Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
El domingo pasado en un programa de TV el experimentado político y ex parlamentario aprista Jorge del Castillo admitía que no hay los votos en el Congreso para vacar a Pedro Castillo y Dina Boluarte. (“Rey con Barba”, Willax).
Cuando le pregunté cuál era entonces la alternativa para echar a la gavilla de delincuentes comunistas del gobierno, respondió “la calle”.
Es la respuesta estándar que dan muchos políticos, analistas y periodistas, aunque a estas alturas es muy probable que, en su fuero interno, se den cuenta que esa opción no existe en la realidad.
Primero, porque los ciudadanos peruanos no están dispuestos a manifestarse masivamente en las calles. Hay muchas explicaciones que se dan para eso -no viene al caso discutirlas aquí-, pero es un hecho. Desde el primer día se han convocado a marchas y mítines en todo el país y ha habido peruanos entusiastas que han asistido para protestar contra el corrupto gobierno de Castillo, pero son unos pocos miles.
Yo he participado en varias de esas manifestaciones -y lo seguiré haciendo-. Son positivas y necesarias. Pero es ilusorio creer que van a derribar al gobierno.
Segundo, así hubiera decenas de miles o centenares de miles de ciudadanos en las calles protestando, a los comunistas enquistados en Palacio eso no les importa ni los conmueve.
En Venezuela se han producido en varios periodos gigantescas manifestaciones contra el corrupto y hambreador régimen de Nicolás Maduro. Y sigue ahí.
El analista ruso radicado en los EEUU, Kamil Galeev, lo ha resumido así, analizando las manifestaciones en su país en las últimas tres décadas: “Las protestas pacíficas están enormemente sobrevaloradas”.
Otra posibilidad que se observa con interés es el desempeño de la actual Fiscal de la Nación, que está haciendo un muy buen trabajo. Pero también todos coinciden que, en el marco constitucional actual, Castillo es intocable. Puede ser investigado, pero no procesado ni sentenciado. Finalmente, cualquier posibilidad, incluyendo una acusación constitucional, pasa por el Congreso. Y regresamos entonces al principio.
En verdad, la situación que se vive hoy en el Perú no es única ni novedosa. Con variantes específicas, viene ocurriendo en muchos lugares.
Como dice el académico británico de Cambridge, David Runciman, “La pregunta adecuada para el siglo XXI es la de cuánto podemos persistir con unos elementos institucionales en los que nos hemos acostumbrado a confiar sin darnos cuenta de que ya han dejado de funcionar.” (“Así termina la democracia”, 2019.)
Como es obvio para cualquiera que quiera verlo, en el Perú hace tiempo que muchas instituciones de la democracia ya no funcionan.
Lo que existe es lo que Runciman denomina una “democracia zombi” que “proporciona una tapadera excelente (…), ya que ambos (la democracia real y la simulada) se parecen asombrosamente.”
La única opción es una solución radical que limpie el terreno para restaurar la democracia en el Perú, convocando a elecciones con organismos electorales confiables, un gobierno que realice un conjunto básico de tareas. (Ver https://www.expreso.com.pe/opinion/lo-que-se-necesita-ahora/)
Seguir creyendo que existen soluciones en una democracia simulada, que ya ha dejado de funcionar, es darle tiempo a la gavilla en el poder de realizar lo que quiere hacer desde el principio: controlar políticamente a las FFAA (en la PNP ya han avanzado muchísimo) y terminar con la libertad de prensa y lo poco que queda de institucionalidad. Lampadia