En este artículo no vamos a hacer un balance de errores del Ejecutivo y el Congreso, o de los llamados ppkausas y los fujimoristas. Estos últimos también están haciendo barbaridades, pero por ahora nos toca buscar una reacción sensata del Ejecutivo, del Presidente de la República, del ‘primer responsable’ de la salud de la nación.
Ahora queremos referirnos al entrampamiento político en que está el Presidente de la República y su gobierno, que como van las cosas, nos está encaminando a coronar el bicentenario con una década de regresión, un lustro del nacionalismo y otro de PPK y PPK (más lo que le toca a Fuerza Popular).
Más allá de las circunstancias, no dirigidas por PPK y su partido, que permitieron que pasaran a la segunda vuelta y llegaran luego a la presidencia, debemos suponer que el acceso al poder también se debió, en parte, a la estrategia que adoptaron, basada en el acercamiento a las izquierdas y al gobierno de Humala para lograr un ‘todos contra el fujimorismo’.
En Lampadia fuimos críticos de ese enfoque. El día siguiente de la primera vuelta, el 11 de abril, publicamos: El 67% de los peruanos votaron por construir sobre lo avanzado, indicando que el mandato de la población ordenaba la convergencia de los partidos pro economía de mercado. Máxime, tomando en cuenta que la tarea de gobierno enfrentaba un doble reto: cerrar las brechas económicas y sociales que aún afectaban a buena parte de nuestra población, y enfrentar la ‘cuarta revolución industrial’ desde un nivel de desarrollo que nos permitiera aprovechar sus beneficios y superar sus amenazas, especialmente para nuestros pobres.
Después de la primera vuelta electoral, PPK y su equipo optaron por extremar la polarización de la campaña en contra de Fuerza Popular acercándose al gobierno del nacionalismo de Humala y a las izquierdas anti mercado.
Algo equivocado desde la perspectiva de las necesidades del país, pero entendible en términos del juego político de corto plazo.
Sin embargo, algo que no se puede entender ni justificar, es que esta estrategia de confrontación con Fuerza Popular (FP) se mantuviera desde el gobierno. No nos olvidemos que el propio PPK amenazó con una marcha al Congreso para que se aprobara una norma pro refinería de la Oroya. En los primeros días, el presidente y sus vice presidentes, plantearon una alianza con los gobiernos regionales para gobernar por encima del Congreso, dominado por FP.
Todo esto se fue asentando en un gobierno que pretendió desconocer la realidad política del país:
- Un Ejecutivo débil, controlado por un partido político en formación, desarticulado, con una bancada de congresistas minoritaria y sin amalgama política, y un gabinete con gente ajena al partido de gobierno, cuyos miembros debían empezar por conocerse entre ellos.
- Por el otro lado, se tenía al mayor partido político del país (FP), con amplia presencia nacional y una bancada ampliamente mayoritaria, con suficientes argumentos para caer en las provocaciones y confrontar al gobierno.
- La primera minoría del Congreso, el Frente Amplio (FA), que después de votar por PPK para presidente, nunca apoyó al gobierno, estaba plagado de gente rechazaba la economía de mercado, planteaba cambiar la Constitución e implantar el ‘pos-extractivismo’, una teoría desquiciada que plantea producir lo mínimo para sobrevivir, desde minerales, combustibles, y madera hasta alimentos. Además, era un grupo, que como hemos visto luego, estaba pegado con babas.
A pesar de la brecha política marcada desde el inicio del gobierno por PPK y el PPK, y de las consecuentes reacciones negativas de FP hacia el gobierno, la mayoría congresal estuvo a la altura de las circunstancias apoyando al gobierno en los temas cruciales para que encaminara su gestión, como el plácet al Primer Ministro Fernando Zavala, el otorgamiento de las facultades legislativas solicitadas y la aprobación del Presupuesto Nacional 2017.
Más allá de las confrontaciones políticas, el gobierno malogró una de sus principales tareas para la instalación del gobierno en la mente de los ciudadanos: En su confusión estratégica, el gobierno de PPK, perdió la oportunidad de marcar la línea de un gobierno pro inversión y crecimiento; de hacer y comunicar el balance negativo de los cinco años del gobierno anterior; de renovar los cuadros de gobierno (mantuvo hasta un 39% de los viceministros del régimen anterior); y, tal vez lo más importante, perdió la oportunidad de comunicar a la población las relaciones causa-efecto de las políticas públicas que nos empobrecieron, que frenaron la inversión, y que ideologizaron la gestión del Estado, versus aquellas que nos ofrecen mayor crecimiento, menor pobreza, menor desigualdad, mejores servicios públicos y mayor cohesión social.
Hoy día, aparte de los shocks externos de la corrupción propiciada por el imperialismo brasileño, dirigido por el padrino de las izquierdas latinoamericanas, Lula Da Silva; y de los impactos del Niño Costero; la economía está parada, la inversión privada en negativo y la inversión pública colapsada. Recién hoy se han hecho evidentes al gobierno, las barbaridades dejadas por el nacionalismo, y por otro lado, el caos interno del Frente Amplio (que como dijimos oportunamente en Lampadia, no es ni frente ni amplio) pero el gobierno sigue sin marcar distancias con sus socios del proceso electoral. Además, el propio PPK tira por la borda las pocas oportunidades de acercamiento con FP.
- A los pocos días de la reunión con Keiko Fujimori, auspiciada por el Cardenal Cipriani, PPK pateó el tablero
- Con ocasión del reconocimiento a los héroes de Chavín de Huántar, PPK hace un buen gesto de hacia Alberto Fujimori, y a pesar de no haber saludado a Keiko Fujimori, se podía tomar como un paso positivo. Pero al día siguiente, el insidioso vicepresidente, Martín Vizcarra, afirmó que el verdadero líder de FP era Alberto Fujimori, dando a entender y haciendo constar, que el gesto de PPK del día anterior, debía verse como negativo y despectivo.
Aún ahora, los asesores del Primer Ministro lo llevaron a confrontar con Luz Salgado, la Presidente del Congreso. En su viaje por Europa, PPK dijo que en la bancada fujimorista hay ‘saña’. La despistada, Segundo Vicepresidente, Mercedes Aráoz señaló: “No necesitamos alianza ni pacto con FP”. Y la asesora del Presidente de la República, Rosa M. Palacios, propone la confrontación total con un nuevo Primer Ministro que sea capaz de pelear con la oposición.
Acá tenemos gente, que en lo personal no tiene nada que perder, pase lo que pase, pueden continuar sus cómodas vidas en el Perú o afuera, pero esa no será la suerte de los peruanos, que parece importarles un pepino.
Esperamos que estas reflexiones, que corren el riesgo de ser calificadas como sesgadas por quienes están embargados por una visión ‘ganar-perder’ en la política, sirvan para que en el espacio de objetividad de nuestras almohadas, cuando uno puede confrontarse a sí mismo, dejen pasar un mensaje que no pretende descalificar, sino más bien rescatar al gobierno, al ejecutivo, hacia el éxito de su gestión, que solo puede darse enfrentando los temores que no le permiten relanzar la economía y avenirse a desarrollar un ‘pacto de punto fijo’ con FP en aras de la gobernabilidad y el impostergable crecimiento económico. Lampadia