Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
Es una buena noticia la elección del general (r) José Williams como presidente del Congreso, aunque quizá sean excesivas las expectativas que se están percibiendo acerca de sus posibilidades. No por sus cualidades personales sino por la realidad que han mostrado los votos.
Los sufragios que obtuvo muestran que siguen inalcanzables los 87 que se requieren para expectorar de Palacio al corrupto comunista que lo ocupa. Y las posibilidades de realizar otras tareas indispensables, como destituir a Dina Boluarte, tampoco dependen completamente de la voluntad o habilidad de Williams.
El Congreso es, además, una hoguera donde se incineran reputaciones y popularidad. Lo normal es que quienes aparecen muy visiblemente identificados con esa institución, pierdan aceptación. Están expuestos al escrutinio público y a las críticas, pero no manejan, ni pueden hacerlo, a un conglomerado muy diverso y, en este caso, enormemente fragmentado -14 grupos-, e integrado por una muy elevada proporción de corruptos y sinvergüenzas.
Y, lo más importante, el público espera soluciones que el Congreso no puede atender.
En otro plano, se ha comprobado que la liberación del asesino Antauro Humala fue fraudulenta. Él mismo ha desmentido las tonterías que inventaron el Ministerio de Justicia y el INPE para soltarlo. Pero como sucede desde el principio, el gobierno es impune. Viola las reglas y las leyes y no ocurre nada.
El propósito que probablemente tenían está dando resultados. El criminal ha realizado un mitin en Andahuaylas y mucha gente se ha aterrorizado. Eso le sirve al gobierno tanto como un distractivo para las fechorías que comete diariamente, como para hacer creer que es el mal menor ante un desquiciado que podría causar mayores estragos.
En realidad, es una apreciación equivocada. El mal mayor es el corrupto gobierno comunista de Pedro Castillo, que está arruinando el país y avanzado en el control y/o destrucción de las instituciones.
Las posibilidades de Humala son, ahora, imaginarias. Para empezar, los mítines no significan nada en términos de posibilidades electorales. Desde hace muchas décadas dejaron de representar la fuerza o no de los políticos. Además, mucha de la gente que asistió a esa concentración probablemente lo hizo por curiosidad. No hay demasiados espectáculos allí.
No obstante, hay que reconocer que al gobierno le ha dado resultado la estratagema que, dicho sea de paso, ratifica la existencia en las sombras de gente que piensa y calcula. No hay que subestimar a los servicios que están detrás.
En suma, el Perú se sigue desbarrancando y el gobierno continúa avanzando mientras distrae a todos con maniobras y fuegos artificiales que no modifican la situación. Cada día adicional de permanencia de Castillo en Palacio es un triunfo para él y un desastre para el país.
Se requieren soluciones radicales. Lampadia