Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Acabamos de concluir un proceso electoral regional y municipal que ha traído un resultado plebiscitario, a menos de un año y medio de la elección de Pedro Castillo. El partido de gobierno no ha alcanzado ni a 1.5% de los votos emitidos, de modo que la monserga de que “es el partido que representa al pueblo”, no es más que eso, una monserga.
No es sólo que, Cerrón, Castillo y su gente han desaparecido, sino que no ha quedado ni la sombra de lo que pretendían representar.
Acción Popular y sus niños, han sido debidamente castigados por delincuentes y sinvergüenzas, al igual que Podemos y Somos Perú.
Otro tanto habría que decir de los Morados, quienes, hasta hoy, nadie explica por qué mantienen su registro como partido político.
Hay algunos mensajes que debemos leer y reconocer de estas elecciones regionales y municipales:
- En primera instancia, que ninguno de los “partidos” que participaron, son realmente organizaciones políticas debidamente estructuradas.
- Que Perú Libre, el grupo magisterial y otros que se desmembraron de la bancada que los llevó al congreso, no son ni siquiera un holograma en la política peruana y no representan a nadie.
- Que hizo bien Fuerza Popular en, prácticamente, desaparecer del espectro en estas elecciones, presentando pocos candidatos y dejando el espacio a agrupaciones afines.
- Que los que están en el juego político, aún no comprenden que todos debemos sacrificar ambiciones políticas personalistas y ponerse a trabajar en la conjunción de ideologías, seleccionando candidatos de consenso, dentro de un frente organizado de partidos.
- Que fue un poema ver cómo los delincuentes que han tomado Acción Popular, han sido castigados por la ciudadanía. Aunque estoy seguro, que se aferrarán al mendrugo de pan que les queda y no enmendarán rumbos.
- Que Alianza para el Progreso se ha desinflado y no ha sido capaz de ganar ni el 50% de las posiciones que tenía y menos la municipalidad de Trujillo. Aunque su máximo exponente haya logrado el gobierno regional de La Libertad (su premio consuelo), con plata como cancha, obviamente.
Dicho esto, es una pena que la incapacidad para razonar de algunos ciudadanos de nuestras comunidades alto andinas, particularmente las más cercanas al corredor minero del sur, los haya llevado a votar y generar una concentración de alcaldes distritales opositores a la minería, en esa zona, donde más potencial y oportunidades de crecimiento de inversión y producción minera tenemos.
Igualmente, es preocupante que la población esté tan dispuesta a votar por: delincuentes sentenciados, prontuariados y gente que, habiendo ocupado cargos públicos, ha tenido que cumplir pena de cárcel por robo o cohecho durante su gestión de gobierno.
Es impresionante ver cómo en Ayacucho han sido capaces de votar masivamente por Oscorima, al igual que en todo el Perú, donde han votado por una multiplicidad de impresentables. Baste mencionar que 333 mil ciudadanos, en Lima, han sido capaces de votar por Alegría de Juntos por el Perú (JP), pero más grave aún, es que ese partido se haya atrevido a postularlo, sin asumir responsabilidad por tamaña falta.
Es igualmente impresionante la cantidad de nuevos gobernadores regionales, alcaldes provinciales y distritales, así como de regidores de los tres estamentos, con procesos judiciales y sentencias emitidas que, a pesar de todo, han resultado elegidos. ¿Cómo es esto posible? Sólo en el Perú.
Lo más evidente e indignante es que, en las regiones, sus provincias y distritos, se concentra esta “tolerancia” a la corrupción, especialmente en los movimientos regionales. Las organizaciones criminales lideradas por esos bribones, que han hecho del robo al Estado su modo de vida, han aprendido a constituir “movimientos políticos regionales” (que es más fácil que registrar partidos políticos nacionales), para acceder al poder. Lo cierto es que, en ese proceso ya llegaron a tomar las riendas del gobierno central y a generar un control negativo del Congreso.
Por todas estas razones, debemos limitar la participación política, para que se dé únicamente a través de partidos políticos nacionales.
Igualmente, debemos impedir que, una vez concluidos los procesos electorales nacionales, se pretenda crear nuevas bancadas al interior del congreso. Si algún congresista tiene discrepancias ideológicas con el partido que lo llevó al Congreso, éste debe renunciar y ser reemplazado por su accesitario o, alternativamente, pasar a ser un congresista no agrupado, pero de ningún modo se puede permitir crear más bancadas que las constituidas vía las elecciones. Ya hoy en día y, a poco más de un año en funciones, tenemos congresistas que han cambiado de bancada más de una vez. Eso es una burla al elector, quien con su voto respaldó una determinada oferta electoral y no necesariamente a algún candidato, a quién probablemente ni conoce.
En esencia, debemos:
- Adecentar la política.
- Impedir que la delincuencia se enquiste en el aparato del Estado vía elecciones.
- Reducir el número de agrupaciones políticas, de forma tal que la oferta política electoral, responda a propuestas ideológicas y programáticas, en lugar de a personas o intereses dolosos.
- Asegurar que el acceso a candidaturas, requiera un nivel de preparación académica y experiencia profesional, compatibles con las funciones que se pretende asumir.
- Impedir que los sentenciados puedan acceder a cargos por elección, lo que debe también ser un impedimento para ser designado funcionario público.
Pero, sobre todas las cosas, es fundamental la madurez de los partidos, para trabajar candidaturas de consenso, estructurando frentes de partidos y eliminando los personalismos, ya que sólo podremos avanzar, mientras no se genere fragmentación entre grupos de oferta política similar.
Ahora pues, ante la verdad monolítica de los resultados electorales, la desaparición de los partidos de izquierda que se arrogaban la representación del pueblo, tenemos la oportunidad de regresarlos a su sitio y combatir la corrupción, que es el verdadero leitmotiv de esa gente.
Debemos trabajar urgente en estas rectificaciones a nuestro sistema de gobierno y gobernanza, caso contrario, seguiremos teniendo más de lo mismo y sin remedio. Lampadia