y forzó las ventas de medios independientes como Globovisión y Cadena Capriles a grupos afines al poder político. Entre nosotros, el kirchnerismo intentó hacer algo semejante con la ley de medios audiovisuales. Es cierto que aún no se han impuesto aquí las duras multas que sufrieron algunos medios de comunicación y periodistas venezolanos por el simple hecho de difundir la cotización del dólar en el mercado marginal, algo que se encuentra insólitamente prohibido en aquel país. Sin embargo, podemos sospechar con fundamentos que las leyes de abastecimiento y antiterrorismo persiguen claramente igual objetivo.

El kirchnerismo sigue el mismo camino, si se recuerda que el titular de la Unidad de Información Financiera, José Sbattella, puntualizó que la cuestionable ley antiterrorista podría ser aplicada contra el periodismo, como ya se quiso hacer en Santiago del Estero, ayer feudo de los Juárez y hoy de los Zamora. En el mismo sentido, la presidenta no dudó en descalificar a la prensa y sugerir que le cabrían las sanciones de la norma antiterrorista, por el simple hecho de haber informado algo tan cierto como que una empresa que se declaró en quiebra había dejado en la calle a 400 trabajadores. Al igual que la venezolana, la sociedad argentina enfrenta divisiones, por los efectos de un discurso político sustentado desde las más altas esferas del Gobierno en la confrontación y en la permanente búsqueda de enemigos internos y externos. Se trata de la peor herencia que nos dejará el kirchnerismo.

Tal como señalamos en anteriores editoriales, intelectuales, artistas y hasta miembros de una misma familia evitan encuentros personales para evitar roces que puedan ser provocados por la simple divergencia entre sus opiniones políticas. A partir de la concepción oficial de que los adversarios son enemigos, se han reflotado odios y resentimientos como nunca se vieron en nuestro país desde la recuperación de la democracia. No es ni más ni menos que algo que viene sucediendo en la Venezuela chavista desde hace mucho tiempo.

La baja calidad institucional y la falta de adecuados órganos de control que permitan limitar la corrupción pública hermana a ambos gobiernos. Es probable que algunos funcionarios kirchneristas vean con cierta envidia los progresos del chavismo para domar completamente al Poder Judicial venezolano. Afortunadamente, la presión de la sociedad argentina y la acción de la Corte Suprema impidieron que se convalidaran los más nefastos aspectos de la reforma judicial que aún hoy sigue queriendo imponer el gobierno de Cristina Kirchner.

El camino hacia la Argenzuela autárquica y endógena será muy duro. Si fuese exitoso, la mayor parte de la población vivirá de recursos públicos y solo una porción reducida se mantendrá en el sector privado. Posiblemente, tejiendo boinas de color rojo, para enviar a nuestro preceptor, en reconocimiento por las valijas recibidas y por tantas enseñanzas aprovechadas por el mejor discípulo en lograr una Argentina minúscula. Una Argenzuela.