El mundo mejora todos los días

Ha concluido un 2014 muy tumultuoso, con muchos altibajos, sin embargo, no hay que perder de vista los grandes logros que la humanidad ha conseguido en los últimos años. Somos  bombardeados continuamente con malas noticias; muertes, ataques terroristas y accidentes, que nublan todo lo bueno que sucede en el mundo. A pesar de todos los problemas actuales, los procesos económicos y sociales del mundo van sólidamente hacia la prosperidad. En realidad, jamás hemos estado tan bien. 

El 29 de diciembre del año pasado, Dylan Matthews publicó en el portal ‘VOX’ una lista de gráficos para demostrar los grandes logros que hemos conseguido hasta hoy. Afirma que: “El mundo está haciendo muchas, muchísimas mejoras en una variedad de múltiples dimensiones. (…) Vale la pena poner atención a estos factores.”Esto no se difunde normalmente en los medios, pero estamos viviendo en la época más pacífica de todos los tiempos. Ver en Lampadia (L): El mundo mejora todos los días.

Matthews presenta los siguientes avances: La pobreza extrema se ha reducido drásticamente al igual que la hambruna, se gasta menos en alimentos (EEUU), menor trabajo infantil, mayor esperanza de vida (15 años adicionales desde 1990), menor mortalidad infantil, menor mortalidad materna, mayores tallas de la población, más mosquiteros contra la malaria, casi erradicación del gusano de Guinea, menores nacimientos entre adolescentes, menos fumadores, las guerras en declive, menos homicidios en EEEUU y Europa, menores crímenes violentos en EEUU, menos armas nucleares, más personas estudian más tiempo, más países democráticos, mayor alfabetización, menos “homeless” en EEUU, la ley de Moore sigue comandando el avance tecnológico, mayor acceso a internet y energía solar más barata.

Afortunadamente, hay algunas personas muy valiosas que no se dejan llevar por el ambiente mediático y con sus presentaciones y, sus realizaciones muestran a una humanidad que nos debe llenar de esperanza y mostrar el camino de la prosperidad, a los que aún nos mantenemos rezagados en el logro del bienestar general. En esta categoría tenemos a Bill Gates con sus esfuerzos por erradicar el sida y la malaria en el África. A Hans Rosling, difundiendo estadísticas  sorprendentes de todos los países de la tierra. Tenemos a Xavier Sala-i-Martín con sus análisis económicos que rompen las inercias del negativismo. Últimamente, Fraser Nelson, de The Spectatorha publicado en  The Telegraph de Gran Bretaña: “Goodbye to one of the best years in history” (L) (Adiós a uno de los mejores años de la historia). Él dice: “puede no sonar así, pero estamos más seguros, prósperos y saludables que en cualquier momento registrado (…) estamos viviendo vidas más largas y sanas que nunca antes”.

Tenemos muchos problemasen la humanidad y en nuestro país, pero no hay nada más pernicioso que las agendas de los negacionistas. Unos por puro cinismo, otros por ignorancia, otros por intereses de grupo o personales, otros por ideologías obsoletas y afanes de poder y, otros por fanatismos extremistas. La historia debe verse como un proceso de suma, no de tasajeo ni de borrón y cuenta nueva. Hay que abordar lo que falta sin destruir lo avanzado. Lampadia




Sacudiéndonos el 2014

Un año más se nos va. Un año 2014 difícil, en el que habríamos podido hacer mucho más como país para alcanzar nuestros objetivos de crear riqueza y oportunidades para todos si es que cada uno en su trinchera –políticos, trabajadores, intelectuales, empresarios– nos hubiéramos mantenido enfocados en dicho objetivo en vez de distraernos en batallas efímeras que solo nos llenaron de dudas y desconfianzas que, al final, terminaron pasándonos la factura.

El tema es que, tal como van las cosas, es posible que, si no hacemos una honda reflexión autocrítica en ese sentido, el próximo año puede ser similar o incluso peor. Y es que todo indica que, el próximo año, la política ocupará nuestras vidas mucho más de lo deseable y necesario. Tal parece que los escándalos políticos se incrementarán, lo cual sin duda afectará aún más a la ya escasa confianza del ciudadano hacia el político, y abrirán con ello una peligrosa puerta a discursos extremistas que siempre están allí agazapados, esperando su hora.

Tal parece que la cercanía de las elecciones del 2016 no hará del 2015 un año en el que se debatirán ideas, visiones, estrategias o metas acerca de cómo caminar hacia el 2021 todos unidos en un objetivo común, sino, más bien, seremos meros espectadores de efímeros combates cargados de golpes bajos que buscarán, por encima del Perú y su destino, destruir la imagen y reputación de adversarios políticos a los que, en un país donde todos deberíamos ser aliados, se les verá absurdamente como enemigos.

Ahora bien, ¿podemos hacer algo al respecto? ¿Podemos evitar, por ejemplo, que sigan los escándalos políticos? Todo indica que no, que están allí y que su destape en algunos casos será inminente. ¿Y podremos evitar un 2015 de batallas políticas por el poder, efímeras y sin sustancia? Pues parecería que tampoco. Pareciera que, por más que pidamos más ideas y menos insultos, menos palabras y más acción, nuestros políticos seguirán enfrascados en su mundo y batallas.

¿Y, entonces, hay algo que podamos hacer para evitar que escándalos y golpes bajos terminen afectando a la economía de todos los peruanos? Pues sí que lo hay. Los ciudadanos tenemos un arma infalible, con la que, en la medida que la usemos, podremos no solo evitar que la mala política dañe nuestras vidas, sino que incluso podremos influir positivamente sobre ella para que siga el paso y ritmo de los ciudadanos a los que debe servir. Un arma que en los últimos 20 años nos ha venido acompañando fielmente, en las buenas y en las malas, y que ha sido la que, sin duda, ha construido todo lo bueno que el Perú hoy puede mostrar al mundo. Un arma poderosa e indestructible, que no sabe de insultos, miedos o incertidumbres. Un arma que nos ha demostrado ser aliada incondicional de nuestro destino: el trabajo. Sí. Sí podemos vencer la incertidumbre política que parece querer amenazar nuestra economía el próximo año. Y podemos hacerlo como siempre lo hemos hecho los ciudadanos del Perú: trabajando. Desde el pequeño empresario que trabaja de sol a sol para sacar adelante su sueño hasta el trabajador que está a su lado, soñando con un día independizarse y ser como él. Desde el pequeño agricultor en el campo que, como nunca antes, ve una luz para sus productos hasta el empresario exportador que ve cómo el Perú y sus productos son cada día más reconocidos. Desde el intelectual o el científico que investiga en silencio fórmulas para poner en valor lo nuestro hasta las compañías peruanas que empiezan a aplicar la teoría del valor compartido para toda la cadena en la que participan. Desde el profesor universitario o de escuela, que poco a poco va recuperando el reconocimiento a su labor por parte de la sociedad, hasta el estudiante que, por encima de ideologías, ocupa su corazón y mente con ideas y proyectos para su futuro y el de su país. Todos unidos, trabajando por objetivos personales que se entrelazan con el gran objetivo común, el Perú como nuestro hogar, como la tierra de la cual nuestros hijos nunca más tendrán que partir. Si, como ciudadanos que nos levantamos muy temprano a trabajar, somos capaces de unirnos y situarnos por encima de insultos y escandaletes políticos, entonces podremos evitar que estos afecten nuestro ánimo y confianza en el mañana; podremos evitar que se despierte ese yo cortoplacista que habita dormido en quienes nos tocó vivir aquellos tiempos de Sendero o hiperinflación; podremos mantener ese espíritu que nos hace levantarnos día tras día con ganas de querer aprender, estudiar, crear, hacer, avanzar. Sí. Sí es posible que la economía del Perú no se vea afectada por las señales inciertas de la política. Depende de nosotros y de lo único que nos haga grandes y libres. Nuestro trabajo.