Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
La fundamentada acusación de la Fiscal de la Nación y la respuesta de la corrupta gavilla comunista en el gobierno muestran que nos dirigimos a una colisión violenta entre los delincuentes que han asaltado el gobierno y lo poco que queda de institucionalidad en el Perú.
Contrariamente a lo que muchos creían –¡aún hay algunos que siguen ¡creyendo! -, Pedro Castillo no va a renunciar, ni se va a asilar, ni va a huir. No todavía, mientras tenga la expectativa de liquidar el Congreso, el único organismo que puede destituirlo, y la fiscalía, que luego de la defenestración de Zoraida Ávalos, está cumpliendo un papel fundamental en investigar y denunciar la enorme red de corrupción con la que, en pocos meses, Castillo y sus secuaces infestaron el Estado.
Su intención está clara desde el primer día y se ha hecho más que evidente en los últimos meses con sus sistemáticos y permanentes ataques al Congreso y la fiscalía.
El martes el indescriptible Aníbal Torres tuvo la desfachatez de acusar abiertamente, sin prueba alguna, a la fiscal de la Nación de estar coludida con el narcotráfico. Que lo diga el vocero del gobierno que apoya abierta y descaradamente la expansión de los cultivos ilegales de coca que sirven para producir droga, es solo una muestra más de la absoluta mendacidad que impregna el gobierno comunista. Pero a la vez, comprueba que adelantan las justificaciones para el golpe que preparan.
La ilegal liberación del asesino de policías, Antauro Humala, y su bien financiada campaña, es otro indicio de los propósitos del gobierno. Ese criminal se moviliza por el país atacando al Congreso y amenazando con clausurarlo violentamente. En realidad, es una pieza que pretenden utilizar para, en algún momento, provocar una asonada que justifique la disolución del Parlamento.
Para lograr ese objetivo necesita controlar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. A la PNP ya la tiene capturada parcialmente, solo hay algunos oficiales y unidades que todavía resisten, pero si el gobierno logra subsistir algunos meses más, es evidente que van lograr el control total. El mecanismo usado para sus protervos fines ha sido la corrupción.
En las FFAA el elemento decisivo es el Ejército y allí han avanzado bastante desde el año pasado, cuando destituyeron al Comandante General que se negó a obedecer las órdenes ilegales de ascender corruptamente a quienes no lo merecían, y nombraron a un individuo maleable, de la promoción de Antauro Humala y que, según el general (r) Roger Zevallos, es funcional a los móviles de los delincuentes que ocupan Palacio.
En las próximas semanas se decidirán los ascensos, retiros y mandos de unidades en el Ejército y, dada la situación, la camarilla en el poder, se la va a jugar para desplazar a oficiales institucionalistas y ocupar los puestos claves con aquellos que se presten a su juego.
Defenderse no es ganar
Últimamente algunos gestos e imágenes han provocado entusiasmo entre los opositores a la corrupta camarilla comunista. La foto de los mandos militares con el presidente del Congreso, el general (r) José Williams y oficiales retirados que son congresistas, ha sido interpretada como muestra de respaldo de los uniformados a esa institución, y una suerte de garantía para la misma.
Eso es parcialmente cierto. Por supuesto, ha sido importante el gesto, que es inusual, e implica una deferencia hacia Williams y el organismo que preside. Pero no garantiza nada. Así como tampoco las fotos que se ha hecho tomar Castillo con esos mismos mandos militares no significa necesariamente que lo vayan a ayudar a cerrar el Congreso y liquidar la fiscalía, como es su intención.
Igualmente se han tomado como señales importantes algunos discursos públicos del presidente del Comando Conjunto de las FFAA y del Comandante General de la Marina de Guerra -también del general PNP Oscar Arriola-, que condenan a las organizaciones terroristas, cuyos herederos están hoy en el gobierno, y manifiestan su respeto a la Constitución. (Contrastan, por cierto, con el silencio del jefe del Ejército).
En efecto, son mensajes muy positivos y muestran que quienes los emiten no se prestan al juego de la banda de forajidos en el gobierno. El punto es que quienes así se expresan pueden ser removidos de sus cargos por el gobierno y reemplazados por otros que no sean firmemente institucionalistas.
En suma, los gestos, las imágenes, los discursos aludidos, son expresiones importantes, pero, finalmente son posturas esencialmente defensivas, signos de resistencia de determinados mandos ante el avance de la captura del Estado por delincuentes comunistas. Sin embargo, con esos ademanes no pueden cambiar el comportamiento de la banda delincuencial que, en último término, sigue manejando los resortes del poder. Por eso el tiempo corre a favor de ellos.
Hoy más que nunca son indispensables soluciones radicales. No hay otra forma de resolver la crisis, antes que la banda de Castillo acabe con lo que queda de democracia. Lampadia