Por: Martín Wolf
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(El Comercio, 09 de marzo de 2014)
Consideramos que este artículo, del comentarista económico de Financial Times es sumamente relevante para entender los retos y problemas que enfrenta en la actualidad la democracia contemporánea. Al igual que el ensayo de The Economist que la semana anterior publicáramos sobre los desafíos de la democracia, los postulados de Wolf iluminan un debate necesario para el futuro del sistema político más exitoso de todos los tiempos. Aquí un extracto de sus ideas fuerza. Lampadia
- 70 países han dejado de manejarse a través de sistemas autocráticos desde 1990. Actualmente solo habrían 20 en el escenario mundial.
- 1.500 MILLONES, de personas en el mundo estarían siendo gobernadas hoy por dictaduras socialistas. Son 31 países los que estarían bajo sistemas de gobierno dictatoriales y de monarquías absolutas.
- De acuerdo con la base de datos Polity IV, casi 100 países son actualmente democracias (más o menos imperfectas). Esto es el doble que en 1990. En 1800, no había ninguna.
(…) Lo que les ha sucedido a las jóvenes democracias en, digamos, Egipto, Tailandia, Rusia y Ucrania pone en relieve esa verdad. La democracia es delicada, porque es un proceso complejo y, en ciertos aspectos cruciales, un juego antinatural.
Mi propuesta inicial es que un gobierno que le rinde cuentas a los gobernados es la única forma adecuada para las personas adultas. Todos los demás estilos de gobierno tratan a las personas como niños. (…) Pero hoy en día es insostenible. A medida que la población se informa mejor, los gobiernos que tratan a sus pueblos de esa manera serán cada vez menos aceptables. Creo (o tengo la esperanza de) que, en el largo plazo, esto también sucederá en China.
(…) El número de verdaderas autocracias también ha caído drásticamente, pasando de alrededor de 90 en 1990 a alrededor de 20 ahora. (…)
Legitimidad democrática
¿Cuáles son, pues, las bases de una democracia estable y exitosa? En pocas palabras, la respuesta es que una democracia requiere de una doble serie de restricciones: una entre el pueblo mismo, y otra entre el pueblo y el Estado. Estas restricciones se apoyan en cuatro características, todas ellas necesarias.
En primer lugar, las democracias necesitan ciudadanos. (…). Ellos aceptan la legitimidad de la disidencia e incluso las protestas vociferantes, y solo descartan el uso de la fuerza. (…)
En segundo lugar, las democracias necesitan guardianes, un término usado por la fallecida Jane Jacobs en su excelente libro “Sistemas de supervivencia”. Los guardianes ocupan puestos de poder político, burocrático, legal o militar. Lo que los convierte en guardianes, a diferencia de bandidos, es que utilizan sus posiciones sin buscar el beneficio material personal, sino de acuerdo con reglas objetivas o a favor del bien común. (…) A lo largo de la historia, el poder y la riqueza iban de la mano. (…)
En tercer lugar, las democracias requieren mercados. Por mercados no nos referimos al abuso del poder del Estado para convertir riquezas privadas en públicas, como ocurrió durante la mayoría de la historia de la antigua Unión Soviética. (…)
Más que un voto
Los mercados en buen funcionamiento que cuentan con el apoyo de un Estado bien manejado proporcionan los fundamentos más importantes de una democracia estable. En primer lugar, apoyan la prosperidad. Una sociedad capaz de garantizar un nivel de vida decente y razonablemente seguro es probablemente también una sociedad estable. (…). En segundo lugar, los mercados aflojan los vínculos entre la prosperidad y el poder (…).
Las democracias necesitan leyes establecidas (…). Un país que carece del Estado de Derecho está permanentemente al borde del caos o de la tiranía, el triste destino de Rusia durante siglos.
La democracia es, pues, mucho más que el derecho al voto. Ciertamente no es sólo “un adulto, un voto, una vez”. Tampoco es “un adulto, un voto robado, múltiples veces”. Se trata de una compleja red de derechos, obligaciones, poderes y límites. La democracia es la expresión política de individuos libres que actúan juntos, o no es nada. Quienes ganan elecciones no tienen el derecho de hacer lo que les plazca. Eso no es una verdadera democracia, sino una dictadura elegida.
(…)
Hemos visto muchos fracasos en el camino hacia la democracia. Egipto es un ejemplo sobresaliente: Pero de una cosa estoy completamente seguro: vale la pena el intento.
Publicado en El Comercio, 09 de marzo de 2014.