Indicadores de la Historia del Bienestar

Queremos cerrar el año compartiendo con nuestros lectores las buenas noticias sobre los avances de la humanidad, sustentadas en información objetiva. Según la publicación de Max Roser, ver líneas abajo, ‘El mundo en datos’: en 1950, tres cuartas partes del mundo vivían en extrema pobreza, en 1981 el 44%, hoy la pobreza extrema ha caído por debajo del 10%. “El mundo de hoy es más saludable, más rico y mejor educado”.

Sin embargo, como muestra el informe de Roser, la percepción, las imágenes que la gente tiene, son lo contrario. Ante la pregunta siguiente:

¿Crees que el mundo está mejorando o empeorando, o ni mejorando ni empeorando?»

En Suecia, el 10% cree que las cosas están mejorando, en Estados Unidos sólo el 6%, y en Alemania sólo el 4%.

Muy pocas personas piensan que el mundo está mejorando.

Roser agrega: “No creo que los medios de comunicación sean los únicos culpables de esto, pero creo que tienen parte de la culpa. Esto es porque los medios no nos dicen cómo está cambiando el mundo, nos dicen que es lo que va mal en el mundo”.

Desde el inicio de Lampadia, hemos procurado mostrar los procesos estructurales de la humanidad y del Perú, que son los que recogen nuestros avances. Por ejemplo, hemos seguido a Hans Rosling, creador de Gapminder, que muestra de manera muy amena y didáctica las estadísticas de cuanto indicador cabe. En el caso del Perú, hicimos una publicación icónica sobre nuestros avances: Las cifras de la prosperidad. Y hemos combatido, con mucha fuerza y a veces indiscreción, las medias verdades, las mentiras y los mitos con los que se siembra en los medios de comunicación imágenes negativas de nuestra realidad y un falso sentido común de las cosas.

Los avances que muestra Roser, se dieron en paralelo al progreso humano, como podemos ver en el siguiente gráfico.

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Esperamos que nuestros lectores mediten sobre la discordancia entre una realidad de importantes avances e imágenes falsas que muchas veces nos llevan a descontinuar los procesos económicos y sociales que generaron las mejoras en el bienestar. Esta disonancia es la materia prima de los políticos populistas que están nuevamente tomando el control del mundo, para hacernos menos prósperos.

Nada de esto significa tampoco, que no hay mucho por hacer. Efectivamente, hay muchas cosas pendientes, pero lo último que debemos hacer, es en desconocimiento de la realidad, desandar los caminos del bienestar.

Una historia de las condiciones de vida globales en 5 gráficos

Max Roser 
Our World in Data
2016
Traducido y glosado por
Lampadia

Una encuesta reciente preguntó: «Considerando todo, ¿crees que el mundo está mejorando o empeorando, o ni mejorando ni empeorando?» En Suecia, el 10% cree que las cosas están mejorando, en Estados Unidos sólo el 6%, y en Alemania sólo el 4%. Muy pocas personas piensan que el mundo está mejorando.

¿Qué evidencia necesitamos considerar al responder a esta pregunta? La pregunta es sobre cómo el mundo ha cambiado y, por lo tanto, debemos tomar una perspectiva histórica. Y la pregunta es acerca del mundo como un todo y la respuesta debe considerar a todos. La respuesta debe considerar la historia de las condiciones de vida globales – una historia de todos.

I. La Pobreza

Para analizar de dónde venimos debemos ir muy atrás en el tiempo. 30 o incluso 50 años no son suficientes. Si se analiza cómo se ve el mundo durante nuestro corto tiempo de vida, es fácil cometer el error de pensar en el mundo como algo relativamente estático: las partes ricas, sanas y educadas del mundo aquí y las regiones pobres, sin educación y enfermas allá; concluyendo, falsamente, que siempre fue así y que siempre será así.

Para evitar retratar el mundo de una manera estática – el Norte siempre mucho más rico que el Sur – tenemos que empezar nuestro análisis hace 200 años, antes de que las condiciones de vida realmente cambiaran dramáticamente.

Los investigadores miden la pobreza extrema como vivir con menos de US$ 1.90 por día. Estas cifras de pobreza toman en cuenta las formas no monetarias de ingreso (para las familias pobres de hoy y en el pasado esto es muy importante, sobre todo debido a la agricultura de subsistencia). La medida de pobreza también se corrige para diferentes niveles de precios en diferentes países y se ajusta a los cambios de precios a través del tiempo (inflación) – la pobreza se mide en dólares internacionales que dan cuenta de estos ajustes.

El primer gráfico muestra las estimaciones de la proporción de la población mundial que vive en pobreza extrema.

En 1820 sólo una pequeña élite disfrutaba de un nivel de vida más alto, mientras que la gran mayoría de la gente vivía en condiciones que hoy llamaríamos pobreza extrema. Desde entonces, la proporción de personas extremadamente pobres ha venido cayendo continuamente. Cada vez más regiones del mundo se industrializan y con ello aumenta la productividad que permitió sacar a más personas de la pobreza: En 1950, tres cuartas partes del mundo vivían en extrema pobreza; en 1981 era 44%. Para el año pasado, la investigación sugiere que la participación en la pobreza extrema ha caído por debajo del 10%.

Es un gran logro. Para mí, como investigador que se centra en el crecimiento y la desigualdad, tal vez el mayor logro de todos en los últimos dos siglos. Es particularmente notable si tenemos en cuenta que la población mundial se ha multiplicado por 7 en los últimos dos siglos En un mundo sin crecimiento económico, este aumento de la población habría dado lugar a menos y menos ingresos para todos. Un aumento de 7 veces en la población mundial habría sido suficiente para llevar a todos a la extrema pobreza. Sin embargo, sucedió exactamente lo contrario. En un momento de crecimiento demográfico sin precedentes, nuestro mundo logró dar más prosperidad a más personas y sacar continuamente a más personas de la pobreza.

El aumento de la productividad era importante porque hacía que los bienes y servicios vitales fueran menos escasos: más alimentos, mejores prendas de vestir y viviendas menos abarrotadas. La productividad es la relación entre la producción de nuestro trabajo y el aporte que ponemos en nuestro trabajo. A medida que aumentaba la productividad, se beneficiaba de una mayor producción, pero también de un menor número de insumos: la jornada laboral semanal cayó muy sustancialmente.

El crecimiento económico también fue importante porque cambió la relación entre las personas. En el largo tiempo en que el mundo vivió en un mundo sin crecimiento, la única manera de mejorar era si alguien empeoraba. Su propia buena suerte era la mala suerte de sus vecinos. El crecimiento económico cambió eso, el crecimiento hizo posible que uno sea mejor al mismo tiempo que otros mejoraban. El ingenio de quienes construyeron la tecnología que aumentó la productividad -el automóvil, la maquinaria y la tecnología de la comunicación- hizo que algunos de ellos fueran muy ricos y, al mismo tiempo, aumentaran la productividad y los ingresos de otros. Es difícil exagerar la diferencia entre la vida en suma cero y la economía de suma positiva.

Desafortunadamente, los medios de comunicación están demasiado obsesionados con reportar eventos individuales y cosas que salen mal y no prestan suficiente atención a los lentos desarrollos que remodelan nuestro mundo. Con estos datos empíricos sobre la reducción de la pobreza podemos recrear qué reportaría un medio de comunicación concreto sobre el desarrollo global. El titular podría ser «El número de personas en extrema pobreza cayó en 130,000 desde ayer». Y este titular no se habría publicado solo una vez, ya que – en promedio – ha habido una reducción de 130,000 personas menos en situación de pobreza extrema cada día desde 1990.

​II. Alfabetismo

¿Cómo evolucionó la educación de la población mundial durante este período? La siguiente tabla muestra la proporción de la población mundial alfabetizada en los últimos dos siglos. En el pasado, sólo una pequeña élite era capaz de leer y escribir. La educación de hoy, incluso en los países más ricos, es un logro muy reciente. Fue en los últimos dos siglos que la alfabetización se convirtió en la norma para toda la población.

En 1820 sólo 1 de cada 10 personas eran alfabetizadas. En 1930 era cada 3 y ahora estamos en el 85% a nivel mundial. Dicho de otra manera, si uno estuviera en 1800, tendría una probabilidad de 9 en 10 de no ser capaz de leer – hoy más de 8 de cada 10 personas son capaces de leer. Y si son jóvenes, las posibilidades son mucho más altas ya que muchos de la población analfabeta de hoy en día son viejos.

Si crees que la ciencia, la tecnología y la libertad política son importantes para resolver los problemas del mundo y crees que saber leer y escribir ayuda para lograrlo, entonces mira las cifras en números absolutos. En 1800, había 120 millones de personas en el mundo que sabían leer y escribir; hoy hay 6.2 mil millones con la misma habilidad.

III. La Salud

Una de las razones por las que no vemos progreso es que no somos conscientes de lo mal que estábamos en el pasado.

En 1800, las condiciones de salud de nuestros antepasados ​​fueron tales que alrededor del 43% de los recién nacidos del mundo morían antes de cumplir 5 años. Las estimaciones históricas sugieren que el mundo entero vivía en malas condiciones. Hubo relativamente poca variación entre las diferentes regiones: en todos los países del mundo más de 1 en cada tres niños murieron antes de los 5 años de edad.

Sería erróneo creer que la medicina moderna era la única razón que explica la mejorar en salud. Inicialmente, la prosperidad creciente y la naturaleza cambiante de la vida social importaban más que la medicina. Se trata de mejoras en la vivienda y el saneamiento que mejoraron nuestras posibilidades de sobrevivir las enfermedades infecciosas. Una dieta más sana – posible gracias a una mayor productividad en el sector agrícola y en el comercio exterior – nos hizo más resistentes a las enfermedades. Sorprendentemente, mejorar la nutrición y la salud también nos hizo más inteligente y más altos.

Pero seguramente la ciencia y la medicina también importaban. Una población más educada logró una serie de avances científicos que hicieron posible reducir aún más la mortalidad y las enfermedades. El descubrimiento de la Teoría microbiana de la enfermedad (o la teoría de los gérmenes) en la segunda mitad del siglo 19 fue particularmente importante. En retrospectiva es difícil entender por qué una nueva teoría puede ser tan importante. Pero en un momento en que los médicos no se lavaban las manos al pasar de la autopsia a la partería, la teoría finalmente convenció a nuestros antepasados ​​de que la higiene y el saneamiento público son cruciales para la salud.

La teoría de los gérmenes sentó las bases para el desarrollo de antibióticos y vacunas, y ayudó al mundo a ver por qué la salud pública es tan importante. La salud pública importa mucho: todos se benefician de que todos los demás estén vacunados y todos se benefician de que todos obedezcan las reglas de higiene.

Con estos cambios, la salud global mejoró de una manera que era inimaginable para nuestros antepasados. En 2015, la mortalidad infantil se redujo al 4.3%, 100 veces menos que hace dos siglos. Es importante tomar esta larga perspectiva para ver el progreso de lo que hemos logrado.

IV. La Libertad

La libertad política y las libertades civiles están en el corazón del desarrollo, ya que son un medio de desarrollo y un objetivo de desarrollo. El periodismo y el discurso público son los pilares sobre los que descansa esta libertad, pero las evaluaciones cualitativas de estos aspectos corren el riesgo de percibir erróneamente un declive de las libertades a lo largo del tiempo, cuando en realidad estamos elevando el nivel por el cual juzgamos nuestra libertad. Por lo tanto, las evaluaciones cuantitativas pueden ser útiles cuando nos ayudan a medir la libertad con el mismo criterio entre los países y con el tiempo.

Hay varios intentos de medir los tipos de regímenes políticos que gobiernan los países del mundo y capturar algo tan complejo como un sistema político puede ser polémico. No hay manera de evitarlo. En este análisis me basaré en el índice Polity IV, ya que es el menos problemático de las medidas que presentan una perspectiva a largo plazo. El índice mide los regímenes políticos en un espectro de +10 para democracias completas a -10 para autocracias completas. Los regímenes que caen en algún lugar en el centro de este espectro se llaman anocracias (un sistema de Gobierno que incluye características de inestabilidad política, ineficacia y una mezcla incoherente de rasgos y prácticas autoritarias y democráticas). A esto agregué información sobre los países del mundo que fueron gobernados por otros países como parte de un imperio colonial.

Una vez más quiero dar una perspectiva de tiempo para tener una perspectiva de cómo la libertad política ha cambiado en los últimos 200 años.

El gráfico muestra la proporción de personas que viven bajo diferentes tipos de regímenes políticos durante los últimos dos siglos. A lo largo del siglo XIX, más de un tercio de la población vivía en regímenes coloniales y casi todos vivían en países gobernados autocráticamente. La primera expansión de la libertad política a partir de finales del siglo XIX fue aplastada por el surgimiento de regímenes autoritarios que en muchos países tomaron su lugar en el tiempo previo a la Segunda Guerra Mundial.

En la segunda mitad del siglo XX, el mundo cambó significativamente: los imperios coloniales terminaron y cada vez más países se volvieron democráticos. La proporción de la población mundial que vivía en las democracias aumentó continuamente, particularmente después de la ruptura de la Unión Soviética, que les permitió a más países democratizarse. Ahora más de la mitad de las personas en el mundo viven en una democracia.

La inmensa mayoría de los que viven en una autocracia – cuatro de cada cinco de los que viven en un régimen autoritario – viven en la autocracia de un solo país: China.

Los derechos humanos son igualmente difíciles de medir consistentemente en el tiempo y en el tiempo. Los mejores datos empíricos muestran que después de un tiempo de estancamiento, la protección de los derechos humanos mejoró globalmente durante las últimas 3 décadas.

V. Fertilidad

El gráfico siguiente muestra el aumento de la población mundial durante los últimos 2 siglos. La población mundial fue de alrededor de 1 mil millones en el año 1800 y se incrementó 7 veces desde entonces.

El crecimiento de la población aumentó la demanda de recursos de la humanidad y amplificó el impacto de la humanidad en el medio ambiente. Pero este aumento de la población mundial debería evocar más que la ruina y la tristeza. En primer lugar, este aumento demuestra un logro tremendo. Muestra que los seres humanos dejaron de morir a la misma velocidad de la que nuestros antepasados ​​murieron durante muchos milenios antes.

En tiempos pre-modernos, la fertilidad era alta: lo normal era tener 5 o 6 niños por mujer. Lo que mantuvo el crecimiento de la población bajo fue la alta tasa con la cual la gente moría y eso significó que muchos niños morían antes de que alcanzaran su edad reproductiva. El aumento de la población mundial siguió cuando la humanidad comenzó a ganar la lucha contra la muerte. La esperanza de vida mundial se duplicó en los últimos cien años. [En el Perú, la esperanza de vida pasó de 43 años en 1950, a 74 años en la actualidad].

El crecimiento de la población es una consecuencia de que la fecundidad y la mortalidad no disminuyen simultáneamente. El rápido crecimiento de la población ocurrió cuando la fecundidad seguía siendo tan alta como el ambiente insalubre del pasado, pero la mortalidad ya ha disminuido a los niveles bajos de nuestro tiempo.

Lo que hemos visto de país en país durante los últimos 200 años es que una vez que las mujeres se dan cuenta de que las posibilidades de que sus hijos mueran han disminuido considerablemente, se adaptan y eligen tener menos hijos. El crecimiento de la población llega a su fin. Esta transición de la alta mortalidad y fertilidad a baja mortalidad y fertilidad se llama transición demográfica. En aquellos países que primero industrializaron duró por lo menos desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX – tomó 95 años para que la fertilidad disminuyera de más de 6 niños a menos de 3 niños por mujer en el Reino Unido. Los países que siguieron después lograron a veces esta transición mucho más rápido: Corea del Sur pasó de más de 6 hijos por mujer a menos de 3 en sólo 18 años, Irán lo logró en sólo 10 años.

Así como los países pasaron por esta transición, el mundo está pasando por esta transición. La fecundidad global se ha reducido a más de la mitad en los últimos 50 años, de más de 5 hijos por mujer a principios de los 60 a menos de 2.5 hoy. Esto significa que el mundo está entrado en la transición demográfica y el crecimiento de la población mundial ha alcanzado su punto máximo hace medio siglo.

Ahora que vemos la disminución de la fecundidad en todas partes llegamos al final del crecimiento de la población: La población mundial se ha cuadruplicado a lo largo del siglo XX, no se duplicará a lo largo de este siglo. Y al final del siglo, la ONU espera un lento crecimiento anual de la población de 0.1% mientras que los demógrafos de la IIASA (siglas en inglés del International Institute for Applied Systems Analysis, organización internacional de investigación científica multidisciplinaria) esperan un fin del crecimiento de la población alrededor del año 2075.

VI. Educación

Ninguno de los logros alcanzados en los últimos dos siglos podría haber sido alcanzado sin la expansión del conocimiento y la educación. La revolución en cómo vivimos no sólo fue impulsada por la educación sino que también hizo que la educación fuera más importante que nunca.

Y sabemos que la educación está en camino a mejorar a nivel mundial. Contrariamente a muchos otros aspectos sociales en los que los permisos son de uso limitado, creo que la educación es un aspecto en el que podemos hacer proyecciones útiles para el futuro. La simple razón es que la composición educativa de hoy nos dice algo sobre la educación del mañana: una joven alfabetizada de hoy será una anciana alfabetizada en 2070 y un estudiante con educación secundaria ahora será un graduado con educación secundaria en el futuro.

La cohorte más joven de hoy es mucho mejor educada que las cohortes más viejas. Y como el tamaño de la cohorte está disminuyendo, las escuelas que ya están en su lugar pueden proporcionar mejor educación para la próxima generación.

La visualización a continuación muestra la proyección del Instituto IIASA para el tamaño y la composición educativa de la población mundial hasta el año 2100.

Es una interesante mirada al futuro: con la baja fertilidad global de hoy, los investigadores esperan que el número de niños declinen desde ahora – nunca habrá más niños en el planeta que hoy. Y como se mencionó antes, los investigadores de la IIASA esperan que la población mundial alcance su pico en 2070 y disminuya a partir de entonces.

Centrándose en el desglose educativo, la proyección sugiere que para el año 2100 casi no habrá nadie sin educación formal y habrá más de 7 mil millones de mentes que habrán recibido por lo menos educación secundaria.

Con la gran importancia de la educación para mejorar la salud, aumentar la libertad política y acabar con la pobreza, esta proyección es muy alentadora.

VII. ¿Por qué no sabemos esto?

La motivación para esta historia de condiciones de vida globales fue el resultado de la encuesta que documentó la negativa perspectiva del desarrollo global que la mayoría de nosotros tenemos. ¿Cómo encaja esto con la evidencia empírica?

No creo que los medios de comunicación sean los únicos culpables de esto, pero creo que tienen parte de la culpa. Esto es porque los medios no nos dicen cómo está cambiando el mundo, nos dicen que es lo que va mal en el mundo.

Una de las razones por las que los medios de comunicación se centran en las cosas que salen mal es que los medios de comunicación se centran en eventos únicos y los eventos individuales son a menudo malos – miremos las noticias: accidentes de avión, ataques terroristas, desastres naturales, resultados electorales que nos gustan, etc.

Los acontecimientos positivos, por otra parte, suceden a menudo muy lentamente y nunca llegan a los titulares en los medios obsesionados con el acontecimiento.

El resultado de un sistema mediático y educativo que no presenta información cuantitativa sobre los desarrollos a largo plazo es que la gran mayoría de la gente es completamente ignorante acerca del desarrollo global. Incluso la disminución de la pobreza extrema global sólo es conocida por una pequeña fracción de la población del Reino Unido (10%) o EEUU (5%). En ambos países, la mayoría de la gente piensa que la proporción que vive en la extrema pobreza ha aumentado. Dos tercios en Estados Unidos incluso piensan que la participación en la pobreza extrema ha «casi duplicado». Cuando ignoramos el desarrollo global, no es sorprendente que pocos piensen que el mundo está mejorando.

La única manera de contar una historia completa es usando estadísticas. Sólo entonces podemos esperar tener una visión general de las vidas de los 22 mil millones de personas que vivieron en los últimos 200 años. Los desarrollos que revelan estas estadísticas transforman nuestras condiciones de vida globales – lenta pero constantemente. Se informan en esta publicación en línea – Our World in Data (Nuestro mundo en datos) – que mi equipo y yo hemos estado construyendo en los últimos años. Lo vemos como un recurso para mostrar estos desarrollos a largo plazo y así complementar la información en las noticias que se centran en eventos.

La dificultad de contar la historia de cómo cambiaron las vidas de todos en los últimos 200 años es que no se pueden escoger historias únicas. Las historias sobre personas individuales son mucho más atractivas pero no pueden ser representativas de cómo el mundo ha cambiado. Para lograr una representación de cómo el mundo ha cambiado en general, hay que contar muchas, muchas historias a la vez; y eso es estadística.

Para que sea más fácil entender la transformación en las condiciones de vida que hemos logrado, he hecho una visualización resumida de cómo sería la historia de un grupo de 100 personas durante estos 200 años para ver cómo sus vidas habrían cambiado si hubieran podido experimentar este período transformador del mundo moderno.

VIII. ¿Por qué importa que no sepamos esto?

La transformación exitosa de nuestras condiciones de vida sólo fue posible gracias a la colaboración. Tal transformación sería imposible para una sola persona.

Es nuestro cerebro colectivo y nuestro esfuerzo colaborativo son necesarios para tal mejora.

Hay grandes problemas que persisten. Ninguna de lo mostrado anteriormente debe darnos razones para ser complacientes. Por el contrario, nos muestra que aún queda mucho trabajo por hacer: lograr la reducción más rápida de la pobreza es un logro tremendo, pero el hecho de que 1 de cada 10 viva en extrema pobreza hoy en día es inaceptable. Tampoco debemos aceptar las restricciones de nuestra libertad que todavía existen y que se ponen en práctica. Y también está claro que el impacto de la humanidad en el medio ambiente está en un nivel que no es sostenible y que pone en peligro la biosfera y el clima de los que dependemos. Necesitamos urgentemente reducir nuestro impacto.

No es seguro que haremos progresos en contra de estos problemas – no existe una ley tácita que garantice que el mundo continúe con esta tendencia de mejorar las condiciones de vida. Pero lo que está claro desde la perspectiva a largo plazo es que los últimos 200 años nos han llevado a una mejor posición que nunca para resolver estos problemas. Resolver problemas – grandes problemas – es siempre un tema de colaboración. Y el grupo de personas que es capaz de trabajar juntos hoy en día es un grupo mucho, mucho más fuerte que nunca hubo en este planeta. Acabamos de ver el cambio con el tiempo: El mundo de hoy es más saludable, más rico y mejor educado.

Para que nuestra historia sea una fuente de aliento, tenemos que conocer nuestra historia. La historia que nos contamos acerca de nuestro tiempo importa. Debido a que nuestras esperanzas y esfuerzos para construir un futuro mejor están inextricablemente ligados a nuestra percepción del pasado, es importante comprender y comunicar nuestro desarrollo global hasta ahora. Saber que hemos recorrido un largo camino en la mejora de las condiciones de vida y la noción de que nuestro trabajo vale la pena es importante. Es una condición necesaria para la auto-mejora.

La libertad es imposible sin la fe en la gente libre. Y si no somos conscientes de nuestra historia y creemos falsamente lo contrario de lo que es verdad, corremos el riesgo de perder la fe unos de otros.

Lampadia

 




Sin hábitos de lectura no alcanzaremos el desarrollo

Para seguir creciendo, el Perú necesita ser más competitivo. Para ello es imprescindible mejorar la calificación y educación de nuestros profesionales, técnicos y obreros. Como hemos señalado en repetidas oportunidades, la clave está en la educación. Así lo demuestran las historias de superación de Japón, Corea, Singapur y de vecinos como Chile. Incluso nuestro espectacular desempeño en la última década estuvo acompañado de la formación de cuadros gerenciales y técnicos realizada, en gran medida, por universidades e institutos privados.  La importancia de la educación para el crecimiento ha sido reconocida por importantes grupos empresariales peruanos que han apostado por invertir en este campo decididamente.  Hoy la inversión privada en este rubro asciende al 3% del PBI, el mismo monto que destina el Estado. Por tanto el 6% del producto ya se invierte en Educación. Aún así, los retos son inmensos. Uno de ellos es el escaso hábito de lectura de los peruanos. Un indicador crucial para determinar la  capacidad y potencial de nuestra población.

De acuerdo al Consejo Nacional de Educación (CNE) los peruanos leemos menos de un libro por persona anualmente (el promedio es 0.86). Esta cifra está a contra corriente de la alfabetización. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la tasa de analfabetismo descendió de 10.7 en el 2001 a 6.2% en el 2013. Entre los jóvenes de 15 y 24 años el analfabetismo alcanza solo el 3%, cifra baja, evidentemente, sostiene el especialista Osmar González. Uno de nuestros problemas se encuentra, entonces, en el escaso hábito de lectura.

La última encuesta de Ipsos realizada a Jefes del Hogar en el 2012 reveló que solo el 19% de estos lee un libro completo al año en el Perú. Una cifra que habría descendido respecto a años anteriores (24% el 2010, 25% el 2009).

El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc, organismo dependiente de la UNESCO) efectuó el 2013 «un estudio comparativo de cada país, sobre el comportamiento y los hábitos de lectura». Los resultados no pudieron ser más desalentadores. La gran conclusión del informe es que «la mitad de habitantes de América Latina reconoce que no lee libros». El país con el peor desempeño es México, dónde el 73% de su población no lee. Luego viene el Perú con 65%. Es decir solo el 35% de los peruanos consume libros. Esta cifra está refrendada por un estudio de Arellano Marketing, el cuál halló que un 26% de limeños declaraba que “nunca había leído un libro en su vida” y que solo el 1% de ellos evaluaría la posibilidad de comprarlos.

Que lejana esta situación al mejor de la región: Chile que tiene solo un 20% de no lectores de libros, por encima de incluso de Uruguay (34%), Argentina 45% y Brasil (50%). Chile, también tiene el mayor promedio de lectura de libros al año, 5.4. Le siguen Argentina (4.6), Brasil (4.0), México (2.9) y Colombia (2.0).

Una realidad completamente inversa a la de Japón que ocupa el primer lugar en el hábito de  lectura, según la UNESCO. El 91% de su población está acostumbrada a leer. En Europa los primeros son los suecos (80%), les siguen los finlandeses (75%) y los británicos (74%). El promedio europeo es de 70%. España solo llega al 61%.

Mientras que los japoneses leen en todo lado. Lo hacen en los aviones, en las paradas de autobuses, en los parques… es común ver a un ciudadano japonés con un libro en la mano, un e-book o un ordenador portátil (un japonés leerá en un año entre 46 y 47 libros), los peruanos no lo hacen casi nunca. Salvo diarios. De acuerdo al Cerlalc , el 71% de los peruanos leen periódicos. Eso explica porque en nuestro país se imprime el diario de mayor tiraje hispanoamericano: El Trome, con un millón de ejemplares vendidos diariamente.

El 79% de la población que reside en Lima lee diarios al menos una vez por semana, arrojó un  estudio sobre «Hábitos, usos y actitudes hacia la prensa escrita» efectuado por Ipsos en el 2012. Entre las secciones predilectas por los lectores aparecen la primera página, deportes (en el caso de los hombres), espectáculo (sección preferida por el sexo femenino), así como noticias nacionales e internacionales. Asimismo, el estudio revela que el 32% de los encuestados no ha leído un artículo o columna de algún periodista.

Un diagnóstico alarmante y que lamentablemente es estructural. El gran historiador peruano, director de la Biblioteca Nacional y Ministro de Educación, Jorge Basadre, en Producción Bibliográfica del Perú, 1937-1938, advertía de nuestra escasa producción editorial y casi nulo hábito de lectura. No mucho ha mejorado desde entonces, salvo los niveles de escolaridad y alfabetismo. Nuestra inclinación hacia el libro en cambio, ha variado poco.

“Leer es una creación humana. No es natural, sino una práctica social que cambia en cada momento de la historia, en cada comunidad y en cada contexto, aunque la palabra sea la misma. No es lo mismo lo que hacemos ahora que lo que hacíamos hace cincuenta años o lo que haremos dentro de otros cincuenta”, explica Daniel Cassany, profesor e investigador de Análisis del Discurso de la Universidad Pompeu Fabra y autor de En_línea. Leer y escribir en la red (Anagrama)”, señala El País.

Sí es así, entonces ¿qué debemos hacer para que la lectura se convierta en una práctica social en el Perú?

Primero habría que indicar que la lectura no es un hábito suficientemente reconocido en el país. De alguna manera, el ser estudioso, el ser un lector ávido no es bien valorado. Al contrario hasta se llega a estigmatizar y se hacen burlas de quién lee. Como señala, Álvaro Lasso, director de la editorial Estruendomudo: “En los colegios te hacen ver que la lectura es una cuestión negativa: está esa famosa frase de ‘ándate a leer a la biblioteca de castigo’”. Esta situación debe cambiar dramáticamente. No es casual que los países más lectores sean aquellos en los que el ser estudioso sea sumamente valorado. Mientras no se arregle esta situación será difícil mejorar nuestros índices de lectura.

Es vital que las personas entiendan que la lectura los llevará al éxito y al reconocimiento.

El otro tema tiene que ver con el acceso. Como todo hábito, uno lo desarrolla con más facilidad en la niñez. Si los niños se divierten con la lectura, será difícil que luego se aparten de ella. El papel de las escuelas es crucial, pero también el de los padres, los diarios y la Cámara del Libro. No solo entregando material, sino preparando ediciones en la que los niños encuentren lo que les interesa. Luego poco a poco se debe ir complejizando la lectura. El Plan Lector elaborado por el Ministerio de Educación es una buena iniciativa que debe ser continuada.  

Actualmente, países como México y Brasil han empezado a desarrollar campañas enormes para mejorar sus índices de lectura. Igualmente España, que padece una serie crisis en su industria editorial, reclama una mayor intervención estatal para que ayude a mejorar los hábitos lectores. Allí, El País ha señalado, recientemente, que “una de las grandes deudas de la democracia es no haber incentivado la lectura”. Creemos que, igualmente, esta también es una deuda de la democracia peruana. Una deuda que debe saldarse cuanto antes si deseamos alcanzar el tren del desarrollo. Lampadia