Por: Miguel Palomino
La República, 26 de Octubre del 2022
“Pero lo que resulta especialmente decepcionante es que se gasten gran cantidad de recursos para obtener malos resultados”.
Una pregunta como ¿qué tan grande debe ser el Estado? despierta de inmediato respuestas que corresponden generalmente a posiciones ideológicas, es decir que no están basadas en la realidad, sino en cómo se imagina un mundo ideal. Pero valdría la pena ver si el tamaño del Estado coincide con la calidad de vida de la mayoría de los pobladores o no.
Cuando pensamos en el “tamaño” del Estado, lo primero que viene a la mente es medirlo contra el PBI: ¿Qué porcentaje de los gastos de un país corresponden al Estado? Eso nos debería dar una buena idea de que tan importante es el Estado en determinado país, ¿cierto? Pero la respuesta requiere ser mucho más específicos en la pregunta. Veamos.
Usemos dos países solo como ejemplo: Perú y Estados Unidos. La gran mayoría de los peruanos estará de acuerdo en que, con sus más y sus menos, en EE. UU. se vive mejor que en el Perú y que el Gobierno ahí, con todas sus limitaciones, cumple una función más efectiva que el Gobierno peruano. Pues bien, según el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno en EE. UU. gasta 80% más de su PBI que el peruano (42.4% contra 23.6%). Con eso parecería quedar claro que un buen gobierno requiere mayor gasto que el del Perú.
Pero ahora comparemos al Perú con otro país, Singapur. En el imaginario popular, Singapur aparecerá como un país que funciona a las mil maravillas (aunque algo autocrático, lo es mucho menos que China, por ejemplo). Muchos habrán escuchado de cómo nadie escupe en la calle porque si no, lo multan. La excelente educación de Singapur se usa con frecuencia como ejemplo a imitar. Además, el Banco Mundial tiene un indicador de la “Efectividad del Gobierno” que mide varias variables (como la calidad de servicios, la independencia de presiones políticas, la calidad de la formulación e implementación de políticas, etc.). Pues bien, Singapur tiene el primer puesto del mundo en efectividad del gobierno y con 15% de ventaja sobre el numero dos (le siguen Suiza, Finlandia y Dinamarca). EE. UU. ocupa un respetable puesto 25 de 209 países y Perú ocupa el puesto 123.
¡Pero si comparamos el gasto del gobierno con el PBI, el gasto peruano es 25% mayor que el de Singapur! Y si comparamos con Suiza, el suizo es 50% mayor que el peruano, mientras que el de Finlandia es 130% mayor que el peruano. Claramente, la conclusión es que existe muy poca relación entre qué tan efectivo es un Estado y qué porcentaje del PBI gasta dicho Estado. Y la verdad es que, bien pensado, no debería sorprendernos.
Para saber cuán “grande” es un Estado, probablemente, lo que la mayoría podría pensar en realidad es ¿cuán intrusivo es un Estado? ¿Qué tanto se mete en mi día a día? La respuesta que desearíamos es que el Estado lo haga bien, no que lo haga mucho. Para la mayoría de la población esto es independiente de la posición política. Si se logra ofrecer una buena educación para todos, aplausos. Si se hace gastando los recursos públicos o mediante algún otro mecanismo, adelante.
Pero lo que resulta especialmente decepcionante es que se gasten gran cantidad de recursos para obtener malos resultados. Eso es lo mismo que robarle al pueblo.
Un gobierno puede ser de lo más intrusivo sin gastar nada. Basta con prohibir la importación de tal o cual bien o subsidiar tal o cual crédito (congelando la tasa de interés para que otros paguen el subsidio). Basta con tener una oficina con burócratas. Si no, recordemos el primer gobierno de Alan García, cuando el gasto estatal se redujo a 4% del PBI, pero las regulaciones arbitrarias abundaban en la economía, para desgracia de los peruanos.
En un mundo así, un ciudadano puede invertir mil soles para mejorar su producto y ganar clientes o puede usarlos para coimear a un funcionario público y que este le cierre la competencia. ¿Usted qué haría? Que nadie nos vuelva a poner en esta situación.